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20

Todo lo que ha hecho no ha servido de nada en lo absoluto.

Habló.

Incluso aunque fueran solo dos palabras él se había prometido a si mismo no volver a hacerlo.

Dejar de hablar era su único y mayor metodo de protección, aquél que le aseguraba que no volvería a ser la misma persona que alguna vez fue, dejando atrás todo para ser una nueva persona en Alexandria.

Un nuevo día había llegado y esta vez Dust se permitió preocuparse por su lugar en Alexandria, por la vida que había construido y las personas que había conocido.

Creyó que aquella persona sanguinaria hace tiempo se había vuelto solo un mal sueño.

Pero hablé y con eso, todo cambió.

Desde que el grupo de Noah llegó, Dust sabía que era solo cuestión de tiempo para perder todo lo que Alexandria le había dado, a Eric y Aaron, a su grupo de amigos, la confianza que todos ellos tenían en él.

Se siente estancado en una nube densa de ansiedad, sabe que lo está desde que vió a Noah aquella primera tarde y que a partir de ese momento un contador se colocó sobre su cabeza, alertandolo de que todo lo bueno estaría a punto de terminarse para él.

Ahora ya no puede pretender, no como alguna vez fue tan fácil hacerlo, no cuando ya todo aquél grupo sabe la verdad acerca de él.

Matar a Noah no resolvería ni el más mínimo de sus problemas, porque para que todos ellos se resuelvan debería matar a todo su grupo al completo, todos aquellos que ya habían escuchado quién era Samuel Scott.

—Dust... Dust... Dust... —susurró el rubio para si mismo, el ruido del agua cayendo desde la regadera podía amortiguar el sonido de su voz, y de aquél modo casi se sentía como si él no habló en lo absoluto.

Porque Dust no habla. Se recordó una vez más, sus manos moviéndose fuertemente sobre su piel, sus uñas raspando hasta que sus brazos se encontraban de un tono rojo,  mientras que en su mente la noche anterior regresaba a él sin control alguno.

La mirada sorprendida en los ojos de Carl, que por unos segundos se volvió victoriosa al saber que había cumplido su objetivo de hacerlo hablar, incluso aunque por un segundo se había visto preocupado, sabe que ese es el motivo por el cuál el castaño lo había buscado en primer lugar.

Dust no había querido, sabe que en realidad no fue él, sabe que todo fue culpa de Carl, por haber dicho aquél nombre, aquél que no debía ser recordado, alguien que ya no existía.

—Oye amigo, ya sabes que el agua no es eterna. —llamó Aaron desde el otro lado de la puerta, su voz alta por sobre el agua y una de sus manos golpeando la madera en un suave repiqueteo.

Dust soltó un fuerte suspiro, asintiendo para si mismo se forzó a mover su mano para cerrar ambas llaves de agua.

Hace tiempo había terminado de enjuagarse, quedándose inmerso al sentir el agua tibia sobre su piel, sabiendo que en solo un momento podría dejar de tenerla.

Que todo lo que ahora lo rodea puede llegar a desaparecer en tan solo un momento.

Aquél mismo pensamiento del otro día regresa a él con más intensidad que antes fue mi hogar primero, como si aquella simple frase de alguna manera le diera más privilegios que al resto, cuando sabe que no será así.

Todo lo que hecho no ha servido de nada en lo absoluto. Jugar a ser un niño bueno, el mudo, aquél que siempre escuchará.

Y Noah... Él tuvo que regresar... Y ahora ni siquiera puedo matarlo por ello, por hacerme sentir de esta forma...

Al mirarse al espejo del baño, Dust puede notar como su pecho subía y bajaba de manera errática, y cómo su respiración se encontraba más agitada que momentos antes.

Sabe que puede perderse en sus pensamientos por un largo tiempo, pero hace años que no ha vivido esta situación, en donde debe enfocarse en volver a respirar apropiadamente, contando cada una de sus exhalaciones para asegurarse de que lo está haciendo de manera correcta.

Sus manos temblaron cuando fue a buscar una toalla para secarse y el proceso de vestirse se sintió eterno, mientras seguía sumergido en sus propios pensamientos, sabiendo que aquella tarde, lo que sea que pase en el viaje, podría ser su fin.

Estando lejos, Noah puede intentar matarme y tendré que matarlo yo a él, ¿cómo volveré después de eso?

Los amigos de Noah, querrán matarme, estaremos solos... Solo será cuestión de tiempo y tendría que matarlos a ellos también, ¿cómo volveré después de eso?

Una última vez Dust se miró en el espejo, observando las grandes bolsas oscuras debajo de sus ojos por no haber dormido correctamente desde que Noah regresó.

Mi martir personalizado. Pensó con ironía Dust, sabiendo que Noah debía ser la peor de sus preocupaciones en esos momentos, que había personas que la pasaron aún peor por su culpa.

Debería alegrarme de que haya sido Noah quién apareció con ese grupo y no...

Dust carraspeó, apartando todos los nombres de su mente, aquellos que conocía de memoria, todos quiénes alguna vez intentaron desafiar a Samuel Scott.

Ese maldito nombre...

Llevándose las manos a su cabello para intentar acomodarlo de alguna manera, Dust intentó enfocarse en otra cosa, notando no sin un poco de humor como sus rizos humedos eran igual de salvajes que sus pensamientos.

Después de unos cinco minutos intentando acomodarlos se dió por vencido, subiendo el cierre de su campera negra y ajustando el arma en su cinturón desde el agujero  que había dejado en el bolsillo, sabiendo que en casos de emergencia podría sacarlo rápidamente desde allí.

No era el machete de su padre, ya que la noche anterior no pudo tomarla de la armería, pero al menos aquél cuchillo escondido entre su ropa no tenía ningún recuerdo violento detrás, que casi lo podía hacer sentir un poco mejor.

—¿Ya estás listo? —preguntó Eric al verlo salir del baño principal, al parecer los dos lo habían estado esperando allí desde hace un rato, si la comodidad en la que se encontraban podía sugerirle algo.

Dust asintió, buscando con la mirada sus botas y encontrándolas justo al lado de Aaron, que las estaba terminando de limpiar.

—Sé que ahora irás a ensuciarlas, pero al menos se verán bien por un rato. —comentó el castaño con una pequeña sonrisa, que Dust devolvió o al menos intentó hacerlo.

Los tres se quedaron en un pesado silencio mientras Dust se colocaba sus botas, hasta que finalmente Eric soltó un fuerte suspiro.

—¿Nos dirás que te está ocurriendo ahora o tendremos que esperar tres meses más para averiguarlo? —declaró Aaron finalmente, dándole una mirada incómoda a Dust, que solo lo miro sentado desde el suelo con su rostro inexpresivo.

Parecía que Aaron no había querido hacer esa pregunta, pero el pesado silencio lo obligó a admitir lo que estaba pensando.

—Estamos preocupados... —lo intentó ahora Eric, a lo cuál Dust se encogió de hombros.

Okay, estoy siendo un idiota, pero quiero esperar, ver que sucede esta tarde con Noah y su grupo. Pensó Dust, levantándose desde el suelo y tomando su bloc de notas y la lapicera que dejó sobre la mesa la noche anterior.

Aaron y Eric creyeron que iba a darles alguna respuesta, pero Dust simplemente guardó ambos en su bolsillo y comenzó a caminar hasta la puerta.

—¿Dust? Oye amigo, vamos, no nos dejes así. —pidió Aaron, su tono ahora más suplicante tocó una parte sensible en Dust, quién finalmente se detuvo en seco.

Una de las manos de Dust subió a su rostro para apartarse una lágrima traicionera, sabe que su silencio ahora no podrá durar para siempre y los movimientos alertas de Aaron y Eric le indican que vieron aquella mano.

No llores, no llores.

Pero los perderé... ¿Qué mejor momento para llorar que ahora?

—¿Dust? —Eric se acercó hasta él, sus pasos aún se sentían disparejos por el dolor que debía sentir en su tobillo y eso lo hizo sentir aún más como un idiota, pero aquél pensamiento se apartó de su mente al sentir los fuertes brazos de Aaron rodearlo desde atrás para atraerlo a ellos.

Al voltear, Dust sintió contra su rostro el hombro de Aaron, que lo había atrapado en un abrazo, sin más preguntas, sin regaños, sin excusas, solo asegurandose de que Dust pueda tener un lugar seguro para llorar.

Y al cerrar los ojos, lo único que Dust pudo hacer fue largarse a llorar, sintiendo como Eric se acercaba desde su costado para unirse al abrazo.

—No tienes que irte hoy si no quieres, cariño. —susurró Eric, una de sus manos cayendo al cabello de Dust para peinarlo hacía atrás, Dust negó con la cabeza a sus palabras, logrando que Eric suelte otro fuerte suspiro—. ¿Estarás bien?

La habitación se quedó en silencio nuevamente después de esa pregunta, el apretado abrazo de Aaron volviéndose más ligero hasta que se separaron.

—¿Por qué crees que el grupo nuevo es peligroso, Dust? —preguntó finalmente Aaron, aquella pregunta que tal vez había dado vueltas en la mente de ambos hombres desde hace tiempo, su tono de voz apaciguador, pero firme—. ¿Conoces a alguien de ese grupo? ¿Alguien de allí te hizo daño? Si es así y quieres ser valiente... Debes decírnoslo, no puedo dejarte ir hoy si hay alguien allí que te hizo daño, Dust.

El rubio negó con la cabeza rápidamente, sabiendo que asustarlos de aquella manera sería aún más inútil, incluso aunque tiene la firme creencia de que Noah estaba a punto de arruinarle la vida, él sabe que no es una víctima.

Dust no es un niño pequeño que necesita ser protegido, aquella pobrecita víctima que está esperando que alguien lo rescate, él es el asesino que mató al padre de Noah, aquél que debe morir hoy, aquél que alguna vez quiso matarse, pero ahora no quiere morir... Dust es...

Escribió una nota rápida y la pegó en el brazo de Aaron antes de salir corriendo de la casa.

Puedo protegerme, nos vemos por la noche torpes. Decía aquella nota, Dust escuchó como ambos bufaban risas al verlo salir corriendo y se permitió por un momento sentirse feliz de tenerlos.

Aaron y Eric son lo mejor que le había pasado a Dust desde que el fin del mundo comenzó y los muertos se levantaron para destruir todo lo que alguna vez había conocido.

No quiere perderlos, pero sabe que es inevitable, solo espera que esa nota adhesiva no sea su carta de despedida.

—¿Vas a matarlo? —fue lo primero que dijo Ron al verlo salir de su casa.

Sin sorprenderse demasiado, Dust notó que todo su grupo de amigos se encontraban recargados contra el árbol frente a su casa, y después de cerrar la puerta Dust se acercó hasta ellos a paso tranquilo, con ambas manos en sus bolsillos.

¿Sabrán que tienen que despedirse de mí porque puede que Noah me mate? Se preguntó Dust, encogiendose de hombros para responder a la pregunta de Ron.

—Tal vez quieran matarlo a él. —puntuó Enid, ella se encontraba de brazos cruzados y no tenía la expresión más amigable del condado en esos momentos—. No deberías ir.

Oh, ahí estaba.

¿Enid se preocupa por mí?

Quien lo hubiera creído... Definitivamente ver para creer.

Dust sonrió divertido, acercándose a ella para abrazarla, pero siendo retenido por los brazos de Ron que lo atraparon primero.

—¿Pensé que era tu favorito, cómo que no me abrazas primero? —se quejó Ron contra su oído en un bajo susurro, Dust bufó una risa y volvió a encogerse de hombros cuando Ron lo dejó ir.

Bueno mierda, voy a extrañar esto.

—¿Por qué saliste con esa cara? ¿Pelea con los papis? —preguntó Mikey, acercándose ahora hasta él para abrazarlo, pero Dust solo le dió un suave golpe en el hombro, frunciendo el ceño ante sus palabras.

—Oye, no les digas así, sabes que a Dust no le gusta. —advirtió Ron, acomodando uno de sus brazos sobre los hombros de Dust—. ¿Entonces que harás? ¿Los matarás a los tres?

Dust tarareó pensativo, para después negar con la cabeza, sin estar completamente seguro de que es lo que haría, todo sería cuestión de ver que haría Noah primero.

—Solo asegúrate de que Aiden y Nicholas no se enteren, ellos son de los nuestros, debes asegurarte de tenerlos de tu lado. —instruyó Ron, a lo cuál Dust no pudo evitar rodar los ojos—. Oye, sé que los odias, pero ellos son familia, como todos nosotros.

Dust asintió lentamente, levantando ambas manos en rendición, su mirada desviándose de Ron a Enid, la cuál seguía de brazos cruzados y mirándolo con seriedad.

Se acercó hasta ella hasta que solo un par de centímetros los separaban, la castaña ni siquiera se tensó, sus ojos fijos en los suyos.

—No deberías ir. —repitió ella, a lo cuál Dust se encogió de hombros, ganándose un fuerte suspiro y otra mirada de reproche—. Sé que te puedes defender, pero eso no significa que deberías ponerte en riesgo sin razón.

—Si es por una razón, Dust debe matar a Noah, como lo más pronto posible. —replicó Mikey, a su lado Ron asintió de acuerdo.

—Vamos, ya deben estar preparando todo para irse. —apuró Ron, extendiendo su mano para que Dust la tome, pero antes de hacerlo, bajó la mirada para escribir una nota que pegó sobre la nariz de Enid.

—No me extrañes mucho. —leyó Enid en voz alta, sonriendo un poco al ver como Dust le guiñaba un ojo antes de tomar la mano de Ron—. Eres un idiota, Dust.

—No lo dice en serio, eres el mejor. —animó Ron, una sonrisa relajada en su rostro que confundió un poco a Dust.

¿Por qué tú no estás asustado por mí? Escribió rápidamente Dust en una de sus notas, enseñándole a Ron en vez de despegarla.

—Porque sé que no te pasará nada malo. —al ver la expresión aún confundida de Dust, Ron agregó—. Oh vamos, mataste a su padre, el que debería estar asustado es él.

—Tal vez lo esté. —murmuró Enid en un susurro, los tres voltearon a verla y ella dió un asentimiento hacia adelante.

Frente a ellos, Noah y el asiático se habían dedicado un par de miradas al verlos llegar, lo cuál le dió un poco más de sentido a las palabras de Ron.

Al estar lo suficientemente cerca, Dust prestó atención a quiénes se encontraban allí, al menos cinco del grupo de los nuevos, no es que sepa muchos nombres, pero también habían un par de rostros conocidos, Deanna, Reg, Aiden y Nicholas.

—El panel solar era un prototipo. Me asombra que demorara tanto en fallar. —dijo Reg, dándoles una calida sonrisa cuando vió a todo el grupo de adolescentes llegar—. Woah, si todos ustedes irán no creo que haya tanto lugar.

Ron soltó una risita falsa y negó con la cabeza, soltando la mano de Dust y rodeándolo nuevamente por los hombros—. No iremos todos, solo Dust.

—Es el único que pidió autorización para unirse a Aiden. —asintió Deanna, dándole una igual de cálida sonrisa a Dust, pero esta vez el rubio decidió ignorarla.

Esta mujer es la que permite que el padre abusivo de Ron y Sam se queden en Alexandria, si cree que la agradeceré por autorizarme está equivocada.

Al parecer la mujer notó como Dust claramente lo estaba ignorando, ya que carraspeó un poco y se movió incómoda en su lugar.

—Se nos va la luz del día. En marcha. —llamó Aiden, subiéndose al asiento de piloto y asomándose para ver a todos los que se encontraban todavía afuera, al ver al rubio sonrió un poco—. Hey, Dust. Pensé que te habías arrepentido y no vendrías.

Dust le dió un asentimiento a modo de saludo y finalmente se separó de su grupo de amigos, observando como el hombre asiático se acercó hacia él.

Su postura se volvió alerta al instante al hacer contacto visual con el hombre, que le dió una media sonrisa que claramente fue forzada.

—Hola, ten aquí. —el hombre le extendió un arma a Dust, que la miró con duda antes de finalmente aceptarla—. Soy Glenn, por cierto.

—Oye Glenn, vamos. —llamó una mujer desde la parte trasera del camión, cuando ambos voltearon a verla ella le dedicó una mirada oscura a Dust, claramente ella debió creer que fue amenazante.

Glenn le sonrió un poco a Dust y se volteó para darle un beso a una mujer que estaba parada cerca de Deanna, antes de subirse a la camioneta.

La mujer que llamó antes a Glenn volvió a asomarse para mirar una vez más a Dust, cerrando la puerta de atrás con un fuerte estrépito.

Rodó los ojos ante ello, y decidió ignorar el hecho de que le había cerrado la puerta a él en una clara muestra de disconformidad, y en cambio se volteó para despedirse de su propio grupo de amigos.

Ron fue el primero que se despidió con un medio abrazo, Mikey levantó la mano y la movió a modo de saludo, por último Enid solo le dedicó una mirada preocupada, antes de darse la vuelta e irse.

Soltando un fuerte suspiro, Dust caminó hasta el asiento del copiloto, abriendo la puerta y observando la expresión confundida de Nicholas.

Dust guardó el arma que Glenn le dió, haciendo un movimiento con su cabeza para indicarle a Nicholas que se mueva de su camino.

En el asiento de piloto Aiden soltó una risa divertida, antes de golpear el hombro de Nicholas—. Vamos, déjalo ser copiloto, ve atrás.

El rubio sonrió victorioso al escuchar el bufido que Nicholas le dedicó y las réplicas e insultos que tiraba al aire mientras caminaba para subirse a la parte trasera.

Una vez que escuchó cerrarse la puerta de atrás, Dust se subió al asiento de copiloto, cerrando su propia puerta y encendiendo la música a todo volumen, acostumbrado ya a las salidas con Aiden.

La última vez que salieron más de la mitad de su grupo había muerto, Aiden y Nicholas se habían asustado y salieron corriendo, tomando del brazo a Dust como si salvarlo fuera un acto milagroso cuando Dust podría haberse escapado de la gran horda de muertos por su propia cuenta.

—Hace tiempo no nos acompañabas, mi predicción es que tú quieres conocer a los nuevos, ¿verdad? —preguntó Aiden después de un rato de conducir en silencio.

Ya conozco a uno de ellos. Pensó Dust, encogiendose de hombros para responder a la pregunta de Aiden, decidido a no comprometerse dejando alguna nota o distraer a Aiden del camino.

No sería la primera vez que el idiota de Aiden se choca con un caminante y casi mata a todo un grupo de búsqueda.

Dust sonrió un poco al recordar dicho accidente, relajándose un poco al descubrir que en realidad Aiden y Nicholas podrían comenzar a hacerle competencia con todas las muertes que causaron por ser miedosos.

Bueno, sería una competencia muy injusta... Concluyó después de unos segundos, al recordar todo su historial, pronto su expresión relajada volvió a tensarse.

Si... Este será un día largo.


BUENAS BUENAS!!

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