2. ¿Una clase es suficiente para aprender sobre los misterios de una canción?
Emma
No me parece para nada justo que tenga que hacer equipo con un grupo de flojos que raramente asisten a clases. Estoy dispuesta a intentar trabajar con cualquiera de mis otros compañeros, pero la banda de Elías es tan irresponsable que presiento que no harán más que atrasarme. Y yo en serio necesito aprender a mejorar, a expresarme con la música, y eso es algo que dudo mucho que ellos puedan enseñarme. Así que espero que los demás alumnos se retiren del teatro para poder hablar con Abigail.
—Disculpe, maestra —digo, acercándome a ella—. No creo que sea buena idea que yo haga equipo con la banda de Elías. Para empezar, nuestros géneros musicales son muy diferentes.
—Eso lo sé —contesta Abigail con indiferencia—. Pero no es eso lo me importa. Tú tienes técnica y ellos sentimiento. Enséñales para que después ellos lo hagan y al final todos estarán listos para el gran día.
—Pero...
—Sin peros —dice Abigail, cortando mis palabras—. Cada persona tiene su fuerte, esa cosa para lo que es buena. Si esas personas se complementaran entre sí, podrían acercarse aún más a la perfección, ¿no lo crees? Solo inténtalo y veamos que pasa.
Ella no me deja protestar más. Esa es su última decisión y no parece dispuesta a cambiarla, así que la única opción que me queda es arreglármelas para hacer que ese ruidoso grupo trabaje, lo que parece ser la más ardua de las tareas.
Con resignación y el dolor de mi cabeza volviendo, me dirijo a la salida del teatro con pasos cansados. Pero justo cuando salgo, me doy cuenta que hay un equipo de cuatro personas esperándome junto a la puerta.
—¿Rechazaron tu solicitud? —pregunta Tessa con un tono burlón en su voz, dándome a entender que ha escuchado la conversación que tuve con la maestra.
—Vamos, déjala en paz —interviene Nolan.
—¿Por qué? —protesta, con una actitud desafiante—. Es ella la que no quiere trabajar con nosotros.
—Bueno, ustedes cuatro tienen fama de ser bastante irresponsables —defiendo, sin dejar que el tono autoritario de Tessa me intimide—. Oí que por poco no acreditan el semestre.
Mi comentario hace que ella se altere más, pero no se molesta en mostrarlo con palabras, ya que la expresión exasperante en su rostro es suficiente para decirlo todo.
—Espera, tampoco somos tan irresponsables como para no llevar a cabo la última presentación de nuestra vida escolar —dice Matias, interviniendo en lo que podría ser una pelea segura—. Así que no te preocupes, Emma —agrega con una leve sonrisa.
El único que no ha dicho nada hasta este punto, es Elías, quien simplemente está recargado en la pared, con la mirada perdida. Me quedo observando su expresión un momento, como si con eso pudiera descubrir los misterios que lo envuelven, y no es hasta que Nolan vuelve a hablar, que regreso mi atención a la conversación.
—Bien, entonces, ¿qué hay que hacer?
—Es fácil —contesto—. Yo les voy a ayudar a mejorar su técnica: afinación y coordinación. Y ustedes van a decirme como ponerle emoción a la música. Eso es todo.
—Casi nada, ¿eh? —comenta Elías, mirándome a los ojos por primera vez desde que iniciamos esta conversación—. ¿Cuándo empezamos?
—Bueno, ya no tenemos clases programadas para hoy.
—¿Hoy? —protesta Tessa, con una expresión de fastidio—. Eso es muy pronto.
—No sean holgazanes. El salón de música está libre a estas horas, podemos usarlo —sugiero, empezando a caminar, sin prestar atención en si me están siguiendo o si simplemente se quedan atrás. Si no los reúno en este momento, encontrarlos después va a ser una misión imposible.
—¿Pero qué le pasa a está chica? —pregunta Tessa, siguiéndome junto con el resto de los chicos.
—Tiene carácter, algo que tu no —responde Elías, soltando una carcajada mientras continúa caminando.
—¡¿Disculpa?!
La banda juguetea y bromea entre ellos durante todo el camino, que me parece eterno más eterno de lo que debería.
Al final todos llegamos al salón, en donde tenemos dos largas horas de sesiones prácticas sobre cómo hacer que el sonido esté equilibrado, de manera que nadie opaque al resto, y demás cuestiones técnicas. Y para mi sorpresa, todos prestan mucha más atención de lo que creí.
—Vaya, tus clases no están nada mal —comenta Matías, mientras parece procesar todo lo que hemos visto—. ¿No has pensado en convertirte en maestra?
—No —respondo. La negación sale de mí más rápido de lo que debería, como si una parte de mi estuviera segura de la respuesta desde hace mucho tiempo.
—Entonces, ¿qué planeas hacer al graduarte? —pregunta Tessa, recargándose en la silla en la que está sentada—. No hay mucha área de trabajo para un músico.
—Solo necesito lograr tocar la canción perfecta —respondo con sinceridad, porque eso es lo único que realmente necesito—. Después de eso, lo demás no tiene importancia.
—Y dices que nosotros somos los despreocupados —se burla Nolan.
—Les dije irresponsables, no despreocupados —aclaro.
—Pero si hemos sido muy buenos alumnos —defiende Tessa, y aunque quiero refutarla, sé muy bien que no puedo hacerlo.
Es cierto que fueron buenos escuchando mi clase, lo que me hace recordar que ellos en realidad si prestan atención en todas las demás asignaturas, pero su principal problema, es que suelen faltar mucho a clases.
—Como sea —digo, despejando mi mente de aquellos pensamientos—. Sugiero que hagamos una sesión en la que yo les enseño y otra en donde ustedes me enseñen a mí, intercaladas, de aquí hasta que llegue el día de la presentación. ¿Qué opinan?
—Parece que ya lo tienes todo planeado, ¿eh? —comenta Matías—. Por mi está bien.
Todos los demás asienten, incluyendo a Elías, quien ha participado muy poco durante el tiempo que estuvimos juntos, y que a pesar de eso, me hace sentir una gran curiosidad. Es como si de alguna manera pudiera entenderlo, pero aún no sé por qué.
—¿Cuándo será la siguiente sesión? —pregunto.
No tengo muchas expectativas en su grupo, sin embargo no me queda otra alternativa si quiero lograr que mi presentación sea la mejor.
—Pasado mañana —contesta Tessa, levantándose del asiento—. Así que prepárate.
Como si Tessa fuera la líder del equipo, los chicos se levantan y la siguen hasta la salida, dirigiéndome rápidas despedidas antes de salir por la puerta.
—Gracias por las lecciones —agradece Elías antes de salir, con una ligera sonrisa en sus labios—. En serio eres buena en esto.
—No es nada —respondo con simpleza, mientras evito su mirada—. Solo es algo que debo hacer.
—Entonces te veo pasado mañana —se despide antes de retirarse junto al resto de sus amigos.
Tal vez a final de cuentas, esos chicos no son tan irresponsables como creía. Incluso podría decir que tiene un lado bueno. Pero a pesar del tiempo en el que al menos, conocemos la existencia del otro, no sé mucho sobre ellos. Lo que hace que sean un completo enigma para mí.
Sacudo mi cabeza, tratando de alejar los pensamientos que me dicen que puede haber una razón por la que faltan tanto clases, y tomo mis cosas para salir del salón.
Estoy emocionada y ansiosa a la vez, preguntándome cómo me podrán ayudar esos chicos a expresar mis sentimientos a través de la música, si es que eso es posible.
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