XVIII
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CAPÍTULO 18
El exilio
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Tras dejar a Fandral en el Salón de Curación con la compañía de Sif, los guerreros restantes y la castaña se dirigieron al salón donde estos solían descansar y pasar momentos de su tiempo libre, tomaron asiento y Hogun comenzó a revisar la lesión en el brazo de Volstagg. La curiosidad de la ojigris no tardó mucho en aparecer y pensó un poco antes de hacer la pregunta que le daría a conocer lo que había sucedido en el Reino de los Jotnar. Creyó que no responderían, o lo harían de mala gana, pero el guerrero pelirrojo le respondió con suma tranquilidad y haciendo énfasis en algunos detalles, supo que el rubio había sido apuñalado por una esquirla de hielo y él había sido lastimado por la temperatura que poseía la piel de los Gigantes.
Unos momentos más tarde volvieron los guerreros faltantes, Fandral estaba vendado y tanto Sif como él habían cambiado sus vestimentas, la pelinegra se sentó en el mismo sofá donde estaba la castaña y entregó algo a Hogun, quien había remangado la tela del brazo de su compañero para observar mejor el área afectada. Permanecieron en silencio hasta que Loki apareció por la puerta y se acercó a ellos, quedándose de pie y luciendo algo nervioso; más temprano que tarde se percataron que el príncipe mayor no aparecía y ante el sepulcral silencio del menor, Volstagg se atrevió a preguntar:
—¿Dónde está Thor?
El pelinegro bajó la mirada y comenzó a jugar con sus manos, aumentando la incertidumbre al tardar unos segundos en hablar.
—Mi hermano... no volverá —levantó la mirada, observando a los presentes—. Un guardia le avisó a Padre acerca de nuestro paradero y al volver entabló una conversación con Thor, fue muy severo con él y debido a eso —guardó silencio un momento—, decidió enviar a Thor al exilio.
Los presentes se voltearon a verlo con los ojos abiertos, atónitos. Loki se volteó con una expresión neutra en el rostro mientras los demás bajaron la mirada sin saber qué decir; la noticia asombró a todos en distintas formas y en sus cabezas sólo podían aparecer dudas respecto a lo que sería del paradero de Thor. ¿Vanaheim? ¿Alfheim? ¿Midgard, quizás? ¿Cómo sería recibido? ¿Lo reconocerían?
Sin embargo, aquellas preguntas no podrían tener una respuesta rápida. Sólo les quedaba aceptar a regañadientes la situación y pedir a las Nornas la mejor de las suertes para el Dios del Trueno. No podían hacer nada que hiciera que el Padre de Todo cambiara de opinión.
—Nunca debimos dejarlo ir —se atrevió a decir Volstagg, con culpa en su voz.
—No había forma de detenerlo —respondió Sif, razonando e intentando apaciguar la culpa que probablemente sentía el resto.
—Bueno, sólo fue desterrado, no está muerto —añadió Fandral, tratando de ver el lado positivo—. Lo que habría pasado con todos nosotros si el Guardia no le hubiese dicho a Odín sobre dónde habíamos ido.
En la quietud del lugar se escuchó el siseo del guerrero robusto, producto de la sensación provocada por el ungüento –entregado minutos atrás– que Hogun comenzó a aplicar en la zona de su brazo afectada para aliviar su dolor y ayudar con su proceso de curación.
—¿Cómo lo supo el guardia? —inquirió el pelirrojo con el ceño fruncido debido al ardor en su extremidad.
—Yo le dije —admitió Loki, ganándose de nuevo las miradas de los guerreros y la castaña, que se había mantenido callada desde poco antes que él llegara. Le observaban estupefactos, pero en su rostro no se mostraba expresión alguna.
—¿Qué? —reaccionó el rubio.
—Le dije que fuera con Odín en cuanto nos fuéramos, es una lástima que se haya tomado tanto tiempo. Nunca debimos llegar a Jötunheim.
—¡¿Le avisaste al guardia?! —exclamó Volstagg, sin poder creer lo que el menor había hecho.
—Salvé nuestras vidas, y la de Thor —se defendió—. No tenía idea de que Padre lo desterraría por lo que hizo.
Sif se puso de pie con rapidez para acercarse al pelinegro, quien la observó con severidad a pesar que ella trataba de dirigirse a él con calma.
—Loki, debes ir con el Padre de Todo y convencerlo de que cambie de opinión —dijo ella, usando el tono más amigable que pudo sacar de su interior para convencerlo.
—Si hago eso, ¿entonces qué? —escupió, alarmando a la castaña que escuchaba todo esperando el momento adecuado para hacer algo—. Amo a Thor más que cualquiera de ustedes, pero saben cómo es él, es arrogante, es imprudente y es peligroso, ustedes vieron como actuó hoy. ¿Eso es lo que Asgard necesita para su Rey?
El Dios de las Travesuras no dio oportunidad para que la guerrera respondiera, se giró y salió de la habitación ante la mirada de Sif. La castaña se atrevió a ponerse de pie y seguir a Loki, llamando la atención de los guerreros; Syn estuvo notando en todo aquel rato que la actitud del pelinegro era extraña, jugaba y observaba sus manos constantemente, además de mostrarse algo inquieto. Quizás le afectaba lo sucedido con Thor o tal vez había sucedido algo en Jötunheim que los demás no habían notado, ella quería saberlo e intentaría hacer que le dijera, mas no esperaba tener éxito.
—¿Loki? —lo llamó, esperando que se detuviera y aceptara hablar con ella. Caminaba rápido, por lo que tuvo que tomar las telas de su vestido y acelerar el paso para alcanzarlo—. Loki —insistió, él se detuvo y se giró en su dirección intentando parecer sereno—. ¿Está todo bien?
—¿A qué se debe tu pregunta? —inquirió él, enarcando una ceja.
—Lo noto algo extraño Príncipe Loki, como su amiga creo que tengo derecho a saber qué le aqueja, para así ayudarle a encontrar una solución.
Loki sonrió de lado, observando a la castaña de pies a cabeza y terminando por centrarse en sus ojos, donde se quedó unos segundos antes de responder.
—Estoy bien, Syn.
—¿Seguro? —dudó—. ¿Sucedió algo en Jötunheim que haya logrado afectarle?
El Dios de las Travesuras hizo una mueca mientras negaba con la cabeza, restándole importancia a la notoria preocupación de la castaña.
—Estoy bien —repitió—. Sólo iré a tomar un poco de aire. Puedes quedarte con los demás otro rato o puedes volver a casa, descansa un poco.
La castaña asintió con lentitud, sin confiar con plenitud en su palabra pero sabiendo que no admitiría nada.
—¿Lo veré luego, Alteza? —Loki sonrió con labios sellados una última vez.
—La veré mañana, Lady Syn.
El menor giró sobre sus talones y continuó su camino, dejando a la ojigris de pie a la mitad del pasillo. Ella hizo lo mismo, decidiendo regresar al salón con los guerreros, quizás ellos habían visto algo y si hacía las preguntas correctas estarían dispuestos a decirle. Escuchó el eco de sus voces cuando estuvo lo suficientemente cerca, y al procesar sus palabras no vio conveniente entrar; simplemente se quedó afuera, escuchando lo que parecía ser una especie de paranoia colectiva.
—Deberíamos estar agradecido, él salvó nuestras vidas —esa era la voz de Volstagg.
—Laufey dijo que había traidores en la Casa de Odín —se sorprendió al identificar la voz de Hogun, pero lo que más sorpresa le causó fueron sus palabras—. Un maestro de la magia podría traer a tres Jotnar a Asgard.
Syntherea frunció el ceño. ¿Se referían a Loki? «No, él no sería capaz de hacer tal cosa», pensó ella en el momento de silencio que hubo, pero incluso se formó esa misma duda en su cabeza.
¿Acaso fue Loki quien trajo a los Gigantes?
—Loki siempre amó las bromas pero lo que insinúas es algo completamente diferente —trató de argumentar el de cabello rubio.
—Sólo piénsalo —continuó el vanir—, conoce todo tipo de hechizos, ¿qué le impide traer enemigos y arruinar la celebración de su hermano? Si es cierto lo que Sif dice, pudo hacerlo por celos.
—¿Pero sabotear la coronación de Thor?
—Pudo ser alguien más —habló Volstagg—. Loki no es el único con acceso a magia.
De nuevo, silencio. La castaña comenzaba a sospechar el rumbo que tomaba esa charla, y no le gustaba en lo más mínimo.
—¿Te refieres a...?
—Sí.
—Estás perdiendo la cordura —intervino Sif.
—¡Claro que no! —se defendió el pelirrojo—. Estoy seguro que ella haría cualquier cosa por él, incluso algo de esa magnitud.
—Syn aprecia a Loki, pero estoy segura que no está tan cegada para hacer algo así. Además, ¿qué motivos tendría para hacer algo así? Thor es su amigo también.
La sangre de la ojigris comenzó a hervir poco a poco en sus venas y en un arrebato de confianza tomó la iniciativa y entró en aquella habitación antes que difamaran aún más su nombre.
—¿De verdad piensan tan mal de mí? —inquirió con severidad, llamando la atención de los guerreros y haciendo que voltearan a verla de pie en el umbral—. Podría hacer muchas cosas con mi conocimiento en magia, pero sabotear una coronación no está en la lista.
Volstagg se puso de pie, acercándose a la castaña con rapidez y aún teniendo la expresión de sorpresa en el rostro.
—Mis disculpas Lady Syn, pero debe entender que sospechamos de este repentino ataque. De verdad no era mi intención ofenderla.
—¿Qué argumentos tienen para pensar tal cosa? ¿Es sólo por su percepción de celos por parte de Loki hacia Thor?
—Tenemos derecho al beneficio de la duda —se defendió la pelinegra, acercándose también—, no sabemos si fue pura coincidencia o tenemos la razón al pensar que fue Loki quien planeó esta intrusión y tú estás en negación debido a lo que sientes por él.
Syntherea no supo qué responder ante las palabras de Sif, había quedado completamente en blanco mientras en su cabeza se repetía la oración que salió de su boca, ¿y si tenía razón?
—Lady Syn —se atrevió a hablar Hogun—, ¿existe alguna posibilidad de burlar a Heimdall y entrar al Reino usando magia?
La castaña desvió la mirada un momento, comenzando a pensar con rapidez una respuesta, la cual no pudo encontrar.
—No lo sé —respondió, negando levemente con la cabeza.
Dio media vuelta y salió de nuevo, dejando a los guerreros sin oportunidad alguna de hacer otra pregunta. Tomó las escaleras para salir del palacio sin prestar mucha atención a su alrededor, su cabeza estaba vuelta un completo desastre y muchas dudas se formaban debido a lo que había escuchado por parte de los guerreros.
¿Y si tenían razón respecto a lo del ataque, sobre Loki y todo? Si la tenían, ¿qué clase de hechizo había usado para lograr burlar al Guardián? Ella tenía casi el mismo conocimiento que él y jamás había visto magia como esa. Muy dentro de ella creía saber la respuesta, pero su corazón se rompería si tenía razón.
La verdad era muy dolorosa para aceptarla, lo que la llevaba a pensar que quizás Sif tenía razón; estaba en negación y sus sentimientos por Loki eran los causantes de ello.
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