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völuspá

CAPÍTULO 30:
Queridos problemas

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Las cosas con los soldados terminaron bien, no hubo muchos rencores de por medio y terminaron explicando la dudosa estrategia que el castaño había empleado al luchar con ella; a pesar de esto, ella seguía sintiéndose culpable por lo que había hecho y decidió acompañarlos al Salón de Sanación en un intento de aliviar su conciencia, y a la vez asegurarse de que su desliz de fuerza no fuera a incapacitar a aquel soldado. La Diosa de la Guerra decidió ir por su descanso con la promesa de que Syn respondería a todas sus dudas en la celebración que tendrían al día siguiente, estaba nerviosa, pero en ese preciso instante estaba demasiado ocupada viendo cómo una sanadora pasaba por su lado.

—De verdad lo la-

—No te disculpes —la interrumpió el castaño mientras la mujer revisaba su mano—. No quiero volverte a escuchar diciendo eso. Fue mi idea provocarte y acepto las consecuencias, no hiciste nada malo.

La joven frunció los labios. Por más que insistieran que no pasaba nada seguía teniendo ese sentimiento de culpa bailoteando en su cabeza, quizás debía escuchar eso de la boca de aquella sanadora para estar tranquila.

—No hay resentimientos, Lady Syn —acotó el de cabello rojizo—. Mi compañero quería probar el alcance que tenías estando impulsada por el enojo y logró su cometido, lo que haya sucedido en el proceso es sólo una secuela.

—Debería ser yo quien se disculpe por ofenderla —añadió el afectado, siseando al sentir un paño húmedo retirando la suciedad de su herida.

Los presentes observaron el tratamiento que le estaban dando al castaño, la manera en que aplicaban mezclas acuosas en su lesión y lo cubrían con vendajes, logrando sacar quejidos de su boca ante la presión que debían ejercer para que el sangrado se detuviera y los líquidos hicieran su efecto. La joven no pudo evitar acercarse con cautela a la sanadora para aclarar sus dudas.

—¿Estará bien? —inquirió ella, jugando con sus manos con nerviosismo.

La mujer suspiró.

—No se afectó partes importantes —informó la de traje azulado—. Fastidiará un poco, pero debería sanar en una semana, aproximadamente.

De repente, sintió un gran alivio al escuchar esas palabras. Le quitaba un peso de encima saber que no había causado mayor daño al soldado, pero seguía inquieta ante la situación. Por las Nornas, ¡pensaba que los incidentes habían cesado! Habían pasado tantos días sin rastro de ellos que pensó que habían pasado a la historia, pero cómo se había equivocado. No quería aceptarlo, pero el terror que le causaba ese nuevo percance le había helado la sangre; ya no se trataba de malestares o voces fantasmales, ahora algo podía manipularla a su antojo y no tenía idea de qué era. O quizás estaba tan obnubilada en medio de su ira que cuando vio todo con claridad, tuvo la sensación de haberse disociado de sí misma, cuando no era así. Debía averiguarlo de algún modo, pero la única verdad del asunto era que tenía miedo de lo que podría llegar a suceder, mucho, a decir verdad, y no le agradaba en lo más mínimo.

—A todo esto —comenzó a decir el hombre, observando su vendaje con algo de incomodidad—. ¿Cómo rayos hiciste eso?

La ojigris abrió la boca, pero sólo salieron una serie de balbuceos que simplemente lograron revelar su nerviosismo.

—Yo eh, usé un hechizo —ante las miradas curiosas de ambos hombres, añadió—, es paralizador.

Ellos parecieron atar cabos de inmediato, y ella les sonrió con timidez. Por su seguridad no podía decirles exactamente qué hechizo era, y puesto que lo más cerca a sus acciones era una parálisis provocada, decidió llamarlo como tal, así no habría forma de levantar sospechas. O al menos contaba con ello.

Nuevamente los hombres le aseguraron que no debía preocuparse más, elogiaron sus reflejos y le hicieron saber que esperaban, algún día, verla combatiendo junto a Sif. Esto último le resultó sumamente improbable, puesto que la pelinegra simplemente le enseñaba a defenderse apropiadamente, no la estaba entrenando para convertirla en soldado, mucho menos estaría preparada para participar en una batalla como las que solían suscitar, pero apreciaba que desearan verla saliendo victoriosa en compañía de la Diosa de la Guerra.

Decidió regresar a casa antes de caer en una crisis nerviosa a mitad de un pasillo. Necesitaba pensar en lo que le estaba sucediendo y sabía que podría hacerlo en la privacidad de sus aposentos, no tendría muchas interrupciones y podría tomarse su tiempo para tratar de unir las piezas del rompecabezas, pero también debía hablar con su padre. Por el bien de los avances en su relación padre-hija debía contarle lo que estaba sucediendo, porque no, nunca le había mencionado los libros a su padre. Le parecía inútil puesto que dudaba ponerlos en práctica, pero las cosas habían cambiado y parecían a punto de irse en picada, así que era lo mejor. No sabía si aquel cuervo la acusaría con el Padre de Todo, así que lo mínimo que podía hacer era contarle a su progenitor, así sabría a qué se debía la factible encarcelación que recaería en ella por una acción no intencional. Y eso sólo siendo el mejor de los casos.

Al acercarse a su hogar, se sintió levemente nerviosa. Por mucho que su relación con su padre hubiera mejorado, aún existía una pequeña incomodidad al hablar de ciertos temas que podrían resultar en una conversación poco agradable e incluso problemática, pero era casi su obligación comentarle lo que sucedía en caso de que le pasara algo, así se ahorraría el espectáculo de dar explicaciones a último momento.

Estaba tan sumida en sus pensamientos que tardó un momento en percatarse de la visita que tenía en su casa; se sorprendió ante la presencia de la rubia, pero a la vez quiso dar la vuelta y aplazar su conversación para más tarde. Una cosa era hablar con su padre o Ekanna a solas, y otra muy distinta era hacerlo con ambos presentes; si lo pensaba de manera objetiva, les daba a dos pájaros de un tiro, pero por las barbas de Odín, a veces hablar con ambos en una misma habitación se volvía agotador ya que en muchas ocasiones se hacían cómplices para abrumarla con preguntas, y ya se podía imaginar todo lo que dirían respecto a la situación.

Las Nornas debían estar divirtiéndose de lo lindo con lo que estaban haciendo con su vida. Malditas.

Decidió tomar un baño antes de entrar en la charla, así podría organizar sus ideas para proceder con el mayor cuidado y evitar reacciones desfavorables de alguno de los presentes. Se colocó ropa cómoda y fue a la mesa justo cuando estaban sirviendo la cena, sintiendo que su garganta se cerraba al percibir el aroma a comida; no porque luciera mal –en realidad era todo lo contrario– sino por los nervios que la invadieron cuando tomó asiento. Se obligó a sí misma a comer, no quería arruinarles el apetito con su falta de autocontrol, así que decidió esperar a que terminaran el contenido de sus platos antes de comenzar.

—¿Sucedió algo hoy, Syn? —inquirió Aaren, dándole un trago a su copa—. Has estado más callada de lo normal.

La castaña tragó lo que tenía en la boca, observando las miradas expectantes de los dos mayores. Tomó aire para tranquilizarse y adquirir la fuerza necesaria para responder, no podía alargar más las cosas. Lo único que esperaba era que pudieran terminar sus platos después de la bomba que iba a soltar.

—Me temo que hice algo mal —respondió, bajando la mirada antes de darle un sorbo a su bebida.

Lo había dicho con tanta tranquilidad que parecía que le estaba restando importancia, creando varias incógnitas en los presentes.

—Continúa —dijo la rubia, llevándose un trozo de carne a la boca.

—Yo, bueno —dudó al buscar las palabras adecuadas—. Digamos que estuve practicando un nuevo tipo de magia con la Reina Frigga, en cierto modo era mi deber mantenerla en secreto y por error terminé usándola públicamente.

Su padre y Ekanna se dieron una mirada fugaz, casi comunicándose sin usar palabras. Tras un instante, la fémina continuó:

—¿Qué tipo de magia?

—No puedo decirles precisamente qué magia es —confesó—. No sé si estar conscientes de ello les ocasionaría problemas, así que por el momento sólo puedo decir que son conjuros distintos a lo que se conoce.

—¿Qué tan distintos? —fue turno del castaño.

—Se perdió rastro de ellos hace más de un milenio.

Aquella respuesta salió automática, tanto que ella misma se sorprendió con la naturalidad que lo había mencionado –en realidad toda la conversación fluyó como si no fuera algo malo– y los mayores simplemente cruzaron miradas y bebieron de sus copas. Se formó un silencio en la habitación mientras digerían la información otorgada y se creaban inquietudes en sus cabezas. Querían saber cómo es que podía estar empleándolos si era magia perdida, por qué se le confiaron a ella y qué clase de función tenían, pero ambos entendían la gravedad del asunto y no debían preguntar algo que, según la ojigris, podía traerles problemas.

—¿Qué fue lo que sucedió, exactamente? —la rubia reaccionó, ocultando la incertidumbre que le había generado.

—Unos soldados se ofrecieron para entrenar conmigo y por error ataqué a uno de ellos con uno de los conjuros.

—Pero no le hiciste daño, ¿o sí? —la voz de su progenitor tembló, haciéndolo aclararse la garganta.

Fue algo leve, pero terminó tomándoselo bien.

Aquella oración pareció quitarle un peso de encima a los presentes, pero muy levemente, a decir verdad. Aún podía percibirse la inquietud en el ambiente.

—Si se lo tomó bien no veo por qué deberías temer.

—Lo sé —sacudió levemente la cabeza, riendo suavemente para aligerar la tensión—. Creí que debía comentarles lo que sucedió.

Aaren sonrió con calidez, agradeciendo que les hubiera comentado lo sucedido ese día. Existía el alivio de que probablemente el soldado no la acusaría al tomárselo de buena forma, pero aún existía la incertidumbre de que quizás sucedería algo; ninguno lo quería, pero no podían descartar las posibilidades más desagradables que podrían ocurrir y esperaban que las Nornas tuvieran un poco de compasión con lo acaecido. Ya tenían bastantes cosas por las que preocuparse.





















El día siguiente la castaña estuvo un poco inquieta, pero todo parecía ir tal y como los días anteriores. No sucedieron inconvenientes, aunque ella estaba preparada para ello; tampoco llegó un Einherjar a solicitar su presencia, lo que fue un alivio para sus nervios alterados. Todo era completamente normal y debía darse cuenta de ello, pero su preocupación era más fuerte, sin embargo, lograba disimular su estado con éxito y por momentos olvidaba sus problemas mientras le ayudaba a Ekanna con su establecimiento.

Últimamente el clima había cambiado en Asgard, la temperatura había cambiado gracias a que los vientos traían consigo un poco de la nieve de las montañas y en consecuencia los días eran frescos, pero las noches obligaban a los habitantes a abrigarse, aunque fuera un poco, para no comenzar a tiritar. Esto, obviamente, fue la oportunidad de la rubia para sacar a relucir los diseños que había planeado para esa época del año; la joven le había ayudado a elaborar algunos y le fascinaba cómo habían quedado, tanto que al acomodarlos para su exhibición se sentía casi orgullosa por su labor, y siendo sincera le daba tristeza venderlos, puesto que los quería para ella.

Estaba acomodando las últimas prendas cuando por el rabillo del ojo vio una silueta conocida acercándose, y sólo fue cuando volteó para observar por el enorme ventanal que reconoció de quién se trataba. La vio ingresar con una sonrisa dibujada en su rostro y casi inmediatamente la rubia la recibió con entusiasmo, al tiempo que ella dejaba el abrigo de lado para saludar.

—¡Lady Sif! Es un honor contar con su presencia en este lugar —dijo Ekanna, sacándole una tenue risa a la diosa cuando tomó con delicadeza sus manos.

—Lady Ekanna, tan encantadora como siempre —le dio un apretón amistoso a su agarre, sólo para dejarla ir cuando su atención se centró en la castaña que se acercó—. Syn.

—Sif —replicó, sonriéndole de lado—. ¿Hay algo en lo que podamos ayudarle, Mi Lady?

La ásynja colocó una mano en su cintura mientras gesticulaba con sutileza con la otra, pudo notar el efímero cambio en su rostro cuando la llamó de esa forma usando un tono juguetón. Ella odiaba ese tono, y detestaba que lo hubiera aprendido de esa persona.

—Por supuesto, necesito un nuevo abrigo y tu presencia en la celebración por nuestras victorias al atardecer, Swim.

La joven aguantó el impulso de rodar los ojos ante el viejo apodo que le había dado Thor y chasqueó la lengua, conectando su mirada con la de la costurera, quien parecía disfrutar la conversación.

—Con lo primero te podemos ayudar, lo segundo, por otro lado, tendré que pensarlo.

—Oh, vamos Syn —se quejó, girándose para ver las piezas exhibidas—. Nunca me has dejado sola en esas situaciones, además, tú y yo tenemos una conversación pendiente —la ojigris suspiró con cansancio—. Mínimo hazlo por Thor, lo hemos visto algo decaído y yo no soy la persona indicada para hablar de su mortal.

Lo pensó por un momento mientras Ekanna la distraía al mostrarle los diferentes modelos que tenía disponibles. Le causaba un leve terror ver de nuevo al pelirrojo y su amigo, pero si no habían llegado nuevas noticias de aquel encuentro, significaba que de verdad estaban en paz, así que debía tomar conciencia de que no le sucedería nada. Además, Sif tenía razón, nunca la había dejado sola en esas celebraciones y Thor seguía siendo su amigo; no podía dejarlo solo cuando estaba en su poder ser un apoyo en su situación.

También era muy cierto que la pelinegra sería una pésima elección para hablar sobre la midgardiana y probablemente lo dejaría hablándole a la nada misma. La diosa no reaccionaba igual que ella cuando alguien que le interesaba hablaba de forma afectuosa de un tercero fuera de su círculo familiar, era un escenario desagradable, pero de cierta manera admiraba su capacidad de salirse de aquella situación, ya que era algo que ella nunca pudo hacer. Pero eso era otro tema.

En menos tiempo de lo pensado, Sif obtuvo lo que vino a buscar y antes de salir encaró nuevamente a la castaña, esperando una respuesta. Syn exhaló, accediendo a su petición.

—Muy bien, allí estaré.





















No era la mayor fanática de las celebraciones que tenían los guerreros tras una batalla, pero estaba disfrutando lo que presenciaba; quizás se debía a que se sentía un ambiente más tranquilo en comparación a las veces anteriores, con música suave y sin muchos escándalos. Había tomado un poco de cerveza para animarse y participar en el festejo, escuchó atentamente al guerrero robusto y de cabellera rojiza cuando relató los sucesos en su búsqueda de la paz en los mundos, notando que al estar en compañía de su familia parecía lucirse un poco más, acentuando ciertos sucesos que sabía que resultarían asombrosos para quienes estuvieran escuchándolo; pudo escuchar a Fandral y sus acompañantes riendo en ocasiones, al igual que a Thor, no obstante, pudo darse cuenta de que se veía levemente distraído a pesar de esforzarse para participar en la celebración.

Hubo un momento en que las cosas se pusieron demasiado tranquilas, así que Sif decidió llevarla a las afueras del establecimiento para tomar un poco de aire fresco y hablar con ella teniendo algo de serenidad. La esperada charla finalmente había llegado, y la castaña sonrió de lado antes de acomodar en su cabeza las cosas que tenía por decirle y la manera en que lo haría. La pelinegra parecía entender todo a la perfección, no hacía preguntas fuera de lugar y le daba el tiempo suficiente para aclarar las cosas que probablemente estaba a punto de preguntar. La ojigris no veía por qué abstenerse de contarle algunas cosas, como sus incidentes anteriores, incluyendo el que tuvo con Loki; ella presentía que la ásynja iba a preguntar acerca de su interés por el dichoso príncipe oscuro, así que se adelantó, agradeciéndole con una sonrisa ladeada cuando cambió el tema de repente para, quizás, ahorrarle la incomodidad de volver a pensar en ello. Lo único que ocultó fue la naturaleza de los conjuros que estaba aprendiendo, puesto que aún no conocía qué tan seguro era que se repartiera esa información.

Incluso la diosa trató de hallar la lógica de lo que le sucedía, pero su situación era tan ambigua que no supo exactamente qué decir más allá de desearle la mejor suerte para solucionar su problema. Sif se ofreció a traerle otra bebida cuando su jarra estuvo vacía, pero ella se negó, diciendo que iría a dar una vuelta; hacía un tiempo que no veía al guardián, por lo que vio apropiado hacerle una visita, además, caminar hacia el Bifröst lograba despejarla un poco y a cada segundo lo veía como una opción aún más atractiva. La pelinegra no la detuvo, simplemente se despidió con amabilidad y la vio irse con una sonrisa tenue en el rostro.

La joven caminó tranquilamente hacia el puente arcoíris, observando los copos de nieve caer y sintiendo la suave brisa fría chocando contra su rostro y antebrazos, detalló sus alrededores e inconscientemente sonrió ante la serenidad que había en el reino. Al llegar al puente no pudo evitar observar la energía fluyendo en él y que cada paso que daba se iluminaba efímeramente; sintió una repentina euforia infantil que la hizo arrastrar uno se sus pies en un semicírculo para ver la estela de luz tras él, aprovechando también el hecho de que no había nadie cerca que pudiera juzgarla por su comportamiento. Se carcajeó con suavidad y sus sentidos se pusieron alerta al presentir algo tras ella, cosa que la hizo voltear para ver de qué se trataba.

—Puedo traer algunos músicos si deseas bailar en el Bifröst —comentó el recién llegado, mostrando una sonrisa socarrona en su rostro.

Syn se relajó ante la presencia de Thor, llegando a reír de nuevo ante su comentario mientras lo veía acercarse.

—No gracias, prefiero ahorrarme la vergüenza —replicó, causando que el príncipe frunciera levemente el ceño.

—Tonterías, te he visto bailar y lo haces bien —se atrevió a tomar su mano y hacerla dar una vuelta, provocando que ella rodara los ojos.

—¿De verdad? ¿Cuántas veces ha sido eso?

La castaña no pudo contener la risa cuando el rubio comenzó a bailar con ella de forma improvisada, haciéndola girar hasta dejarla a su lado.

—Las suficientes —la joven se soltó del gentil agarre que tenía en su mano y sonrió de lado—. ¿Qué haces aquí?

—Debería ser yo quien pregunte eso —fue turno del príncipe para sonreír sin mostrar los dientes—. Se supone que es tu celebración y pareces demasiado distraído para disfrutarlo.

Él miró hacia otro lado y suspiró, buscando las palabras adecuadas para responder.

—Bueno, no soy el único que tiene la cabeza en otro lado. Te he notado algo extraña.

Fue su turno para exhalar con cansancio.

—¿Es tan obvio? —hizo una mueca mientras continuaba su camino a la cúpula, seguida por el príncipe mayor.

—Un poco, sí.

Thor comenzó a mostrar su curiosidad por lo que le estaba sucediendo, así que le contó lo más importante mientras caminaban. Cada tanto sentían una fuerte brisa que amenazaba con arrancarles sus abrigos, pero sólo lograba alborotar sus mechones de cabello y hacer que la tela se levantara, cosa que hizo que la joven se alegrara de haber cambiado su vestido por un pantalón decorado por una pieza de cuero que caía desde su cintura. No quiso profundizar mucho en lo que le había sucedido últimamente y el rubio lo entendió, tampoco deseaba hostigarla con cosas que quizás le resultaban desagradables, pero no podía saber qué había sucedido cuando preguntó acerca de su hermano.

—¿Alguna vez hablaste con Loki? —de inmediato, la ojigris creyó experimentar una sensación fría en el pecho—. Sé que su condena dictaba aislamiento total, pero sabiendo que lo apreciabas, ¿alguna vez lo visitaste?

Ella no supo qué responder de inmediato. Frunció los labios y miró al suelo, murmurando monosílabos mientras el fortachón esperaba su respuesta.

—Digamos que no terminó muy bien —confesó tras un momento, finalizando con una sonrisa algo melancólica.

El dios decidió no tocar más el tema y continuaron su camino en silencio. No debía sorprenderle el resultado de aquel encuentro ya que había visto de primera mano el cambio de su hermano, pero en el fondo deseaba que su rencor no afectara otros aspectos de su vida, sobre todo cuando se trataba de su amiga, pero ahora veía que su ira había abarcado todo, sin excepción alguna.

Al estar cerca del Himinbjörg observaron la estructura detenidamente, admirando la labor de los obreros en su reconstrucción y finalmente notando los diferentes detalles que ahora la adornaban. Al entrar la brisa se redujo y divisaron al guardián en su puesto habitual, observando al cosmos.

—Llegan tarde —escucharon decir al moreno, sin girarse.

—La diversión a veces es una carga más pesada que la batalla —se adelantó Thor.

—Entonces estás haciendo mal una de ellas.

Aquel comentario logró sacarle una suave risa al de cabellos dorados.

—Quizás.

—Hace tiempo no cuento con su presencia, Lady Syn —reclamó él, creándole un sentimiento de culpa a la castaña.

—Creo que puedo escudarme en el hecho de que estuve bastante ocupada —replicó ella—. Lamento no haber venido antes.

Pudo escuchar una suave carcajada del guardián, que pudo asociar con que sonrió de lado. Un momento después, y entre el silencio que se había formado, Thor decidió hablar de nuevo.

—¿Cómo están las estrellas?

—Aún brillan. Desde aquí puedo ver nueve reinos y diez billones de almas —Heimdall finalmente se giró a verlos, activando el mecanismo de la cúpula usando la espada—. ¿Recuerdan lo que les conté sobre la Convergencia?

Convergencia. Recordaba vagamente la charla que había tenido con él acerca de ese tema, había sucedido hace siglos, por lo que no debía sorprenderle que se le dificultara recordar cada detalle que aquel evento.

—Sí. La alineación de los mundos —comentó el príncipe, dando unos pasos más cerca de la estructura que se alineaba frente a ellos para permitirles una mejor vista al espacio, el moreno lo siguió—. Se está acercando, ¿no es así?

—El universo no ha visto esta maravilla desde antes de que empezara a vigilar. Pocos pueden sentirla e incluso menos pueden verla, pero si bien sus efectos pueden ser peligrosos... es verdaderamente hermosa.

La joven sonrió. Algo que admiraba de Heimdall era la dedicación que tenía con su labor, cada vez que hablaba de eventos astronómicos se le notaba la pasión que sentía por lo que hacía, y ella adoraba cuando eso sucedía. Era muy agradable escucharlo hablar sobre fenómenos de ese ámbito y podía entenderlo completamente; siglos atrás, llegó a desear haber tenido ese don para ver la belleza del universo como él lo hacía, pero se conformaba con lo que podía apreciar.

Un silencio se formó mientras los tres observaban las nebulosas frente a ellos, provocando que Thor frunciera el ceño.

—No veo nada.

—Quizás no es la belleza que buscas —respondió el de armadura dorada, causando una tenue risa del dios.

—¿Cómo está ella?

La joven no tuvo que pensarlo mucho para darse cuenta de quién se refería, le parecía casi obvio que era la razón por la que había decidido ir a ese lugar en primera instancia. Simplemente sonrió de lado al ver el interés que mostraba por la midgardiana.

—Es bastante inteligente tu mortal. Aún no lo sabe, pero está estudiando la Convergencia —dijo el guardián, dando un paso adelante—. Incluso...

Heimdall calló de repente, lo que preocupó a Thor. Algo parecía estar mal y era más que cierto que el rubio haría algo al respecto si la situación lo ameritaba.

—¿Qué? —inquirió él, frunciendo el ceño.

—No puedo verla.

En efecto, Thor se alertó al escuchar aquellas palabras salir de la boca del guardián

—¿Cómo que no puedes verla? —inquirió la ojigris, compartiendo la preocupación del Dios del Trueno.

—Desapareció —admitió, acentuando su ceño fruncido—. Hace un rato estaba allí y ahora no puedo encontrarla.

Thor procedió a desabrochar su capa, la cual recibió la castaña, permitiéndole alzar su mano para llamar al Mjölnir y hacer que en su cuerpo aparecieran las piezas faltantes de su armadura, incluida su capa roja.

—Llévame al último lugar donde la viste.

El guardián acató la petición de inmediato, acercándose a grandes zancadas a la Hofuth para activar nuevamente el mecanismo de la cúpula que le permitiría llevarlo a Midgard. La ojigris envolvió la tela en su antebrazo mientras llegaba a una posición segura al lado de las escaleras, donde vio al rubio siendo succionado por las luces del puente. Respiró hondo al verse a solas junto al moreno, quien permanecía en silencio mientras cerraba el Bifröst; no sabía exactamente qué decir, pero tampoco era su intención llegar a distraerlo en su labor. No obstante, él decidió adelantarse.

—Imagino que tu visita se debía a algo más que el deseo de hablar conmigo —analizó el guardián, manteniendo parte de su atención en lo que sea que estuviera haciendo Thor.

—Supongo que no tengo por qué repetir lo que me ha sucedido, sería desperdiciar mi voz ya que todo lo ves —comentó ella—. Quizás sólo quería despejar mi mente, igual que antes.

—Y de todos modos siempre hay algo que te impide estar en paz —añadió él, la castaña concordó mientras se sentaba en uno de los escalones—. Sé que no soy la persona más indicada para señalar esto, pero estoy seguro de que ambos sabemos a qué caso se asemeja su situación, Lady Syn.

La joven exhaló con pesadez.

—Me temo que sí.

Detestaba pensar en la posibilidad, pero no podía evitar asemejar su situación a lo que se decía de aquella pelirroja condenada a las mazmorras desde hacía más de un milenio. Las malas lenguas decían que la pobre mujer sufría de ataques que luego juraba no haber hecho, al principio leves y con daños mínimos, hasta llegar al que desató la furia del Padre de Todo y le dio las razones suficientes para ordenar su encierro por la eternidad. Esos pequeños incidentes habían presagiado algo mayor, y temía que ese fuera su caso.

Estuvo pensativa por un rato, no supo con exactitud cuánto tiempo estuvo evaluando su situación y sólo reaccionó cuando el mecanismo de la cúpula se activó nuevamente. Imaginaba que el rubio había tenido novedades sobre su amada, así que se puso de pie para recibirlos, o escuchar la preocupación del príncipe al no tener una respuesta. Tuvo que dar un salto repentino a su izquierda para evitar ser golpeada por un extraño objeto que había sido absorbido por el Bifröst, pero justo tras este aparecieron dos figuras, era imposible no reconocer la más grande, pero su curiosidad se despertó al ver a la mujer notoriamente más baja que el Dios del Trueno observando todo con una gran sonrisa en el rostro.

—Tenemos que hacer eso de nuevo —dijo ella, girando lentamente hasta encontrarse con ambos—. Hola.

Heimdall fue quien dio un paso adelante, recibiendo a la midgardiana con una sonrisa ladina.

—Bienvenida a Asgard.

Thor se acercó a la mortal con precaución, posando su mano en su espalda para que se acercara a pesar de estar casi congelada de la impresión.

—Jane, ellos son mis amigos, Heimdall y Syn.

Fue el turno de la castaña para dar un paso al frente, sonriéndole a la mujer que había logrado domar al Poderoso Thor.

—Es un placer conocerla finalmente, Jane Foster.

























Resultaba que la mujer había enfermado, pero no era algo que el rubio hubiera visto anteriormente en la Tierra o en otro lugar, por ello había decidido traerla. La castaña decidió acompañarlos al Salón de Sanación, puesto que también sentía un poco de curiosidad por lo que le sucedía a la mortal, además, según lo poco que le había contado el rubio, podría ser útil si resultaba algún inconveniente.

Al llegar con las sanadoras, casi de inmediato acudieron al rubio y llevaron a Jane al lector de almas al escucharlo describir lo que sucedía. La mujer lucía asombrada con todo lo que le rodeaba, imaginaba que en Midgard todo era muy distinto, pero no sabía cuánto hasta que Jane dudó hasta recostarse en la placa del lector. La castaña se posó cerca al príncipe, pero mantuvo la distancia suficiente para no estorbar y a la vez tener una vista decente; casi le causó gracia la curiosidad de la mujer por el artilugio, al menos hasta notar una especie de masa roja recorriendo su cuerpo en la proyección.

—Eso no es de la Tierra, ¿qué es? —escuchó a Thor.

—No sabemos, pero no sobrevivirá a la cantidad de energía que fluye dentro de ella —respondió la sanadora con la que hablaba, terminando por bajar la mirada y alejarse.

Intercambió una mirada preocupada con el áss, pero ambos se mantuvieron en silencio.

—¿Lady Syn? —dijo una de las sanadoras a su derecha, la ojigris se giró a verla—. ¿Puedo hablar con usted un momento?

Frunció el ceño ante tal petición, sobre todo por el tono ambiguo con que lo había dicho, pero terminó aceptando. Siguió a la mujer de cabellos claros hacia la salida para hablar con mayor tranquilidad; allí se encontró con una expresión de preocupación en la mujer que no sabía muy bien cómo interpretar, además podía notar que apoyaba con fuerza una de las tablas que solían usar para los registros de lo que veían en el lector de almas para analizarlo de forma exhaustiva, si la situación lo ameritaba.

—¿Sucede algo? —inquirió la joven, queriendo ir al grano.

—Mi Lady, es posible que lo que le diré suene descabellado y es muy probable que sólo sea mi imaginación, pero creo que es prudente que sepa su diagnóstico —confesó ella, accionando la tabla—. Me resultó muy extraño que Eir la dejara ir cuando estuvo presentando malestares, y aunque ella decía que no hacía falta, quise examinar su resultado.

Extendió el objeto, permitiéndole ver la proyección a pequeña escala de su cuerpo. A sus ojos todo parecía normal y no entendía muy bien qué era lo que le perturbaba.

—A simple vista no se ve nada, pero si se mira de cerca —accionó de nuevo el aparato, acercando la imagen—. Puede ver que algo se mueve, además de usted misma.

Syn aguzó la vista, intentando ver a qué se refería, pero sólo notaba los mismos puntos dorados moviéndose en la figura.

—No logro ver nada.

La sanadora comenzó a buscar otro diagnóstico, mostrándolo a la par con el de ella. Escucharon pasos firmes acercándose y al ver de dónde provenían la mujer desvaneció lo que estaba haciendo para inclinarse ante el Padre de Todo, la castaña repitió la reverencia, esperando a que el hombre de cabello blanco llegara a su destino que, curiosamente, era la habitación donde estaba Thor. Al ver que el Rey les daba la espalda, la sanadora mostró de nuevo las proyecciones; si bien al principio le parecían iguales, al mirar más de cerca pudo diferenciar que el suyo parecía más claro cada cierto tiempo, como si la luz de los puntos aumentara por un instante y regresaban a la normalidad.

—¿Puede verlo? —la castaña asintió, frunciendo el ceño—. No es mi intención entrometerme, pero ¿es posible que hubiera algún residuo de magia en su cuerpo cuando se realizó el examen?

—Yo... —comenzó a decir, pero calló al no tener idea de lo que iba a decir—. No estoy muy segura.

La de cabellos claros iba a responderle, pero un extraño sonido acompañado de una brisa las distrajo, de inmediato se dieron cuenta de que todo provenía del lugar donde estaba la mortal, y la mujer tuvo que acudir de inmediato para ver lo que sucedía.

La castaña quedó estática en su lugar, pensando en las palabras de la sanadora, ¿residuos de magia? ¿era eso lo que había sucedido, usó un hechizo en sí misma sin querer? ¿Era siquiera posible?

No se dio cuenta de lo que sucedía hasta que el príncipe posó su mano en su hombro y la joven se estremeció del susto que le dio. Thor frunció el ceño ante su reacción y apartó su tacto.

—¿Todo en orden?

Ella tardó un momento en reaccionar, pero terminó asegurándole que estaba bien, aunque la ausencia de color en su rostro decía lo contrario. Con rapidez acordaron hablar en la mañana y encontrarse en los jardines; Odín parecía saber lo que sucedía con Jane, así que irían con él, la joven lo entendió y los observó irse, casi al instante su mirada se perdió al pensar nuevamente en las palabras de aquella mujer. Sabía que debía intentar algo, la Reina Frigga también se lo había dicho, pero estaba aterrada con lo que podía resultar de su intento de hallar respuestas a lo que le sucedía. No estaba segura de cómo debería proceder si resultaba ser más que un hechizo mal ejecutado.

Bueno gente, tengo una pregunta seria para hacerles: ¿les gusta que los capítulos sean largos o prefieren que sean cortos como en el primer acto? Lo digo porque quizás les resultan tediosos siendo tan largos y quiero saber qué piensan.

Nos metimos de cabeza a TDW y se van revelando cosas 👀 He leído sus comentarios y muchos han acertado, pero aún andan tibios en algunas cosas, ¿qué han modificado en sus teorías tras este capítulo?

Haré lo posible por actualizar mínimo cada 15 días, pero no puedo prometer nada 😅 nunca se sabe qué inconvenientes traiga el estudio. También he visto que hay nuevos lectores, y si bien no he respondido a muchos comentarios, quiero darles la bienvenida, y espero que estén disfrutando esta historia.

Por cierto, y olvidé mencionarlo el capítulo pasado. Las palabras áss y ásynja significan dios y diosa, respectivamente. 🙌

¡Nos leemos luego!

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