Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXII

════ ∘◦४४४◦∘ ════

völuspá

CAPÍTULO 32:
Un dudoso plan.

════ ∘◦४४४◦∘ ════

De todos los escenarios posibles que pudo haberse imaginado, nunca esperó que dos de los peores sucederían al mismo tiempo. Había quedado en un estado de shock tras lo que había presenciado, tardando varias horas en asimilar lo sucedido y controlar su llanto, pero la sensación en su pecho no cesó. Le parecía irreal que hubieran sucedido tantas cosas en tan poco tiempo, tantas muertes, y todo cuando creían que Thor y los guerreros habían logrado la paz en los Nueve Mundos. Qué gran mentira.

Sentía rabia consigo misma por no haber hecho caso omiso a la Reina y ayudarle cuando Malekith entró para buscar el Aether, por no haber podido hacer algo por su padre, ni haberse despedido de una forma adecuada; pero, sobre todo, sentía rabia con los Elfos Oscuros, quienes fueron los autores de toda la muerte y destrucción que cayó sobre el reino, arrebatándole la vida gente inocente. Estaba desconsolada, pero a la vez era como si por momentos sus sentimientos se apagaran y estuviera llena de un vacío total, donde estaba tan abrumada por la culpa, rabia y tristeza que sólo podía mirar a la nada hasta que algo la devolviera a la realidad.

Con dificultad había asistido al funeral colectivo donde les dieron el último adiós a los caídos, y tuvo que irse tras soltar el orbe de luz, puesto que no deseaba romper en llanto frente a las personas a su alrededor. Tuvo que apartar la mirada por momentos cuando la barca donde iba el cuerpo de su padre cruzó el canal y no se atrevió a ver las llamas de las flechas lanzadas consumiendo el material. No podía verlo, no se sentía cómoda; le generaba una sensación tal que se vio obligada a detenerse en una calle poco transitada para llorar al punto de tener que concentrarse en respirar correctamente. No había nadie que la ayudara ya que la mayoría de las personas se encontraban en las calles principales para rendir honores, pero lo prefería así; nadie tenía porqué verla en ese estado.

Cuando logró calmarse regresó con Ekanna, deseando estar con ella para cerciorarse de su recuperación y que sus golpes tuvieran las menores secuelas posibles; quería estar para ella, cuidándola, acompañándola en su dolor y asegurarse de que no se fuera también. No se dirigieron muchas palabras, estaban demasiado impactadas para entablar una conversación corriente, pero la castaña comenzó a tener una necesidad de respuestas; quería saber exactamente lo que había sucedido, pero tras pensarlo varias veces, decidió evitar pedirle los detalles del incidente, puesto que repetir el suceso haría que su llanto se reanudara, y definitivamente era algo que no quería provocar.

Las sanadoras iban y venían cada cierto tiempo para echarle un vistazo a sus pacientes, ofrecerles comida y atender cualquier dolencia que sintieran, incluso ofrecían cosas a quienes se quedaban haciendo compañía a los heridos, cosa que la castaña no dejó pasar al aceptar una infusión que dejaba enfriar al estar metida en su propia mente.

—Syn —la llamó la rubia aún medio dormida, devolviéndola a la realidad—. Deberías descansar, es muy tarde.

La ojigris observó a la mujer cubierta con una manta, frunciendo levemente el ceño. No se había percatado de la hora que era, y sinceramente no le importaba, ni sentía la necesidad de dormir.

—Estoy bien —aseguró ella, sonriendo de lado y dándole un sorbo al líquido en sus manos.

—Debes descansar —insistió—. Estaré bien, lo prometo.

Ella respiró hondo.

—No quiero dejarte sola.

La rubia estiró su mano hasta tomar la suya, dándole un suave apretón.

—Estoy aquí, Syn —la observó a los ojos, notando una leve hinchazón por el llanto—. No iré a ningún lado, pero necesito que descanses. No aquí, sino en una habitación decente.

La castaña tragó el nudo que se formó en su garganta al pensar en ir a su hogar y sintió el ardor característico de las lágrimas en sus ojos.

—No puedo —su voz salió en un hilo—. No puedo ir a casa.

Ekanna apartó la mirada efímeramente, controlando sus propias lágrimas que amenazaban con resurgir ante la imagen repentina de Aaren que pasó por su cabeza.

—Lo sé —estiró su mano, apareciendo unas llaves en su palma tras un tenue destello, tal y como ella le había enseñado muchos años atrás—. Mi casa es tuya, también.

La joven dudó en tomar las llaves, pero terminó aceptando para no ocasionarle más esfuerzo con una discusión sin fundamento. Le dio una sonrisa melancólica y apretó su mano nuevamente antes de partir, dudando de lo que podría pasar, pero confiando en que las sanadoras se harían cargo de cualquier molestia que presentara la rubia.

Decidió usar su magia para llegar al hogar de la modista, pudo haber caminado, pero no se sentía capaz de pasar cerca a su casa sin pensar en su padre. No quería entrar y notar su ausencia sabiendo que jamás volvería, estaba cansada de llorar y quería hacer todo lo posible por no hacerlo, aunque fuera difícil. Debía acatar los deseos de Ekanna y descansaría un rato, o haría su mejor intento ya que no se sentía capaz de conciliar el sueño. Al aterrizar frente al taller se tomó un momento para observar la soledad de las calles; era de madrugada y la mayoría ya se encontraba en sus hogares, no había más para ver que algunas luces flotantes atrapadas entre las edificaciones y las estrellas en el cielo, pero aquel ambiente le generaba un poco de paz a la castaña.

Tras un momento, decidió rodear el taller y subir las escaleras al costado para llegar a la casa de la rubia, tomó aire mientras observaba el lugar a oscuras y con un movimiento de su mano creó varios orbes para iluminar su camino, procediendo a buscar sus pertenencias guardadas en la habitación principal, las cuales estaban allí por las veces que, por distintas razones, solía quedarse a dormir. Se preparó como acostumbraba y cambió su ropa con ayuda de un hechizo, acomodándose en la habitación para invitados a la espera de que la venciera el sueño, pero no lograba más que dar vueltas en la cama. Respiró hondo repetidas veces para evitar que el llanto volviera a azotarla, pero no tuvo mucho éxito; lágrimas silenciosas se deslizaron por su rostro y ella las apartaba ni bien tocaban su piel, su respiración se entrecortaba por sus sollozos y ahogaba sus jadeos lo mejor que podía, al menos hasta caer dormida pocas horas antes del amanecer.

La dicha no le duró mucho, despertó de golpe cuando el sol ya había aparecido en el cielo y decidió levantarse, quería volver con Ekanna y ver cómo se encontraba; sabía que podría ir con ella más tarde, pero prefería estar a su lado lo más pronto posible, además estaba el hecho de que no se sentía muy bien estando sola. Se tomó un buen rato para tomar una ducha y hacer lo posible para ocultar las evidencias de su llanto; tomó el único vestido que tenía guardado e hizo lo posible por verse presentable, procediendo a tomar una pera del bol de la cocina. Había dado un mordisco a la fruta cuando escuchó tres golpes en la puerta, frunció el ceño ante la imprevista visita e intentó pensar en las posibilidades; la rubia no había mencionado nada sobre algún invitado, nadie sabía que ella había pasado la noche allí, ¿se trataría de un cliente a pesar de tener la primera planta visiblemente cerrada?

Dejó la fruta sobre la isla y decidió acercarse con cautela, masticando el trozo que tenía en su boca mientras se debatía si abrir la puerta o no, terminando por estremecerse cuando volvieron a tocar.

—¿Quién es? —inquirió ella lo suficientemente fuerte para que la otra persona la escuchara.

—Un amigo que te quiere saludar —respondieron al otro lado.

Syntherea reconoció la voz de inmediato, dudando un momento antes de quitar los cerrojos y abrir para encontrarse la masa de músculos y cabello rubio sonriéndole de lado, aunque en sus ojos se notara la tristeza disfrazada. Se quedaron quietos un instante, ni una palabra salió de sus labios al no saber cómo empezar una conversación común tras lo sucedido, pero las acciones dijeron más que las palabras. La ojigris sintió que su corazón se estrujaba y en un intento de detener la formación de lágrimas en sus ojos, dio un paso adelante y rodeó la cintura del príncipe con sus brazos, apoyando su mejilla en su pecho cubierto por su abrigo; Thor reaccionó de forma positiva, envolviéndola en sus brazos y apoyando su mentón en su cabeza, reconfortándose mutuamente sin necesidad de decir y escuchar el doloroso pésame.

No les preocupó mucho si algunos ojos curiosos los veían ya que no hacían nada malo, pero decidieron entrar un momento después para evitar atención indeseada. El rubio observó el lugar y tomó asiento en el comedor con el permiso de la joven, quien tomó su fruta nuevamente y se recostó contra la isla.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —cuestionó, dándole otro mordisco a su pera.

—Me informaron sobre Ekanna y que estabas con ella, cuando llegué y no te vi me dijo que estabas en su casa —explicó él, finalizando con una sonrisa.

La castaña enarcó una ceja momentáneamente, reconociendo que era casi obvio. Sin quererlo se sumieron en un silencio casi incómodo, lo que la llevó a pensar nuevamente en lo que pudo haber hecho y no pudo, sintiendo la culpa invadiéndola nuevamente.

—Debí haber hecho más —mencionó, girando la fruta entre sus dedos—. Si hubiera intervenido quizás-

—Hiciste lo que Madre pidió —la interrumpió, buscando sus ojos para asegurar lo que decía—. De haber hecho lo contrario es posible que te hubieras convertido en un alma más en el Valhalla, al igual que Jane.

Ella arqueó la ceja nuevamente, esta vez algo ofendida por el mensaje implícito que parecía tener su comentario.

—¿Tan malo es el concepto que tienes de mí?

—No me refiero a eso, Syn —se excusó—. Los elfos tienen aliados poderosos, sólo uno de ellos pudo abrir las celdas de energía de las prisiones y destruyó el mecanismo del escudo del palacio sin ningún problema. De haber intervenido, es posible que te hubiera pasado algo y hubieran conseguido el Aether.

Frunció los labios, sintiendo el ardor en sus ojos nuevamente.

—Es sólo que no puedo evitar sentirme culpable —añadió ella, levantando la cabeza para evitar las lágrimas—. Si hubiera podido dar mi vida para salvarla, lo hubiera hecho.

Su voz se quebró en la última oración, llevándola a morderse el labio inferior mientras hacía un esfuerzo para no reanudar su llanto.

—Si hubiera llegado unos segundos antes, Madre podría estar viva —confesó él, jugando con sus dedos sobre la mesa—. Todos nos sentimos culpables de algo, pero son cosas que ahora no se pueden cambiar. Las Nornas lo quisieron así.

Hubo un momento de silencio donde evitaron dirigirse la mirada; Thor se limitó a jugar con sus manos mientras observaba el patrón tallado en la madera de la silla frente a él, mientras que la castaña le dio otra mordida a la fruta.

—¿Cómo está Jane? —decidió preguntar para romper el silencio y cambiar el tema.

—Padre la encerró en su habitación —informó—. Planea dejarla como carnada para Malekith.

—¿Qué? —frunció el ceño, decidiendo acercarse y tomar asiento frente a él.

—Heimdall no puede verlos y todavía buscan conseguir el Aether a cualquier costo. Padre quiere vencerlos aquí y no acepta otras opciones.

La castaña quería decir algo, pero sólo pudo separar los labios y negar con la cabeza. ¿Cómo era posible que tras todo lo que había sucedido, el Padre de Todo fuera tan testarudo para no buscar nuevas estrategias?

—Tengo un plan —continuó—. Es arriesgado, pero podremos evitar más muertes si todo sale bien.

Ella dirigió su atención al Dios del Trueno, notando un tenue brillo de esperanza en sus orbes azules. Podría no ser el mejor creador de estrategias, pero si había una posibilidad de vengar las muertes y evitar más dolor, ella quería participar.

—¿Qué necesitas?



















Syntherea respiró hondo, observando el cielo estrellado mientras tomaba valor para acudir al llamado del príncipe. En el fondo no estaba tan segura de lo que el rubio quería hacer; de hecho, estaba aterrada por el plan suicida que le había comentado efímeramente para convencerla, pero su parte vengativa, la misma que estaba siendo alimentada por un profundo sentimiento de culpa y ya parecía no importarle nada, la tentaba a participar tanto como pudiera. Era lo mínimo que podía hacer para intentar disminuir esa terrible sensación en su pecho.

¿Tenía la mente nublada por el dolor? Absolutamente. Había pasado todo el día cavilando lo que iba a suceder, cómo podría terminar y cuánto le afectaría, tanto a ella como a Ekanna, quien no tenía conocimiento absoluto de lo que estaba a punto de hacer. En su cabeza, creía que era lo mejor para no preocuparla más, incluso ante el riesgo de terminar exiliada o en el peor de los casos, muerta. La culpa se la estaba comiendo viva a pesar de las palabras de Thor; no podía evitar pensar en las posibilidades de haberle ayudado a Frigga, y era muy posible que Malekith la hubiera asesinado, pero era un precio que podría haber pagado. Lo mismo sucedía al pensar en Aaren; si hubiera desistido de acompañar a Thor, ¿habría cambiado el destino de su padre? ¿hubiera sido capaz de salvarlo o lo habría visto morir frente a sus ojos?

Pensaba demasiado en los resultados que pudieron producirse, pero la culpa que ardía con más fervor en su pecho era atizada mayormente al pensar en su padre; su relación había estado mejorando poco a poco, finalmente sus habilidades comunicativas estaban progresando tal y como siempre debió ser, pero todo se arruinó con los Elfos Oscuros. Lo que más le dolía era el hecho de no haber podido decirle unas últimas palabras o enfatizar en que lo quería. No pudo hacer mucho por él y se arrepentía de ello, pero intentaría compensar sus fallas.

Bajó la cabeza para observar el camino desolado donde estaba de pie, asegurándose de estar sola antes de usar su hechizo de invisibilidad. Eran altas horas de la noche y muchos estaban dormidos, pero no podía arriesgarse a llamar la atención. Tragó el nudo en su garganta, decidiendo desplazarse hasta aquel bar reservado para llegar lo más pronto posible; la expectativa la traía nerviosa, pero quería saber el papel que tendría en aquella locura que Thor había pensado.

Deshizo el conjuro cuando pasó por el umbral de la puerta, llamando la atención de Thor y Heimdall, que ya se encontraban allí. El lugar estaba solo, a petición del dios, supuso; sólo se escuchaba las respiraciones acompasadas de los presentes y uno que otro sonido provocado por insectos afuera del lugar, lo que creaba un poco de tensión en el ambiente, acompañado por las velas esparcidas estratégicamente por la estancia. Inclinó su cabeza como saludo, acción que ambos repitieron con una suave sonrisa ladina.

—¿Dónde están los demás? —quiso saber ella, puesto que Thor le había comentado la posible participación de sus amigos.

—No deben tardar en llegar —respondió el rubio, dándole un sorbo a su cerveza.

Exhaló sonoramente, moviéndose hacia la izquierda del príncipe y apoyándose en la pared mientras jugaba con el broche de su abrigo; le ofreció algo para beber, pero rechazó el ofrecimiento con cordialidad, sin mucho interés en algo más aparte de la razón por la que había asistido. Incluso le ofreció tomar asiento, pero declinó al sentrse mejor estando en sus pies. No se percató de la mirada ámbar sobre ella hasta que giró su cabeza, sintiendo un retortijón en sus tripas ante la expectativa de escuchar un pésame de su parte.

—¿Estás segura de hacer esto? —dijo él, aliviando su malestar al escuchar una frase distinta.

—Es lo mínimo que puedo hacer.

Él sabía a qué se refería, por lo que no hubo más palabras entre ellos. Esperaron pacientemente a que llegaran las tres personas restantes, pero la idea de que no iban a llegar pasaba por sus cabezas cada cierto tiempo, y sinceramente, no los culparían. Era una locura, claro está, pero necesitarían la mayor ayuda posible para sacar a Jane de Asgard; si se negaban de seguro se las ingeniarían, pero requerirían de mucha suerte para lograrlo.

Tras un momento, tres figuras cubiertas con capas ingresaron a la estancia, descubriendo sus rostros como Fandral, Volstagg y Sif. Thor los invitó a tomar asiento y se tomó la molestia de servirles él mismo unas jarras de cerveza para digerir la información que estaba a punto de darles. Los recién llegados la saludaron con un movimiento de cabeza, y ella agradeció mentalmente sus silencios respecto a su pérdida, o sus estados de ignorancia respecto a ello.

—¿Qué nos reúne esta noche, querido Thor? —dijo Fandral, intentando ir directo al grano.

El príncipe mayor suspiró, acomodándose nuevamente en su silla.

—Saben que no están obligados a seguirme en todos mis planes —recordó él—. Si no desean ayudarme por la naturaleza de mis ideas, están en todo su derecho; nadie los juzgará ni culpará de nada. No los obligaré a poner sus vidas en peligro.

—Ya te hemos acompañado a lugares prohibidos, guerras iniciadas sin razones claras y hemos ido contra la corona para buscarte en otros mundos —evocó el pelirrojo, sonriendo de lado—. ¿Qué tan malo puede ser esto?

El rubio juntó sus manos en la mesa, inclinándose un poco y tomando aire antes de comenzar a revelar su plan.

—Lo que voy a pedirles es la más alta traición. Si tenemos éxito, nos exiliarán; si fallamos, moriremos —expuso él, ganándose la seriedad de todos los presentes—. Malekith sabía que el Aether estaba aquí, puede sentir su poder; si no hacemos nada, regresará a buscarlo, pero esta vez asolará Asgard —el rubio hizo una pausa, bajando la mirada un momento antes de continuar—. Tenemos que llevar a Jane lejos de aquí.

—Cerraron el Bifröst y el Teseracto está resguardado en la Bóveda —recordó Sif, sin mucha emoción.

—Hay otros caminos para salir de Asgard, los cuales sólo unos pocos conocen —mencionó Heimdall.

Una persona, en realidad —corroboró Thor.

La castaña sintió un escalofrío recorriéndole la espalda ante lo que significaba esa frase. Tensó la mandíbula y miró al techo, conteniendo las ganas de frotarse la cara con frustración, sin percatarse de la fugaz mirada de la pelinegra sobre ella.

—Muy bien, Syn nos mostrará el camino, ¿qué más? —dijo Fandral, demasiado confiado en lo que decía.

La joven rio con amargura, conectando sus ojos con los del espadachín.

—Por mucho que quisiera, no se refiere a mí.

Los guerreros se tensaron notoriamente mientras intercambiaron miradas, atando los cabos y dándose cuenta de la persona que necesitaban.

—No —murmuró Volstagg, aterrado por la idea.

El de cabello corto maldijo por lo bajo. Juntando sus manos y apartando la mirada por un instante.

—Te traicionará.

—Lo intentará —reconoció el áss. Fandral exhaló con algo de fastidio.

—¿Y luego qué? —el guerrero se recostó en el espaldar de su silla—. Tu encantadora mortal está vigilada por una legión de Einherjar que te verá venir desde lejos.

—No seré yo quien vaya por ella —respondió el rubio, girándose a ver a Sif, quien parecía completamente indignada por su papel en esa locura.

La castaña aguantó la risa al prácticamente leer la expresión de la Diosa de la Guerra, reconociendo los mil y un no que cruzaron por su cabeza al pensar en tener que dirigirse a la midgardiana.

—Iré contigo —mencionó Syn, intentando tranquilizar a la diosa que simplemente enarcó una ceja mientras apartaba la mirada un instante. Algo le decía que no tendría éxito si trataba de declinar la ayuda de la ojigris, incluso le pareció apropiada, por lo que decidió callar, inhalando profundamente antes de continuar.

—¿Y qué hay del Padre de Todo? —quiso saber la pelinegra.

—Es mi deber notificarle de cualquier delito contra el trono —respondió el guardián.

El lugar se sumió en un silencio nuevamente. Los que tenían una jarra de cerveza le dieron un trago largo, haciendo un esfuerzo por asimilar lo que estaban a punto de hacer. Casi se podían escuchar los pensamientos de todos, coincidiendo en que era una muy mala idea, pero al menos era una idea mejor que la de Odín.

Se escuchó un murmuro suave e ininteligible, proveniente de Volstagg.

—Suponiendo que Loki te ayudará y podrás liberar a esta mortal, ¿de qué servirá? Todos estaremos muertos en cuanto salgamos del palacio —reconoció él. Thor asintió levemente, dándole la razón.

—Por eso, amigo mío, no nos iremos a pie —objetó, como si fuera obvio.

—Robar un esquife sería meterse de cabeza a la boca del lobo. No hay forma de que los guardias te dejen llegar hasta ahí.

—Nunca dije que iríamos directo a los esquifes —los presentes observaron confundidos al príncipe, quien procedió a aclarar—. La nave de los elfos sigue en el Salón del Trono. La tomaré y crearé una distracción con ella.

—A ver, déjame entender —esta vez intervino la castaña, luciendo el ceño levemente fruncido mientras hacía un ademán con su mano—. ¿Quieres sacar a Jane de Asgard usando la nave más obvia del reino? ¿Qué más? ¿Quieres colgar a Loki de la nave para que todos lo vean, también?

—No me molestaría ver eso —comentó Sif, encogiéndose de hombros. Pronto se dio cuenta de la forma en que había interpretado sus palabras.

El Dios del Trueno se tomó su tiempo para explicar correctamente lo que iban a hacer y entre todos perfeccionaron la estrategia a emplear, llegando a la conclusión de que Thor iría a liberar a Loki mientras Sif y ella sacaban a Jane de sus aposentos; se encontrarían en uno de los pasillos del palacio que, afortunadamente, se encontraba despejado la mayoría del tiempo, y dependiendo de lo que sucediera con los Einherjar, los acompañarían hasta la nave de los elfos, que sería custodiada por Volstagg. Llamarían la atención y luego serían recogidos por Fandral, quien tomaría un esquife de la forma más natural posible.

Los guerreros se tomaron un momento para preguntarle a la castaña si estaba segura de ayudarlos en esa misión, cosa que ella no tardó en confirmar. No quería quedarse a ver lo que sucedía con los brazos cruzados, ya no más; tenía la posibilidad de tomar cartas en el asunto y por supuesto que lo haría, aunque esto terminara perjudicándola. Había decidido eludir el posible exilio o muerte, el temor de fallar e incluso la incertidumbre que envolvía la magia de almas que tantos percances le había causado últimamente; quería ayudarles, aunque fuera lo último que hiciera.

Pronto pudo notar una leve tensión en el lugar; sabía que no se debía al plan, ellos solían hacer cosas parecidas todo el tiempo, pero era evidente que la angustia se debía a la participación del príncipe menor. El tema de Loki parecía ponerle los pelos de punta a todos, especialmente a ella. Sentía un amargo sabor de boca al pensar en él y recordar la forma en que la había herido, pero a la vez tenía una sensación en el pecho; expectante, se podría decir, por verlo de nuevo.

Tenía sentimientos encontrados respecto a la presencia del Dios de las Travesuras; tenía seguridad de que ayudaría –¿y cómo no? Si se trataba de las personas que asesinaron a su madre– pero a la vez la confianza que alguna vez le tuvo se había esfumado, o así lo sentía. Corroboraba la sospecha colectiva de que el azabache iba a traicionar a Thor, pero al mismo tiempo una pequeñísima parte de ella quería creer que el tiempo en los calabozos le sirvió para reflexionar y no perder el último hilo de cordura que le quedaba.

Cosa que en realidad dudaba, pero se valía soñar.

No sabía qué esperar. Loki era cambiante, podía analizar las cosas con facilidad y adaptarse a los sucesos de forma impecable para salir victorioso... la mayoría de veces. Era cierto que ya no era el Loki travieso que la cautivó siglos atrás, había madurado, se había oscurecido –por decirlo de algún modo– y dudaba de la presencia de los restos de benevolencia en su personalidad; no obstante, Frigga solía recalcar que tras los muros que se había construido para protegerse, aún estaba la esencia del Loki magnánimo que ella se había esforzado en criar y que estaba segura que ella también conocía. El problema era que sus palabras hirientes y rudeza le causaban una profunda incertidumbre al no saber qué esperar de él, cómo reaccionaría, y cómo se dirigiría a ella.

No sabía si estaba lista para lidiar con Loki Laufeyson nuevamente.










Se acerca la reunión más esperada por todas las lectoras unidas 🌚 ¿Cómo piensan que Syn y Loki reaccionarán cuando se vean? ¿Será agradable o se van a agarrar a cachetadas?

Espero hayan disfrutado este capítulo, y me voy a tomar el espacio de darme publicidad: he publicado el reto de las 20 canciones y el primer OS que subiré se tratará de un AU de esta historia, así que si les interesa, el libro se llama Outworld ;)

¡Nos leemos pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro