XIX
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CAPÍTULO 19
Rey de Asgard
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Las palabras de la Diosa de la Guerra continuaron dando vueltas por la cabeza de la castaña a pesar de intentar restarles importancia. Su mente insistía en repetir una y otra vez las acusaciones hechas por los guerreros, logrando que algo de aquel tema no le cuadrara completamente; creía que ellos le habían contagiado su paranoia, a pesar de que una parte de ella les diera la razón. Ella conocía a Loki un poco más que ellos, pero mucho menos que Thor –y el pobre estaba desterrado a saber dónde, por lo que no sería de mucha ayuda– así que debía guiarse por lo que a su parecer era verdadero, pero nada le quitaba importancia a las dudas en su cabeza.
Su inquietud la mantuvo despierta casi toda la noche, mientras daba vueltas en la cama comenzó a pensar todo tipo de cosas y sólo pudo conciliar el sueño cuando comenzaba el amanecer, con la mala suerte de ser despertada por su padre pocas horas después. Aaren notaba que algo le perturbaba, lo supo ante su actitud pensativa y su carencia de palabras cuando días antes despertaba con una sonrisa en el rostro y mantenía una corta charla con él de cualquier tema. Le preocupaba que algo pudiera haberle sucedido en el tiempo que estuvo con los príncipes y sus amigos, pero confiaba en que si algo había sucedido, le diría.
Un rato más tarde, padre e hija fueron con Ekanna, puesto que la rubia les necesitaba a ambos para realizar cambios en la colección que exponía en su taller; Aaren le ayudaba a cambiar la organización de sus figuras de metal y madera junto a algunas mesas para darle un poco más de espacio y ordenar mejor lo viejo de lo nuevo. En todo ese rato los mayores fueron quienes mantuvieron conversaciones cortas mientras preparaban todo; la castaña se limitaba a recoger retazos del suelo y colocarlos en una canasta para limpiar un poco el lugar, también doblando y apilando las telas e incluso juntando las prendas viejas para una mayor comodidad. No pronunciaba ni una palabra pero su labor mantenía su mente ocupada, al menos hasta que escuchó a la rubia dirigiéndose a ella.
—¿Qué tal todo ayer, Syn?
La ojigris levantó la mirada, viendo a Ekanna sonriéndole con calidez mientras esperaba su respuesta.
—Uhm bien, supongo. ¿Por qué?
—Por nada, es sólo que... —la vio respirar hondo, provocando que se tensara levemente—, escuché un rumor por ahí. Decían que Thor había sido desterrado anoche.
Syntherea bajó la mirada un momento, acomodando un mechón de cabello que había escapado de su recogido y posándolo tras su oreja, respiró hondo y encaró de nuevo a la mujer a unos metros de ella. No había razón para mentirle ni cambiar el tema, suponía que tenía derecho a saberlo, así que procedió a decir:
—Lo fue —admitió.
—¿Cómo? —intervino Aaren, frunciendo el ceño—. Horas atrás estuvo a punto de ser coronado Rey, ¿por qué lo han desterrado?
—Incumplió un mandato de Odín; fue a Jötunheim sin permiso, el Rey se dio cuenta y lo trajo de vuelta sólo para exiliarlo.
—No me sorprende que haya sido insolente —el hombre arqueó una ceja, apoyando las manos en la mesa—, pero siento que te estás guardando algo.
Un leve nudo se formó en su garganta, teniendo un presentimiento de que algo le diría cuando confesara.
—Sus amigos lo acompañaron, al igual que su hermano.
—Dime que tú no fuiste —pidió Ekanna, algo afectada al imaginarse a la joven en un lugar tan helado y hostil como la tierra de los Jotnar.
—No lo hice, me quedé esperando a que regresaran.
Vio que su padre respiró hondo y tomó la iniciativa de acercarse, el nudo que tenía en la garganta se hizo aún más notorio cuando la miró a los ojos y reconoció la expresión protectora que siempre adoptaba en su rostro cuando iba a decirle algo importante o que le preocupaba.
—Mi niña, sé que ya eres mayor y que has escuchado esto de mi parte un montón de veces, pero necesito que tengas cuidado. No sé qué sería de mí si algo te pasara.
—Lo sé padre, he tenido y seguiré teniendo cuidado, lo prometo.
Aaren sonrió de lado y terminó por abrazarla por unos segundos. Confiaba en ella –a diferencia de siglos atrás, cuando la consideraba mucho más indefensa que ahora–, pero como todo padre temía por su bienestar y sentía que debía recordárselo para que siempre lo tuviera presente.
Ella sabía cuidarse, pero debía estar preparada para todo tipo de cosas.
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Cuando cumplió con ayudarle a la rubia, la ojigris se tomó un momento para ir al palacio. A pesar de tener una gran duda atormentándola, no podía faltar a su palabra; iría un momento y saludaría a Loki, preguntaría cómo se encontraba, quizás leería algún libro y volvería a casa. Era más fácil planearlo que hacerlo, pero haría su mejor esfuerzo. En su camino a la biblioteca, donde solía esperarla, se encontró frente a un Einherjar, quien tenía su mirada fija en ella y sin dudar le dio a conocer la petición que le habían hecho a primera hora.
—Lady Syn, el Rey solicita su presencia —dijo él en tono autoritario, haciendo que la castaña frunciera el ceño levemente y terminara por asentir para dar media vuelta e ir hacia el salón del trono.
Se sentía confundida, ¿por qué la necesitaría el Rey? ¿Había hecho algo mal?
A su parecer no había hecho algo que ameritara un llamado de atención o algo por ese estilo, Heimdall se lo había dicho, así que no podía ser nada que pudiera perjudicar su bienestar o libertad, pero de todas formas estaba sumamente nerviosa. Quizás traería a colación su presencia en el Himinbjörg justo cuando sus hijos estaban en Jötunheim, pero no estaría tan segura hasta escuchar lo que tenía por decirle. Entró a la Sala del Trono con la mirada baja, avanzando con el corazón retumbándole en los oídos y al estar frente al trono hizo una reverencia.
—¿Deseaba verme, Majestad? —dijo ella, anunciando de cierta forma su llegada.
—Por supuesto, Lady Syn —dijo una voz bastante conocida, muy diferente a la que conocía del Padre de Todo—. Es justo la persona que esperaba ver.
La castaña frunció levemente el ceño antes de levantar la cabeza y encarar al hombre que había hablado. Tal fue su sorpresa al ver a Loki de pie, vestido con su conocida armadura y capa, luciendo orgullosamente su casco de cuernos y sosteniendo la Gungnir con firmeza, que se quedó sin palabras; sólo pudo acertar en separar levemente los labios y observarlo de pies a cabeza.
¿Qué había sucedido y dónde estaba el Padre de Todo?
El azabache rió con suavidad al ver el estado de estupefacción de la joven y bajó las escalas para acercarse hasta tenerla de frente, una sonrisa burlona estaba plasmada en su rostro y en sus ojos había un brillo malicioso que le hizo tensarse.
—¿Sucede algo? Estás algo pálida —dijo él al tenerla a menos de un metro de distancia. La castaña reaccionó al tenerlo tan cerca, cerró los ojos un segundo para centrarse en la realidad.
—¿Qué le sucedió al Padre de Todo? —se atrevió a preguntar, la expresión del ahora Rey se endureció un poco.
—Padre ha caído en el Sueño de Odín y como Thor se ha ido, el trono recae en mí —explicó él—. Al menos hasta que Padre despierte.
La sonrisa con la que finalizó la oración hizo que un escalofrío recorriera la espalda de la joven. Sentía que había algo que no encajaba en todo eso y Loki se comportaba un poco más raro que el día anterior, parecía estar tomándose muy bien el hecho de que su hermano estuviera desterrado y su padre dormido, cosa que hizo que sus dudas fueran aún más fuertes.
—Ya veo —murmuró—. Entonces, ¿necesitabas decirme algo?
—Por supuesto. Quería excusarme, puesto que no podré reunirme contigo como acostumbramos, al menos hasta nuevo aviso —la castaña asintió ante sus palabras, haciendo que sonriera de nuevo—. Pero tienes permiso de quedarte cuanto quieras en la biblioteca, puedes ir cuando te plazca y llevarte los libros que desees.
Syn sonrió por cortesía, moviendo levemente la cabeza y sintiendo una extraña presión en el pecho.
—Es muy generoso de su parte, Mi Rey. Se lo agradezco.
El azabache sonrió y le dio permiso de retirarse antes de darle la espalda para volver al trono, la castaña imitó su acción y volvió por el camino donde había llegado. No tenía rumbo alguno, se movió por pasillos al azar mientras pensaba en lo que acababa de ocurrir; estaba desconcertada con la actitud de Loki, era como si estuviera escondiendo algo e intentaba aparentar que todo estaba bien, incluso con lo que había sucedido con su familia. Se sentía mal por dudar de él, pero la situación era muy confusa y no había nadie que pudiera aclarar sus dudas... o quizás sí.
Recordó cuando Heimdall había hablado el día anterior y la forma en que había mirado a Loki al referirse a la entrada furtiva de los Gigantes de Hielo, probablemente sospechando de algo; sabía que el Guardián era sabio y tenía conocimientos de magia –quizás de todo tipo–, por lo que creía buena idea preguntarle al moreno de manera indirecta si sabía algo del ataque o si tenía información que fuera de ayuda, aún si esto afectara el concepto que tenía de Loki.
Finalmente tomó la decisión de ir con el moreno; usó un hechizo para tomar una forma de ave y llegar con más rapidez al puente arcoíris, sin embargo no aterrizó cerca de la cúpula dorada. Se tomó un momento para caminar y pensar qué le diría a Heimdall, vio el puente iluminándose en el lugar donde posaba sus pies y jugó con la tela que se cernía sobre su hombro derecho, estaba nerviosa y sabía que debía disimularlo, pero no podía evitar sentirse así.
Heimdall estaba dándole la espalda, observando por el espacio abierto del Himinbjörg pero estando sumamente atento a su alrededor, probablemente la había visto caminar en su dirección desde un rato atrás y esperaba no haber sido muy evidente.
—Lady Syn —saludó él, aún sin voltear a verla—, no esperaba su presencia.
La castaña respiró hondo, manteniendo la compostura mientras estaba en presencia del Guardián.
—Necesitaba despejarme, creí que este sería un buen lugar para hacerlo —declaró con la mayor serenidad que pudo aparentar—. ¿Puedo quedarme?
—Ya ha estado aquí con anterioridad, sería descortés de mi parte decirle que no.
La joven sonrió con suavidad y avanzó hasta el espacio abierto, sentándose en el suelo para ver el infinito en todo su esplendor. Respiró hondo, sintiendo un nudo en el estómago que le demostraba lo nerviosa que estaba, por consecuente, un montón de dudas se formaron en su cabeza de nuevo y comenzó a dudar en hablar con el moreno sobre aquel tema tan reciente. No lo creía tan conveniente y pensaba que incluso sería osado; estaba comenzando a arrepentirse de haber ido allí, quizás debió pensarlo mejor, pero no había vuelta atrás, menos cuando él ya había notado que algo la perturbaba.
—¿Desea preguntarme algo, Lady Syn? —inquirió él, sacándola de sus pensamientos y haciéndole desear que se la tragara la tierra.
—¿Tan evidente es? —rió con nerviosismo mientras comenzaba a jugar con sus dedos—.Tengo algunas dudas y pensé que quizás usted podría responderlas, si se le es permitido y desea hacerlo, claro.
Heimdall permaneció inmutable, pensó que quizás le había molestado y la sacaría de la cúpula, mas al escuchar un permiso salir de su boca, tuvo que tomar valor para formular la pregunta.
—¿Crees que Loki trajo los Jotnar a Asgard?
En su voz se notaba el temor, el cual iba creciendo a cada segundo que el Guardián no respondía.
—Loki es astuto, pero durante siglos nadie ha burlado mi vista; ese tipo de magia desapareció hace más de un milenio —dijo él—. Sé que la Reina le ha enseñado lo que sabe, pero estoy seguro que ella no compartiría tal truco aún si lo supiera.
—Magia —murmuró la castaña—. ¿Qué tipo de magia, Heimdall?
—Oscura —reveló él—. Eran pocos quienes usaban ese hechizo y su legado desapareció completamente durante la guerra con Vanaheim, donde desaparecieron la mayoría de sus libros, o fueron quemados.
Con esas palabras la joven comenzó a atar cabos, dándose cuenta de algo que le dejó el alma a los pies. El moreno hablaba de magia y un legado desaparecido, también de la guerra entre Asgard y Vanaheim, lo que la llevaba de lleno al día en que encontró los libros de las brujas y le mostró uno de ellos al príncipe menor. Sin embargo, ella lo había tomado y llevado de vuelta a casa, ¿o no?
Syn terminó por guardar silencio por un rato, tomándose un tiempo para cavilar la situación y arreglárselas para salir de la cúpula un rato después, despidiéndose del Guardián.
Decidió ir a casa primero, debía saber si su muy descabellada teoría era verdadera y para ello necesitaba buscar de nuevo el libro. Usó su hechizo para cambiar a la forma de ave y llegar con rapidez a su hogar, notando vagamente que su padre no estaba; abrió la puerta y entró casi corriendo rumbo a su cuarto, donde ubicó el cofre de madera y lo abrió para sacar algunas prendas, encontrando ambos libros entre las telas.
Dudó un momento antes de tomarlos y echarles un vistazo, pero recogió valor para sacarlos y abrir la tapa dura de ambos; uno de ellos era el original, mientras que el otro era sospechosamente distinto a pesar que su apariencia era la misma que recordaba, al revisar sus páginas notó que era una novela, no el libro de magia, confirmando lo que había surgido en su mente. Deshizo el hechizo que alteraba la apariencia del ejemplar y sintió que algo se desmoronaba en su interior.
Colocó el contenido que había sacado de vuelta en el cofre y lo cerró. Se sentó en el borde de su cama con la obra falsa en su regazo; estaba sumamente consternada con lo que estaba sucediendo y creía su deber tener que recuperar lo que había encontrado semanas atrás. Tomó la iniciativa y decidió ir de nuevo al palacio, aquel libro era su boleto perfecto para disimular su llegada, y no perdería la oportunidad. Tomó un rumbo decidido a la estructura dorada, caminando con la mayor tranquilidad que pudo y yendo por la ruta que acostumbraba tomar.
Al llegar a la biblioteca se apoyó en la gran puerta, sintiéndose pequeña en aquel lugar. De repente estaba sumamente nerviosa, quizás hacer lo que quería no estaba del todo bien, pero podría ser lo correcto para evitar que los problemas se incrementaran. Dejó el libro en la mesa del centro junto a otros que habían dejado allí, respiró hondo antes de recordar y ejecutar un hechizo para intentar encontrar el ejemplar que le faltaba. Posó su mano sobre la pila de libros, dándole paso a una onda verdosa que pasó lentamente por cada rincón de aquel lugar en busca del segundo tomo. Fue paciente mientras la magia surtía efecto y resopló cuando no pudo encontrar nada. Ese había sido el último lugar en que lo había visto, probablemente había sido muy ingenua al pensar que seguiría allí, pero fue aterrador pensar en entrar furtivamente a la habitación del príncipe menor y arriesgarse a ser descubierta.
Sin embargo, debía tener corazón para enfrentarse a cosas así. Debía afrontar el dolor en su pecho y darse cuenta que Loki de cierta forma la había usado, que gracias a ello Thor había sido desterrado y que la culpa recaía en ella también.
Usó magia para hacerse invisible y salir de la biblioteca; afortunadamente el guardia que estaba en el pasillo estaba dándole la espalda a la puerta, ventaja que aprovechó para tomar las escaleras y subir a las habitaciones. Recordaba vagamente el camino hacia los aposentos de Loki, pero su mente lograba guiarla cuando reconocía el lugar donde pasaba. Escuchó un tenue eco a través del pasillo, reconociendo la voz de Loki casi de inmediato, llevándola a pensar en dar la vuelta y alejarse antes de ser descubierta, mas al escuchar la voz de la Reina Frigga decidió acercarse e identificar la habitación en la que se encontraban. Se acercó a las puertas y agudizó el oído en cada una esperando encontrar la fuente de las voces, sin éxito alguno. Sólo quedaba la habitación de Loki y la que suponía era de Odín al fondo. Tuvo el miedo a flor de piel cuando le prestó atención a los aposentos del menor, sintiendo algo de alivio al notar que la conversación no provenía de allí. Lo que le dio vía libre para entrar con precaución.
Sintió una extraña sensación al observar de nuevo la habitación, aquellos recuerdos del cumpleaños de Thor estaban presentes en su cabeza y no pudo evitar sentir de nuevo aquella vergüenza al detenerse en la cama cubierta con sábanas de seda verde, sin embargo, no era el momento adecuado para revivir experiencias pasadas. Respiró hondo antes de llevar a cabo el hechizo y pidió a los Dioses que estuviera equivocada mientras el destello verdoso recorría la amplia habitación del príncipe, pero sus súplicas fueron hechas en vano.
Su magia había encontrado lo que buscaba, mostrándole el libro puesto visiblemente sobre una mesita acompañado de otros dos, pero siendo reconocible gracias al aura verdosa que lo rodeaba; con el corazón latiéndole en los oídos se acercó, tomándolo en sus manos y notando que su apariencia era distinta. A simple vista parecía un volumen literario de los muchos que abundaban en la biblioteca, aparentando ser inofensivo. Bastó un simple movimiento de su mano para revertir el hechizo que lo camuflaba, revelando la tapa oscura que tanto temía encontrar. Sintió que su alma caía al suelo con tal descubrimiento; claro que dolía, había puesto su confianza en él y la había usado. No sabía cómo pensar de Loki tras eso y lo peor era que Sif tenía razón, estuvo en negación, lo que la hizo sentir peor que antes.
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