
IV
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CAPÍTULO 04
Cabeza dura.
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Las cosas habían cambiado un poco. Syn se acostumbró a entrar al jardín usando la entrada y no metiéndose entre los arbustos por tratar de evitar a algún Einherjar que pasara por ahí, ahora incluso los saludaba y ellos le sonreían de vuelta. Todavía sentía algo de incomodidad y temor para acercarse al palacio, así que el príncipe y ella decidieron convertir el rosal en su punto de encuentro, allí solían pasar horas leyendo cuando Thor no estaba presente –y cuando al pelinegro no se le ocurría jugar con ella o hacer bromas, tanto a la pobre chiquilla como a los guardias o personas que pasaban–; claro que cuando el mayor estaba las cosas eran algo distintas, aún no se atrevía a jugar con ella, pero aceptó hacerle una interpretación de las victorias de su padre e incluso de su abuelo para incluirla en sus actividades, además de que le gustaba ver su cara de asombro al contar las historias con todo lujo de detalles –o al menos los que alcanzaba a recordar– junto a Loki.
Sin embargo, había algo que a la chiquilla no le agradaba del todo, y era que siempre era el rubio quien tomaba el papel protagónico ganador de la historia. Podía notar que al menor tampoco le gustaba completamente, su mirada lo delataba, más no hacía nada al respecto. Un día, la castaña tomó el valor para preguntarle sobre aquello, sobre por qué le permitía siempre ser el que al final resultaba victorioso; en su lugar, ella se sentiría mal siendo siempre el villano de la historia, creía que él también merecía gozar de la victoria, aunque fuera del pasado.
—No lo sé, siempre lo hemos hecho de esa manera. Supongo que me he acostumbrado —respondió con simpleza mientras se encogía de hombros.
Ella no tocó el tema de nuevo, se resignó a simplemente verlos simular una pelea al mismo tiempo que narraban con orgullo lo acontecido. En su mente lograba imaginarlo todo, incluso los paisajes que ellos describían, y los palos que usaban para simular las armas se convertían en las relucientes espadas y la Gungnir* dorada, armas que usaban los involucrados. Le fascinaba. Y aunque de vez en cuando los hermanos diferían en los hechos, ella los animaba a continuar para no perder el hilo.
Había escuchado cientos de historias, sin embargo, sabía que tarde o temprano se acabarían y la dejarían a un lado de nuevo, tuvo la idea de narrarles algunas de las historias que había leído, más sentía algo de vergüenza, puesto que al príncipe mayor parecían disgustarle los libros y algo en su mente le decía que sus relatos no se igualaban ni por asomo a los que ellos conocían. No pensaba aburrirlos. Se resignaría a volver a sus lecturas solitarias y observarlos a la distancia.
O al menos eso esperaba y creía que sucedería.
Ese día había llegado al jardín, saludó a los Einherjar que cuidaban la entrada y llegó al rosal; aún no habían llegado los hermanos, así que se dispuso a continuar el libro que había empezado hacía poco. No tuvo que esperar mucho, las risas de ambos se escucharon a la distancia tras unos veinte o treinta minutos después de iniciar su lectura. Colocó la cinta en medio de las páginas donde se había quedado y cerró su libro justo antes de que ambos llegaran.
—Altezas —saludó con un movimiento de cabeza.
—Syn —dijo el menor, Thor simplemente sonrió de lado.
—¿Qué historia tienen para el día de hoy?
Los Odinson se miraron, Loki le hizo un gesto con su cabeza a su hermano y este le murmuró algo; la castaña se sintió algo confundida, mas fue paciente y esperó a que terminaran su conversación. Cuando por fin lograron hacerlo, pudo notar una sonrisa victoriosa en los labios del pelinegro y la incomodidad presente en el rubio.
—Bueno, uh —comenzó a hablar el mayor—, la verdad es que no sabemos qué otra historia contar, ya hemos traído todas la que logramos recordar y no se nos ocurre más —Loki le golpeó con el codo cuando se quedó callado, él suspiró luego de ahogar un quejido—. Así que, se nos ocurrió que tal vez, sólo si quieres, podrías...
El pelinegro bufó, fastidiado de la tardanza de su hermano.
—Mi hermano intenta decir que quiere volver a los juegos que solíamos hacer, y quiere que participes.
La castaña intentó no demostrar la felicidad que sintió al escucharle decir aquello, quería parecer desinteresada, pero no pudo ocultar la amplia sonrisa que se formó en sus labios. Había pasado un tiempo, pensaba que no lograría llegar a ser aceptada por el rubio hasta mucho más adelante. Algo había cambiado; algo le hizo cambiar de opinión, o alguien. Sin embargo, no pensaba perder la oportunidad, aceptó sin dudarlo. Dejó su libro oculto en el rosal y siguió a los hermanos; ellos la llevaron cerca al palacio, allí le explicaron de qué iba el juego que habían elegido antes de encontrarse con ella. Tan pronto el pelinegro se dio la vuelta y comenzó a contar, Thor y Syn salieron corriendo a buscar un escondite por caminos separados. La castaña eligió irse por la izquierda, subió la falda de su vestido y corrió buscando un arbusto lo suficientemente frondoso para ocultarse. Estaba tan inmersa en su búsqueda que sólo reaccionó cuando chocó contra alguien, quien la tomó de los hombros antes de que rebotara hacia el suelo.
—¡Lo lamento tanto! —se disculpó—. Debí mirar por dónde iba, lo siento.
—Debes tener más cuidado, Syntherea —reconoció esa voz. Levantó su vista para confirmar su sospecha. Sonrió con nerviosismo al ver que fue Ekanna con quien había chocado—. ¿Qué tal todo? Veo que te diviertes.
—E-Estoy jugando con los príncipes —logró responder, la rubia le sonrió. Le alegraba que ahora lograra juntarse con ambos, puesto que un tiempo atrás le había mencionado lo que sucedía—. ¿Qué haces aquí?
—Oh, cosas del trabajo nada más.
—¡¿Harás un vestido para la Reina?! —la emoción en su tono era casi palpable, la rubia pensó que se adelantaba a los hechos y se llenaba de euforia antes de tiempo. Niños.
—¡Syn! —escuchó un llamado que apagó su alegría de repente y tampoco le permitió a su acompañante responder. Se volteó para encontrar a Loki trotando hacia ella y quiso que la tragara la tierra, se había olvidado del juego—. Se supone que debes esconderte.
—Disculpe, Mi Príncipe —contestó la mujer—. Yo la distraje, lamento haber dañado su actividad —se llevó una mano al pecho e hizo un movimiento con su cabeza, el menor sólo pasaba su vista de la castaña a la rubia—. ¿Te veo luego? —le preguntó a la niña, quien asintió con una sonrisa.
Ekanna se disculpó de nuevo con el pelinegro antes de volver a tomar su rumbo al palacio. Loki se le quedó mirando un momento antes de volver su atención a la niña.
—¿La conoces? —inquirió cuando estuvo lo suficientemente lejos.
—Sí, es amiga de mi padre —respondió con simpleza. El príncipe asintió lentamente.
—Ven, ayúdame a encontrar al cabeza dura.
La castaña lo siguió. No tardaron tanto en encontrarlo, había subido a un árbol y el grito que salió de su garganta cuando la rama en que estaba suspendido comenzó a ceder les permitió encontrarlo rápidamente y en el momento preciso cuando cayó de bruces al suelo. Syn juntó sus labios y cubrió su boca con una mano para evitar reír; Loki no tuvo tal tacto, dejó fluir su risa, ganándose una mirada envenenada por parte del rubio.
Continuaron jugando aquella tarde, se dieron cuenta delo torpes que podían llegar a ser al verse tropezar entre sí o no siendo losuficientemente sigilosos para escapar de su buscador. Lo más divertido que le pareció a Thor fue cuando vio a lacastaña pisar las telas de su falda y caer, rasgando levemente la tela en elproceso; obviamente no perdió la oportunidad y se burló de ella, pero se acercópara ver que no se hubiera hecho mucho daño. Le dio la mano para ayudarle aponerse de pie al saber que sólo se había hecho unos leves raspones en laspalmas de sus manos. Le vio reírse de sí misma y allí supo que, tal vez, su madre tenía razón al decirle que lediera una oportunidad.
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