30. Secretos y más secretos
Emma
Después de la boda, los días van pasando uno a uno, como quien pasa las páginas de un libro, y antes de darnos cuenta, ya hemos avanzado varios capítulos.
Muchas cosas pasaron en ese tiempo. Elías, que de poco en poco fue moviendo sus cosas de su casa a la mía, finalmente se mudó completamente a nuestro departamento. Un lugar pequeño y acogedor al que ahora podemos llamar nuestro hogar, y en donde solemos despertar juntos cada mañana entre risas, tomar las comidas mientras charlamos de nuestros planes a futuro y de las cosas que deberíamos hacer juntos, salir a la misma hora de la casa para ir al trabajo, despedirnos con un dulce beso y volvernos a reencontrar en casa para la cena, ver películas y series juntos mientras nos acurrucamos en el sofá e ir a dormir cada noche, uno al lado del otro, asegurando que nuestros corazones sigan latiendo al son del reloj.
Por un momento, parecemos tan normales, tan libres. Sin las enfermedades que nos aquejan, el secreto que oculto y las preocupaciones de un futuro sin el otro.
Después de la graduación, Elías, junto con el resto de los chicos, formalizaron su banda a la que llamaron Notas, y en lugar de covers, ahora se dedican a tocar temas originales escritos por Tessa. Al final ellos lograron encontrar su identidad, no solo como equipo, sino como familia. El grupo empezó a presentarse por las noches en algunos restaurantes y bares. No era mucho, pero era un inicio. Poco a poco, su música fue llegando a más personas, hasta llamar la atención de una discográfica que está pensando seriamente en promocionarlos, considerando su música y la historia que lleva detrás de ella. Los productores musicales lo consideran una gran oportunidad para llevarlos al siguiente nivel, y ahora se encuentran a punto de firmar un contrato.
Yo, por mi lado, sigo componiendo y presentando mis piezas en algunos eventos formales y fiestas de caridad. También estoy comenzando a grabar algunas melodías en piano, que con una técnica muy bien pulida y una expresión sentimental impecable, estoy logrando que la música clásica, que ha estado perdiendo popularidad en los últimos años, vuelva a resurgir.
Todos hemos estado cumpliendo nuestros sueños, e incluso Elías ha logrado tachar varias actividades de su lista de cosas por hacer antes de morir, pero ya no con un aire de tristeza nostálgica como en un inicio lo hacía, sino ahora con una sonrisa satisfecha, como quien desea tener más tiempo para añadir más y más cosas, y cumplirlas sin ninguna prisa.
Hubo un tiempo en el que yo también consideré hacer mi propia lista, manteniéndola en secreto al igual que mi enfermedad, ya que quizá yo tampoco tengo mucho tiempo, pero al menos, parece que tengo más que Elías. Inicié pensando en algunas cosas y las anote en una lista mental, pero no tardé en darme cuenta que ya había hecho incluso más cosas de las que realmente quería hacer, así que me concentré en una única actividad: vivir feliz al lado de Elías. Eso es lo único que yo deseo ahora.
Él merece tener más tiempo, sin embargo, eso es lo único que yo aún no puedo darle. Porque si lo tuviéramos, explicaría con mucho más detalle cómo hemos vivido estas últimas semanas, la felicidad que siento dentro de mí cada vez que lo veo, la alegría que llena mi corazón cada mañana, la esperanza de que podemos tener una vida normal.
Pero, como recordatorio de que tenemos un límite, nuestros días felices y planes a futuro se detienen por completo después de que Elías volviera a colapsar y tuviera que ser internado nuevamente en el hospital.
—No deberían detenerse por mi culpa —dice él, recostado en la cama. Me aterra pensar en cuál fue el momento en el que me acostumbré a verlo en esas condiciones—. Emma, deberías de seguir grabando y ustedes deberían de conseguir a otro baterista.
—¡No digas tonterías! —exclama Tessa, acomodándose en el sofá de la habitación—. Somos una banda, lo que significa que somos nosotros cuatro o ninguno. Si los de la discográfica quieren nuestra música tendrán que esperar por ella.
Nolan y Matías asienten para demostrar su acuerdo.
—La espera hace más intrigante las cosas —dice Matías.
Elías esboza una leve sonrisa y se gira para verme, esperando una respuesta de mi parte.
—Tal vez yo vaya a grabar un par de cosas —contesto un poco dudosa—. Pero creo que también sería bueno tomarme un permiso.
—No quiero que te atrases por mí —dice, tomando mi mano, de la que resalta nuestro anillo de boda.
—No lo haré, tengo mis razones. Cuidar de ti solo es una de ellas —digo, agradecida de haber dicho razones y no secretos, porque, como si la vida me hubiera designado el papel del misterio, ahora tengo otra cosa que ocultar.
—Así que hay algo más además de mi, ¿eh? —dice, con un toque de emoción en su voz—. ¿Puedo saber qué es?
Nolan se aclara la garganta, y por un momento estoy agradecida de que haya intervenido, porque si guardar un secreto ya es difícil, guardar dos es una misión imposible.
—Parece que terminamos sobrando aquí —dice, fingiendo una tos—. ¿Deberíamos irnos?
—No, está bien —me apresuro a contestar—. De hecho deberían de quedarse con él hoy, tengo unas cosas que hacer —devuelvo mi vista hacia Elías—. Regreso pronto, ¿si?
—Por supuesto —contesta, aunque no puede ocultar por completo el desconcierto de su expresión.
Me despido de él con un beso en la frente y salgo de la habitación, cerrando la puerta. Una parte de mí está lista para seguir mi camino, pero otra parte no puede despegarse de la puerta, y menos cuando empiezo a oír las voces que se filtran desde la habitación.
—Está actuando un poco raro hoy, ¿no lo creen? —pregunta Matías.
—Lleva así un par de días —comenta Tessa—. ¿Estará bien?
Siento una punzada en el pecho cuando me imagino la expresión que estará poniendo Elías. Sé, mejor que nadie, que él es del tipo de persona que piensa mucho las cosas y no quiero hacerle creer, por ningún momento, que me arrepiento de estar a su lado, porque definitivamente no es así.
—Ella nos lo dirá cuando esté lista —dice Elías, y casi puedo sentir que su mirada se mantiene fija en la puerta.
«Oh, mi querido Elías. Hay cosas que voy a contarte, pero hay otras, que como ya he decidido antes, tendré que seguir guardando en el fondo de mi ser, porque lo que menos quiero, es causarte más daño».
Me despego de la puerta a regañadientes y empiezo a caminar por el pasillo, encontrándome con el doctor Johanson en el camino.
—Emma, estaba a punto de ir a ver a Elías. Necesito hacerle algunos estudios más.
—Tessa y los demás están con ellos —indico. Al casarme con Elías, me he ganado el derecho de saber todo respecto a su salud, sin que alguien me saque de la habitación por no compartir sangre con él. Es un alivio, pero también un pedo con el que debo cargar—. Yo volveré pronto. —Johanson asiente, con la misma expresión sombría que se está haciendo tan habitual en él. Algo no está bien, aunque últimamente, parece que nada lo está—. ¿Qué estudios le harán?
—Son estudios de rutina, para monitorear su estado —explica Johanson—. Obviamente son importantes, pero...
—¿Pero?
—No creo que arrojen resultados diferentes a los que ya hemos obtenido.
—¿Y qué dicen esos resultados exactamente?
—Que Elías no está bien —admite Johanson—. Sé que intenta aparentar que no es así, pero los resultados dicen otra cosa. Su corazón está demasiado débil, necesitará uno nuevo y pronto, de lo contrario seguirá empeorando.
—¿Y la lista de trasplantes?
—Aún no aparece uno.
—¿Y el ensayo clínico? —pregunto, tratando de descartar todas las alternativas posibles—. ¿Aún no hay lugar para que entre?
—Me temo que no.
—¿Entonces que hacemos? —pregunto, sintiendo cada parte de mi arder de impotencia—. ¿Solo esperamos? ¿Nos quedamos quietos viendo como su vida se desvanece lentamente sin que podamos hacer nada para evitarlo?
—Sé que es difícil —dice, evitando mi mirada—. Pero, por ahora, solo podemos hacerlo sentir cómodo. —Y con esa frase, siento como todo dentro de mí se quiebra—. Lo único que puedo recomendar es que lo apoyen, y por favor eviten las malas noticias o situaciones estresantes, cualquier cosa que pueda alterar innecesariamente su corazón.
—Tengo que irme —digo, porque si me quedo un instante más aquí, me voy a derrumbar.
Sé que dije que estaba bien si Elías me rompía el corazón, porque seo que el jamás lo haría a propósito, pero esta siendo muy difícil sostener la promesa de que estaré bien, porque en este momento, solo quisiera arrancarme el corazón y dárselo a él, para no tener que sufrir el dolor de perderlo.
El doctor se despide y se dirige a la habitación de Elías, no sin antes prometerme que me avisará si hay alguna novedad. Las palabras se aferran a mi garganta y se resisten a salir, así que solo puedo asentir, y una vez que Johanson se va y me quedo completamente sola, las lágrimas empiezan a invadir mi rostro.
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