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₍₃.₂₎ XXXIX

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acto tres - parte dos: lokasenna

❛ la disputa de loki ❜

CAPÍTULO 39:
Sospechas

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Jugó suavemente con sus dedos, observó sus uñas e incluso detalló las venas del dorso de su mano y la cicatriz en su palma, haciendo todo lo posible por evitar el contacto visual con la mujer de cabello dorado. Sabía que era muy tarde para atreverse a silenciarla, pero con el ataque de pánico que parecía estar teniendo frente a ella, caminando de un lado a otro y arruinando su peinado al llevarse las manos a la cabeza, le estaba tentando la idea de ponerse de pie e irse a su habitación hasta que se calmara; no obstante, estaba más que segura de que cualquier intento suyo por alejarse de la escena terminaría en ser manipulada con magia para dejarla justo donde estaba. No le quedaba más de otra que esperar y escuchar.

—Te digo los peligros de las Aguas de la Visión, expreso que era una mala idea, ¿y qué haces? ¡Te vas feliz de la vida a meterte en ellas!

Dioses, la verborragia que estaba saliendo de su boca sólo le hacía recordar a su padre y los sermones que solía darle cuando estaba más joven e inexperta. Claro que tenía sus razones para reaccionar de esa forma, eso no lo negaba, estaba segura de que Aaren haría lo mismo de estar presente, pero no podía evitar sentirse un poco hastiada con la desesperación en su tono que poco a poco estaba poniéndola de los nervios.

—No fue a propósito —intentó explicar.

—¡Pudieron matarte en el acto! ¡Creí haberlo aclarado!

—¡Lo sé, lo sé! ¿Está bien? —contraatacó, empezando a desesperarse un poco—. Tuve que sacarme a Thor de encima con magia justo por eso.

Se cubrió el rostro con las manos al escuchar tal confesión.

—Y fue Thor, de paso —murmuró—. ¿Cómo es que siquiera sigues viva? Si él te puso las manos encima, tus huesos se habrían partido como ramitas bajo su toque.

—Gracias por el apoyo, Cirya —escupió ella, rodando los ojos y recostándose en la pared.

La mujer respiró hondo repetidas veces, acomodando los mechones desordenados en su cabeza para despejar su rostro y tomándose un momento para calmarse al observar las llamas de la fragua crepitar. No se tomó mucho tiempo, pero fue suficiente para minimizar su estupor.

—Disculpa. Yo sólo... —resopló con frustración, intentando encontrar algo adecuado para decir—. No me tomes a mal, es un alivio que estés sana y salva, lo digo de verdad, pero fue muy peligroso haber entrado en contacto con las aguas. Los espíritus son hostiles, y siendo quien eres... no podía estar segura de lo que podría sucederte.

La castaña respiró hondo, sintiendo un escalofrío de puro terror abriéndose paso por su cuerpo al recordar.

—Estaba aterrada —confesó—. Todavía no entiendo por qué me lanzaron de esa manera al agua, ni por qué me llamaron como lo hicieron, pero no sé qué fue lo que me generó mayor miedo, si estar a punto de ahogarme o lo que me mostraron.

La hechicera pareció palidecer al escucharla, cavilando sobre lo sucedido, pero evitando invadir su mente para descubrir lo que vio; debía ser ella quien decidiera mostrarle. Era uno de sus acuerdos para preservar la confianza.

—¿Te molestaría si pido que hables sobre...?

—No, para nada —se adelantó a decir—. En realidad, quizás puedas ayudarme a entender mejor la visión.

Asintió pausadamente, procediendo a ir directo a la mesa que ella misma había puesto en el taller para servir dos copas de vino. La joven pensó en negar la bebida, pero al darle una segunda vuelta a la idea se dio cuenta de que en realidad le serviría; necesitaba digerir completamente la información y quizás eso le diera un leve empujón para revelar lo que las Nornas le habían mostrado. Recibió el recipiente de vidrio y se lo llevó a los labios, dejando caer un poco del líquido oscuro en su boca antes de comenzar a relatar su extraño trance mientras la mujer se recostaba en la pared adyacente.

—Te vi —mencionó, observando a un punto vacío en medio de un sello oscurecido en el suelo—. Estabas con Heid, supongo que en su Coranar. Estaban hablando sobre una bebé y algo que hicieron con ella, justo lo que me mostraste en un sueño tiempo atrás, pero esta vez creí reconocer que hablaron de la razón. ¿Qué tiene que ver el Ragnarok con una bebé?

La mujer respiró hondo.

—Es una muestra de lo desquiciada que estaba Heid, y los alcances que podía tener para llevar a cabo sus siniestros planes —tensó la mandíbula—. ¿Qué más viste?

Tragó el repentino nudo que se formó en su garganta.

—Vi tu muerte —sonrió sin gracia, terminando por fruncir sus labios—. Cómo te cortó la garganta por la espalda y te dejó para desangrarte —tragó con fuerza, repitiendo las imágenes en su cabeza—. Me acerqué, y cuando me distraje... me vi en tu lugar. Luego no pude notar mucho más de eso, solo alcancé a ver un destello y terminé en el Salón del Trono.

La rubia frunció el ceño, pero hizo un movimiento con la cabeza para que continuara.

—Vi a Odín, o creí verlo, pero fue muy extraño. Su voz sonaba distorsionada, y me estaba condenando por usar Magia de Almas —rodeó el borde de la copa con su dedo índice distraídamente, exhalando al pensar en aquella parte—. Yo... no sé, tuve una sensación familiar al escucharlo. Fue como revivir el día que enfrenté a Loki cuando-

—Cuando tomó mi libro —finalizó la oración, diciendo en un tono más alto lo que su voz estaba casi susurrando. La joven levantó la cabeza y asintió, demasiado perdida en su cabeza para reclamarle su conocimiento de aquella memoria—. ¿Qué sucedió después?

—Había guardias a mi lado y fueron asesinados con unas armas poco comunes, o al menos unas que jamás había visto, luego la pintura de los monarcas, la que está en el techo del Salón del Trono, comenzó a romperse y caer; fue ahí donde finalizó todo y volví a la realidad —le dio otro sorbo a su copa mientras pensaba lo que diría—. También se hizo una grabación, para poder escuchar lo que los espíritus iban a decir cuando usaron a Thor como recipiente, y cuando estuve sumergida en el agua pasó algo, pero sólo Thor sabe con exactitud qué fue.

La mujer bebió más vino, asimilando las palabras de la castaña. La verdad era que podía entender mucho de lo que había visto en su visión, pero no debía mencionar nada que pudiera comprometer el futuro.

—Dices que tardará un poco en regresar, ¿no? —dijo, refiriéndose al príncipe. La castaña asintió—. Bueno, hasta entonces trabajaremos con lo que viste y cuando le preguntes, ataremos más cabos, ¿está bien?

La castaña accedió nuevamente, dispuesta a trabajar con lo que tenía. Cirya se tomó un momento para responder, donde luchaba mentalmente para encontrar las palabras y un sentido apropiado a lo que había visto la joven; definitivamente entendía lo que significaba la primera parte, a pesar de tener tantas dudas como la joven frente a ella respecto al resto de la visión, pero había cosas del pasado que, a pesar de tener las respuestas exactas a sus dudas, no debía mencionar hasta que llegara el momento. Esa había sido otra parte del trato que había hecho con las Nornas, y podría decirse que aquel aspecto la convertía en un ser maldito con conocimiento.

Al básicamente ser un alma en el purgatorio, era inmune a todo hechizo común y podía recordar cosas que todos habían olvidado por medio de aquel conjuro de gran poder y alcance, el cual había cubierto la mayoría de los Nueve Mundos para reinventar una imagen frente a todo el Yggdrasil; sin embargo, debía respetar la función de aquel hechizo y los efectos que había tenido. No era su deber intervenir en el destino y sería castigada si llegaba a hacer algo que comprometiera el flujo natural de las cosas, lo cual ella había entendido sin muchos peros. Sólo debía ser cuidadosa al hablar.

—Las aguas te pueden mostrar tanto cosas puntuales como eventos al azar, todo depende de lo que estás buscando —comenzó a explicar—. Cuando acudí a ellas, tenía claro lo que buscaba, que era algo de evidencia del pasado y pistas del futuro, cosas que obtuve al costo de sangre y una parte de mi alma. Al no tener en mente un propósito de uso cuando entraste a las aguas, los espíritus se tomaron la libertad de mostrarte los eventos que les placieron, ya fueran pasado, presente o futuro, y es muy posible que no sepas lo que algunos significan hasta que el momento llegue. Las visiones que arrojan las aguas son ambiguas, acertijos en su mayoría, pero siempre suceden.

Syntherea observó al suelo, como si eso le ayudara a analizar mejor lo que había escuchado. Las palabras de la rubia habían calado profundo y sólo una de las escenas se repetía en su cabeza para ese momento. No era de sorprenderse que el mayor impacto lo hubiera tenido lo que había visto de Odín, y aunque deseara ocultarlo, o abstenerse de llegar a conclusiones apresuradas cuando no tenía pruebas que apoyaran su hipótesis, no podía evitar crear una multitud de ideas locas que le hacían dudar de su realidad.

—No sé si estoy perdiendo la cabeza para pensar esto, pero ¿y si Odín no es Odín? —mencionó la ojigris, haciendo que la rubia frunciera el ceño.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Su actitud —sentenció, apoyando sus codos sobre sus rodillas—. Toda la vida lo he visto como alguien distante, no recuerdo haber entablado una conversación extensa con él y, de repente, se comporta amable conmigo.

—Quizás se siente solitario y quiere ver caras conocidas —intentó razonar—. Pero debo admitir que el interés que demuestra es un poco extraño.

—¿Sólo un poco?

—Bueno, bastante —le dio un sorbo a su copa, donde una sonrisa extraña comenzó a dibujarse en su rostro—. Pero mira el lado bueno, si está tan interesado podría ser una ventaja, dudo que el Padre de Todo desee cortarle la cabeza a su próxima Reina.

El poema en el rostro de la castaña le causó gracia a la hechicera, que ocultó su sonrisa con su copa.

—¿Qué? Yo- ¡No!

—Oh, vamos Syntherea. ¡Imagínalo! ¿Qué pensará Thor al regresar y saber que su mejor amiga ahora es su madre? Estoy segura de que te amará.

—Cierra la boca, esto es en serio.

—¿Y los Tres Guerreros? Ya puedo imaginármelos diciéndote "Mi Reina" al igual que todos los asgardianos —la mueca de disgusto en su rostro no se hizo esperar, incrementando la diversión de la mujer—. Tendrías acceso a muchísimas más cosas. Aunque mi pregunta es, ¿le darías un hermanito a Thor?

—¡Detente! Yo- ¡No es a lo que me refería! —se sacudió ante el repelús que sintió al imaginarse... no quería ni decirlo—. Dioses, ¿qué te pasa?

—No me digas que te imaginaste...

Ante la expresión de profunda incomodidad mezclada con asco que tenía la ojigris mientras apartaba la mirada, la hechicera sólo pudo reír con fuerza, echando la cabeza hacia atrás.

—Lo lamento —continuó carcajeando mientras ella negaba con suavidad—. No era mi intención... bueno, sí era, lo siento.

La risa de la mujer resultaba ser bastante contagiosa, lo que terminó en la castaña riendo con suavidad a pesar de estar disgustada por las imágenes mentales que ella había implantado. Hacía bastante tiempo no le sucedía algo así, y sintió algo de nostalgia al recordar fragmentos de las veces pasadas, pero justo eso la impulsó a aclarar el punto al que quería llegar.

—Si no te callas, te voy a encerrar en el brazalete —comentó riendo, disminuyendo el impacto de la amenaza—. A lo que me refiero, es que alguien podría estar suplantando a Odín. Estoy segura de que también lo has pensado en algún momento.

La diversión se esfumó, dando paso a la duda. La rubia tomó aire, pensando a profundidad lo que la joven estaba planteando. ¿Qué tan descabellado podría sonar?

—Debo admitir que he dudado de él desde que te dejó ir impune, no es algo que el Odín que alguna vez conocí haría, pero lo dejé pasar —enarcó una ceja momentáneamente—. Sin embargo, con lo que dices de la visión, no sería tan absurdo pensar que ese no es el Padre de Todo. Ahora, la pregunta sería, ¿quién es?

La castaña le dio un trago largo a su copa antes de ponerse de pie, comenzando a caminar por la habitación con algo de nerviosismo. ¿Debía confiar en sus sospechas y la literalidad de lo que había visto? ¿Sería posible que, como lo había dicho Cirya, fuera un simple acertijo y debía interpretarlo de todas las formas posibles para dar con la respuesta? Bueno, por supuesto que debía interpretarlo desde diferentes puntos de vista, el problema era que, ¿cómo podría interpretarse algo que parecía ser tan literal?

—Detente —pidió la hechicera, sacándola de su ensimismamiento—. Me estás poniendo nerviosa, ¿qué tanto estás pensando?

—¿Quién podría querer suplantar a Odín en el trono? Debe ser alguien inteligente, persuasivo, capaz de subyugarlo o lo suficientemente hábil para matarlo sin que nadie, ni Heimdall, se diera cuenta. Y es mucho decir, sabiendo que Heimdall puede ver un insecto volando en un planeta por fuera del Yggdrasil.

—No lo sé, ¿cuántos enemigos tiene Asgard en todo el universo? Deben ser una legión, es muy posible que alguien más haya encontrado la forma de evadir a Heimdall.

—No hablo de enemigos. Ellos querrían destruir este lugar, no gobernarlo —razonó—. Esta persona deseaba el trono, sabe actuar como el Padre de Todo, lo que significaría que lo conoce y nos ha estado engañando a todos por bastante tiempo, me atrevería a decir.

La rubia pareció pensar en ello también, frunciendo el ceño y exhalando con cansancio al darse cuenta del punto que tenía en mente y al cual quería llegar.

—Por favor dime que no estás pensando en quien creo.

—¡Estoy segura de que se trata de él! Estuviste en mi cabeza, sabes lo mismo que yo y tiene sentido.

—Está muerto, Syn. Lo viste en la memoria de Thor —le recordó—. Estás modificando el sello de comunicación por él.

—Lo sé, lo sé, pero piensa en esto: nunca hubo una ceremonia fúnebre, y si la hubo, no se le avisó a Thor siquiera.

Cirya exhaló con frustración nuevamente, llevándose su mano libre al rostro.

—Está bien, digamos que tienes razón. ¿Por qué te querría viva y cerca? Recuerdo muy bien las palabras que salieron de su boca la última vez que se vieron, y definitivamente no fueron cosas amigables.

La castaña bajó la mirada. Tenía un punto válido ahí, lo que le generaba una infinidad de dudas adicionales; podría responderle diciendo que, hasta donde recordaba, el azabache escondía sus emociones tras barreras de falsa fortaleza y sarcasmo, pero ya no podía estar segura tras lo que había presenciado. Necesitaba respuestas concretas, y no creía poder esperar a que el tiempo se las diera, no cuando existía una posibilidad de que el Reino corriera peligro al tener a un posible desconocido en el trono.

—Si mi opinión sirve de algo, sólo puedo decir que necesitas evidencia para llegar a cualquier conclusión —mencionó la mujer tras un momento de silencio—. No digo que tu teoría sea errada, pero es mejor hacer algo al respecto cuando ya se tenga una idea más clara de lo que sucede.

Syntherea levantó la cabeza, teniendo miedo y seguridad mezclados en sus ojos grises. Necesitaba encontrar respuestas, y haría todo en su poder para hacerlo, incluso si eso significaba meterse a la boca del lobo.

















Decidió ir a la biblioteca en la mañana, justo antes de ir con Ekanna. Debía devolver el libro que había tomado prestado y, con suerte, podría comenzar el casi descabellado plan que había surgido en su cabeza justo antes de irse a dormir. No estaba segura de cuántas posibilidades estaban a su favor, pero no perdía nada con intentar... o al menos contaba con que podría arreglárselas para escapar en caso de necesitarlo.

Respiró hondo al aterrizar en uno de los pasillos, sintiendo su corazón latiendo con fuerza al punto de creer que iba a salir disparado de su pecho; se mantuvo tan impasible como pudo, inclinando su cabeza al ver un par de guardias pasando por el pasillo en dirección contraria a ella y notando sus ojos sobre su espalda momentáneamente, pero restándole importancia al acercarse a su destino. Al ingresar cerró con cuidado, dirigiéndose de inmediato al pasillo donde pertenecía el libro que había tomado para dejarlo en su lugar; llenó sus pulmones como una manera de darse valor antes de caminar con algo de incertidumbre hacia los estantes con los libros nuevos para curiosear lo que Odín había ordenado traer de los demás Mundos.

No estaba muy segura de quedarse por mucho tiempo, deseaba llevarse algo a casa para pasar el rato mientras Thor regresaba de Midgard, pero intentaría no tardar demasiado, sólo lo suficiente para que sucediera lo que creía que iba a pasar ni bien pusiera un pie en terreno del Valaskjálf. Las miradas de los Einherjar sólo habían sido la confirmación de una parte de su teoría sobre el extraño interés que tenía el monarca con su presencia, por lo que debería esperar a que se presentara el resto, y eso sólo si estaba en lo correcto.

Al llegar al pasillo de los libros nuevos observó los diferentes diseños en los costados de cada volumen, atreviéndose a tomar algunos de forma aleatoria y hojearlos para hacerse idea de su contenido. Sin quererlo, terminó armando una pequeña pila de libros de la cual decidiría qué se llevaría, y sólo se dio cuenta de ello cuando estaba por agregar otro escrito y ya no quedaba espacio en la sección donde los estaba dejando. De pronto se le ocurrió una idea, estúpida, a decir verdad, pero que quizás podía resultar; comenzó a escoger más libros, esta vez pensando en los gustos de Loki y lo que posiblemente le habría interesado. Si estaba en lo correcto, confirmaría una parte de sus sospechas si Odín le preguntaba algo al respecto –puesto que se mostraba tan interesado en que ella leyera el contenido nuevo, que no veía por qué no llegaría a querer hablar con ella sobre lo que iba a escoger–, y en caso de equivocarse, igual conseguía uno de sus objetivos.

Se tensó un poco cuando creyó escuchar las puertas abriéndose, escuchando el típico sonido de las armaduras de los Einherjar haciéndose cada vez más cercano, pero continuó pasando sus ojos sobre el inicio del escrito que tenía en sus manos, viendo por el rabillo del ojo al soldado asomando la cabeza con algo de duda y luego moviéndose por el pasillo con más seguridad hasta quedar a una distancia prudente de ella, donde se permitió levantar la cabeza para verlo.

—Lady Syn, el Padre de Todo desea hablar con usted.

¿Tan rápido?

—¿En este momento? —el hombre asintió—. Está bien, ¿debo ir al Salón del Trono?

—No será necesario —se unió una nueva voz, al observar el lugar de origen vieron que Odín estaba al final del pasillo, con sus manos tras su espalda—. Déjanos.

El Einherjar inclinó su cabeza, procediendo a retirarse con rapidez del lugar y dándole el espacio al Rey de acercarse a la castaña, quien inclinó su cabeza como saludo.

—Buen día, Alteza —dijo ella con una sonrisa suave cuando el hombre estuvo a una distancia prudente—. ¿A qué debo su presencia?

—Deseaba ver que estuviera bien, creí ver que estuvo en Midgard ayudándole a mi hijo hace unos días.

—Es muy considerado de su parte —respondió—. En efecto, estuve en la Tierra por un corto tiempo, afortunadamente todo salió bien.

No era una completa mentira. Por lo menos Thor y ella habían salido con vida de las aguas, que estas le hubieran mostrado una visión que la llenó de dudas era otro tema. Por un momento, le pareció ver que su ojo azul la examinó de pies a cabeza, pero fue demasiado rápido para afirmar algo.

—¿Le ha interesado alguno de los libros? —preguntó, viendo el objeto en sus manos. Por más desubicada que la hubiera dejado aquel comentario repentino, simplemente bajó la mirada al tomo que había cerrado momentos atrás, afirmando con calma—. Si me permite, me gustaría recomendarle algunos.

Sólo pudo separar los labios cuando el Rey pasó por su lado enérgicamente, observando los niveles repletos de libros en busca de las obras que compartiría. No sabía qué estaba sucediendo, todo parecía pasar con mayor velocidad y sólo podía asentir y sonreír a los comentarios cortos que hacía sobre los libros y cómo podrían ser de su agrado; un momento después, comenzó a tener un déjà vu de su infancia tardía cuando le entregó un tomo, comenzando a agregar uno tras otro. Tuvo que detenerlo sutilmente cuando estaba agregando un cuarto libro en sus brazos, dando la impresión de haber dejado la faceta autoritaria de lado de forma demasiado repentina.

—Mi Rey, aprecio mucho esto y no es mi intención sonar grosera, pero tengo el presentimiento de que deseaba hablar conmigo sobre otra cosa.

El de cabello blanco pareció disociarse un momento, pausando un momento al bajar la mirada a los libros en las manos de la joven y luego recordando el tema principal.

—Oh, por supuesto —se giró nuevamente, tomando uno que otro libro, hojeándolo con rapidez y regresándolo a su lugar—. Cuando estuvo en Midgard pude ver que su magia ha evolucionado de forma exquisita, aunque no vi mucho de ella. Me preguntaba cuándo pensaba mostrarme sus avances, si es que aún está dispuesta a cumplir con ese término de nuestro acuerdo.

Se pasmó por un momento, intentando disimular la piel de gallina que se manifestó al escuchar la muy sutil amenaza. No podía evitar pensar en lo pasivo agresivo se estaba comportando el Padre de Todo, y lo insistente que parecía ser frente a su seidr; aún creía que su presencia era un engaño, pero fuera el original o un embaucador, no podía evitar sentirse intimidada con esa voz desafiante y la mirada fría que le daba.

Si de verdad se trataba de un impostor, debía admitir que había escogido una buena fachada que mostrar. Usar ese rostro era la estrategia perfecta para no ser señalado por nadie y darse todas las libertades que deseara, lo que también significaba un peligro latente al correr el riesgo de embriagarse con el poder que otorgaba el Trono de Asgard.

—Deseo hacerlo —se apresuró a decir cuando reaccionó del terror momentáneo que inspiraron sus palabras—. Estoy trabajando en algo que me complacería mostrarle, pero aún debo lograr que funcione correctamente.

El hombre del parche dorado se quedó mirando una página introductoria por un instante, pareciendo cavilar algo con brevedad.

—¿Qué piensa acerca de quedarse en el palacio?

La castaña no pudo evitar fruncir el ceño levemente.

—¿Quedarme?

—Así es —concordó, dejando el libro donde estaba y comenzando a buscar otros tomos con la mirada—. Le asignaría una habitación, así sería más fácil. Yo podría supervisar sus avances y usted tendría la libertad de venir aquí en cualquier momento, sin tener que ir y volver tanto desde su hogar hasta aquí.

No supo qué responder. Era un ofrecimiento bastante generoso, pero no estaba muy segura de aceptar; aún tenía labores pendientes con Ekanna, tenía todo su estudio de la magia de almas en su hogar, no podía dejar todo eso atrás por libros que luego podría leer. Además, ¿a qué se debía tal ofrecimiento? ¿Cirya tendría la razón y buscaba tener caras conocidas cerca? Aunque de ser así, tampoco tendría sentido que hubiera enviado a los Tres Guerreros a hacer guardia en los límites del pueblo. Había demasiadas inconsistencias en todo ese asunto.

¿Qué estaba sucediendo?

—Me honra su ofrecimiento, Majestad, pero espero no sea una molestia que me tome un tiempo para pensarlo.

—En absoluto —comenzó a moverse distraídamente por el pasillo en busca de un libro—. Las puertas están abiertas. Si decide aceptar, bastará con decirle a alguno de los guardias o a un sirviente y ellos le mostrarán su habitación.

—Es muy generoso de su parte.

El Padre de Todo inclinó su cabeza, ahorrándose las palabras que pudieron salir de su boca. La joven continuó a su lado mientras buscaba más libros, mostrándose levemente confundido al no parecer encontrar lo que quería entregarle. Lo vio fruncir el ceño con suavidad, llevarse el pulgar y el índice a la barba, además de comenzar a murmurar cosas que no alcanzaba a captar aún con el silencio que solía predominar en la biblioteca; fueron detalles que le llamaron la atención y su corazón comenzó a acelerarse al pensar en que quizás, sólo quizás, estaría buscando los libros que ella ya había escogido.

—¿Sucede algo, Alteza? —se arriesgó.

—Sólo estoy buscando algunos tomos de temas variados —pausó un momento—. Supongo que alguien debió adelantarse.

—Oh, yo estuve escogiendo algunas obras antes de que llegara —tomó la oportunidad, caminando con pasos decididos hacia el lugar donde había dejado las dos pilas de libros—. No lo sé, ¿quizás los tomé?

Cuando llegó al lugar, se dio cuenta de que Odín venía tras ella y observó los libros separados de forma ambigua, casi parecía temeroso de acercarse, lo que ella detalló casi sin parpadear.

—¿De casualidad buscaba algún libro de estos, Mi Rey? —mencionó sin apartar la mirada de su rostro.

—Eh, sí. En efecto son... estos —respondió de forma distraída, acercando sus manos con lentitud hacia algunos de los volúmenes.

No podía creer que su plan estúpido pareciera estar surtiendo efecto.

—Decidí escogerlos para probar cosas nuevas —comentó, esperando que sus palabras causaran otra reacción en el hombre—. Loki también solía recomendarme libros, a veces me negaba porque no me llamaban la atención, pero él insistía en que no sabría si me iban a gustar a menos que me diera el tiempo de leerlos.

—Es un buen consejo —murmuró, sacando uno de los libros del medio con cuidado—. ¿Lo extraña?

Sonrió para sus adentros.

—Aun si siguiera con vida, usted había decretado que nadie podía visitarlo, estaba en confinamiento solitario después de todo —recordó—. Dudo que cambiara de opinión luego de lo sucedido durante la Convergencia.

Hubo un silencio sepulcral, Odín parecía haberse perdido en su cabeza momentáneamente y esto causó que los labios de la castaña se tensaran en una sonrisa ambigua. Para ella era una nueva pista, una prueba de que podría tener la razón, pero que era insuficiente para actuar debidamente y quitarle la máscara... o, mejor dicho, deshacer la ilusión. De igual manera, ¿qué se suponía que iba a hacer? Necesitaba planear algo si no quería salir mal parada de la situación.

En ese momento, apostaría su alma a que ese era Loki, no había otra explicación; la visión que había tenido debía ser literal, de lo contrario, ¿por qué al impostor le afectaría tanto su mención? A no ser que existiera algún amante que deseara vengarlo, no veía otra razón por la cual estaría tan interesado en ella y sus interacciones con el supuesto príncipe fallecido.

—Para nada, no —finalmente reaccionó—. Loki merecía pagar por sus crímenes.

Su garganta vibró al crear un sonido de entendimiento ante las palabras del Rey, el cual giró su cabeza para verla, encontrándose con una expresión traviesa en su rostro que pareció darle los motivos necesarios para despertar de su ensimismamiento. Se aclaró la garganta y recobró la compostura.

—Me temo que debo retirarme —dijo con mayor seguridad—. Espero que disfrute los libros.

—Le agradezco, Alteza.

Odín inclinó levemente la cabeza, procediendo a darle la espalda y caminar hacia la salida. Durante todo ese momento, la castaña mantuvo una sonrisa suave en sus labios que se borró en el instante que escuchó las puertas doradas cerrándose. No pasó mucho tiempo antes de ver por el rabillo del ojo una bruma oscura tomando forma tras ella, restándole un poco de importancia mientras descansaba sus manos al dejar los libros junto a los demás, escogiendo tres de los que más interés le despertaban por el momento.

—¿Sigue sonando descabellado que sea él? —mencionó ella, aún sin mirar a la mujer.

—Unos libros y una cortesía no prueban nada —razonó—. Pero debo admitir que está comportándose bastante extraño.

—¿Qué necesitas para darme la razón? —se giró, poniendo su mano derecha en su cintura.

La rubia se encogió de hombros.

—Sólo digo que necesitas mínimo un plan de acción para asegurarte de tu teoría —se defendió—. Sería lamentable perder una alumna por actos imprudentes alimentados por la fantasía de poder ver de nuevo a su novio sociópata.

Rodó los ojos.

—Primero, nunca fuimos pareja. Segundo, hago esto porque temo lo que pueda causar estando en el Trono. Y tercero, pronto regresará Thor, lo que significa que cuando confiese, él podrá traer de vuelta a Odín y todo vuelve a la normalidad.

Cirya la observó en silencio, sin expresión alguna, como si supiera algo que ella no; simplemente alzó ambas cejas y respiró hondo, ayudándole a regresar los libros que no leería en el momento. No podía mencionar nada ni darle suposiciones, pero sabía que algo en su optimismo estaba a punto de fallar estrepitosamente.




Ese Odín está muy raro. Todas reciten el Salmo 91 a ver si se arregla 😂 ¡actualización de madrugada mi gente! Y de paso más tarde de lo normal porque estaba teniendo un colapso con la serie y la manera de arruinar el personaje de Loki, pero bueno. Al parecer, crearle una serie estaba bien, pero manejarlo correctamente era avaricia.

No estoy abierta a debatir al respecto, así que por favor, que nadie mencione nada sobre la serie de aquí en adelante. Esa cosa no existió después del capítulo 2. Gracias por su colaboración, atentamente, la Gerencia.

Pero olvidemos eso y centrémonos en el tema del capítulo. ¿Qué creen que está ocultando Cirya? ¿Qué intenciones trae "Odín" al invitarla a quedarse en el palacio? Las leo 👀 saben que me encanta leer sus opiniones y teorías sobre lo que podría suceder a continuación, incluso si no aciertan.

¡Muchas gracias por el apoyo y nos leemos luego! 💚

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