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Harry

Despierto por el sonido de mi alarma, como siempre, maldigo a ese maldito tono que se ha vuelto mi peor enemigo.

Al bajar las escaleras me doy cuenta de que la tía Renee ha salido de viaje una vez más a causa de su trabajo, dejó una nota pegada al refrigerador donde me pedía ser bueno y prometiendo que llamaría como siempre en la noche para preguntar por mí.

Siendo algo común en mi día a día, preparo el desayuno, alimento al gato de mi tía, veo la televisión y espero la hora para arreglarme e ir a la escuela.

El silencio de la casa me acompaña en todo momento, en algunas ocasiones escucho música al bañarme y eso, junto con el ruido del televisor, son el único sonido que puede escucharse en ese lugar.

Cierro la puerta del baño cuando comienzo a desvestirme y el recuerdo de mis padres llega a mi como un relámpago cuando siento la cicatriz en mi costado derecho.

Mis ojos se humedecen al recordar las fotografías que logré encontrar en las cosas de la tía Renee. Ella no quería darme muchos detalles de la muerte de mis padres, pero sabía que había sido un accidente de auto justo unos días después de mi segundo cumpleaños y que yo había salido ileso por alguna extraña razón, siendo la cicatriz la evidencia del milagro.

Mi tía Renee tuvo que adoptarme entonces cuando me quedé totalmente sólo en el mundo. Ella siendo muy joven comenzó a trabajar para pagarnos a ambos todos los servicios y necesidades básicas, no sabiendo nada de bebés, contrató a tantas niñeras para ayudarla conmigo, que perdí la cuenta después de las quince hasta mis diez años.

Sólo había un recuerdo que yo percibía como real, uno sólo donde mamá tarareaba una canción al arrullarme en la cama junto a papá mientras ambos la veíamos fijamente. Ese era lo único que tenía de ellos para saber que estuvieron algún tiempo conmigo y de la familia que éramos.

...

Con lo sucedido con Alex, era muy difícil ver las cosas con humor, mi forma de ver las cosas malas era burlándome de ellas, pero siendo un tema muy delicado, preferí guardar silencio por respeto a mi amigo y su situación para no arruinar nada.

Hoy era mi cumpleaños, no es nada importante, pero justo hace unas horas recibí una caja que mi tía mandó desde Suiza con una ropa de marca y unos nuevos audífonos.

No esperaba que nadie lo recordara, después de lo que sucedió, nadie tenía cabeza para eso y aunque Alex había mejorado mucho al igual que las cosas en la escuela, no creía que mi cumpleaños fuera algo relevante, ni siquiera un tema de conversación.

- Hola Harry. - saludó Holly al verme llegar al salón donde ambos compartíamos clases.

- Hola pequeña. - saludé como todos los días y miré al frente en busca de algo entretenido.

- ¿Qué tal todo? - preguntó acercando su banco más al mío.

- Todo bien. - sonreí mirándole de reojo. - ¿Y tú?

- Tengo un problema. - dice e inmediatamente mi atención se posa en ella. Luce divertida con mi interés y oculta algo, puedo verlo en sus enormes ojos ocultos tras sus lentes.

- ¿Qué pasa? - pregunto curioso.

- La tarea para el viernes... - comienza señalando su mochila. - Se supone que somos equipo y lo olvidé por completo, necesitamos terminarlo más tardar mañana.

Al principio no le creo nada, pero entonces la voz de la maestra advirtiendo que teníamos que trabajar en parejas y hacer un buen trabajo final llega a mi memoria y sé que dice la verdad. Lo había olvidado por completo también, no tenía ni idea.

- ¿Cuándo la haremos? - me cruzo de brazos examinándola.

Sus ojos viajan de un lado a otro del lugar y pensándoselo un buen rato, mira la hora en su reloj.

- ¿Puedes hoy? - pregunta sonriente.

- No lo sé. - dudé un poco. Era mi cumpleaños y aunque no tenía ningún plan ni intención de festejarlo, pensaba estar solo en casa y pedir un par de pizzas. - ¿Tardaremos mucho? Tengo cosas que hacer.

Su sonrisa comenzó a desvanecerse, miró ahora la paleta de su banco y suspiró cansada.

- No, terminaremos lo más rápido posible, lo prometo.

- Esta bien. - ahora no sabía que pensar. Su humor había cambiado muy rápido y no sabía por qué fue así de inesperado. - ¿Pasa algo?

- No, todo está bien. - trata de sonreír. Mira al frente y vuelve a bajar la mirada. - Es solo que creí que podríamos comer en mi casa después de acabar la tarea. Pero entiendo que tengas planes.

- Holly, lo que sucede es que... - no pude decir más. La clase había comenzado y la maestra pidió que guardáramos silencio.

Su pequeña carita estaba demasiado concentrada, noté incluso que parecía ansiosa. No estaba quieta ni un segundo, la vi texteando por debajo del banco y no puede evitar que mi curiosidad me comiera vivo.

Al terminarse la clase, todos salieron volando por la puerta, miré de reojo que Holly me esperaba de pie junto a mí, sosteniendo mi cuaderno en sus manos.

- ¿Entonces quieres que me quede a comer? - pregunté curioso.

- Si, mamá hará filete. - sonríe tristemente.

- ¿Por qué quieres que me quede? - pregunto mirándola a los ojos. Así no puede mentirme, siempre descubro si dicen la verdad mirándolos a los ojos.

- No me gusta que estés tanto tiempo solo. - explica bajando un poco la cabeza. - Pero entiendo que no te guste estar tanto tiempo fuera de casa, debes tener planes...

- Me quedaré. - aseguro sonriéndole. Luce extremadamente tierna y feliz después de que le digo esto.

Su sonrisa se ilumina en su rostro y me mira con sus ojitos muy abiertos. Me abraza y yo me fundo en sus brazos sintiendo ese calor que llena el alma, me gustaban mucho sus abrazos.

- ¡Que bien! - sigue sonriendo mientras se aparta de mí y me jala a la puerta. - ¡Vamos a hacer el mejor trabajo de todos!

...

Al llegar a su casa, tengo que admitir que me decepcionó un poco que no estuvieran organizando una fiesta sorpresa. Tenía la absurda esperanza de que al abrir la puerta todos gritarían "Sorpresa" y arrojarían confeti y darían pastel.

Pero no fue así, nos recibió su madre que arreglaba el comedor asegurando que casi estaba la comida, ella me llevó a su habitación y sacó todos los cuadernos de su mochila. Holly lucía estresada, caminaba de un lado al otro mientras yo me desparramaba en su cama usando los libros para cubrirme el rostro.

- ¿Que tienes? - pregunté cauteloso. - Estas muy nerviosa.

- No es cierto. - dijo ahora quedándose quieta, mientras me daba la espalda.

Sabía que algo tramaba. Sus manos jugaban temblorosas con su blusa. Se dejo caer en la cama y cerró los ojos con fuerza, la mire detenidamente suspirar angustiada.

- ¿Por qué no me dices que tienes? - digo preocupado.

- Porque no tengo nada.

- Holly, no te has quedado quieta desde que llegamos. - le recuerdo. - Solo dime...

- Hoy es tu cumpleaños. - dice bajando su mirada. - Quería hacerte algo especial, pero...

- Oye. - le digo tomando su mano. - Estar contigo y los chicos ya es algo especial.

- No quiero que vuelvas a sentirte solo nunca más. - dice acariciando mi mano con ternura. - Te queremos mucho, Harry.

Un calor abrasador me llenó el cuerpo al escuchar eso, sentir la honestidad con la que hablaba me daba ganas de sonreír.

- ¿Crees que no lo sé? Holly, cielo. Desde que llegaste a nuestras vidas yo ya no me siento solo. - digo sonriéndole. Hace tiempo que quería decirlo. Eres especial para los chicos, para mí.

Sus mejillas se enrojecen y es entonces cuando entiendo por qué Adrien amaba hacerla sonrojar. Luce tan hermosa y tierna, sus ojos se aguadan y comienza a sonreír con lágrimas desbordándose por sus mejillas.

- Feliz cumpleaños.

Me abraza con fuerza inclinándose sobre mí. Me dejo fundir en su calor y suspiro tranquilo al saber que después de todo, tener a personas así, vale más que nada en el mundo.

Su teléfono suena y retumba en el silencio de la habitación, ella se aleja solo un poco para contestar y al escuchar a quien sea que haya llamado, sonríe anchamente.

- ¡Si! Ahora bajo. - dice entre un chillido alegre.

- ¿Qué le pasa? - digo ahora confundido.

- ¡Vamos abajo!

Toma mi brazo y lo jala para levantarme. Corremos a trompicones por las escaleras y al llegar al final de estas, veo a los chicos enredados en globos, Demian sosteniendo un pastel, Adrien tiene una cantidad infinita de arreglos junto con Patrick y el peli azul de Alex tiene un regalo que extiende hacia mí.

- Sorpresa... - dicen los chicos sonrientes.

- Lamentamos llegar tarde, es que tuvimos una serie de desastres que nos complicaron las cosas. - se excusa Alex.

- Alex se perdió en el centro comercial. - se queja Adrien.

- Estaba comprando chocolates. - se queja el peli azul. - Técnicamente fue culpa de ellos por dejarme ir solo.

- Chicos... - comienzo sin saber bien que decir.

- Antes de que digas algo, necesito guardar el pastel, tiene nieve y se está derritiendo. - se queja Demian.

- Lo diré después. - sonrío viéndolos acomodar todo.

...

Había sido una noche espectacular, todos habíamos bailado y comido sin parar. Ahora era tiempo de volver a casa, todos mis amigos ya se habían despedido, no sin antes felicitarme por decima vez esa noche.

Holly me despedía en la puerta de su casa, me entregaba una bolsa con un gran trozo de pastel y un poco de comida dentro de una bolsa de papel.

- Fue un muy buen cumpleaños. - le aseguro. - Gracias.

- Lo hicimos todos. - sonríe.

- Lo sé. - suspiro. - Quiero pedirte perdón.

- ¿Perdón por qué? - dice confundida.

- Por haber dudado de tus intenciones, al inicio no estaba convencido de si era buena idea integrarte. - confieso. - Perdón por todo.

- Ahora todo está bien. - dice acariciando mi hombro. - y eres feliz.

- Si... - digo quedamente.

Me abraza con ternura, deposita un beso en mi mejilla y decido irme. Al llegar a casa todo está a oscuras, no se escucha más que el tic tac del reloj. Uso toda la fuerza de voluntad que tengo por no pensar en esas palabras "eres feliz", dentro de mi pecho un corazón palpita desesperado al sentir por un momento que tiene razón.

Soy feliz cuando estoy con ellos, soy feliz estando solo, soy feliz... pero algo me falta.

Enciendo el televisor y lo primero que veo es una película infantil, me siento en el sofá y descanso un poco de todo. La película trata de un pequeño alienígena que, al llegar a la tierra, encuentra su familia, a donde pertenece.

¿Familia? Mi única familia es la tía Renee y ella no estaba nunca conmigo, ¿eso significa que no tengo familia? Tal vez este no sea el lugar a donde pertenezco, tal vez mi familia está en otro sitio. Pero la cruel realidad es que yo no puedo ir a otro planeta o galaxia para encontrarla, mi familia murió. Mis padres ya no están.

La tía Renee era lo único que tenía así que ella era mi Ohana, era mi familia. Comencé a extrañar su voz hablando por teléfono en las madrugadas, sus ojeras tan pronunciadas mientras bebía una taza de café negro.

Recordé sus besos en la mejilla cuando rara vez en ocasiones especiales íbamos a algún restaurante a festejar. Pero eso fue mucho antes de que encontrará este trabajo.

Mis ojos comenzaron a humedecerse y me abrace a mí mismo mientras acomodaba mi cuerpo en el sofá. Quería dormir y soñar con algo mucho mejor.

...

El sonido de llaves irrumpió en el silencio de la noche, abrí los ojos cuando la luz iluminó toda la estancia. Talle mis ojos junto a una pequeña maldición en voz baja.

- ¿Que demo...? - comencé, pero me encontré con el rostro de mi tía observándome.

Su cara era toda una confusión para mí, estaba llorando a mares, su nariz se había puesto roja y sus ojos se hincharon. Pero a diferencia de tan mal aspecto, tenía una sonrisa deslumbrante en la cara, en sus mejillas se remarcaron los hoyuelos y secando sus lágrimas, caminó hasta mí.

- Creí que estabas arriba, perdón si te desperté. - dice acariciando mi rostro, peinando mi alborotada cabellera roja, parecida a la suya.

- ¿Qué haces aquí? Creí que estabas de viaje. - pregunté confundido.

- ¿No te alegra verme? - preguntó cautelosa.

- Claro que sí. - dije rápidamente tomando su mano sobre mi cabeza. - Es solo que nunca...

- Renuncié a mi trabajo. - me soltó de repente.

- ¿Qué? - dije ahora confundido. - ¿Por qué?

- Puedo conseguir algo más cerca de aquí, algo que no involucre tenerme fuera tanto tiempo. Ya mandaré mi currículo a las empresas de aquí después. - sonrió acariciando con ambas manos mi rostro. - Esto nos ira mejor a ambos, así yo no me desgasto tanto y tú y yo pasamos más tiempo... juntos. ¿Te gusta la idea?

No sabía que decir, tenía la sensación de estar soñando, no podía fiarme de esto tan rápido.

- Harry, dime algo. - pidió nerviosa.

- ¿Por qué haces esto? - quise saber. - Así... de repente...

- Me hicieron darme cuenta de que eres lo único que tengo, eres mi única familia y eres como mi hijo. Yo... - su voz se quedó y ella sonrió para tranquilizarme. - Yo le prometí a tu madre que te cuidaría y te amaría como si fuera ella y yo... yo... - bajó la mirada sujetando mis manos y las besó con ternura. - Le he estado fallando desde hace mucho tiempo.

- No es así. - le dije con un hilo de voz agudo. Las ganas de llorar estaban presentes en mi garganta. - Haces un gran trabajo.

- Tu amiga me llamó ayer en la noche. - explica y de inmediato se de quien habla. - Después de colgar con ella, me di cuenta de que te estaba dejando solo demasiado tiempo y que gracias al cielo que no ha pasado nada malo. No sé qué haría si algo te sucediera.

- Se cuidarme solo. - le sonreí.

- No es solo eso, yo quiero estar contigo. Escucharte, mirarte, hacer cosas los dos... - susurro entre sollozos. - Eres lo que más amo en el mundo y lamento mucho no decírtelo.

- Yo también te amo, tía.

La abracé con fuerza y me permití llorar junto a ella. Estuvimos así largo tiempo y comenzamos a hablar y hablar sin parar, las horas pasaron y no podía dejar de mirarla platicarme de tantos momentos de su vida.

Hablamos de ella, de mí, de mamá, papá, los abuelos, mis amigos. Llegando a estos últimos, mencionamos a la pequeña Holly, concordamos en que es una gran chica, sonreí al pensar en su rostro feliz y entonces recordé sus palabras.

"Eres feliz"

Si, lo era. Ahora más que nunca entendí ese significado y mirando a la mujer frente a mí, mi única familia, sentí que mi vida era plena y agradecí por todo.

Por mi tía, por mis amigos, por Holly y por vivir un día más junto a esas maravillosas personas.

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