𝗢𝗻𝗰𝗲
(¿Te han dicho alguna vez que tu voz es de lo más hermoso que hay en este sucio planeta?. ¿No? ¡pues te lo digo yo! Tu voz al hablar, tu melodiosa risa, ¡cuando cantas! Es simplemente hermosa. Me gusta por sobre muchas cosas. ¿Algún dia cantarás para mi Jiminie? ¿Lo harías?
Te quiere mucho, S.)
J
imin se limpió con delicadeza las lágrimas que bajaban por sus mejillas y provocaban ardor en las recientes lastimaduras. Las palabras de su admirador le habían llegado al corazón, quiza por que hacía unos momentos dos idiotas de último año lo molestaron diciendo que hablaba como niña y seguro gemia como gata, hasta que lo empujaron haciéndole caer al suelo. Jungkook no asistió a clases ese día, y en verdad quería estar con él. O con cualquiera que fuera capaz de darle un abrazo.
La puerta principal del baño se abrió de golpe, asustando al peli-rosa un poco, que intentó apresurarse en mojarse el cabello y salir para que no le vieran en ese estado. Pero lo nervioso que se encontraba solo lo dejó en evidencia.
—Oye, ¿estás bien?—preguntó uno de los chicos, acercándose al menor.
Jimin no había notado hasta ese momento que quienes habían ingresado al baño, eran Kim Seokjin y un chico que desde siempre se le hacía muy lindo.
—Sí, sí, yo... Ya me iba—sonrió, aunque más que eso pareció una mueca. Se movió hacia la puerta, pero el mismo chico que le había hablado lo tomó del antebrazo.
—Espera, ¿no quieres que te acompañemos a la enfermería? Esos raspones no se ven muy bien
—Es verdad, Park—asintió Seokjin—, no nos molesta.
—Está b-bien—murmuró. A decir verdad, tenía miedo de salir al pasillo solo y volver a encontrarse con aquellos idiotas de nuevo.
Jimin le había dicho a la enfermera que se había tropezado por llevar los cordones de sus zapatillas desatados, y ella le regañó un poco por ser tan despistado. Los dos chicos le hicieron compañía hasta que uno de sus profesores vino a buscarlo, y Seokjin tuvo que volver a clases, mientras que a YoonGi, como el docente lo había nombrado, le dejó quedarse.
Jimin sentía mucha vergüenza por hacerle perder sus clases, pero el insistía en hacerle compañía. Incluso al salir de la sala de enfermería, los dos se quedaron en la cafetería de la escuela tomando un refresco. La mujer prometió no contarle a nadie que ellos habían estado ahí en horario de clase.
—Oye, la enfermera puede no haberse dado cuenta, pero yo no soy tan tonto.
—¿A qué te refieres?—preguntó con confusión, terminando de beber su refresco.
El chico le sonrió.
—Llevas los zapatos del uniforme, no tenis. ¿Con cuáles cordones te tropezaste, Jimin?
Oh. Qué patético se sentía Jimin en ese instante.
—Bueno... Solo me estaba justificando, iba a ser muy tonto decirle que me caí por distraído.
—¿En verdad solo fue eso?
Jimin dudo en si decirle lo que realmente había sucedido, o seguir mintiendo. ¿Pero de que servía decir la verdad? Ni siquiera eran amigos, Jimin solo lo conocía por qué quizá un par de veces lo había estado mirando de más en los partidos de baloncesto, o en las prácticas, o en el pasillo, o en... Ok, no importa. La cosa es, que no eran amigos y ya.
—Claro, que si, YoonGi hyung, no te preocupes—ke sonrió—, creo que debería regresar con mis compañeros, tengo que estudiar para un examen de la próxima semana.
—Si, yo también debería volver—asinrió, poniéndose de pie.
—Muchas gracias por quedarte conmigo—le sonrió nuevamente, pasando de él para marcharse tras despeinarle el cabello.
YoonGi suspiró mientras le miraba alejarse. Había podido hablar de muchas cosas con él, menos de aquello que sentía que debía decirle antes de que fuera muy tarde.
©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5
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