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—Son ocho dólares noventa —dijo la cajera con una sonrisa amable. Hyunjin le dio el efectivo y tomó su única compra, murmurando un "Gracias, buenas noches" por cortesía.
El de seguridad no supo cuál sonrisa era más falsa, la de su compañera o la forzada del cliente.
Cuando estuvo afuera de la tienda, el frío de la noche lo abrazó. Dio un largo suspiro para caminar, con la luna a su espalda, a paso rápido a casa de Seungmin, quien se había tomado literal sus palabras y le pidió que le trajera más helado. Claro que podía negarse, pero no podía negarse. No cuando el chico lo vio desde arriba con un puchero avisando que se derritió todo su helado.
Sonrió sin darse cuenta, pues su novio había pasado de amenazarlo a muerte a pucherearle por un dulce.
Abrió la puerta principal con las llaves de Seungmin, quien se las prestó para que no tuviera que abrirle cuando volviera. Todo estaba en absoluto silencio, lo que le extraño, pues el rubio le había dicho que pondría una película mientras él salía. Cerró con sigilo la puerta detrás de sí, no queriendo romper el silencio.
Primero pasó por la cocina y el comedor, todo estaba en perfecto estado. Saco una cuchara del cajón de cubiertos y lo cerró lentamente.
«¿Y si es una trampa y aún quiere matarme?
¿Y si el helado fue solo una distracción?»
Se regresó por donde había venido, para ahora ir al dormitorio del muchacho con el helado en la mano, esta vez. Seungmin no lo atacaría como antes, ¿verdad?
Suspiró cuando llegó al segundo piso, y dándose ánimos así mismo, empujo suavemente la puerta entreabierta mientras un déjà vu lo abarcaba.
Cerró los ojos con fuerza mientras daba un paso adentro y volvió a entrejuntar la puerta con el marco. No quería ver cuando el de cabellos dorados lo golpeará. Pasaron dos minutos en los que Hyunjin solo podía escuchar en sus oídos la fuerza y rapidez con la que latía su corazón.
Cuando por fin su corazón se calmó y tuvo la valentía de abrir los ojos, no pudo ver mucho por la oscuridad del lugar, pero lo que vio hizo que su corazón otra vez se volviera loco, quedó sin aliento.
Seungmin estaba acostado de espalda en su cama, con su cabeza inclinada un poco a la izquierda. Algunos de sus dorados cabellos cubrían parte de su frente y el resto estaban esparcidos en la almohada. Estaba desarropado y con el control de su televisión en la mano. Pero lo que sonrojo a Hyunjin era la forma en la que la luz de la luna hacía brillar su piel, como sus pómulos eran acariciados por sus pestañas cortas, como sus labios se mantenían en un puchero y como su entrecejo estaba arrugado levemente.
Tan hermoso.
Estuvo, lo que pudieron ser horas, estático frente a la puerta mirando al menor dormir, cuando el helado de vainilla se resbaló de sus dedos, alarmado, y con buenos instintos, lo sujetó en el aire, antes de que este llegara al suelo.
Suspiró incorporándose, mirando al envase de cartón como si este hubiera hecho algo malo.
—¿Qué haces?
Hyunjin dio un brinquito en su lugar, aterrado a muerte. Miró la cama donde Seungmin lo observaba más dormido que despierto. Tan bonito.
—Yo... —«estaba viéndote dormir como un acosador hasta que el helado quiso besar el suelo.» Carraspeó—. Nada.
—Ven —dijo después de soltar una suave risa—, entonces —bostezó—, duerme conmigo.
—¡Claro! —dijo sin dudar—. Ya vuelvo.
Abrió la puerta con más fuerza de la necesaria, encogiéndose en su sitio por el estruendo que causó. Seungmin se asustó, pero al estar tan soñoliento apenas podía mantener abiertos sus ojos.
—Si quieres llévate la puerta.
—Perdón —murmuró para salir, bajar corriendo, llegar a la cocina y meter el helado en el congelador y la cuchara en el cajón de cubiertos. Asimismo, subió corriendo, entró a la habitación y cerró la puerta con cuidado detrás de sí. Seungmin estaba dormitando, pero ahora estaba arropado y el control del televisor estaba en la mesita de noche.
Se acercó despacio a la cama, creyendo que sus pisadas interrumpirían, otra vez, su sueño.
—Apúrate —se quejó bajito, destapándose para que Hyunjin se acostara ahí. Sin que tuviera que repetirlo, ya tenía al mayor junto a él, abrazándolo.
☆━━━━━☆
Seungmin despertó muerto de sed. Su garganta estaba seca y su nariz congestionada. Nadie llora a mares sin sufrir las consecuencias. Abrió los ojos lentamente, sintiendo como estos ardían, aun si su cuarto solo era iluminado por la luz de la luna. Suspiró y los volvió a cerrar antes de identificar algo frente a él. Cubrió sus ojos con su mano izquierda, decidiendo ir por agua con los ojos cerrados, como ya ha hecho en varias ocasiones.
Pero sus planes se vieron frustrados cuando intentó voltearse para levantarse y solo fue apretado como un peluche. Abrió nuevamente sus ojos e hizo un espacio entre sus dedos para ver.
«Hyunjin... Entonces no lo soñé.»
El castaño lo abrazaba de manera floja mientras dormía, hasta que Seungmin se movió y lo apretó con fuerza de la cintura. El menor miró su cara tranquila, como sus pestañas acariciaban sus mejillas, su nariz respingada, sus labios gruesos y rojos entreabiertos, y como, aun en la oscuridad, su lunar bajo el ojo robaba toda su atención. Suspiró agobiado.
«¿Debería correrlo?»
Su atención seguía en los etéreos rasgos faciales del chico junto a él, pero sus ojos se desviaron cuando Hyunjin lamió sus labios, dejándolos brillantes. Seungmin se lamió los propios con reflejo, y como si de una hipnosis se tratara, recordó que tenía sed. Quitó con cuidado los brazos del bello durmiente, y se aseguró que siguiera durmiendo cuando se levantó de la cama. Usó su almohada para que Hyunjin la apretujaba en su lugar.
Bajó a la cocina con cuidado de tropezar y hacer ruido. Se sirvió un vaso con agua hasta el borde y comenzó a beber con sorbidos largos y lentos. Abrió el congelador para echarle hielo al vaso, con más agua, para llevarlo a su habitación para cuando le diera sed después. Pero se quedó con la mano extendida cuando vio que junto a la hielera estaba un helado de vainilla.
Cerró la puerta del congelador y dejó el vaso en el mesón. Observó el reloj de pared junto a la nevera. Marcaba las dos de la mañana.
Todos dormían a esa hora menos él. Y no por sed. Su sueño fue espantado por las mariposas que revoloteaban en su estómago y los escalofríos que recorrieron todo su cuerpo.
«Es solo un helado, Seungmin, ¿Qué te pasa?»
Se reprendió, no obstante, sabiendo que así no se calmaría el calor de su rostro, fue al baño. Prendió la luz y se arrepintió al instante. La luz lo cegó. Parpadeó hasta acostumbrarse y se asqueó por lo que el espejo le enseñó.
Su cara estaba hinchada, roja y marcada. Sus ojeras habían disminuido solo un diez por ciento. Y su cabello parecía un nido de ratas salvajes. Pero lo que más lo aturdió fue su sonrisa esperanzada.
—No seas tonto, Seungmin —se dijo mientras se golpeaba repetidamente, y sin fuerza, las mejillas—. Solo los tontos caen tantas veces.
«Soy un tonto.»
Sacudió su cabeza y se mojó la cara con abundante agua, deseando que esta se llevara hasta sus pensamientos.
«Claro que nadie es como yo. Nadie es tan tonto como yo.»
☆━━━━━☆
Hyunjin despertó por una sensación de angustia. Le faltaba calor. Ciño contra él, lo que esperaba que fuera Seungmin, a su cuerpo.
«No es él. No es él.»
—¿Minnie? —murmuró con el sueño dejando de a poco su cuerpo.
Toqueteando y dando vueltas en la cama, se dio cuenta de que estaba solo y que solo abrazaba una almohada que olía a su novio.
Se incorporó de un salto, logrando marearse, y se aseguró de que era la habitación del rubio.
» ¿Seungmin? —llamó con un peso en el pecho.
Caminó hacia la puerta que estaba entreabierta, miró a los lados antes de salir. No había rastro del chico. Todo estaba oscuro y frío. Como su ser.
Bajó al primer piso. Revisó la sala, específicamente el sillón. No, no estaba ahí. Miró la cocina comedor, y vio que la puerta del congelador estaba abierta.
» Por eso se dañan las cosas —murmuró mientras la cerraba.
El chillido de madera contra el piso lo hizo saltar del susto.
Hyunjin se dio vuelta, pálido como un papel y su corazón yendo a mil por hora.
Seungmin estaba mirándolo desde la entrada del baño con el rostro húmedo.
El castaño sonrió, calmándose. Dio un paso hacia el menor y abrió la boca con intención de hablar, pero Seungmin no lo dejó.
—Creo que deberías irte —el silencio que los envolvía era tan limpio que su suave murmulló fue como un gritó para Hyunjin.
—¿Qué? Todavía es de noche, Seungmin —el mencionado hizo una mueca e inclinó la cabeza. En serio estaba considerando echarlo. Hyunjin lo sabía—. Por favor —suplicó—. Creí que estábamos bien, Minnie.
Su estado de ánimo decayó aún más cuando el rubio se dio la vuelta y corrió a las escaleras. Pensó que lo mejor sería darle su tiempo, otra vez, pero cambió de opinión al instante.
«No quiero perderlo.»
» Seungmi- ¡Aah! —gritó cuando tropezó con un escalón, golpeándose el dedo meñique del pie.
El rubio regresó sus pasos con rapidez al escuchar tal grito de dolor. El mayor se había acuclillado mientras se quejaba bajito contra un escalón.
—¿Estás bien? —la preocupación era palpable en su voz, entretanto se arrodillaba frente al chico que mantenía la cabeza gacha—. ¿Qué pasó?
De manera inconsciente, sujetó el rostro de Hyunjin entre sus manos, para poder verlo a la cara. Sus ojos están brillantes y rojos, nunca se había pegado tan fuerte en el dedo pequeño.
Seungmin acarició con suavidad las mejillas ajenas. Su cara estaba fría a su tacto y él quiso darle calor con sus propias manos. Delineó los pómulos y acarició con cariño cada pedacito de piel bajo sus pulgares. El castaño se veía muy tierno en esa situación
Hyunjin dejó de hacer sonidos de cachorro triste al notar el tenue sonrojo del menor. Era adorable de cierta manera, pero ese detalle no le dejaba pensar correctamente. Detalló sus ojos castaños, aún en la oscuridad brillaban más que el sol. Posó sus propias manos sobre las del menor y percibió un brilló más intenso en ellos. Deseó poder leer la mente de Seungmin, porque sus ojos le pedían que lo besara, que se quedara con él, pero no estaba seguro de que eso fuera lo correcto.
No obstante, el castaño no tuvo que preguntar siquiera, pues Seungmin fue quien juntó sus labios en un beso lento y suave. Instantáneamente, se dejó llevar, olvidando su dolor físico y mental.
Seungmin soltó un suave suspiró cuando el mayor alzó su mano y enredó sus dedos en sus rubios cabellos, dedicándole caricias que eran como aleteos de mariposas.
Mariposas, cada vez que besaba a Hyunjin sentía millares de mariposas tocarle desde las puntas de sus dedos hasta el último de sus cabellos. Se inclinó más al mayor, queriendo más atención, pero solo logró que Hyunjin se alejará con los ojos muy abiertos.
El castaño había sentido que perdía completamente el equilibrio y se caía. Sin embargo, lo que más le asustó fue pensar que Seungmin caía con él. Pero el aludido no lo vio así, para él era un rechazo.
Sintiéndose avergonzado, Seungmin se incorporó y le dio la espalda, volviendo a subir las escaleras, esta vez despacio y sin decir nada. Un nudo se había hecho en su garganta y su vista se estaba nublando por la humedad.
—¿Seungmin? —no obtuvo más respuesta que un suspiro—. ¿Minn-?
—Ya deja de jugar conmigo, ¿ok? —interrumpió con molestia, aun dándole la espalda. No quería escucharlo más—. Te puedes quedar, solo porque es tarde.
—Pero-
Desistió de hablar cuando el rubio entró a su cuarto, dejándolo solo en medio de las escaleras. Subió con cuidado los escalones faltantes y caminó hasta el cuarto de su novio. Abrió pausadamente la puerta, Seungmin no estaba en su cama. Estaba frente a la gran ventana, mirando a la luna creciente, sin que nada estorbara su vista, ni siquiera el cristal. Se acercó a él lentamente, no queriendo evidenciar que estaba detrás de él.
—¿Por qué te esfuerzas tanto si al final me alejas? —susurró manteniendo sus ojos en la luna, lo que confundió a Hyunjin—. Cuando creo que comprendo algo de ti y creo saber como vas a reaccionar, haces todo lo contrario.
—Yo... No sé de qué hablas —contestó susurrando también.
El rubio pestañeó con fuerza para eliminar la humedad y se dio vuelta. Atinó a dar un paso atrás, sorprendido. Hyunjin estaba más cerca de lo que supuso. Quiso dar otro para poner más distancia y tropezó con un zapato fuera de lugar, inclinándose peligrosamente hacia atrás.
Con agilidad, Hyunjin lo abrazo de la cintura y lo atrajo hacia él, antes de que algo terrible pasara. Seungmin, por el susto de creer que caería por su ventana, se aferró con su vida al mayor. Ambos temblaban, sus corazones hacían una carrera por ver cuál escaparía primero de sus pechos, un sudor frío se hizo presente y ellos seguían estáticos, intentando calmarse, analizando la situación.
El castaño se alejó solo lo suficiente para ver el rostro de Seungmin, estaba pálido, sus pupilas estaban dilatadas y era muy notorio su pánico. Él estaba en las mismas condiciones, pero su prioridad era el lindo rubio. Pasó una de sus manos por su nuca y lo atrajo para dejar un beso cariñoso en su frente, mientras con el otro brazo lo ciñó firme, pero suave, contra su cuerpo.
Seungmin dejó de pensar que casi se mata por idiota, al instante que sintió mariposas paseando por su rostro. Hyunjin estaba besando con ternura cada espacio de piel a su alcance. Seungmin se esforzó por alejar sus hormonas del control de su cuerpo, pero igual terminó suspirando cuando los labios del contrario tocaron los suyos en un besito corto.
» ¿Mejor? —musitó, percatándose la cara sonrojada del menor.
Pero Seungmin no podía estar más perdido en Hyunjinlandia. Él solo miraba fijamente sus labios que se movían diciendo algo, más él no entendía nada. Labios grandes, jugosos y rojizos. Se lamió los propios. «Un beso más no le hace mal a nadie.» Se dijo antes de acercarse lo suficiente para juntar sus labios en un beso. Le fascinaba ese sentimiento que lo recorría de pies a cabeza cuando estaban así de juntos.
Euforia.
Sin dudar, Hyunjin correspondió el beso, pues el rubio había mordido su labio inferior, acariciado sus comisuras con la lengua y posteriormente la metió en su boca cuando la abrió para dejar ir un suave gemido que murió entre sus labios. Estaba perdiendo la cordura, nada más seguía y se dejaba hacer por los labios de Seungmin.
Dio varios pasos hacia atrás cuando el contrario dio pasos adelante, aun sin romper el contacto. La parte trasera de sus rodillas chocaron con la cama del menor, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera sentado. Seungmin lo empujó con suavidad para que se acostara y así volver a besarlo de manera cómoda. Fue besado como si el rubio quisiera quitarle hasta la última partícula de oxígeno.
Se separaron cuando el aire les hizo falta y se miraron con ojos brillantes.
Seungmin se acomodó apoyando las manos en el colchón a la altura de la cabeza del mayor y se acercó con lentitud. Hyunjin cerró los ojos mientras su corazón latía con fuerza, esperando enamorado otro beso como los que Seungmin le daba.
El menor rió con dulzura mientras dejaba un besito en la punta de su nariz. Cuando Hyunjin se ponía así de sumiso le daba ganas de llenarlo de besitos. Lo cual hizo, después del besito en la nariz, le secundaron besos en ambas mejillas, en la frente, en el entrecejo, en los párpados y hasta en el mentón, que tenía un pequeño hematoma por el golpe de más temprano.
Se alzó para ver el lindo rostro de su niño bonito, quien lo miraba con los ojos entreabiertos y sonrojado. Hyunjin respiraba pausadamente, deseando que eso calmara su corazón, que quería irse con el menor que lo miraba con una cálida sonrisa que ocultaba sus ojos. Sin meditarlo, tomó al menor de la nuca y lo atrajo a él, para juntar sus labios en un beso necesitado. Necesitaba más Seungmin.
El rubio soltó una exclamación de sorpresa, pero se relajó al instante mientras Hyunjin les daba vuelta, quedando ahora él contra el suave colchón. Seungmin rió por el movimiento, le había causado gracia mientras el mayor lo miró con una ceja alzada.
—¿Qué?
—Nada —contestó Hyunjin, en un susurró sin quitar sus ojos de la sonrisa del contrario.
—¿Nada?
—Solo... Solo que eres muy hermoso.
Y claro, viendo a Seungmin desde arriba era más llamativo que nunca. Sus cabellos rubios se desparramaron por las sábanas azules pastel, toda su carita roja, sus ojos entrecerrados por su gran sonrisa que dejaba ver sus brackets. Se veía relajado y feliz.
—¿Sí? —preguntó, mientras Hyunjin frotaba sus narices en un beso esquinal.
—Sí, tanto que quiero que tengas todo de mí. Tienes hasta mis pensamientos, pero quiero darte más... Eres adictivo como mi Nintendo Switch.
Seungmin, que estaba escuchando con total atención, soltó una fuerte carcajada por la comparación.
—Dios, no puedo creer que me compares con una consola —murmuró entre risas.
Hyunjin sonrió contento de provocar risas, no quería volver provocar más lágrimas.
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Ninguno de los dos sabía cómo pasaron de besos tiernos y risas inocentes a besos en el cuello y gemidos bajos.
Hyunjin dejaba suaves besos a lo largo de la clavícula, mientras que Seungmin soltaba varios suspiros a la vez que acariciaba sus cabellos.
No obstante, el rubio dejó ir un fuerte gemido, gemido que lo avergonzó, cuando el mayor succionó con fuerza, haciendo un chupón. Jaló sus cabellos mientras su espalda se arqueaba. Eso se había sentido increíble.
—¿Qué? —susurró entrecortadamente cuando Hyunjin se alejó sin verlo a la cara.
Estaba apreciando la marca roja que seria notaría en pocas horas. Levantó su vista al rostro del mejor y sintió como una corriente recorrió todo su cuerpo. Seungmin tenía los labios entreabiertos e hinchados por haberlos mordido con fuerza, su cabello estaba pegado en su frente y sus ojos brillaban más que la luna misma.
A falta de respuesta, el menor lo jaló hacia abajo para así juntar sus bocas y luego sus lenguas.
Hyunjin acarició el pecho ajeno sobre el suéter hasta llegar al borde de este y jalarlo. Por inercia, Seungmin se incorporó, pero cuando el castaño tiró su suéter hacia arriba, puso sus manos sobre las ajenas y se alejó, rompiendo el beso.
» ¿Qué haces? —moduló sonrojado y entrecortado.
—Solo hay que dejar que las cosas fluyan.
—Yo primero —dijo Seungmin, para acto seguido sacar la camisa de Hyunjin y dejarla a un lado, quien estaba más que dispuesto.
No pasó mucho para que el menor se quitara su suéter.
—¿Tú... quieres...?
—¿Sí? —dudó Seungmin.
Cuando se dieron cuenta, otra vez Hyunjin estaba sobre el menor. Acarició su pecho desnudo hasta llevar al borde de sus shorts. Seungmin contuvo la respiración con fuerza, alertándolo. Tenía miedo. Volvió a subir su diestra, deteniéndose sobre el pezón rosa para acariciarlo con toda su atención. Seungmin se estremeció mientras soltaba un gemido bajo y cerraba sus ojos con fuerza.
Quien diría que sus pezones eran su zona erógena.
Hyunjin sonrió lascivamente. Se inclinó y metió el botón sobrante en su boca, jugueteando con su lengua.
Seungmin gritó de placer.
La perspectiva de perder su virginidad ya no era tan mala.
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ultima parte~ wuuuu~ no sé que he hecho, but well, life goes on jsjsjs
la verdad es que quiero escribir más de esto, but~ efe. Capaz haga un extra (o varios, nadie sabe), pero no es seguro, así que~ :*
gracias por leer~
~OurTheStars~
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