Tessa

Nolan, Matías y yo estamos afuera del auto esperando a que Elías y Emma regresen, por mucho más tiempo del que mi paciencia me lo permite. Y justo cuando los vemos regresar, se ponen a juguetear uno al lado del otro, entre risas y expresiones que no creo haber visto jamás en mi hermano.

—Ellos saben que el lugar está rodeado por barras de metal y que hay huecos lo suficientemente anchos para ver lo que pasa adentro, ¿cierto? —pregunta Nolan, presenciando la escena ante sus ojos con confusión.

—De la misma manera que saben que no están tan lejos como para que no podamos verlos —digo, con un toque de sarcasmo.

—Ciertamente —concuerda Matías—. De hecho, si voltearan para este lado, ellos podrían vernos a nosotros.

—Creo que están demasiado emocionados el uno con el otro como para notar que podemos verlos —digo, resignada.

—Es una lástima que no alcancemos a escuchar. Yo también quiero saber de que se ríen —dice Nolan, quejándose—. ¿Cuándo van a dejar de coquetear?

—Ya me estoy cansando de ser un espectador en este espectáculo llamado vida —menciona Matías, soltando un ligero suspiro—. Ya lo decidí, yo también conseguiré una novia.

—No podrías conseguirla aunque lo intentaras —digo, sin darme cuenta de la rudeza de mis palabras. Matías tiene un corazón más sensible, y no puedo bromear con él tanto como lo hago con Nolan, aunque a menudo olvido con quien puedo ser yo misma. Pero cuando me giro para verlo, él no parece molesto por mi comentario.

Regreso mi vista hacia la pareja frente a nosotros. Ellos no son novios, y conociendo a Elías, dudo que esto llegue a más que un simple coqueteo, porque eso es lo que él hace. Se encariña con algo y después lo deja cuando piensa que él no es suficientemente bueno para los demás. Lo único que realmente ha podido conservar con el tiempo es su amor por la batería y la paciencia para soportarnos todos los días, y no estoy segura si hay espacio para algo más dentro de su corazón.

Cuando por fin los vemos atravesar la salida, me dirijo hacia Matías y Nolan.

—Ninguna palabra de lo que acabamos de ver, ¿entendido?

Ellos asienten sin dudar. Siempre he sido una mujer de carácter fuerte, pero mis amigos ya están demasiados acostumbrados a mi presencia como para asustarse. Aún no decido si eso es bueno o malo.

Nos subimos al auto un poco después y Nolan se encarga de llevarnos a casa a cada uno de nosotros. Hay silencio durante el trayecto, o al menos lo siento así. Si los demás están hablando o no, no es algo que mi cerebro pueda captar ahora, porque dentro de mí solo quedan preocupaciones, y deseos de que nadie vaya a salir herido.