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—Ya deja de seguirnos, lárgate.— Dijo Iguro mientras se dió la vuelta.
—No los estoy siguiendo, ustedes son los que van a mí misma dirección.— Se excuso Sanemi con una notable burla en su voz.
Cuando salieron del salón a Obanai le dió igual la advertencia de Michikatsu sobre no ir detrás de la escuela, está enfadado por la boca suelta que resulta ser Sanemi y porque sabe, al menos en el fondo sospecha, que su intimidad estará en boca de los profesores.
Quiere estar solo con Giyū, ayudarlo a memorizar su parte del proyecto y simplemente disfrutar de la sensación que siente cuando está con él, está vez prometiendose asi mismo que no habrá besos.
Pero su plan se vio interrumpido por Shinazugawa siendo tan... Metiche.
El albino estaba curioso de algo y Obanai ya se puede esperar de qué.
—Además... ¿Por qué no puedo ir con ustedes de todos modos? ¿A caso quieren estar solos?— Pregunta pasando por el medio de los azabaches con los brazos detrás de su cabeza.— Por favor, ni que se fueran a besar.— Suelta risueño, no enterándose del cambio de expresión de los más bajos.
Obanai y Giyū se miraron cómplices un segundo, sonrojándose en el proceso.
Tomioka arrugó un poco las cejas ante la curiosidad del albino, después miró a Obanai quien no estaba mucho mejor, miraba con bastante enojo al chico.
—¡Idiota!— Queja con molestia.— Qué barbaridad, ¿Quién querría besarse con el cara de rata? Es asqueroso.
—¿Eh?— Giyū mira indignado a Obanai.
Obanai hizo el esfuerzo de caminar a la par del albino y evitar la mirada de Tomioka, después resolvería las cosas con él. Justo ahora quiere que Sanemi se vaya.
—Ja, de tantos papelitos que le escribes no me sorprendería que ganas no te faltaran.
—Pu-pues te equivocas, Shinazugawa.— Su voz sale tartamudeante.— E-eso es solo para el proyecto, es mi amigo nada más.
Sanemi observo la expresión de Giyū, la distinguió ofendida, era de esperarse, después se fijó en Obanai, parecía más avergonzado que enfadado.
Su cerebro fue hilando de a poquito los puntos, el albino se sonrió asi mismo orgulloso de confirmar sus sospechas.
A Iguro le gustaba ese bobo. Pensó Shinazugawa con burla.
—Estas renegando mucho.— Acusa despreocupado.— ¿No será porque Tomioka te gusta, Iguro?
—¿É-Él gustarme? ¡No! Él es muy... Muy...
Quería buscar una cosa que le resultara molesta de Giyū, pero su cerebro había catalogado absolutamente todo del azabache como algo tierno y apreciado.
—¿Ves? Ni siquiera sabes qué decir.— Se ríe y después mira a Tomioka, quien había bajado la velocidad caminando detrás de los amigos.— Ey, Tomioka, el enano babea por tí.
Tomioka parpadea por la invitación a la conversación, no sorprendiendose de las palabras, pero sí apenandose un poco.
No iba a hablar, su intención era no meterse en la discusión pues quería creer que las palabras de Iguro son mentiras, simplemente lo dice por tener el orgullo muy grande como para aceptar la relación al frente de Sanemi.
Pero debe admitir que le hirió que Obanai dijera que besarlo es asqueroso y que son amigos solamente.
—U-Uh... Pues qué pena.— Dice Giyū queriendo pensar en algo para seguirle la corriente a Iguro, tal vez devolverle un mal comentario.— Me daría asco.
—¡¿E-eh?!
—Ni que estuviera loco como para querer besarme con una una víborita amargada como Iguro.
Con las mejillas infladas Tomioka se cruzó de brazos, mirando retadoramente al más bajo.
Obanai se le queda mirando, demasiado ofendido.
—Yo tampoco tengo afán de besar a un niño tan feo.— Obanai detiene su caminata y se le queda viendo con bastante molestia.— Jamás en la vida me besaría contigo. No me gustas.
—P-Pues...— Giyū tartamudea, no sabiendo muy bien qué decir.— Tú tampoco eres lindo, no sé que me críticas. Tampoco me gustas.— Copia insultos, es más fácil pues siente estar en el mismo panorama de mentiras.
—Rata tonta.— Acusa, verdaderamente ofendido por las palabras de Giyū. No podía decirle que es el niño más lindo del mundo y después salir con eso.
—Enojón.— Se limita a decir Giyū, cruzándose de brazos sin tener idea sobre qué más decir.
—Tú eres el niño más estúpido que conozco, bruto.— Obanai a ese punto estaba siendo consumido por la sensación de tener que negar la relación y la ofensa que sentía por las palabras.— No le caes bien a nadie, ¡Llorón!.— Y por más infantil que sea, Iguro se siente triunfante al ver como Tomioka no dice más.
Giyū se le queda observando de la mala manera y hace puchero con sus labios, siente sus cejas arquearse un poquito, tal vez tenga intenciones de llorar, mira por un segundo a Shinazugawa, quien se quedó observando tranquilamente la confrontación que, de manera indirecta, había provocado. Pareciera que disfrutara la situación.
Tuvo una pequeña idea.
—Eso no me escribiste antes, ¡Dijiste que te gustaba!
Obanai se sonroja, da un paso hacía atrás y aprieta los labios.
—Quieres que Sanemi se vaya porque quieres besarme, te gusto, ¡admitelo!
—¡¿De qué hablas?! ¡Tú eres quien dijo esas cosas!
—¡Porque tú también lo dijiste!
—¿Y qué con eso? ¡Igual ya no quiero besarte!
Ahora tontamente ambos se molestaron entre si.
Iguro cruzó ambos brazos a la altura de su pecho mirando mal a Tomioka, cerró los ojos e hizo un sonido con su garganta, lleno de ofensa, cuando le dió la espalda al azabache.
Giyū, en cambio, puso una expresión apenada pero de todas maneras le sacó por un segundo la lengua.
Sanemi se rió despreocupadamente de los más bajos, no pudiendo creer que de una manera tan sencilla y boba se hayan delatado.
—Son tal para cual, par de idiotas.
Obanai y Giyū se miraron de reojo, sonrojándose y sintiéndose estúpidos.
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