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Capítulo 14

-¡Ya! Deja de reír, habló en serio, nunca te vi. -respondía Nayeon con un puchero. -Y no estoy ciega.

Ambas chicas caminaban en una misma dirección acompañadas por el frío viento del invierno que chocaba en sus rostros y jugaba despeinando sus cabellos.

El clima dentro de la institución era cálido y resguardaba a los alumnos del frío. Pero en cuanto salían de allí y el cuerpo perdía el calor, el frío comenzaba a calar sus huesos, sólo que hasta el momento el verdadero impacto no había llegado.

-Es que debe ser una broma, ¿Cómo vas toda una vida a la misma escuela y nunca me has visto? -Jeongyeon aún no podía creerlo.

-Da gracias que conozco a mi salón y a mis amigas, no pongo mi atención en otras personas de allí.

-¡Tuve el pelo color rosa! ¿Cómo es posible que no hayas visto eso? ¿Estas segura que no necesitas un oculista?

-Bueno, si lo ves como que eres una chica más alta que el promedio y además tuviste una época en la que parecía que tenías un algodón de azúcar en el cabello, mmm…tal vez si necesite lentes.

-Estoy de acuerdo.

-Aunque sabes, no necesito lentes para saber que el rubio te queda mucho mejor.- miró el perfil de la otra perdiéndose un segundo en las facciones delicadas.- Te ves muy linda.

Linda no era la palabra que Nayeon hubiera utilizado, lo que realmente quería decir era hermosa, perfecta.
Sólo que, claro, no quería que pareciera más que un cumplido aquella frase.

-Gracias. – la menor sonrió bajando su mirada algo avergonzada.- En realidad perdí una apuesta con Jihyo y por eso tuve que teñirme de Rubio.

-¿Qué apostaron?

-Notamos que el maestro Min tenía una relación secreta con alguien de nuestro Salón, fue fácil darnos cuánta que se quedaban teniendo sexo sobre el escritorio luego de clases y entonces decidimos apostar, cada una eligió a dos personas.

-¿A quién elegiste?

-No conoces a nadie y aún así me preguntas a quien elegí.

-Soy curiosa.

-Esta bien, yo escogí a Yiren y a Yongsun, ¿Hasta ahí parece todo normal no?- la mayor asintió -Yiren escogió a Sihyeon y a Park Jimin. Lo sorprendente fue que escogiera a un hombre.- frunció el ceño mientras parecía revivir la historia.- Cuando yo le pregunté por que el, ella me respondió, “Porque Park es el único chico gay en nuestro Salón y si usas la lógica, si no es una chica entonces es el”

-Tiene sentido. – Nayeon  movía su cabeza de lado a lado analizándolo.

-¡Claro que tiene sentido!, luego de varios días quedándonos hasta tarde sólo para averiguar quienes sacudían el escritorio la muy maldita tuvo razón, ¡Era Jimin! -dejó salir un suspiro pesado tomando el largo de su nariz.- ¿Por qué no lo escogí yo? ¿Por qué no lo escogí yo?

No paraba de reprocharse.

-Entonces, ya entiendo el porqué de tu pelo pero no entiendo como notaron que su profesor estaba teniendo…Ya sabes, con alguien.

Jeongyeon miró enternecida y con algo de gracia a la mayor.
Si ni siquiera podía decir la palabra sexo eso la volvía demasiado adorable.

-Un día nos quedamos luego de clases, abrimos los cajones de su escritorio por curiosidad y encontramos condones. Un lugar un poco idiota para esconderlos ¿No?

-Y yo que pensaba que era la peor en esconder objetos. – Comento Nayeon- Cuando era pequeña, una vez le pregunté a mi mamá si podía esconder su regalo del día de las madres en su ropero.

Jeongyeon atinó a soltar una carcajada para luego tapar su boca sin poder evitar reír junto con la contraria.

-Cuando tenía 7 años mis padres ni siquiera se molestaron en ocultar mi regalo de Navidad. -comenzó a hablar cuando  había logrado calmar su risa.- Literalmente porque nunca lo compraron, mi regalo fue la noticia de que tendría una hermana y según ellos yo la pedí, hasta donde yo recuerdo había pedido un perro.

-Se que fue injusto pero debes admitir que es una muy buena estrategia.- cerró su chaqueta metiendo las manos en sus bolsillos.

Ambas reían mientras una ráfaga de viento las atravesó en ese momento y un gran escalofrío hizo su recorrido por el cuerpo de la mayor.
Se encogió un poco intentando encontrar calor entre su cuerpo y su abrigo pero no parecía servir de mucho.

-Oh, tienes frío. -Jeongyeon pareció notarlo casi de inmediato y sin pensarlo se acercó al cuerpo de Nayeon uniendo sus hombros.

Sabía que el pequeño calor que podría brindarle en sólo una zona no era suficiente para todo su cuerpo pero no creía que ir abrazadas todo el camino sería lo más cómodo.

En cambio, Nayeon creía que ese acercamiento y tan sólo el hecho de que sus brazos estén unidos era suficiente, los nervios se estaban apoderado de ella, y que Jeongyeon intentara tener ese gesto con ella la ponía todavía más nerviosa.

Tal vez los nervios eran más que el frío hasta que la menor volvió a hablar.

-¿Quieres café? – la pregunta golpeó la burbuja de nervios de Nayeon quien miró a la más alta expectante- D-digo, si no tienes apuro por llegar a tu casa podemos comprar café y ya no tendrás más frío.

-No, no hay apuro. -contestó de inmediato.

Era cierto que no tenía prisas pero había respondido sin pensar.
Parecía desesperada contestando con esa rapidez y se lo reprochaba internamente una y otra vez.

-Bien vamos. -sin previo aviso la alta unió sus brazos pasando el de ella por debajo del de la contraria y cambiaron de rumbo.

Sí Nayeon ya había superado poder hablar con la alta sin tartamudear entonces ahora tendría que superar el hecho de no ponerse nerviosa cada vez que haya un mínimo toque.

Ella sólo quería amistad, nada más que eso, podría ser cierto que desde el momento que la vio un sentimiento creció en su pecho pero aun así no le gustaría estar ni imaginarse en una relación por el momento, aunque definitivamente sus oportunidades eran nulas con Jeongyeon.

De todas formas ni quería.

Al entrar al establecimiento ambas detuvieron su conversación para oler el maravilloso olor a café.

Se colocaron detrás de la fila de personas mientras sus cuerpos entraban en calor.
Su conversación tomó como rumbo la decisión de que es lo que compraría cada una mientras miraban el cartel con los precios.

Sus brazos por mas insólito que parezca no se habían separado hasta que cada una busco el dinero que necesitaban.

-No…No,no,no – la mayor repetía incesante mientras buscaba frenéticamente dentro de su mochila el dinero que necesitaba pero para su infortunio no lograba encontrar nada.

La mirada curiosa de la persona que se encontraba a su lado tuvo enfoque sobre sus acciones.

-¿Qué pasa?

Nayeon por algún motivo, tal vez por el hecho de que aún le importaba la imagen que le daba a su menor cada vez que estaban juntas, se sintió avergonzada de no tener dinero y por instintos bajó su mirada cubriendo su rostro con sus manos.

Su escondite poco eficaz fue irrumpido por nuevas sensaciones que florecieron cuando Jeongyeon tomó sus manos para sacarlas de su cara y mirarla a los ojos.

Nuevamente los nervios atacaron a Nayeon quien comenzó a sentir como sus manos sudaban y sus mejillas se entibiaron como un reflejo involuntario.

La reacción a la que atinó Jeongyeon fue elevar una ceja y reír con ternura.

Hasta el momento Jeongyeon lo había notado, esa nueva pequeña mancha rosada en las mejillas de Nayeon seguían provocándole ternura pero ya no había nada gracioso, tal vez era porque el motivo del color era por otras razones pero esta vez sus manos comenzaron a tener un cosquilleo por tocar esas regordetas mejillas.

¿Fetiche nuevo? Quién sabe.

-No tienes dinero ¿No? – la más alta había comprendido la situación de inmediato.

-N-no, se supone que debía estar ahí p-pero no está, tal vez la perdí…Me siento una tonta.- bajó su mirada nuevamente.

-Yo te lo compro. – la despreocupación y  simpleza de la respuesta fue lo que sorprendió a la bajita.
-Jeongyeon, no es necesario.

-Ni is nicisirio -imitó burlonamente.- Te lo compraré igual.

-P-pero no me conoces hace mucho, ¿Cómo sabes que te devolvere el dinero?

-Me lo devolverás, lo sé, porque si no lo haces deberé matarte.- colocó una expresión sería que si no fuera porque tan pronto lo dijo comenzó a reír, tal vez Nayeon lo hubiera creído.- Te lo compraré porque quiero comprártelo, ¿Está mal tener un buen gesto?

-Claro que no pero…

-Genial, entonces dime cuál quieres. -ignoró a la menor.

Suspiró vencida.- Quiero ese.

Señalo un  café que lucía delicioso en la imagen del mostrador marcado como “Nuevo”.

-Bien, yo prefiero el café con crema y trocitos de chocolate.

El silencio las envolvió unos segundos hasta que Nayeon se dignó a mirar a Jeongyeon a la cara para dejar de sentirse idiota y avergonzada y decirle:

-Gracias Jeongiie.

La alta sonrió ladeando su cabeza al escuchar el apodo.

-¿Y eso?

-Tu nuevo apodo. -contesto de manera rápida para volver su cabeza a la espalda de la persona que estaba frente a ellas.

Jeongyeon no hizo nada más que un ademán con su cabeza y una sonrisa aceptando el apodo, tal vez estaba algo alegre.

-Mira eso. – la alta señaló el suelo a la vez que se inclinaba a recoger algo.- Parece que esto cayó de tus cosas cuando revolvías como loca el bolsillo de tu mochila…tiene tu nombre.

-¿Es una nota? – la castaña tragó en seco comenzando a preocuparse.

Las pupilas de la de piernas largas se movían mientras leía el contenido del papel para luego dejar escapar una carcajada.

-¿Qué? ¿Qué es?

-No es una nota de esa loca pervertida, eso tenlo por seguro.

Su brazo se extendió con el papel para la que la contraria lo tomará.


“Dubi dubi duba, dubi dubi duba.

Nay, si estás leyendo esto es porque posiblemente estés buscando tu dinero y no lo tengas, lo tomé prestado yo, Momo diosa tu mugrosa, mañana te lo devolveré.

No te enfades conmigo es por una urgencia

Agente M se despide.

Dubi dubi duba, dubi dubi duba es Momo, la ornitorrincoooo”


Nayeon levantó la vista del papel con una expresión indescifrable.
Si estaba enojada pero confundida, no podía creer la paciencia que tenía en su cuerpo para soportarla hace años.

-Que idiota.

Fue a lo que atinó a decir mientras hacia una bola de papel.

-Pero ahí dice que fue una urgencia.

-Oh no, créeme, estoy segura que no fue una urgencia, y por si fuera poco, en mi diccionario lo que hizo ella se llama robar, no tomar prestado.

-Yo se que lo que hizo fue bastante inmoral e incorrecto, pero admite que fue gracioso lo de Momo la ornitorrinco.

La mayor apretó sus labios mientras negaba a su vez que una pequeña sonrisa se desprendía de su boca.

-Bien, es mejor si no estás enojada, te ves más linda – asintió sonriendo.- Ahora compremos el café para que no mueras de frío…

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