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15


—Hey, Dust. —saludó Enid con una sonrisa una vez que la puerta fue abierta, levantando dos fierros de metal que Dust ya conocía perfectamente—. ¿Vamos?

Era una invitación para salir de Alexandria.

Dust asintió, devolviéndole la sonrisa, pero pronto volvió su vista hacia atrás, buscando a Aaron y a Eric.

—Descuida, volveré temprano hoy y Olivia vendrá a ver a Eric en un rato, ve a jugar. —animó Aaron, haciéndole una señal para que ambos se vayan.

No vamos a jugar precisamente. Pensó Dust, pero finalmente se encogió de hombros, y asintió.

Bajó su mirada hasta los papeles que aún tenía en su mano y escribió en uno me cambio y bajo. Antes de pegarlo en la remera que Enid llevaba puesta.

Ella lo miró con confusión durante un segundo al verlo salir corriendo, antes de leer la nota y responderle de regreso.

—¡Está bien pero apúrate!

—¡Y abrígate que hace frío! —le gritó también Eric desde abajo, al ver que Dust subía rápidamente las escaleras.

Dust sonrió, negando para si mismo e intentando finalmente apartar aquella pesadilla de su mente.

No son una amenaza para mí.

Yo no tengo miedo...

Puede que ahora no hable...

Pero estaba equivocado antes, en este mundo no puedo simplemente olvidar lo que fuí y pretender...

Dust no habla.

Pero Dust es un asesino.

Y con ese pensamiento en mente, se aseguró de que protegería a todos allí, ya sea a Aaron o a Eric, o a sus amigos, incluso a él mismo, porqué si Dust no estaba allí para protegerlos a ellos, ¿quién más lo haría?

Abrió las dos puertas del armario y observó con un poco de admiración como cada vez que la abría Eric y Aaron lograban guardar más ropa dentro, asegurándose de que siempre pueda tener un cambio.

No necesitaba preguntar de donde salía la ropa, sabía que en los constantes viajes siempre le traerían algo.

Sin pensarlo demasiado se colocó unos pantalones cargo negros después de quitarse los que usaba para dormir y una remera negra de una banda que no conocía y que le quedaba un poco más larga que el resto de remeras que solía usar.

Escuchaba a Enid y a Eric hablando abajo, lo cuál lo tranquilizó un poco, no le gustaba que Aaron siga saliendo todos los días incluso aunque acababan de traer al grupo más grande hasta el momento.

La idea de dejar solo a Eric cuando está herido o incluso separar a Eric y a Aaron se sentía incorrecta, como si ellos estuvieran destinados a estar juntos, pero el mundo decididamente los obligaba a distanciarse.

Deanna debería darles unas vacaciones o algo así.

Colocándose las zapatillas que Ron le había regalado finalmente bajó las escaleras, ajustándose el pantalón nuevo que en realidad ya le estaba gustando bastante.

Últimamente seguía creciendo y la mayoría de su ropa favorita ya no le quedaba, entonces encontrar algo nuevo en su armario que le quede bien era una sensación cálida, no por la ropa en sí, si no por la certeza de que Aaron y Eric lo notaron y decidieron conseguirle algo apropiado aún cuando él no se los había pedido.

Dust bajó las escaleras de manera apresurada pero a mitad de ellas recordó que Eric le había dicho que se abrigue.

Así que, con un bufido volvió a subir para tomar uno de sus buzos holgados, comenzando a ponérselo por la cabeza y notando que los papeles adhesivos quedaron en la cama, decidiendo tomaelos también, esta vez Dust bajó lentamente las escaleras.

—¡Al fin! Se hará de noche. —se quejó Enid, pero a Dust no le preocupó ya que sabía que ella estaba bromeando.

Después de despedirse de Eric ambos comenzaron a caminar, directamente hasta la armería.

Deanna solo les permitía cargar cuchillos si era estrictamente necesario en Alexandria, en pocas palabras, nunca podían usarlos a menos que seas adulto, era por esa razón que ellos siempre se escabullian a la armería en busca de algo para defenderse antes de salir.

Enid le estaba contando algo, pero Dust seguía un poco distraído, pensando en su sueño y en general en lo que podría ocurrir ahora que Noah había regresado a su vida.

Recordaba cómo era Noah, una buena persona, incluso un buen amigo que lo ayudó y escuchó todos sus largos monólogos de día y hasta sus más absurdos balbuceos en mitad de la noche.

Dust lo recordaba como un buen amigo.

Pero sabe también, que las personas cambian, que tal vez él mismo y sus acciones podrían haber cambiado a Noah de alguna manera.

Y que al igual que él, Noah tenía todo el derecho de vengarse si así lo quería.

Tan distraído en sus pensamientos no se dió cuenta que habían llegado a la armería hasta que Enid finalmente le extendió su cuchillo, pero Dust rápidamente negó.

Revisó la habitación con cuidado, buscando aquellas dos armas que hace mucho tiempo no había tocado, que trajo con él a Alexandria y que sabía que desencadenaban muchos recuerdos.

—¿Qué estás buscando? —le preguntó Enid con curiosidad, tomando su propio cuchillo, que para ella también tenía historia, al igual que el machete que Dust tomó entre sus manos.

Era un machete común, al igual que el resto que podían encontrar en cualquier lugar, pero alguna vez fue de su padre.

Alguna vez, Dust lo habría usado para cortar madera mientras acampaba con su padre y no para torturar a alguien.

Ocultó el escalofrío que lo recorrió al ver el filo del arma y soltó un fuerte suspiro antes de acomodarla una vez más en su funda, decidido a sujeterla en su cinturón.

—No sabía que ese era tuyo. —comentó Enid, mirando el gran debate interno que Dust estaba teniendo.

Dust sacó de su bolsillo las notas adhesivas y recordó entonces que se había olvidado la lapicera en su habitación, soltando un bufido miró culpable a Enid y se encogió de hombros.

—Aquí, tengo una. —Enid se sacó la mochila y después de buscar un poco se la entregó.

Era de mi padre. Fue lo único que escribió en respuesta, incluso aunque el recuerdo de su letra desprolija en color rojo le recordó lo que realmente había hecho con ese machete.

Aún recuerdo cómo dejé caer a Noah al suelo, sin mi agarre el chico no tenía oportunidad de mantenerse en pie.

"Asesino" le grité con todas mis fuerzas, mi machete firmemente agarrado en una de mis manos.

El resto fue historia... El resto fue Dust clavando su machete sobre el pecho del padre de Noah, una y otra vez, hasta que la sangre cubrió su rostro, hasta que sintió el gusto cobrizo en su paladar de tanto gritar esa misma palabra.

Asesino.

Bueno... Dust si que se había convertido en lo que más odiaba.

Después de mirar la pistola de su abuelo durante unos minutos se decidió por dejarla allí un tiempo más, sabiendo que cargaba recuerdos aún peores que el propio machete, y prefirió no traerlos de vuelta en esos momentos.

—¿Viste eso? —preguntó Enid, señalando hacia la ventana, pero cuando Dust volteó ya no había nada.

Negó con la cabeza, pero pronto decidió prestarle más atención a su entorno, sabiendo que si Enid había visto algo posiblemente sería importante.

Ambos caminaron fuera de la armería y en dirección a las paredes de Alexandria, cada tanto Enid miraba hacia atrás y pronto Dust también comenzó a hacerlo, mirando a sus alrededores antes de que Dust baje la cabeza a escribir una nota.

Seguro es el grupo nuevo. Escribió rápidamente, a lo que Enid solo pudo sentir.

—¿Crees que te están vigilando a ti? —preguntó Enid con curiosidad, finalmente llegando a los grandes muros de Alexandria.

Dust se encogió de hombros y fue el primero en subir, tomando los fierros que Enid le había mostrado más temprano ese día.

Una vez que los dos se encontraron del otro lado, Dust soltó un fuerte suspiro, sintiendo de alguna manera el aire más fresco de ese lado, y, guardando sus notas le tocó el brazo a Enid antes de salir corriendo.

—¡Oye espérame! —gritó Enid emocionada, comenzando a perseguirlo por el bosque.

Dust se aseguró de esquivar los muertos, y como iba liderando el camino fue fácil notarlos y dar una vuelta antes de que Enid tenga que encontrarlos.

Esto era lo que necesitaba. Pensó Dust, sintiéndose un poco más relajado con el pasar de los minutos, sintiendo la brisa desordenando su cabello rizado y escuchando las risitas de Enid mientras lo perseguía por el bosque.

Pero pronto Dust notó que más de un par de pasos lo estaba siguiendo, y pronto eso lo hizo detenerse en seco, tomando del brazo a Enid cuando ella pasó corriendo por su lado, creyendo que él se había alejado.

—Oh, aquí estás. ¿Por qué paramos? —preguntó ella, quién también parecía aliviada por salir a correr.

La verdad era, que tal vez el grupo nuevo estaba preocupando demasiado a Dust, pero tal vez él no era el único que estaba preocupado.

Dust colocó un dedo sobre sus labios, en una señal para que ella guarde silencio, y de pronto, allí estaba, un par de pasos acercándose a ellos.

El primer instinto de Enid fue sacar su cuchillo, pero Dust la detuvo a tiempo, negando con la cabeza.

Después de meses viviendo solo en el bosque Dust había aprendido a reconocer el patrón de las pisadas de los muertos, y aquél que los venía persiguiendo no lo era.

Enid lo miró con confusión al ver como Dust los escondía detrás de un árbol—. ¿Qué sucede? ¿Es un muerto? Puedes con él.

Dust negó con la cabeza, tomando sus notas adhesivas de su bolsillo y la lapicera que Enid le había dado, escribiendo rápidamente alguien nos está siguiendo.

Ella leyó la nota y asintió comprendiendo. Finalmente ambos se quedaron en silencio, mientras los pasos comenzaban a hacerse más cercanos, en un momento Enid se asomó desde detrás del árbol y entonces ella soltó un pequeño bufido.

—Es Carl. —declaró en un susurro, Dust rodó los ojos ante ello, bajando la cabeza para escribir otra nota adhesiva, pegando en el brazo la que había usado para hablarle a Enid.

Enid sonrió en silencio y se sacó la nota del brazo, guardandola en su bolsillo—. ¿Esto es lo tuyo ahora, pegar notas por todos lados?

Dust asintió, terminando de escribir la nota y pegandola en el árbol.

Deja de seguirnos, Carl.

Ambos observaron en silencio el papel amarillo pegado sobre el árbol y pronto sonrienron complices, decididos a salir corriendo una vez más, escuchando como Carl pareció notarlos, ya que sus pasos volvieron a apurarse antes de detenerse.

Cuando Dust se dió media vuelta observó que efectivamente se trataba de Carl, con un sombrero de vaquero por lo que podía ver desde la distancia, y con la mirada baja leyendo la nota entre sus manos que Dust le había dejado.

—¿Crees que nos deje de seguir? —preguntó Enid delante de él, y pronto Dust volvió la vista al frente antes de negar—. Sí, yo creí lo mismo, vamos, no dejemos que nos alcance.

UY UY UY estamos tan cerquita de que arranque el drama, que emoción ♡⁠

Recuerden que ando actualizando todos los días así que cualquier clase de apoyo para que yo sepa que les está gustando la historia es siempre bienvenido, los votos estaban gratis la última vez que me fijé /guiño

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