16
En esta vida o matas o mueres. O mueres y matas.
Esa era una verdad que Dust se acostumbró a escuchar a lo largo de su camino por el fin del mundo, aquella verdad que Deanna intentaba que nadie vea, cubriendo sus ojos y dándoles una falsa sensación de seguridad con los muros altos de Alexandria.
Pero Dust sabía mejor, él ya había escuchando tanto adultos cómo jóvenes repitiendo que no habría esperanza y que la opción de tener las manos limpias en el fin del mundo simplemente no era posible.
Mirándose sus propias manos, Dust piensa en lo lejos que había llegado para tener que sobrevivir.
Recuerda el gusto amargo de la sangre contra su paladar, el olor de piel quemada por carbón ardiente, el ruido al cortar extremidades y las risas mezquinas a sus costados.
Era matar o morir y si uno se negaba a aquél destino no le quedaba más que morir para después matar, convertido en uno de aquellos monstruos sin consciencia propia que vagaban ahora por el mundo.
Recordó a las muchas personas que había conocido a lo largo de todo ese tiempo, tal vez no habían pasado más de cuatro años desde que todo comenzó pero aún así fue lo suficiente para que el nuevo orden mundial se restablezca.
El más astuto gana, no él más fuerte, no el más poderoso, solo los inteligentes lograban sobrevivir.
Y bueno, también los Alexandrianos, los cuáles por supuesto no entraban en esa categoría.
Caminando lentamente por el bosque y escuchando los pasos de Enid detrás suyo, Dust pensó en lo débiles que eran todos en Alexandria, y en el grupo con grandes fortalezas que Deanna había dejado entrar.
Conoce a los sobrevivientes del nuevo mundo, sabe cómo se manejan y qué es lo que buscan, por mucho tiempo él mismo fue de aquellos que se aprovechan de los débiles como los Alexandrianos y ahora Dust sabe que solo es cuestión de tiempo para que el primer golpe sea dado y todos se descontrolen.
Y aquél primer golpe llegó esa misma tarde, una vez que Enid y Dust regresaron a Alexandria.
Al bajar el muro ya escuchaban los gritos de Aiden desde la puerta, pero no fue hasta que llegaron cerca que pudieron escuchar de qué se trataba todo.
—¡Busquense nuevos trabajos, aún no están listos para explorar! —seguía gritando Aiden, tirando con fuerza de la reja para cerrarla.
—Sí, yo diría que es al revés. —respondió uno de los nuevos, Dust no sabía sus nombres aún.
Aiden se detuvo a cerrar las rejas al escuchar aquella respuesta, acercándose con paso firme hasta el asiático que lo miraba desafiante.
—Hey, hey. Mira, aquí tenemos un modo de hacer las cosas. —explicó Aiden, aún su voz lo suficientemente alta como para que Enid y Dust puedan escucharlo desde la distancia.
Dust le dio una breve mirada a Enid, la cuál se encogió de hombros, volviendo su vista al frente para enfocarse en Aiden y el grupo de nuevos.
Fue difícil no notar que entre ellos se encontraba Noah, y la curiosidad de Dust fue mucho más grande que su propio sentido de auto preservación.
Sabía que era peligroso encontarse cerca de Noah, no por el hecho de temerle al chico, pero por la precaución de no saber en qué se había convertido en esos momentos.
—¡Ataron caminantes! ¿Ese es su modo de hacer las cosas? —gritó el asiático.
Dust bufó al escuchar sus palabras, recordaba que Nicholas y Aiden solían hacer esa clase de cosas, atar muertos como si aquellos pudieran sentir algo, como si fuera de alguna utilidad mantenerlos allí.
—¡Que mató a nuestro amigo! —le respondió Aiden, en el mismo tono alto, pronto Dust notó como había más personas acercándose a observar el encuentro—. Mira no tendré esta conversación contigo. Ahí afuera obedecerán mis órdenes.
—Oh, así acabaremos igual de muertos que tu último grupo.
Uuuuhhh... Pensó Dust, una pequeña sonrisa asomándose por sus labios, pero rápidamente Enid le dió un codazo para detenerlo de reír o algo así.
No es que me vaya a reír, pero ese tipo de allí tiene razón. Es un peligro seguir las órdenes de Nicholas y Aiden, pensó Dust, sabiendo que fue por esa misma razón que Dust siempre que los acompañaba hacia lo que él quería y no lo que ellos le ordenaban.
—Repite lo que dijiste.
—Apartate Aiden. —advirtió la chica del grupo nuevo al ver que Aiden se había acercado más hacia el asiático, de manera amenazante.
¿Vamos a ver una pelea? Se preguntó Dust mentalmente, un poco divertido por ver que le den su merecido a Aiden, pero a la vez conflictuado ya que si en realidad peleaban entonces su teoría se volvería más acertada: estos tipos solo llegaron a arruinar todo.
—Vamos, aléjate. —pidió esta vez Noah con más calma que la chica, Dust se sobresaltó un poco a escuchar la voz del chico igual como él la recordaba.
No debería estar tan cerca de Noah. Le recordó una voz en su interior, pero aún así apartarse no parecía lo indicado tampoco, demasiado intrigado por ver que sucedería.
—Vamos, chico rudo. ¿Crees que tú sabes más que yo? —preguntó Aiden.
—No estás impresionando a nadie. Ya vete. —resopló el asiático, en un tono casi despectivo.
Cada vez que Dust volteaba a ver a sus costados podía encontrarse aún más gente mirando, incluso Mikey y Ron estaban acercándose junto a la multitud.
—¡Aiden! ¿Qué está sucediendo? —gritó Deanna, llegando rápidamente, su respiración agitada ya que habría estado corriendo.
—A este tipo no le gusta nuestro modo de hacer las cosas. ¿Por qué dejaste entrar a esta gente? —se quejó Aiden.
Aparentemente, quejarse era lo único que el tipo sabía hacer bien.
—Porque nosotros en realidad sabemos que hacer ahí afuera.
Y fue ese último comentario lo que desató todo.
Aiden que estaba mirando a su madre, intentó voltearse para lanzar un puñetazo, pero el asiático fue más rápido y logró esquivarlo, conectando un fuerte golpe contra Aiden que logró hacerlo trastabillar.
Nicholas que hasta ese momento se había quedado en silencio, se abalanzó en contra del asiático cuando Aiden recibió el golpe, pero entonces llegó otro tipo más que logró arrojar a Nicholas al suelo.
Un tipo musculoso con un chaleco de alas se abalanzó contra Nicholas dispuesto a pegarle, pero antes de lograrlo llegó otro corriendo a detenerlo.
—¿Qué carajos? —llegó la voz de Mikey hasta ellos, Ron y él colocándose a cada lado de Dust.
Hasta ese momento Dust no se había dado cuenta que instintivamente una de sus manos estaba descansando sobre el mango de su machete, dispuesto a desenfundarlo si alguien tenía intenciones de acercarse a ellos.
—Les dije... Les dije que esto sucedería. —se quejó Ron en voz baja ya que Deanna había comenzado a gritar para detenerlos a todos.
—¡Quiero que todos me escuchen bien! —gritó Deanna, llamando la atención de todos los Alexandrianos una vez que todas las peleas fueron detenidas—. Ahora Rick y su grupo son integrantes plenos de esta comunidad, como nuestros iguales. ¿Está eso claro?
La mirada de la mujer se detuvo específicamente en su hijo menor y Aiden después de soltar un suspiro asintió.
—Está claro.
—Y ahora todos ustedes, entreguen sus armas. —ordenó la mujer, antes de volver a mirar a Aiden y a Nicholas que se encontraban detrás de ella— Y ustedes dos, vengan luego a hablarme.
Después de eso, finalmente todos comenzaron a dispersarse, incluyendo al grupo de adolescentes que comenzaron a alejarse cuando Deanna pidió las armas.
—Hay que dejarlas en donde estaban, no pueden saber que salimos. —declaró Enid, y todos comenzaron a seguirla en dirección a la armería.
—¿Que ellos son nuestros iguales? Debe estar jodiendonos. Uno de ellos le pegó a su propio hijo, ¿qué clase de lavado de cerebro tiene esa mujer? —se quejó Ron, cruzándose de brazos y negando con la cabeza.
Mientras caminaban, Dust subió una de sus piernas para llegar al bolsillo de sus pantalones cargo, aquél que tenía contra la rodilla y en dónde había decidido guardar las notas adhesivas.
—No lo sé, pero viste que les están dando trabajos a todos, hoy mi papá me dijo que un tipo llamado Abraham se hizo cargo de la zona de construcción, se están queriendo hacer los líderes de todos los trabajos que obtienen. —comentó Mikey, mirando divertido como Dust hacía equilibrio en un pie para llegar al bolsillo.
Finalmente Dust tuvo las notas adhesivas en sus manos y se sacó la lapicera de detrás de la oreja, donde decidió mantenerla para no olvidarsela, comenzando a escribir rápidamente una nota que luego pegó sobre la remera de Ron.
—Igual Aiden se merecía ese golpe. —leyó Ron después de despegarse la nota, rodando los ojos al ver la sonrisa divertida de Dust— Sí, no digo que no. Pero aún así Aiden es de los nuestros. A lo que voy es que... ¿cuánto tiempo más tardarán en matar a alguien? Ya dieron el primer golpe, que fue algo que Deanna había dicho que no volvería a suceder con los nuevos.
El grupo asintió en silencio, Enid aún no había llegado en esos momentos pero habían tres personas que Eric y Aaron trajeron a Alexandria, aquellos tres se volvieron agresivos en contra de la comunidad y Deanna los expulsó, prometiendo que no volvería a suceder una cosa así.
Aquél tipo asiático fue el primero en probar que ella estaba equivocada, pero por alguna razón... No fue solo Ron quién creyó que no sería el último.
—No matarán a nadie, están exagerando. Es difícil vivir allá afuera, Dust diles. —pidió Enid, dándole un asentimiento a él para que escriba algo, finalmente los cuatro llegaron a la armería, subiendo las escaleras rápidamente.
Dust se encogió de hombros, sin tener nada en mente para escribir, ya que aquél mundo difícil del que Enid hablaba era el mismo que convertía a las personas en lo peor de uno mismo, incluyendolo a él y al grupo de recién llegados.
—Sin comentarios, ¿Ves, Enid? Dust también cree que el grupo va a matar a alguien. —afirmó Ron, rodeando por los hombros a Dust y silbando al ver como el rubio rizado desenganchaba el machete de su cinturón—. ¿Ese es tuyo? No sabía.
Dust volvió a encogerse de hombros para responder, dejando su machete justo al lado de uno que tenía un mango rojo, preguntándose de cuál de los nuevos sería, ya que hasta ahora no lo había visto en la armería.
—En fin, de todos modos hay que morir algún día. —exclamó Mikey, como intentando dejar el tema de lado—. Dejemos de hablar de cosas tan trágicas, diganme mejor, ¿Irán a la fiesta de hoy?
Dust bajó la cabeza para escribir una nueva nota que pegó sobre la remera de Mikey, el cuál bufó una risa.
—¿Esto se va a volver algo habitual? —preguntó Mikey despegando su nota y soltando una risita al ver a Dust asentir—. ¿Qué fiesta? —leyó Mikey, alzando la cabeza sorprendido en dirección a Dust—. ¿Cómo que qué fiesta? La fiesta de bienvenida al grupo de los nuevos, duh, esa que siempre te encanta.
Oh.
Dust arrugó la nariz con asco, recordando la tradición de la fiesta, recuerda que en la suya fue demasiado incómodo ya que todos querían hacerlo hablar y en la de Enid fue aún peor ya que ella ni siquiera había asistido.
—¿Otra fiesta? —se quejó Enid, comenzando a caminar fuera de la armería y nuevamente todos comenzaron a seguirla.
—¡Sip! El lugar perfecto para que nos maten. —bromeó Ron, a lo cuál Dust sonrió divertido—. Les digo, esos tipos...
—Sí Ron, ya te oímos. Son peligrosos y blah blah blah. —lo cortó Mikey, moviendo su mano como si estuviera apartando las palabras de Ron del aire—. Mejor hablemos de qué haremos en la fiesta.
Dust escribió rápidamente una nota pero Miley logró leerla antes de que la pegue en cualquier lado.
—Comer, por supuesto que sí. —Mikey rodó los ojos después de leer su nota—. Creo fielmente que Dust es un aprovechado, él solo se queda en Alexandria por la comida y no por nosotros.
—Es cierto, él no nos quiere. —se quejó Ron decepcionado, siguiéndole el juego a Mikey y quejándose al sentir como Dust le daba un codazo—. ¡Oye, sabes que es verdad!
Dust sonrió inocentemente, sin dejarse delatar a sí mismo, pero por supuesto que la comida era una de las principales razones por las cuáles se quedó en Alexandria.
Y sí, sí, tal vez también porque tenía a su grupo de amigos, pero solo tal vez...
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Además, el viernes publiqué las advertencias de todo lo que sucederá en el fic así que recuerden ir a leerlas, no quiero que después nadie se lleve una sorpresa que no les agrade ♡
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