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21. El camino que elegimos

Emma

—Buenas noches, queridísimo público —saluda Tessa al micrófono—. Esta noche les presentaremos nuestro primer tema original, titulado "El camino que elegimos", espero que lo disfruten.

Los aplausos resuenan por un breve momento, y la banda espera a que todo el auditorio quede en completo silencio, al punto que solo se pueden escuchar nuestras respiraciones acompañadas del sonido acelerado de nuestros nerviosos corazones.

Tessa se acerca al micrófono y lo toma con cuidado, echa un vistazo al público delante de ella, todas esas personas listas para escuchar su canción. Apuesto a que los estudiantes esperan una melodía tosca y ruidosa de su parte, justo como siempre, pero contrario a sus expectativas, ella deja soltar un pesado suspiro y comienza a cantar a capela.

Su voz es suave mientras canta y suena perfectamente afinada, haciendo eco en cada rincón del auditorio. Ella hace una breve pausa para que la guitarra y el bajo comiencen a tocar suavemente, poniéndose a la par del sonido de la voz de Tessa.

La batería empieza a resonar poco después, haciendo que la melodía tome más ritmo. Sin embargo, la canción aún conserva esa sensación de tranquilidad.

Ellos lo están dando todo en esta presentación, sacando las notas que tocan desde su corazón, revelando su sentir y también su pesar. Las emociones que transmiten conmueven tanto a cada uno de los presentes, que cuando terminan de tocar un silencio profundo llena el lugar.

Los chicos, cuya técnica musical era pésima hasta hace solo unas semanas, han logrado interpretar la canción espléndidamente. No solo un cover o una partitura ya establecida, sino su propia canción, sus propios sentimientos.

Aplaudo con cariño y orgullo y el resto del público me sigue. No tardo en ponerme de pie y animarlos desde la primera fila, acciones que también son copiadas por el resto de personas. El lugar rápidamente se llena de sonido, de aplausos y felicitaciones.

Veo de reojo a la maestra Abigail, que sonríe con sorpresa mientras también los anima. Ella estaba en lo correcto cuando nos puso en el mismo equipo. En ese entonces sabía que había potencial en nosotros y que solo necesitábamos un pequeño empujón para sacarlo a relucir. No sé como, pero parece que ella siempre supo que nosotros nos complementamos a la perfección y no podría estar más agradecida con ella por habernos juntado.

Regreso mi vista a la banda que sigue en el escenario, disfrutando de los frutos de su esfuerzo. Mucho ha cambiado desde esa primera vez que hablamos, todos crecimos y maduramos hasta lograr ser mejores. Ellos ya no son solo un problemático grupo que se salta las clases. Ahora oficialmente son músicos, una banda real que logra traspasar barreras y transmitir todo lo hay en sus corazones, el deseo de pertenecer, de amar, de marcar presencia.

El deseo de vivir.

Los cuatro sonríen alegremente, viéndose unos a otros y de nuevo al público frente a ellos. Su presentación ha sido todo un éxito. Ellos dejan sus instrumentos y se acercan para unir sus manos y hacer una reverencia hacia el público, para después darse un gran abrazo lleno de calidez.

Después de su pequeño y grandioso momento de gloria, salen del escenario y se dirigen a los pasillos que llevan a las butacas, en donde yo los alcanzo, ya que la próxima en realizar su presentación soy yo.

—¡Eso fue asombroso! —exclamo, corriendo a abrazar a Elías, quien me recibe cálidamente.

—Me alegra que te gustara —contesta con una gran sonrisa en su rostro–. Me esforcé mucho esta vez.

—Ya van a empezar otra vez los enamorados —bromea Tessa.

—¿Tal vez deberíamos dejarlos solos? —pregunta Nolan, siguiéndole la corriente.

—Yo sí lo haré —interrumpe Matías—. Galia me está esperando en las butacas. Ella vino a vernos esta noche.

Matías aún no nos ha dado muchos detalles, pero parece que su relación con la chica con la que tuvo aquella cita a ciegas va bien, y me alegra que haya seguido mi consejo de dejar de aferrarse a un amor perdido, y seguir buscando su propia felicidad. Además, sospecho que la próxima pareja en formarse podría estar más cerca de lo que pensamos.

Tessa le dirige una mirada cómplice a Nolan, mientras entrelaza su brazo con el de él y salen del pasillo detrás de Matías sin decir nada más, dejándonos solos.

—¿Estás nerviosa? —pregunta Elías con suavidad.

—Solo un poco —contesto—. ¿Tú cómo estás? Te ves un poco pálido.

Coloco mi mano en su frente, tratando de detectar algún signo de fiebre, pero antes de que pueda llegar a una conclusión, él toma mi mano y la lleva hasta su pecho, en donde puedo sentir los latidos rítmicos de su corazón, que incluso parecen ir al son de la melodía que acaba de tocar.

—No te preocupes, estoy bien —dice para tranquilizarme—. ¿Sientes eso? Es mi corazón latiendo, significa que estoy vivo, que estoy bien.

Sigo sintiendo sus palpitaciones en mi mano, pero no puedo evitar preocuparme, ya que aunque se escuchan estables, se sienten débiles.

—Está latiendo bastante.

—Eso es porque tú estás aquí —dice, manteniendo el contacto visual conmigo—. Mi corazón late así por ti.

Mi rostro rápidamente se enrojece, haciendo que Elías suelte una pequeña risita.

—Ahora ve y deja a todo el público asombrado —me anima, llevando ahora mi mano hacia sus labios para darle un cálido beso.

Elías me da una última sonrisa tranquilizadora antes de dirigirse hacia las butacas, pero lo tomo del brazo antes de que pueda irse.

—Espera, hay algo que debo decirte...

Soy una persona de muchos secretos, y aunque soy muy buena fingiendo que no pasa nada, la culpa de esconderle cosas importantes a Elías me está afectando más de lo que puedo soportar. Él me ha contado tantos de los suyos, que siento que sería injusto no corresponderle. Quiero decirle todo, porque si hay una sola persona a la que quiero contarle cada detalle sobre mi, es a él.

—¿Tiene que ser ahora? —pregunta, confundido.

Seguramente piensa que mi principal preocupación ahora es mi presentación, pero aunque ocupe un lugar importante en mis prioridades, no es lo único que da vueltas en mi mente.

—No exactamente, pero... —Cierro la boca y suelto un pequeño suspiro antes de continuar—. Tú me abriste tu corazón y yo también quiero abrirte el mío.

—Sabes que puedes decirme lo que quieras —dice, sosteniendo mi mano con comprensión.

Estoy a punto de decirlo, de sacar todo lo que hay en mi corazón, pero una asistente del evento nos interrumpe.

—Señorita, el escenario ya está listo y el piano ya está en posición.

—En un momento voy.

—Tienes que ir ya —indica Elías—. Este es tu gran momento. Además me lo puedes decir después, no me iré a ningún lado, ¿está bien?

Con un poco de duda en mi interior, asiento y suelto suavemente la mano de Elías.

—Te veré luego.

—Estaré esperándote —contesta con una suave sonrisa, antes de salir del pasillo.

Me quedo un momento mirando en la dirección en la que él se ha ido, hago unas cuantas respiraciones, tratando de alejar a mis confusos pensamientos para concentrarme en las notas que voy a tocar, y cuando estoy lista, me dirijo hacia el escenario.

Tengo un concierto que dar.

Es hora de demostrar que realmente puedo transmitir mis sentimientos a través de mi música.

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