Capítulo 11. Recuerdos
Han pasado unos días y ya me he recuperado totalmente, los moretones son casi invisibles y me siento mejor.
Los chicos no me dejaron sola ni un solo día, se turnaron para cuidarme y distraerme el tiempo que estuve en cama.
Ahora estaba sentada en mi banco de historia mientras escuchaba como la maestra hablaba sin parar. A mi lado estaba Harry dibujando en su cuaderno y parecía demasiado aburrido, nos habíamos acostumbrado a estar en silencio la mayor parte del tiempo, pero estando junto a él no se sentía como algo incómodo.
– Harry, ¿Puedo hacerte una pregunta? – dije cuando la maestra había terminado de hablar y nos dijo que hiciéramos equipos de dos.
– Claro que acepto ser tu compañero, linda Holly. – dijo acercando mi silla a la de él.
– Eso no. – reí, pero le ayudé a acercarme a él. – Quería saber cuándo cumplen años tú y los chicos.
– ¿Ah? – dijo mirándome curioso. –¿Y eso por qué?
– Bueno, quería regalarles algo, ya sabes... – mentí nerviosa.
– Pues los próximos a cumplir años son Adrien, Alex y yo. – dijo sonriéndome. – En ese orden.
– Oh... – dije algo pensativa tratando de hacer cuentas. – ¿Cuándo cumplen tú y Adrien?
– Pues... Adrien cumple dentro de dos días y yo en dos semanas. – dijo garabateando en su libreta. – Esto tiene algo que ver con el chico suicida, ¿no es verdad?
Sus ojos miraban su dibujo, pero me sentí repentinamente nerviosa al escucharlo decir aquello. Como las palabras se habían atascado en mi garganta, asentí tímidamente y él sólo siguió dibujando.
– Holly, esto está yendo demasiado lejos. – se quejó. – No queremos que se repita lo del incidente en el baño, así que por favor olvida todo eso. Por el bien de todos.
– No. – dije seriamente. – No entiendes, tengo que ayudarlo.
– Es que ya estás haciendo demasiado por nosotros. – susurró molesto. – No creo que el chico quiera ser salvado, si ve lo preocupada que estás y todo lo que haces por él, y aun así piensa en matarse, entonces tú no puedes hacer nada.
– ¿No eres tú, cierto? – dije avergonzada, bajando la cabeza.
Él comenzó a reír levemente y después acarició mi mejilla apretándola con sus dedos.
– No, pequeña. Yo no soy de esos. – dijo riendo. – Pero si te hace sentir tranquila, te juro que yo no soy tu chico suicida.
Suspiré mentalmente agotada y asentí, le creía. Él no era el escritor de las notas.
Lo que me dejaba con más dudas entonces. Adrien sería el que cumpliría años, tenía que acercarme a él, algo en mi pecho me decía que estaba cerca del verdadero escritor de las notas.
...
En la salida los chicos estaban esperándome como siempre junto al árbol. Sonreí al verlos, el sólo imaginar perder a uno de ellos era demasiado doloroso para mí.
Pero llamó mi atención que Adrien se encontraba mirando su teléfono molesto.
– Es hora de irnos. – sonríe Alex tomando mi mano para hacerme caminar. – Hoy iremos mi primo y yo a dejarte a casa.
– Yo pido mañana. – dice Patrick guiñándome un ojo.
Cuando nos despedimos, observo como Adrien mira repetidas veces la pantalla de su móvil para suspirar fastidiado.
– ¿Pasa algo? – le pregunto cuando nos detenemos en un semáforo a esperar el rojo.
– No, nada. – dice seriamente y mira a Alex, que ahora también le mira curioso.
– ¿Y esa cara? – insisto.
– Por desgracia así es él. – sonríe Alex apretando con delicadeza mi mano. – Se cayó de chiquito y así le quedó la cara al pobre.
– Cállate. – dice Adrien ocultando una leve sonrisa. – Es papá, sigue molestándome.
Una alarma se enciende entonces en mi sistema, busco rápidamente su mirada y lo veo cansado. Suspira y mira al frente perdiéndose entre las personas que pasan cerca.
El chico suicida había dicho que su padre le hacía daño, que lo molestaba. Ésta era una pista más que me acercaba a él, definitivamente estaba por encontrarlo.
– ¿Todo está bien en casa? – pregunto curiosa.
Alex se inclina un poco hacia mí y levanta una ceja.
– Hoy andas muy curiosa, Holly. – sonríe levemente.
– Es sólo que... – comienzo y Adrien me jala un poco para hacerme caminar cuando los carros se detienen a causa de la luz roja. Suelto la mano de Alex dejándome llevar por su primo, quien me sonríe.
– Está todo bien. – sentencia Adrien mirándome de reojo. – Tranquila.
Guardo silencio mirándolo fijamente, algo oculta, puedo sentirlo. Detrás de esa sonrisa hay algo más, algo que puede ser peligroso incluso.
Siento a Alex caminar junto a nosotros ahora más callado, después de unos minutos nos detenemos en mi casa.
Observo la puerta con duda, no quiero dejarlo irse aún, necesito respuestas.
– ¿Quieren quedarse a comer? – pregunto tímidamente.
Ambos me miran confundidos, sé que fue un comentario algo rápido, que los tomé por sorpresa, pero la verdad es que estaba desesperada.
– Yo no puedo... – dice Adrien levemente. – Papá me espera.
Maldigo en mi mente que no pueda quedarse y lo miro tristemente.
– Yo sí. – dice rápidamente Alex.
Ambos primos intercambian miradas y Adrien eleva una ceja seriamente.
– ¿Mi tío no tiene problema con eso? Recuerda que la última vez que llegaste tarde no pudiste salir al día siguiente. – asegura Adrien.
– Estaré bien. – dice Alex mirándome con una enorme sonrisa.
– Entonces los dejo. – dice el rubio acercándose a mí. – Gracias por la invitación.
– Tal vez puedas otro día... – sugiero esperanzada.
– Tal vez... – dice bajando la mirada con tristeza. – Debo irme.
– Hablamos más tarde. – le dice Alex sujetando mis hombros.
Adrien se aleja poco a poco y siento que una parte de mi se va con él.
...
– ¿Bromeas? No irás sólo a tu casa. – sonrío mirándolo en la puerta de mi habitación.
– Debo irme y no quiero que salgas ya. – se queja el peli azul recargado en mi puerta.
Suspiro, resignada ante sus peticiones. Llevamos así más de veinte minutos y cada vez oscurece más.
– Estuvo deliciosa la cena. – asegura Alex sonriendo mientras soba su estómago. – Creo que le agradé a tus padres.
– Claro que sí, te adoran. – dije recordando la forma en la que mis padres habían hablado con él.
– Son muy amigables. – dice él acomodando su suéter.
– Deberías venir más seguido. – Le digo mientras me colocó un suéter sobre mi camisa. – Fue muy divertido.
Ambos sonreímos en un silencio incómodo y siento que me mira intensamente mientras me acerco a él.
– Holly, te quiero. – dice él acomodando un mechón de mi cabello tras mi oreja. – No sé qué haría sin ti.
– ¿Por qué dices eso? – pregunto curiosa. – ¿Estás en tus días? – me burló un poco.
Su silencio me hace ver que no le ha hecho gracia mi broma y automáticamente borró mi sonrisa.
– Hablo enserio. – susurra mirándome a los ojos.
Su mano recorre mi mejilla mientras baja y se queda en mi barbilla unos segundos.
– ¿Qué pasa Alex? – digo ahora preocupada.
Lo veo dudar, su labio tiembla levemente y sus ojos siguen fijos en los míos. Traga la saliva bruscamente y mira a otro lado.
– Nada. – sonríe apenado.
– En unos días... – comienzo para tratar de cambiar el tema. – Es el cumpleaños de Adrien.
– Amm sí. – hace memoria y asiente. –¿Estás planeando algo para esos días? – pregunta con un raro brillo en sus ojos.
– Si. – sonrío mirándolo. – Debes ayudarme, quiero hacer algo lindo para él y que sea una sorpresa.
– ¿Cuál es el plan? – dice ahora algo ansioso.
– Aquí en mi casa, podemos organizar una comida, algo tranquilo pero que todos sus amigos estemos aquí. – digo alejándome para poder sentarme en la cama.
– Algo sencillo... – comienza pensativo. – El ama la comida China.
– Eso estaría bien. – digo pensativa de igual forma. – Podemos prepararla.
– Yo te ayudo, sólo dime que hacer. – sonríe metiendo ambas manos en sus bolsillos.
– Yo te aviso. – le sonreí.
– Gracias por hacer esto por nosotros. – dice y baja la mirada al suelo. – Desde que llegaste todos somos diferentes en cierta forma.
– Yo sólo quiero ayudarlos. – aseguro sonriente.
– Aun no entiendo el porqué. – dice él acomodando su cabello. – A veces siento que hay algo más de lo que me dices.
Mi cuerpo se tensa al recordar a mi hermano, Drew. Alex nota el cambio tan drástico que tuve y se acerca para hincarse frente a mí, luce preocupado.
– ¿Dije algo malo? – pregunta tiernamente angustiado.
– No. – susurro en un hilo de voz.
– Estás llorando. – dice ahora más alterado. – ¿Qué dije? ¿Qué sucede?
– Yo... Yo tuve un hermano. – comienzo derramando un par de lágrimas. – Él murió cuando cumplí los 14.
– ¿Cómo murió? – pregunta Alex.
– Una sobre dosis de drogas. – digo sintiendo mi garganta cerrarse. – Dicen que se suicidó, dejó una carta a mis padres para disculparse.
– ...
Los ojos de Alex se abrieron por completo y yo rompí en llanto al recordar a mi hermano.
– Ese día él había llegado molesto de la escuela, estaba llorando y yo quise acercarme. Pero no lo hice, no quise meterme en sus asuntos. – le explico lentamente. – Él me necesitaba y yo no estuve ahí para detenerlo.
– Holly... – dice Alex abrazando mi cintura.
– No le ayudé, no hice nada. Lo perdí. – lloré sin control sintiendo a mi mejor amigo apretar mi cuerpo con ternura.
– No fue tu culpa. – dice secando mis lágrimas. – Él... Él tomó su decisión.
– ¡No era justo! Él se fue y me dejó a mi aquí, no le importó el daño que nos hacía. – me quejé. – Lo extraño, me duele aún y no puedo permitir que pase de nuevo.
– Hablas del... – comienza Alex separándose un poco. – ¿Del chico de las notas?
– No puedo dejarlo sólo. – digo secando mis lágrimas. – Tengo que ayudarlo.
– Holly... tú no puedes hacer nada. – dice Alex ahora seriamente. – Y no es tu culpa, debes entender eso.
– Quiero hacerlo. Quiero ayudarlo. – explico tomando su mano. – Y tú tienes que ayudarme.
– ¿Yo? – dice Alex confundido.
– Ayúdame a salvarlo. – le pido y él asiente poco a poco.
– Está bien. – dice y yo sonrió. – Sólo... por favor no llores.
Pasan los minutos y él vuelve a la puerta, antes de irse promete que mañana regresará para seguir hablando.
Siento un nudo en mi pecho al recordar a Drew y suspiro cansada. No puedo permitirme perder a nadie más, no lo soportaría.
Los cinco chicos se habían vuelto parte de mí y si uno llegaba a faltarme, no podría con tanto dolor.
Tenía que apurarme, necesitaba acercarme a Adrien, él me pedí. a ayuda en silencio y yo iba a estar ahí para él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro