Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

O1

¿Quién sabe hace cuánto tiempo he estado despierto ahora? Las sombras a mi alrededor no duermen y me siguen llamando, saludando...

¿Quién sabe lo que está bien ahora? Las líneas se vuelven cada vez más delgadas, ya no existe el bien ni el mal solo la fortaleza que hace que uno sobreviva.

Mi edad nunca me ha hecho más sabio, tampoco es que tenga tantos años detrás de mí, pero aún así sigo avanzando, incluso aunque no sé nada y sé que no aprenderé pronto cómo funciona este mundo.

Lo que antes fue impensable yo ya lo he hecho, el mundo a cambiado y no sé si yo debería haber cambiado tanto con él pero ahora ya no hay vuelta atrás.

No hay nada más que decir ahora.

No hay nada más que hacer ahora.

Me estoy rindiendo, porque no entiendo este mundo y no tengo a nadie que pueda guiarme, las cosas imperdonables que hice, ¿Estarán permitidas en este nuevo mundo?

La sangre que corre por mis manos y que no me pertenece... ¿Era necesaria que se encuentre allí? ¿Era esa la única manera de salvarme a mi mismo?

Lo correcto y lo incorrecto ya no existe, ¿Entonces que se supone que puedo hacer? En este mundo, ¿En dónde se puede trazar el límite de lo prohibido?

No hay nada más que yo pueda decir ahora y sé que me estoy rindiendo, debería ser de gran importancia pero... En un mundo dónde ya nada importa mi muerte no será muy relevante, cómo tal vez en un antiguo mundo podría serlo.

Después de todo lo que he hecho, vivir con ello no es una opción que esté sobre la mesa, tal vez... Llegar tan lejos no era necesario para sobrevivir.

El chico caminaba por el bosque sin un rumbo fijo, porque ya no había ningún lugar que merezca la pena ir.

La salvación ya no existe en un mundo rodeado de muerte y el paraíso prometido son solo mentiras que los adultos le contaban cuando todo recién estaba comenzando.

Antes había creído, con la ingenuidad infantil que lo perseguía, que pronto se encontraría la cura que salvaría a todos aquellos muertos que se alimentaban de los vivos sin ningún remordimiento.

Antes creyó que los adultos se harían cargo y todo volvería a la normalidad.

Antes tenía a sus padres, que lo abrazarían cuando estaba demasiado asustado cómo para abrir sus ojos en la oscuridad que era asechada por aquellos monstruos, aquellas criaturas que parecían diseñadas para acabar con todo lo que él había amado una vez.

Antes él tenía una vida, sueños irrealistas que en su joven mente cobraban completo sentido, pero se vio forzado a dejar todo aquello atrás, la idea de una vida larga y duradera quedó atrás con la infantil ilusión que hacía que sus ojos brillen emocionados.

Antes se sorprendía por cada pequeña cosa que sus ojos veían, ahora ya nada era nuevo para él: muerte, destrucción, asesinatos y asesinos.

Fue fácil que este nuevo mundo lo consuma hasta el punto en que no sabía quién era él mismo en esos momentos. No había mirado un espejo hacia mucho tiempo y temió el reflejo que el objeto le podría devolver.

Sabe que este mundo no es para cualquiera, tal vez ni siquiera estaba diseñado para él y pronto la idea de sobrevivir se volvió su pesar más grande, cargándolo como una enorme mochila en su espalda que quería finalmente dejar ir.

¿Pero cómo dejaba ir la destrucción del mundo que parecía perseguirlo a cualquier lado que vaya? Bueno... La respuesta llegó a él una tarde mirando a un muerto atado a una soga en un árbol.

Como si de una epifanía se tratara, allí frente a él encontró la respuesta para que todo su sufrimiento finalmente se termine, para dejar de hacer las terribles hazañas de las que solo podía sentirse avergonzado.

Caer de rodillas frente al cuerpo moribundo frente a él fue sencillo, sentía la hierba fresca por la lluvia de la mañana mojando sus pantalones cargo pero poco podía importarle ahora.

Mientras su mirada se encontraba perdida en los movimientos que aquella criatura atada al árbol hacía, una de sus manos se movió hasta su propio cinturón cargado con armas.

Aquél cinturon que lleva un machete que en tiempos mejores había servido para salir a acampar con su padre y cortar leña para el fuego, en dónde también hay una pistola que su abuelo había guardado con cuidado en una caja de seguridad solo en casos de emergencia y para protección personal.

Sabe que ya no hay nada más que decir ni hacer en un mundo como este, ningún perdón que pueda significar lo suficiente o mostrar el arrepentimiento necesario por las acciones que causó desde que el mundo colapsó.

Y con aquél pensamiento de que nada sería suficiente para ser perdonado, su mano fue a parar directamente al arma de fuego. La desenfundó casi con vehemencia, preparándose para lo que sabe que está a punto de hacer.

Su propia mente ha decidido, pero hay una fortaleza más allá de su comprensión que no le permite continuar incluso cuando logró levantar el arma hasta su rostro, con el cañón apuntando hacía si mismo.

Cuándo todo está por terminar y ya no queda nada más para decir, él cierra los ojos y no deja que las lágrimas se escapen de ellos, tampoco queda nada más por lo que llorar, pero entonces...

Un ruido lo alertó de que no se encontraba solo y el último pensamiento que recorrió su mente es que alguno de esos muertos se estaría dando un banquete una vez que él apriete el gatillo.

Tal vez ese es mi destino. Pensó, sin abrir sus ojos y aspirando una fuerte bocanada de aire, uno de sus dedos bajó para ajustarse en el gatillo y entonces...

Una voz.

—No es necesario que hagas eso. —dijo aquella voz, cada vez más cercana.

El chico abrió sus ojos con sorpresa, no había escuchado a nadie hablar hace demasiado tiempo.

Por unos segundos creyó que era su propia imaginación, un intento desesperado de su propia mente para no acabar con su propia vida de aquella manera tan cobarde.

Pero tal vez y solo tal vez, no se trataba de su mente en lo absoluto y en realidad en este destruido mundo de adultos, alguien quería salvarlo.

—Podemos ayudarte si nos lo permites. —unos ojos amables venían acompañados de esa voz suave que logró relajar un poco la posición tensa que el chico tenía.

Observó a los dos hombres frente a él, tenían la ropa recién lavada y no parecía que estuvieran pasando por demasiadas dificultades en su día a día, si los rostros limpios y sonrientes podían indicarle algo.

Llevaban armas ajustadas a su espalda pero ninguno tenía la intención de dispararle ya que sus manos se encontraban en lo alto, en rendición porque era él quién estaba sosteniendo un arma ahora, incluso cuando se apuntaba a sí mismo y no a ellos.

—Soy Aaron y él es Eric... —el hombre pausó durante unos segundos, llevando lentamente su mano hasta uno de sus bolsillos.

El chico no se asustó, no se movió ni reaccionó de ninguna forma, observando con calma como el hombre llamado Aaron sacaba un pequeño frasco de lo que parecía comida.

Hace mucho tiempo que no veía comida. Pensó, esta vez sin poder ocultar un poco la emoción en sus ojos, después de todo, él seguía siendo un chico muy expresivo incluso aunque había intentado dejar aquél hábito atrás.

Aaron dejó el frasco justo frente a él, todo movimiento que hacía era lento, como para no a alarmarlo, mientras sus ojos seguían fijos en los del contrario.

—Te podemos dejar esto y mucho más o podrías acompañarnos y unirte a nosotros... Podemos ayudarte si ayuda es lo que buscas.

Yo ya no busco nada. Pensó el chico, pero aún así, decidió que esta era su señal.

No era que haya estado pidiendo alguna señal en lo absoluto, pero si había algún momento para llamar su atención a tomar la peor de sus decisiones, bueno... Ese pareció ser el momento más apropiado.

Los adultos devastaron el mundo y lo obligaron a aprender por su cuenta maneras impensables para sobrevivir, convirtiéndose en un monstruo más del montón, la pregunta de porqué ahora los adultos querrían ayudarlo rondó por su mente casi sin control pero pronto decidió abandonarla.

No hay razones para confiar pero tampoco para desconfiar. Me conozco lo suficiente como para saber que si es una trampa podré escaparme sin problemas.

Aún con la duda en sus ojos, finalmente dejó caer el arma contra sus piernas, aún se encontraba arrodillado en el suelo y su mirada no podía abandonar a los dos hombres frente a él.

Conoce lo suficiente este mundo como para saber que podría ser una trampa, pero aún así, su propia mente devastada había estado buscando de manera desesperada una excusa para vivir y. entonces, aceptar lo que los hombres le ofrecieron pareció su mejor opción.

Aunque no haya nada más que decir... Tal vez hay mucho que me falta escuchar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro