Introducción
Llegué a mi escuela a toda prisa con el cabello alborotado y la respiración agitada por la carrera que había emprendido al haberme despertado tarde. Era una mala costumbre que tenía, metiéndome en problemas en repetidas ocasiones siendo tan despistada. Traía puesto lo primero que había encontrado en el closet y sin preocuparme de más, usé lo básico como siempre.
Al llegar a los pasillos en busca de mi casillero pude observar a lo lejos como Lesli y sus secuaces, Mara y Tara molestaba a los chicos raros de la escuela como todos los días.
¿Por qué nadie hacía nada? ¿Por qué sólo observaban y no cambiaban eso? Era algo contradictorio pensarlo porque aquí estaba yo, a unos metros de ellos y no podía mover ni un dedo para salvarlos de ella.
Siendo la hija del director, Lesli se tomaba ciertos lujos como el no meterse en problemas por cualquier acción que realizará. Todos tenían miedo de enfrentarla, todos preferían ignorar lo que ella hiciera. Pero eso estaba mal.
Yo jamás he hablado con ella, no soy muy alta, por lo que ella logra intimidarme un poco. Pero al ver las caras de impotencia de aquellos chicos decidí intervenir.
- ¡Hey! - grité acercándome un poco.
Me arrepentí de inmediato al ver los ojos de Lesli clavados en mí de forma amenazante. Los chicos, que estaban en ese momento tomando sus cosas del suelo pues ella las había arrojado fuera de sus mochilas, me miraron incrédulos.
- ¿Qué quieres cuatro ojos? - se quejó ella acercándose a mí.
- Déjalos en paz Lesli. - me quejé bajando la mirada ante su furiosa expresión. - No te han hecho nada.
- ¡Claro que sí! - sonrió ella amargamente. - Existir. Me repugna su existencia. Verlos caminar en la misma escuela que yo, como presumen su ropa rara y sus cabellos teñidos. - dijo Lesli con un gesto de asco. - Son unos malditos fenómenos y no los quiero aquí.
- Pues sólo ignóralos como haces con el resto de nosotros, no tienes que hacer esto. - dije ahora molesta ante sus palabras. - Tú no puedes tratarlos así.
- Tú no eres nadie para decirme que hacer. - comenzó Lesli furiosa. - Pero está bien, ¿quieres que los dejes tranquilos? Tu tomarás su lugar.
Estiró un mechón de mi cabello haciendo que mis lentes cayeran al suelo. Se retiró riendo junto a las chicas que sólo habían estado asintiendo a todo lo que ella decía.
Levanté mis lentes y sobé mi cabeza pues me había dolido aquel estirón y podía sentir el ardor en mi cuero cabelludo.
Mi mirada se enfocó entonces en los chicos frente a mí que me miraban atentamente, cada uno con una expresión diferente.
- Oigan, yo... - comencé sonriéndoles.
- Debiste haberlo dejado así. - se quejó el chico de expresión sería y de cabello gris. Su piel era blanquecina, pero sus mejillas rosadas, sus ojos no denotaban nada.
- ¿Qué? - pregunté confundida. Tal vez no estaba procesando todo correctamente.
- Ahora nos irá peor a nosotros y a ti. - se quejó el chico de cabello verde mientras acomodaba su mochila en su hombro. Parecía genuinamente mortificado por lo ocurrido. Era delgado, alto y usaba ropa holgada.
- Pero yo... - comencé cautelosa - Creí que...
- Aléjate de nosotros. - sentenció el chico de cabello rojo. Vestía completamente de colores claros, su piel aperlada era muy hermosa.
Todos se giraron para irse, excepto dos de ellos, el chico de cabello azul con una pequeña mueca de confusión en su rostro y el de cabello rubio que, a pesar de mirarme curioso, mantenía una vista severa.
Ambos sonrieron un poco examinándome y después cruzaron el pasillo en dirección contraria a mí con las manos en sus bolsillos y dejándome atrás con este gran sentimiento de confusión.
Creí que hacía algo bueno.
...
Mi clase de matemáticas estaba volviéndose una tortura, no podía mantener más mis ojos abiertos, ya que la noche anterior me había desvelado haciendo tareas pendientes.
La maestra no paraba de hablar, escribía sin parar en el pizarrón y sólo pensar en que eso vendría en el examen del viernes, me daba escalofríos.
Coloqué mi mejilla en la paleta del banco y suspiré cansada, era demasiado para mí. Mi mente me pedía un descanso y yo estaba más que feliz de dárselo.
Algo llamó entonces mi atención, escrito en la paleta del banco con lápiz, una simple frase que logró darme curiosidad.
"Si lees esto, busca en la parte de abajo"
Inconscientemente mi mano bajó hasta el lugar y tanteo la superficie con miedo de encontrar algo asqueroso ahí. Pero fue entonces que mi mano se topó con un papel.
Lo tomé mirando cautelosa su forma, lo extendí para comenzar a leer y pude observar una letra pequeña y redonda con tinta negra.
Siendo aún la curiosidad lo que me impulsaba, comencé a leer.
"Hola, querido desconocido.
No te conozco y sé que tú a mi mucho menos. Pero he decidido acabar con mi vida y creo que lo más conveniente es dejar prueba de ello.
Tal vez en unos días, yo deje de existir y estas cartas sean de ayuda para la policía o, quien sabe, tal vez me convierta en alguien famoso y mis últimos escritos se vuelvan un libro.
Así que te hago mi cómplice en este nuevo proyecto que voy a llevar a cabo. Antes de irme, quisiera platicarte un poco de mí, pero no se me ocurre nada en este momento.
Mi psicóloga dice que es bueno escribir, así que decidí hacer esto, pero no estoy muy seguro de que hablar.
Me gusta la clase de matemáticas, es una de mis favoritas. ¿A ti te gustará también?"
Dejé de leer un momento ante tal pregunta. Acababa de decirme que va a acabar con su vida y decide darle rodeos sacando otra conversación totalmente diferente.
Esto debía ser una broma, ¿eso era cierto? Me giré mirando en todas las direcciones posibles para buscar a alguien que se estuviera riendo o mirándome leer la carta, tal vez querían burlarse de mí y ver mi expresión, pero no había nadie mirándome ni mucho menos sonriendo.
No podía ser cierto.
"En fin, supongo que tal vez esta carta no va a llegar a las manos de nadie, que jamás nadie la va a leer y terminará en la basura, al igual que yo.
Mi vida ha sido un total infierno desde que tengo memoria, por lo que acabar con ella no me parece una mala idea.
Nadie me necesita, todos pueden seguir sin mí y yo sé que no notarán la diferencia.
Si es que alguien está leyendo esto, dejaré otra nota en la clase de biología el día de hoy. Si quieres seguir leyendo estas pequeñas notas, ya sabes dónde encontrarla.
Hasta pronto, querido cómplice suicida. 4 de septiembre 2017."
- Tiene que ser una broma. - me quejé en voz baja.
Si esto era cierto, eso significaba que un alumno de esta escuela iba a suicidarse, estaba dejando evidencia de ello y nadie haría nada.
No podía permitir que eso sucediera.
...
- ¿Estás loca? - se quejó mi mejor amiga Giana.
- ¡Lee tu misma la carta, alguien quiere matarse! - aseguré preocupada. - Tenemos que hacer algo.
- Oye oye oye. - me dijo colocando sus manos en mis mejillas. - ¿Y si es un chiste? ¿Y si no es real?
- Pero... - comencé seriamente.
- Piénsalo, ¿No es algo muy extraño?
- ¿Pero y si es verdad? - me quejé tomando sus manos para quitarlas de mi cara.
- ¿Qué puedes hacer tú? Ni siquiera sabes quién es. - rodó los ojos.
- Debo averiguarlo. - aseguré comiendo de mi sándwich.
- No te metas en más problemas. - dijo ella señalándome. - Ya supe lo que hiciste para salvar a esos raritos. Ahora Lesli está tras de ti.
- No me importa. - me escogí en mi lugar.
Ella sólo me miró en forma de regaño y siguió comiendo. Mi mente formuló muchas teorías de quien podía ser el escritor de esas notas, pero la verdad era que mi mente estaba en blanco.
...
Al terminarse la clase de biología, recordé aquello que había escrito el chico suicida, así que busqué debajo de los bancos y encontré de nuevo una carta en los asientos vacíos de la parte trasera al final de la fila.
Abrí aquel pedazo de hoja de libreta y observé la misma letra redonda, pequeña y de color negro que en la otra.
"Si llegas a leer esto, significa que te interesa convertirte en mi cómplice o simplemente quieres saber quién soy.
No lo sabrás, no puedo decírtelo por el momento :)
Pero me alegra tener una actividad interesante antes de morir y a alguien con quien compartirla.
Hoy en la clase de biología vimos las partes del cuerpo del ser humano. Dicen que el corazón es del tamaño de mi puño. ¿Crees que pueda arrancármelo de una buena vez?
Quiero que deje de doler, quiero dejar de sentir y que pueda por un sólo momento, sentirme en paz, ¿me comprendes? Tal vez no.
A veces me pregunto muchas cosas, como el ¿Por qué la vida es así? Yo sé que nadie es perfecto y que no hay vida perfecta, pero no puedo dejar de pensar ¿Qué he hecho yo para merecer esto? No creo que ningún chico de mi edad sienta esto, no se lo deseo a nadie, sé que ninguna persona va a entenderme porque no saben lo que vivo todos los días, no están ahí cuando despierto y me siento miserable, no están en mi mente para saber la razón de todo.
No ven los gritos y golpes de mi padre, los insultos y agresiones por parte de Lesli (la chica mala de mi escuela, tal vez la conozcas), mis compañeros excluyéndome a mí y mis amigos por ser diferentes a ellos.
Hoy en la mañana esa maldita chica loca volvió a insultarnos, me hace sentir la peor basura del mundo con solo unas palabras y no entiendo que hice para merecerlo. Aunque... bueno... algo diferente pasó hoy."
Me detuve abriendo los ojos a mi máxima capacidad comenzando a formular teorías al respecto. ¿Será acaso uno de los chicos extraños que defendí hoy? No. Ella molestaba a muchas personas, tal vez este chico era una de ellas.
"Una chica nos defendió de Lesli. Fue muy extraño, debo admitirlo, jamás nadie se había metido ni mucho menos había hecho algo al respecto. Tal vez ella también es molestada, no sé porque lo hizo.
Se sintió bien verla preocuparse por nosotros. Pobre chica, no sabe en lo que acaba de meterse.
Por hoy, no podré escribir más, pero mañana antes del almuerzo dejaré la próxima nota en la biblioteca. Hasta luego :)
Atentamente: suicida."
Mi corazón se agitó tras haber leído aquello. Definitivamente era uno de esos cinco chicos extraños, esa que les había defendido había sido yo, estaba segura de que hablaba de mí.
Necesitaba hacer algo, necesitaba ayudarlo. No podía dejar que continuará con su plan ahora que yo lo sabía y me había hecho su cómplice.
Pero ¿Quién de ellos era?
Reviví en mi mente las imágenes de cada uno de ellos recordando sus rostros sorprendidos mirándome fijamente. Cinco chicos diferentes pero similares, ¿cómo saber quién había dejado esas notas suicidas?
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