O3
El cielo nocturno viéndose desde la azotea de la casa de Ron no se parecía a nada que él hubiera visto jamás.
En la ciudad de antes, las luces nunca se apagaban, demasiada contaminación lumínica era lo normal y lo que mantenía el pulso de la humanidad a un ritmo constante.
Nunca permitiendo que un niño curioso viera más que unos pocos puntos blancos en la oscuridad que podrían o no llegar a ser estrellas.
Sin embargo, aquí el cielo era mucho más que un lienzo negro con alguna que otra mancha blanca: era algo que parecía sacado de una obra de arte.
A diferencia del vacío negro que había visto cuando era niño, aquí el cielo era una variedad de diferentes tonos de azul, púrpura, rosa e incluso toques de turquesa.
No podía apartar los ojos del juego cósmico justo frente a él, a pesar de que su cuerpo temblaba de frío, apretado contra las formas de sus amigos a sus lados.
Su cabeza permaneció en la misma posición, su mejilla izquierda descansando sobre el pecho del rubio que también se encontraba observando el cielo estrellado que tan encantado lo tenía a él.
—¿Hace mucho no miras el cielo, Dust? Pareces demasiado sorprendido. —comentó Enid, estirando uno de sus brazos para pinchar la mejilla derecha de Dust, el cuál la apartó con una risa divertida.
Se encogió de hombros en su posición, pensando un poco en la pregunta.
Realmente no había pasado una noche tan tranquila en aquellos días que se encontró en soledad o cayendo de un grupo al siguiente.
Siempre estaban corriendo, escapándose, robando, matando o incluso causando peores atrocidades que en este momento de su vida estaba muy avergonzado de siquiera recordar.
—Hace frío. —se quejó Mikey del otro lado de Enid, apretándose aún más contra el grupo y escuchando como Enid se quejaba al sentir al pelinegro rodearla por la cintura.
—No me toques idiota. —espetó Enid un poco más alto, empujando a Mikey que sólo soltó un bufido e intentó cubrirse aún más con la manta, tirando de ella y destapando un poco a Ron que se encontraba del otro extremo.
Dust frunció el ceño con impaciencia hacía el grito pero aún así permitió que ella se acerque aún más a su costado, colocando su rostro contra su hombro.
—¿Por qué estamos aquí una vez más? —preguntó Mikey en voz alta, y Dust volvió a subir la vista hacía el cielo estrellado que seguía tan colorido y brillante como la última vez que lo vio, volviendo a concentrarse en la obra de arte frente a él.
Esparcidas por todo el cielo había luces brillantes de diferentes tamaños, formando líneas invisibles entre ellas, permitiendo a la mente humana ver figuras e imágenes por igual.
Dust señaló hacía el cielo, comenzando a seguir lo que parecía una línea punteada que estaba creando una forma.
—Dust quería ver las estrellas. —dijo Ron con tranquilidad, él era quién tal vez se encontraba más cálido, ya que Dust se encontraba casi encima de él.
Pero no podían culparlo, si bien quería ver las estrellas no era un gran apasionado por los climas fríos, prefería la primavera en dónde el aire era fresco pero no congelado.
Había una gran manta cubriéndolos a los cuatro pero con el pasar de las horas y una vez que la comida se les acabó todos comenzaron a tener frío, más Enid y Mikey que se negaban a tocarse.
Dust que estaba tan acostumbrado a las noches acampando en una pequeña carpa con más personas de las que eran recomendables, estaba ya estaba acostumbrado a la cercanía e incluso le pareció bastante divertido el escándalo que el grupo estaba haciendo.
En algún punto recordó una voz de su pasado llamándolo a él adolescente hormonal cuando se negó a acercarse a una chica que estaba temblando a su lado por abstenerse de tocarlo, ambos tenían la misma edad y ninguno apreciaba el contacto físico pero pronto se había vuelto más una necesidad y ambos terminaban durmiendo abrazados siendo él siempre la cuchara pequeña.
Ron seguía sonrojado por la cercanía que ambos tenían, lo cuál a Dust secretamente le parecía demasiado divertido.
Ya llevaban casi dos horas todos juntos charlando en voz baja a excepción de Dust que simplemente se había enfocado en mirar las estrellas y abrazarse al costado de Ron para cubrirse del frío.
—¿Aaron y Eric aún no regresaron? —preguntó Mikey estirándose por sobre Enid para tocar el hombro Dust y llamar su atención.
Hace un rato habían vuelto a hablar acerca de los adultos y cómo todo parecía en un tenso silencio después de la última pelea ruidosa que los padres de Ron habían tenido.
Inconscientemente, Dust se abrazó un poco más al rubio, su brazo estaba colocado encima del pecho del contrario y se aseguró de apretar el agarre aún más, al igual que una de sus piernas que se encontraba rodeando la del rubio.
Ron debió notar en qué se encontraba pensando Dust ya que le dio una pequeña sonrisa triste, como si simplemente no quedaba de otra más que aceptar lo que su familia tenía que vivir constantemente.
Incluso aunque Dust había mirado mal un par de cientos de veces a Deanna, la líder de la comunidad, ella simplemente se encogía de hombros diciendo que "él es el único cirujano y es necesario para que la comunidad prospere" que para él no eran más que excusas y justificaciones baratas de una persona egoísta que no podía ver la realidad.
Los adultos son así. Tuvo que decirse a sí mismo, odiando la idea de que Ron tenga que vivir la clase de vida que tiene.
Incluso aunque ellos no estén rodeados de muerte y destrucción en la seguridad de aquellos muros, tenían sus propios demonios y problemas que los unía al infierno que el mismo mundo estaba viviendo ese último tiempo.
Al sentir como la mano de Mikey volvió a tocarlo, aún esperando un asentimiento o una negación, Dust finalmente levantó la cabeza del pecho de Ron para mirar a su amigo pelinegro y negar con la cabeza, un pequeño puchero estableciéndose en su rostro.
—Oh, que pena. ¿Cuánto tiempo llevan afuera ya? —Mikey preguntó pensativo y el grupo se quedó en silencio como intentando recordar el día en que la pareja se había ido.
Dust dibujó el número cuatro en el brazo cubierto de abrigo de Ron que se encontraba más cerca de él y el rubio miró atentamente el movimiento de su mano antes de hablar.
—¿Cuatro días? —preguntó Ron, a lo que Dust simplemente asintió.
—Seguramente encontraron un grupo, nunca suelen tardar tanto en venir. —comentó Enid entre tanto, pasando suavemente uno de sus brazos sobre el pecho de Dust, el cuál simplemente dejó que la chica se acerque más a su costado.
Volteó un segundo a verla, ella se encontraba con uno de sus brazos doblado debajo de su cabeza para usar de almohada y su cabello se encontraba en una coleta alta que Mikey seguía intentando esquivar.
A kilómetros de distancia se notaba que el único incómodo era Mikey, ya que no tenía ninguna intención de volver a intentar tocar a Enid, él simplemente estaba espalda con espalda con ella pero aún así su voz seguía animada, como si hubiera aceptado su destino de ser el único con frío y aún así querer pasarla bien teniendo una conversación.
Dust señaló a Mikey con un movimiento de su cabeza, para intentar lograr llamar la atención de Enid, pero ella simplemente se encogió de hombros.
—Hey Mikey, ven de este lado amigo, te estás congelando. —Ron llamó, notando que Dust estaba preocupado por Mikey el cuál saltó emocionado, como si hubiera estado esperando el momento en que pueda ser invitado a pasarse al otro lado.
Dust soltó una pequeña risita al sentir como todos tenían que mover la sábana hacia el otro extremo y como Mikey se movió con cuidado por el poco espacio recto que había en el techo antes de dejarse caer contra Ron, bufando del frío y abrazándose automáticamente al cuerpo del rubio, el cuál rodó los ojos.
Mikey tenía una gran sonrisa en su rostro ahora y Dust le guiñó un ojo divertido a lo cuál el pelinegro estiró su brazo para desordenar su cabello.
—Tranquilo Dust, seguro que Aaron y Eric volverán pronto. —dijo Mikey para retomar la conversación de antes.
—No sé si quiero que haya más personas aquí con nosotros la verdad... —murmuró Ron con duda en su voz, Dust lo miró con curiosidad, esperando a que el rubio continúe—. Es decir, el último grupo que tuvo que irse fueron solo tres pero... ¿Y si traen un grupo aún más grande y causan aún más problemas?
El grupo se quedó en silencio por un rato de manera pensativa y Dust solo pudo comenzar a imaginarse la llegada de un grupo grande acompañando a Aaron y Eric y cuáles serían las repercusiones.
—Por eso se están tardando, quieren asegurarse de no volver a cometer el mismo error. Confía un poco más en ellos. —ordenó Enid en un tono que no daba lugar a discusiones, pero aún así Ron soltó un fuerte bufido en desacuerdo.
—Solo digo... Tuvimos suerte que los últimos dos sean ustedes. —Ron murmuró mirando unos segundos a Dust con cariño antes de pasar su mirada a Enid, mirándola de la misma manera o incluso con un poco más de afecto.
Dust no estaba seguro de la clase de relación que Enid y Ron estaban teniendo, pero si el agarre más apretado de la chica en su cintura podía sugerirle que ella estaba avergonzada de la intensidad en los ojos del rubio bueno... Tal vez algo interesante estaba comenzando allí.
—Pero la suerte no dura para siempre. —concluyó Ron, encogiéndose un poco de hombros, movimiento un poco difícil ya que se encontraba atrapado por completo entre Dust y Mikey que lo usaban de calefacción.
—Tal vez es eso o tal vez simplemente no quieres entregar la casa de las juntadas ahora que logramos apropiarla. —comentó Mikey, logrando que el ambiente pesado que se había formado se relaje por un tiempo.
El grupo compartió silenciosas risitas, reconociendo al instante a qué se refería Mikey.
En el último tiempo, no era la mejor opción quedarse en la casa de Ron con su padre tan inestable como estaba, aún no les había dicho ni una palabra pero las miradas que había comenzado a lanzarle a Enid a ninguno de los chicos le gustó en lo absoluto y fue por eso que decidieron poner otro punto de encuentro, esta vez lejos de los adultos.
Fue así cuando Dust descubrió una de las casas desocupadas que tenía grandes habitaciones en dónde podrían establecerse sin que ninguno de los adultos lo note y volviéndose pronto su lugar establecido para pasar el rato.
—Bien bien, lo que sea. Espero que si es un grupo grande al menos haya alguien de nuestra edad. —se rindió Ron.
—¿No somos suficiente para ti, Ron? —bromeó Mikey, logrando que Dust suelte una risita divertida.
—Hey, ustedes dos, basta. —se quejó Ron, golpeándolos a ambos suavemente en la cabeza—. No me refería a eso y lo saben.
—Ron quiere crear un imperio de adolescentes que pueda derrotar a los adultos. —explicó Enid a modo de broma, pero aún así los tres chicos asintieron como si fuera completamente comprensible.
—Suena como un buen plan. ¡Que sea Dust el líder de nuestra secta de adolescentes! —sugirió Mikey entre risas.
—¿¡Qué!? ¡Él ni siquiera puede hablar! —se quejó Ron, formando un pequeño puchero.
Dust lo golpeó sin fuerza en el pecho, pero lo suficiente para que Ron suelte un pequeño jadeo con el impacto.
—Está bien, está bien. Tú eres el líder. —se rindió el rubio, observando la sonrisa satisfecha de Dust, quién una vez más volvió su mirada hacia el cielo.
Pronto todo el grupo lo siguió y los cuatro se enfocaron en observar las estrellas brillantes que parecían mirarlos de aquella misma forma.
Un suspiro asombrado se escapó de los labios de Dust al ver como una estrella había pasado rápidamente por el cielo, desapareciendo en el horizonte.
—¡Una estrella fugaz! —exclamó Mikey emocionado.
—Dust, ¿pediste un deseo? —susurró Enid a su costado, él la miró emocionado y asintió.
Deseo que esto dure para siempre.
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