Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Especial de Mamis - 2

Cleopatra VII - Madre de Cesarión, Cleopatra Selene y Alejandro Helios

...

El reino de Egipto, la nación que se impuso sobre los demás poderíos del mundo incluida Roma. Pero, incluso en tal poderío político y militar gigantesco, hay tiempo para jugar.

- ¡Los atrapé!

- ¡Jajaja!

Cleopatra VII, la última faraona y reina más divina que haya tenido la historia egipcia, también es una madre interesada en el bienestar de sus hijos. De no ser por sus ambiciones más allá del límite humano, esta mujer podría ser la madre del año.

Cleopatra sujetó del estómago a sus 2 pequeños niños mellizos, Selene y Alejandro, ganando por quinta vez su juego de atrapados (Cesarión no cuenta porque ya es un adolescente sin interés en esos juegos). Los niños rieron en brazos de su madre, quién no sólo los sujetó sino también abrazó y besó en las mejillas repetidas veces.

- ¡Nos atrapaste!

- ¿Cómo lo haces, mami? -los ojos de Selene, la menor de todos sus hijos, brillaron con curiosidad.

- ¿No es obvio? - Cleopatra rió divertida - Soy su madre y los conozco a la perfección. No pueden engañarme fácilmente.

- ¡Algún día lo haremos, mami!

- ¡Ya espero ese día con ansias!

Volvió a abrazar a sus hijos para restregar su rostro sobre los pequeños un par de veces. Después se separó de ellos, acariciando sus cabezas una bajo cada mano, y les miró con seriedad.

- ¿Ahora qué quieren jugar?

- ¡Otra vez! - Alejandro fue el primero en hablar - ¡Otra vez mami!

- ¡Si! - Selene apretó los puños con gran confianza - ¡Estoy segura que esta vez no podrás encontrarnos!

- ¿Eso creen? - arqueó la ceja antes de levantarse por completo - ¡Ya lo veremos, jovencita!

La mujer tomó a los niños cada uno por la mano, y caminando un poco agachada para igualar sus estaturas, los 3 avanzaron por el pasillo del palacio hasta llegar a la sala del trono egipcio.

El trono no parecía ser tan lujoso según los gustos de Cleopatra: era de estructura sencilla, aunque recubierta de oro puro; llena de jeroglíficos y textos antiguos escritos y tallados por los anteriores faraones. La mujer sabía que uno de esos dibujos había sido dibujado por su padre, y que llegaría el turno que ella dejará su marca.

La mujer soltó a sus pequeños niños, caminó los escalones correspondientes y tomó asiento en el trono egipcio.

- Muy bien, haremos lo mismo que antes: Yo me quedaré sentada...

- ¡Sin vernos! - reclamó Alejandro de inmediato - La otra vez nos viste y por eso nos encontraste.

- De acuerdo. Me quedaré sentada, con los ojos cerrados, y contaré hasta 10 para que puedan ocultarse.

- ¡Si nosotros ganamos - intervino Alejandro de inmediato - Queremos un premio!

- ¿Un premio? - la mujer egipcia pensó con cuidado - ¿Qué podrían desear que no les haya dado ya?

- No lo sé. Pero debe haber algo.

- ¡Pienso lo mismo! - asintió Selene con sea misma emoción - Quiero un premio, aunque aún no sé qué.

- Está bien, pero... - Cleopatra puso una de sus miradas divinas intimidantes para mirar a sus hijos - Si yo gano, también quiero un premio.

Dicha mirada hubiera subyugado o asustado a cualquiera; pero para sus hijos, solo era una mirada de desafío infantil.

- ¡Siii!

- En ese caso... - Cleopatra tapó sus ojos con una mano - Uno... dos...

- ¡Esos segundos son muy rápidos mami!

- El tiempo sigue corriendo~ Tres...

Los niños corrieron de la presencia de su madre, quien siguió con los ojos cubiertos contando hasta llegar al cinco. Allí fue cuando puso una pausa, para pensar un poco en sí misma.

« Ah, esto… Me recuerda mucho a esos días con... con mi hermanito. »

...

Para su fortuna, Cleopatra había comenzado su vida política cuando tomó parte en el exilio de su padre a los 10 años, ¿Y por qué es fortuna? Por la experiencia:

Desde pequeña experimentó y entrenó su lado político, al ver y aprender de las decisiones que tomaba su padre para recuperar su trono; con eso en mente la joven desarrollaba sus funciones como corregente junto a su hermano con mucha facilidad y naturalidad, además de excelencia.

La fortuna es que, esto significaba que ella tenía mucho tiempo libre para hacer lo que quisiera y... lo que nunca había hecho.

- ¡Ven hermano! ¡Juguemos un poco!

Una joven Cleopatra llegó a abrazar a su hermano Ptolomeo, quien tenía en sus manos pergaminos importantes. En cuanto la mujer le rodeó con los brazos el chico se desorientó.

- ¿Cleopatra? ¿Qué haces?

- ¿Qué? ¿No puedo abrazar a mi hermano-esposo?

- ¡No incluyas "esposo" en el título! Sabes lo que pienso de eso.

- Y tú sabes que nuestro padre no estaría de acuerdo que seamos solo hermanos, ¡Por meses estaría pidiendo nietos!

- ¡Cállate y suéltame!

Cleopatra le ignoró, no sólo manteniéndolo en sus brazos sino que lo levantó del suelo y dio giros con el chico abrazado, tirando por el suelo los pergaminos que cargaba.

- ¿¡Qué estás haciendo!?

- Nunca tuvimos tiempo para conocernos bie, hermano. Tú naciste cuando estaba viviendo con nuestro padre fuera de casa, y últimamente solo hablamos para ser faraones... ¡Así que propongo una tregua! ¡Quiero que por hoy dejemos de ser reyes y seamos hermanos!

- ¡Acabas de decir que no me conoces lo suficiente! ¡Ya suéltame de una vez!

- ¡Exacto! Quiero conocerte y hacer cosas que hacen los hermanos... ¡Cómo jugar!

- ¡Somos reyes; ya no podemos hacer cosas de niños! ¡Y suéltame!

- No sé tú, pero yo aún mantengo mi espíritu infantil. Si las cuentas no me fallan, tengo unos 19 años y tu tienes... unos 11 o 12 años, ¿no es así?

- ¡Ya casi cumpliré los 13 años! ¡Que me sueltes!

- ¡No tenemos tanta diferencia, ¿lo ves?! ¡Ambos aún somos jóvenes, casi como niños! ¡No hay que reprimir nuestros instintos infantiles, y dejarnos llevar por la emoción de la juventud! ¡Diablos, debes ser un poco más-!

De repente Ptolomeo se separó de sus brazos de la mujer usando toda su poca fuerza física; dio pasos tambaleándose un poco y terminó por agacharse al suelo para vomitar. Cleopatra se asustó bastante.

- ¿¡Hermano!? ¿¡Estás bien!?

- ... No... - Ptolomeo volvió a vomitar, tomando algo que estaba en el suelo para limpiarse - No aguanto... que me den vueltas...

- Oh... ¡Oh! - Cleopatra se acordó de ese dato - Si... recuerdo que padre mencionó que uno de sus hijos vomitaba muy seguido.

- ¡Ese no pude haber sido yo...!

El chico se levantó del suelo aún mareado, mirando el objeto que tenía en la mano. Se dio cuenta que era uno de los pergaminos que estaba leyendo hace poco, manchado del vómito que acababa de limpiarse. Ptolomeo se quedó en blanco, y muy eufórico aunque en silencio.

Llamó a unos sirvientes y escribas para que limpiaran esa suciedad, además de reescribir el pergamino para tratar de rescatar su contenido. Por lo mientras Cleopatra y Ptolomeo se quedaron solos en la sala del trono, formándose un silencio incómodo.

Silencio de parte de Cleopatra, apenada por lo que provocó, y de parte de Ptolomeo, con otro motivo para odiar a su hermana.

- O-Oye... hermano...

- No me hables.

- Pero yo...

- No me hables.

Ella se sintió desilusionada, bajando la cabeza con pesar; tal como había dicho no conocía lo suficiente a su hermano, por lo que esa impresión de cercanía era muy perjudicial.

Pero no la detuvo: al poco tiempo se levantó y caminó a la salida de la habitación, y otro tiempo después volvió cargando consigo un par de esferas rojas, una de las cuales depositó sobre el regazo del chico.

- Toma hermano.

Ptolomeo no respondió, sino que vio de reojo la fruta para darse cuenta que era una granada.

- Es tu favorita, ¿no?

- ... Como sea...

Si, era su fruta favorita; había comido de ella por su madre cuando era pequeño. Días que ya no volverían, pero quedarían en sus memorias por siempre.

Era su fruta favorita, pero no lo admitiría frente a su hermana. La tomó y empezó a remover su cáscara para comer su contenido, lo mismo que Cleopatra quien tomó asiento en el trono contiguo.

Entonces, ella empezó a hablar con su típica voz seductora y desafiante.

- Ya que estamos aquí, solos en silencio, esperando que los escribas reparen el pergamino sucio... ¿Qué te parece si jugamos?

- ¿Un juego? ¿Otra vez-?

- Algo sencillo. - comenzó a explicar - Escoger revelar un secreto o cumplir una orden. Si te niegas o no cumples, me comeré tu granada.
 
- ¿¡Eh!?

- Pero, si yo me niego o no cumplo, podrás comerte mi granada, ¿Qué te parece?

Ptolomeo pensó unos pocos segundos de mal humor, aunque después asintió con la cabeza.

- Acepto tu juego. Solo para no aburrirme aquí.

- ¡Muy bien! - Cleopatra aplaudió con entusiasmo - Te dejaré empezar, y antes que me preguntes... Escojo el desafío.

- ¿Escoges el desafío? ¿O sea...?

- Voy a cumplir cualquier reto que pongas. Tú ordena y yo haré.

Ptolomeo se vio muy interesado, volteando a su hermana quien con una mirada desafiante mordía su granada. Entonces el chico tuvo una maravillosa revelación que lo hizo emocionarse bastante.

« Puedo… ¿¡Darte cualquier orden, y la obedecerás sin quejas!?... »

- Mi orden... es...

« Así que… puedo... ¡Puedo vengarme de todo lo que me has hecho, Cleopatra! »

- ¡Quiero que te cortes el cabello!

- ... ¿¡Eh!?

Cleopatra dejó su rostro desafiante para mirarle con miedo. Sus manos temblaron segundos después de oír esa orden, al igual que el tono de su anterior autoritaria voz.

- ¿Q-Qué dijiste?

- Quiero que te cortes el cabello, a la altura de cuando vivías con nuestro padre.

Cleopatra tragó saliva y miró al suelo con miedo.

« N-No… Todo menos eso; ¡Todo menos mi cabello! ¡Este tiempo como reina me he esforzado para dejarlo largo ahora que puedo...! »

- ¿Qué pasa, "hermanita"? - sonrió el chico con mala cara - ¿No vas a cumplir mi orden, aunque hace unos momentos te viste tan desafiante?

Cleopatra estaba asustada. No quería hacerlo; de verdad no quería, pero no hacerlo implicaría un golpe mortal para su orgullo como mujer y reina. Todo eso estaba en juego al igual que su cabello, así que no tuvo más opción...

- ... Toma... - extendió su mano y le dio la granada a su hermano.

- ¡Jaja! - Ptolomeo empezó a reír por su gran triunfo - Sabía que no podrías.

- En ese caso... yo... - la mujer empezó a expresar su ira de reina en un aura siniestra - Te ordeno que-

- Yo escojó el secreto. Revelar un secreto.

- ... ¿¡Ehhhhh!?

...

« El primero de esos días de jugar con él… » suspiró con una sonrisa « Hacerlo revelar sus más íntimos secretos con ese rostro tan rojo de la vergüenza; tan avergonzado que tuvo que cumplir mis retos… ¡Recordarlo es tan divertido! »

Rió por lo bajo al recordar en detalle lo que ocurrió en especial ese día. Pero, otro detalle ocurrido años después le hizo bajar su semblante.

- Aunque... Tuvo que pasar "eso".

La mujer respiró hondo, sacudió un poco su cabeza para quitarse eso, y recordó lo que estaba haciendo.

- ¡6 - 7 - 8 - 9 - 10! ¡Voy por ustedes!

Se levantó del trono y empezó a caminar por el palacio para encontrar a sus hijos, de vez en cuando soltando frases chistosas para que sus risas dieran a conocer su ubicación.

Lo que no sabía, por supuesto, era que el par estaba escondido en una caja de madera cerca al trono. Esa caja nunca se usaba y ella ya la había descartado por ser un lugar obvio, pero no contaba que en esa ocasión los chicos estarían allí.

Y otra cosa, que por supuesto no sabía, era que los chicos estaban escondidos no por en seguir jugando, sino...

- ¿Qué le regalaremos a mami?

Los chicos habían aprendido de memoria el movimiento del sol y la luna, de forma que más o menos conocían las fechas sin necesitar un calendario; el punto es que sabían que, en unos pocos días, sería el conocido como cumpleaños de su madre.

Habían visto varios cumpleaños de ella en sus vidas, y dejando de lado las fiestas que organizaba el imperio y reinos vecinos, los chicos eran conscientes de la existencia de "regalos" para ella en ese día.

Así que, en ese momento estaban escondidos para decidir qué regalo darle a su madre.

- ¡No se me ocurre nada! - Alejandro se llevó las manos a la cabeza.

- ¡Debes pensar algo! - le gritó Selene, aunque trataba de mantener el volumen bajo para no ser oída - Yo siempre pienso las soluciones.

Alejandro cerró los ojos con fuerza, encontrando una posible respuesta satisfactoria.

- ¡Lo sé! ¡Un collar de oro, con incrustaciones de joyas! Estoy seguro que le encantará.

- ... Déjame adivinar... ¿Cómo el que usa?

- ¡Exacto! Podemos tomarlo, cuando esté durmiendo, y lo envolvemos en pergamino-

- ¡No seas tonto! - Selene le golpeó en la cabeza - Un regalo debe ser nuevo, no algo que ya tenga.

- ¡Au!

- Ya sé... ¡Hay que comprarle un barco! - sonrió Selene - Así podrá visitar a papá, que está en Roma, con más frecuencia de lo que lo hace... ¡Es él le encantaría mucho, y por tanto a mami también!

- ¡Es una buena idea! Pero, ¿Cómo lo compraremos?

- ¿No es obvio? - asintió con el pulgar en alto - ¡Usaremos el oro de mami! ¡Tomar unas piezas de oro, y con eso le compramos el barco!

Alejandro frunció el rostro con una expresión de molestia.

- ¿¡Con esos dices ser más inteligente que yo!?

- ¿¡Ehhh!?

- ¡Eso sería como si ella lo comprara! ¡Lo mismo que yo había propuesto!

- ¡No es cierto! ¡Mi propuesta es más inteligente que la tuya!

- ¡No digas tonterías!

Alejandro y Selene comenzaron a discutir, de forma que movieron la caja hasta que cayó de lado y ambos salieron rodando. Cleopatra escuchó ese ruido, por lo cual regresó a la sala del trono para ver que había pasado.

Al llegar encontró a sus mellizos peleando. Pero, ella no vio una pelea de niños sino lo que le había pasado años atrás.

Tontos malentendidos que llevaron a un distanciamiento, rencorosos consejeros hablando a sus oídos, discusiones sin sentido que llegaban a lo profundo de su corazón femenino, un levantamiento de armas entre egipcios que llevó el país a la ruina, y... la muerte de su hermano a manos del mar.

La mujer lo había superado casi en su totalidad, pero aún una chispa de remordimiento y culpa se arrinconaba en su corazón para salir a relucir en el momento menos indicado. Y ese fue tal momento.

- ¡Hey! ¡Niños!

El grito de Cleopatra asustó a los chicos mucho, lo suficiente para que dejaran de pelear. No tanto por el grito, sino porque el tono de su voz nunca lo habían escuchado.

- ¡Sepárense en este instante! - sin esperar ningún segundo, Alejandro y Selene crearon distancia entre ellos - ¡¿Qué están haciendo!?

- ¡N-No estábamos... haciendo nada...!

- ¡No era nada, mami...!

- ¡Castigados, ambos! ¡Fuera de mi presencia ahora!

Los chicos soltaron un grito y corrieron a toda velocidad a sus habitaciones, dejando a Cleopatra con su rostro rojo por su enojo repentino.

...

Los 2 entraron corriendo a sus habitaciones; en realidad Alejandro se arrojó a la suya propia y Selene por instinto le siguió.

- ¡Wahhhh! - el niño empezó a llorar con miedo - ¿¡Qué acaba de pasar con mamá!?

- ¡Cálmate! - Selene le dio otro golpe, para bajar sus sentimientos - No llores.

- ¡¿Cómo quieres que no lloré si me golpeas de esa forma!?

- ¡No lo entiendes! Le hicimos recordar a su hermano.

Alejandro se calmó cuando oyó esa combinación de palabras.

- ¿Te refieres... Al tío Ptolomeo que nunca conocimos?

- ¡Si, me refiero a él! - la niña bajó la mirada con pena - Pude notarlo en su mirada y por la manera que nos habló. Siempre nos ha prohibido tener discusiones entre nosotros y con nuestro medio hermano, porque no quiere que terminemos como ella y su hermano.

- Ya veo... ¿Me recuerdas qué pasó con ellos, por favor?

- ¿¡Eres tonto!? - otra vez le golpeó la cabeza - ¡Tuvieron una guerra y su hermano se murió!

- ¡Au! ¡No me acordaba...!

Los 2 bajaron sus semblantes, dándose cuenta que su disputa infantil podía ser más perjudicial de lo que podría parecer; tal vez hubo una respuesta exagerada de parte de su madre, pero un tanto creíble. Sin embargo, lo que más los decayó fue darse cuenta que su intento de darle un regalo a ella terminó en una discusión que hizo enojarla. Ambos se sintieron culpables.

- Perdón hermana. No soy tan inteligente como tú, pero quiero hacer mi mejor esfuerzo.

- Si, y yo también lo siento. Ni siquiera con mi cabeza pude llegar a la conclusión qué hiciste.

Después de eso, ambos hermanos rieron un poco y se dieron un cálido abrazo de reconciliación.

- ... ¡¿Dónde está el demás drama!?

Hasta que un par de voces extrañas llegaron a la escena.

Al principio, Alejandro y Selene saltaron del susto al escuchar de la nada esas voces aún más infantiles que las suyas. Voltearon para conocer a sus dueños, y dieron un segundo salto al ver a 2 pequeñas niñas; ambas eran un poco más bajas de estatura que ellos, una con cabello rojizo con ojos verdes como su madre, y la otra de castaño oscuro como su madre y ojos azules turquesa; sus vestimentas eran bastante extrañas, y el tono de sus faces indicaba que no eran de Egipto.

Las 2 niñas a su vez se asustaron por haber sobresaltado al par de hermanos egipcios.

- ¡No debimos hacer eso! - habló una de ellas asustada.

- ¡Todo lo contrario! ¡Es lo que debe hacerse! - le respondió la segunda con autoridad - ¡Es la única forma de imponer respeto y llamar la atención!

- ¡Ustedes... ¿¡Quiénes son!?!

Alejandro abrazó a Selene para protegerla, mientras las 2 niñas extras se miraron la una a la otra.

- Nosotras... somos...

- ¡Ángeles! - sonrió la de cabello más largo, levantando sus manos - ¡Somos los mensajeros de los Dioses, enviados por ellos!

- ¿Si...? ¡Si, si! - la de cabello corto le secundó - ¡Somos mensajeros de los Dioses! Bueno, más bien mensajeras...

- Ustedes... ¿Fueron enviados por los Dioses de Egipto? - los ojos de Selene brillaron con curiosidad - ¿Por Isis, Osiris y Horus, para nosotras?

- ¡Así es, joven mortal humana más linda que mi hermana! - se bufó la de cabello rojo, sorprendiendo a la segunda - Mi nombre es Líf, "la mensajera de la vida".

- ¡Y-Y mi nombre es Lífthrasir! ¡"La mensajera que trae la vida"! Juventud, renacimiento, curación, ¡Esa soy yo!

Los hermanos egipcios se miraron confundidos, más al tratar de pronunciar sus difíciles nombres. Ya después de rendirse pasaron a explicarles a las niñas la situación que tenían.

- ¿Podrían ayudarnos con nuestra madre, por favor? - Selene bajó la mirada - Yo quiero... Mi hermano y yo queremos que sea feliz, pero le hicimos algo muy malo.

- Ayúdenos a darle el regalo perfecto a nuestra mami. - Alejandro miró a las niñas con esperanza - Dígannos, ¿Cuál es la voluntad de los Dioses para esta encomienda?

Líf y Lífthrasir se miraron cada una con su mano derecha bajo la barbilla. La forma en qué movieron los ojos a arriba, movieron sus dedos, y caminaron en círculos con paso redoblado; todo era tan similar entre ellas que Alejandro y Selene se percataron que también eran mellizas como ellos.

De repente, Líf azotó mano con mano con una expresión facial determinante.

- ¡Ya está! ¡Lo tengo!

- ¿Qué cosa? - Lífthrasir volteó a verla - ¿Ya tienes la respuesta?

- Ya sabemos lo suficiente, sobre su madre y la relación que tuvo con su hermano.

- Si. Eso la pone triste - comentó Selene - Siempre ha dicho que le gustaría haber tenido una oportunidad más con él, para ser mejores hermanos...

- ¡Los detalles no importan! - Líf continuó explicando su idea - Lo que debemos hacer es... O, mejor dicho, lo que deben hacer es...

- ¡Ya entiendo! - Lífthrasir comprendió con mucha rapidez lo siguiente - ¡Darle un regalo espectacular!

- ¡Hey! ¡Yo quería decir eso!

- ¿Un regalo espectacular? - Alejandro les miró con confusión - ¿Qué podría ser tan "espectacular"?

Líf y Lífthrasir se miraron la una a la otra para asentir con el pulgar en alto.

- Traer a su hermano perdido de vuelta a la vida... ¡Eso levantaría su ánimo!

De inmediato Selene tuvo una revelación; más bien, una solución al problema. Una idea tan buena que era casi imposible que nunca se le hubiera ocurrido.

- Es cierto... ¡Lo tengo!

- ¿Lo tienes? - Alejandro y las niñas voltearon a verla.

- ¡Ya lo entiendo! ¡Tengo la solución perfecta, que es-!

En ese momento varios truenos rugieron como si estuviera a punto de llover, aunque por las ventanas se podía percibir claramente el sol de Egipto en todo su esplendor. Alejandro y Selene se confundieron, mientras que Líf y Lífthrasir se asustaron.

- ¿Truenos? ¿Y eso?

- ¡E-El tiempo se ha acabado! - anunció Líf, dando pasos atrás a la par que Lífthrasir - ¡Los Dioses han terminado de hacer el pacto con ustedes!

- Es tiempo que volvamos con nuestros señores, una vez que nuestra misión se ha completado.

Selene no tuvo más opción que aceptar al asentir con la cabeza, aunque de todas formas lo hubiera hecho.

- ¡Muchas gracias por su ayuda-! - Hubiera dado un discurso de despedida más largo, de no ser porque las 2 niñas salieron corriendo al pasillo.

Allí fuera, ambas tuvieron una discusión.

- ¡T-Thor-sama nos descubrió! ¡O al menos sabe que no estamos!

- ¡Se supone que Loki-sama nos iba a encubrir mientras íbamos de arriba a abajo por aquí!

- ¡Eso quiere decir que lo descubrieron!

Las niñas chillaron ausstadas al mismo tiempo, avanzando con toda rapidez por el pasillo para desaparecer del palacio egipcio. Por su parte, Selene asintió con la cabeza para hablar a su hermano Alejandro.

- Ya lo tengo hermano. Sígueme.

...

El cumpleaños de Cleopatra VII.

Un evento social y político de gran importancia. No me tomaré el tiempo para los detalles, pues ya rebasé el límite de palabras, así que solo hablaré de lo importante.

Uno de los presentes fue Marco Antonio, su esposo, y a causa suya la fiesta fue más agradable para ella; pero había un motivo que aún la mantenía con el semblante.

Desde el otro día, Cleopatra no había visto de nuevo a sus hijos. Solo habían sido un par de días, pero eso la tuvo triste; en especial por ver cómo ellos iban de arriba a abajo constantemente sin prestarle atención. Le hubiera gustado mucho tener a sus niños con ella en la fiesta misma, pero todo eso era muy adulto para ellos 2, así que debía esperar hasta que terminara el día...

- ¿Qué pasa querida? - Marco Antonio, sentada junto a ella, le notó preocupada.

- Es que... tuve un pequeño roce con los niños. No hemos hablado desde entonces y eso...

- ¿Ellos discutieron? - Antonio se bufó un poco - Deberías dejarlos discutir de vez en cuando.

- Tú sabes lo que opino de eso.

- Y tú sabes que, por causa de esa opinión, estás así.

Ella no pudo discutir eso, por lo que volteó a otro lado mientras Antonio tocaba coquetamente su nuca para al menos emocionarla un poco, cosa que consiguió al instante.

Poco después, los invitados comenzaron a desfilar a la salida y dejando sus presentes para la reina. Una vez que terminó el evento, Cleopatra mandó a llamar a sus sirvientes para un limpiaran el salón de fiestas.

- Lo quiero limpio y listo para mañana.

- Su Majestad - uno de los siervos se acercó a Cleopatra con cautela - Sus hijos quieren verla.

Cleopatra se sorprendió bastante, tomando el brazo de Antonio sin darse cuenta. Y después ambos comenzaron a caminar, siguiendo al siervo que los llevó hasta la sala personal del trono.

Sentados en los escalones, estaban Alejandro Helios y Cleopatra Selene, hijos de ambos; también se encontraba Cesarión, el hijo que tuvo con Julio César siendo un muchacho adolescente. Por la forma en qué estaban, los 3 habían esperado por un tiempo; y en cuanto le vieron Alejandro y Selene se levantaron para ir a su padre.

- ¡Papi!

- ¡Hijos, ¿Cómo están?! - Marco Antonio les abrazó sin dudar - ¿Se la han pasado bien con su madre?

- ¡Por supuesto que sí!

Poco después Cleopatra se interpuso, para tomar a los mellizos de los hombros y tratar de abrazarlos en señal de perdón.

- Hijos, lo siento mucho. No debí haberles hablado así-

- ¡Antes que digas algo más, mami! - Selene le detuvo de inmediato, sorprendiendo a los adultos - ¡Hay algo que debemos darte!

Selene y Alejandro regresaron con Cesarión, quien tomaba una especie de cuadro gigante cubierto por una tela. Los chicos se posicionaron, siendo que el mayor levantaba dicho cuadro, y los mellizos tiraron la tela al suelo para revelar su contenido.

- ¡Feliz cumpleaños, mami! - gritaron los 3 al mismo tiempo, dejando en shock a la mujer y a Marco Antonio.

Lo que tenían los chicos era una pintura, o más bien un retrato de Ptolomeo XIV.

- Ese es... tu hermano... - habló Marco Antonio sorprendido por reconocerlo tan fácilmente.

Quien estaba más impactada era Cleopatra VII, casi cayendo de rodillas por la sorpresa que la pintura era exactamente igual a él. Selene y Alejandro comenzaron a explicar la situación.

- No mami. Nosotros deberíamos pedirte disculpas por discutir; ya sabemos que no te gusta.

- Ese día... tuvimos una idea, para alegrar tu día especial. Pensamos que, como no te gusta que discutamos porque te recuerda lo malo con tu herman, podríamos hacer algo para que recuerdes lo bueno.

- Preguntamos a todos los sirvientes para que nos ayudarán a saber cómo era, y hacer una pintura para que lo recuerdes.

- ¡Nosotros la hicimos, con nuestras propias manos, para darte algo nuevo! ¡Lo trajimos a la vida para ti, mami!

- En realidad, yo hice la mayor parte - tomó la palabra Cesarión sobre sus medios hermanos - Me pidieron ayuda e hice la mayor parte de la pintura. Pero también pusieron todo su esfuerzo para este regalo.

Cesarión se acercó y soltó la pintura para dejarla en manos de Cleopatra. Por el olor pudo saber que aún estaba fresca, pero no pudo evitar tocarla:

Llevó las yemas de sus dedos al rostro, para tocar un poco las mejillas y cabello plateado, y luego dirigirlas a las cuencas de sus ojos esmeralda, iguales a los suyos. Aunque era solo una pintura y podía percibir la textura líquida del material, su mente la engañó para sentir la piel, el cabello y calor de su hermano.

« Ha… ha pasado tanto tiempo... » su mente trajó al recuerdo el primer juego que había hecho con Ptolomeo, aquel de verdad o reto con granadas « Tanto tiempo desde que te tuve en mis brazos… hermanito... »

Cleopatra extendió la pintura para que la sostuviera Marco Antonio, ya que no pudo contenerse más y empezó a llorar a grandes ríos. Selene se asustó mucho, mientras que Alejandro le habló en mal tono.

- ¡Fue una mala idea! ¡Ahora está llorando por tu culpa!

- ¡L-Lo siento mucho mami!

- ¡No es por eso! - Cesarión les pegó a los mellizos en las cabezas - A mamá le gustó mucho este regalo; por eso está llorando.

- Si, así es... - se limpió el rostro y acercó lo suficiente para abrazar a los mellizos, dándoles a ambos un fuerte beso en la mejilla - Ese regalo me encanta. Ahora entiendo porque estuvieron tan ocupados estos días, lo suficiente para que yo... no haya podido pedirles perdón por haberles gritado ese día.

Los niños negaron y correspondieron a su madre.

- De no haber sido por ese día, mami, no podríamos haberte dado este bonito regalo con todo nuestro esfuerzo y amor.

Marco Antonio tampoco pudo contenerse, sino que regresó la pintura a Cesarión para él mismo incluirse en el abrazo con su mujer e hijos. Cesarión ni siquiera se quejó; sabía que eso era lo mejor para su querida madre desde la partida de Julio.

Los 4 sostuvieron el abrazo por un tiempo más, con unas últimas palabras de Cleopatra VII solo para ellos.

- Muchas gracias. Los amo con todo mi corazón...

- ¡Abran paso!

Las puertas de la sala se abrieron de golpe, dejando entrar a un grupo de siervos que cargaban una gran caja dorada que se movía mucho, sobre la cual habían 2 personas sentadas. Los 4 en el abrazo se separaron confundidos para ver lo qué pasaba.

- ¿¡Eh!?

- ¡Un regalo para usted Majestad! - habló una de las personas sobre la caja - ¡Hemos traído este presente para la reina de Egipto, Cleopatra VII!

Alejandro y Selene reconocieron de inmediato a las niñas sobre la caja.

- ¡Las mensajeras de los Dioses!

- ¿¡Las conocen!?

Alejandro explicó la situación a su padre y su medio hermano, mientras Cleopatra y Selene se acercaron cautelosas.

- ¿Qué hacen aquí de nuevo? - les preguntó Selene confundida.

- ¿Ustedes quiénes son? - Cleopatra tomó una postura agresiva y fría frente al par extraño.

Las niñas chillaron un poco al ver ese rostro, pero no se dejaron intimidar sino que siguieron hablando mientras bajaban de la caja.

- ¡Reina Cleopatra! Han llegado a los oídos de los Dioses sus lamentos y súplicas.

- ¿Dioses? ¿Qué rayos-?

- ¡Han escuchado sobre la muerte de su hermano menor, lo cual también es una pérdida para los cielos! Aunque eso ya tiene un tiempo que pasó...

- ¡Pero escucharon sus palabras para cumplir! Tras habernos enviado a nosotras, las mensajeras de la vida, a revisar en los rincones más oscursos y profundos del mundo de los muertos Helheim, llegando a avistar el Tártaro, la prisión de máxima seguridad, y el Nilfheim, el olvido de las almas...

- Aunque, en realidad solo fuimos a Helgafell que está a la vuelta de la esquina.

- ¡Tras haber desafiado a los poderosos gobernantes del mundo de los muertos, como el señor Hades, rey por excelencia; Odín, padre de todo; Anubis, el juez de los muertos; y el propio Cerbero guardián del infierno...!

- Aunque, en realidad Hela-sama fue quien nos ayudó con el tema del papeleo.

- ¡Hemos traído un regalo espectacular a usted, Majestad!

Las niñas apuntaron a la caja que los siervos terminaron por dejar en el suelo, formando un largo silencio entre ambas partes. Cleopatra solo pudo hablar un molesta por tanta palabrería.

- ¿¡Qué!? ¡No entiendo lo que quieren decir!

- Solo debemos abrir esta caja, y verá...

Líf trató de hacerlo con sus manos, pero estaba muy sellada; por ello pidió ayuda a los siervos, aunque también tuvieron problemas para abrirla.

- Majestad, nuestro regalo espectacular es... - las niñas sonrieron a la par con gran brillo en sus ojos - ¡Traer a la vida a su hermano menor!

En cuanto los siervos abrieron la caja, salió Ptolomeo XIV: envuelto en vendas por todo su cuerpo, con sogas agarrando sus piernas y brazos detrás de la espalda, y un trapo para la boca. Lucía sucio y pálido, lleno de tierra y bálsamos sobre las vendas y en su propia piel, la cual a su vez no parecía piel viva. El egipcio se removía de lado a lado como gusano en sal, tratando de liberarse del agarre al frente de su hermana, cuñado y sobrinos, que estaban en completo atónitos.

- ... ¿Eh?

Líf y Lífthrasir estaban muy orgullosas de su trabajo. Convencer a Thor de romper las reglas, aún cuando fuera su padre, no fue fácil; mucho menos convencer también a Hela; tal vez los rostros dulces y tiernos de las 2 mellizas la ablandaron un poco.

Pero ese no es el punto. Las mellizas divinas, de pie con los brazos cruzados, miraron con confusión las expresiones en shock de los espectadores.

- ¿Qué... es esto...? - preguntó Selene confundida y asustada.

- ¿De qué hablas? ¿No habíamos quedado que...?

Las mellizas voltearon al trono de Cleopatra, en dónde estaba la pintura de Ptolomeo. Ambas se confundieron aún más pero, tras poner a trabajar sus mente, llegaron a una conclusión bastante sencilla y normal.

- Oh... Parece que hubo un malentendido.

Cleopatra miró sorprendida a su hermano, pero verlo en ese estado la hizo chillar como si estuviera frente a una película de terror.

- ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh...!

...

Ilustración especial de Cleopatra, madre de Cesarión, Cleopatra Selene y Alejandro Helios

...

He aquí el segundo one-shot especial del día de las mamis.

En primer lugar, créditos a levi5672 por la idea de este one-shot. Muchas gracias :3 (tampoco es el todo igual; fue lo que emergió mientras iba escribiendo).

PD: Ufff. Incluso con pancita Cleopatra no pierde su estilo como reina de Egipto. Siempre diva nunca indiva.

Si tienen ideas para los demás mamis pueden ir a los resultados del sorteo de 10 de mayo y escribirlo en la sección de comentarios, para que los lea y tome inspiración :3

Sin más que decir... ¡Los leo en el siguiente one-shot!

♡ 23/mayo/2022 ♡
ASFD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro