✏️16
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—Espera Giyū, ¿qué pasa? .— Hablo Tsukako viendo preocupada a su hermano.
Cuando llegaron a casa el menor la tomó de la mano y la jalo hasta la sala sentándola en el sofa, parecía serio y a la vez nervioso de lo que diría. Ella no pudo evitar preocuparse, algún problema en la escuela, un estudiante lo molestaba o se peleó con su nuevo amigo, cualquier cosa que le diría Giyū ella ya estaba preparada para ayudarlo.
Sin embargo, esto la tomo desprevenida.
—Me gusta I-Iguro.— El joven confesó con muchos nervios, ni siquiera había pensado en las consecuencias.— Necesito tu ayuda.
¿Que diría su hermana de que le guste un niño?, ¿Si Iguro no es del agrado de su hermana?, ¿Y si lo castiga por sentir estás cosas?
Todas esas preguntas fueron encerradas y no escuchadas, Tomioka aunque con inseguridades podría confiar en que su hermana lo apoyaría y le daría un consejo.
La mayor se quedó callada, meditando las palabras de su hermano, estando un poco ansiosa sobre lo que podría o no decirle. No pensó que su hermano en algún momento le diría sobre sus pequeños 'amores', siempre considero que sería una especie de secreto que ella tendría que averiguar.
Pero agradecía que Giyū le tuviese la suficiente confianza como para confesarle que le gusta alguien; otro niño.
Un niño.
No le disgusta, tan solo le parece una sorpresa.
—Okey, de acuerdo.— Expreso ella con una mano yendo a la barbilla.— No imaginé que te gustara, pensé que era solo tu amigo.— Declaro.
—¡S-solo es mi amigo!— Tomioka aseguró.
—Pero te gusta.— Comentó.— Eso ya no lo hace "solo tu amigo".
Tomioka quien entendió lo que quiso decir asintió apenado, jugando con sus manos.
—¿Q-qué debería hacer?
—No sé, ¿quieres que sea tu novio?— Tsukako observo el rostro carmín de su hermano y la manera en la que movió las manos.
—¡No hermana!, ¿cómo crees?— Un segundo después, gracias a la mirada de la mujer y su propio cerebro que le dio la razón, él se calmó.— De acuerdo, bien. Sí.
—Podrías hacer que tú también le gustes.— Llevo su mano al cabello sedoso de Giyū y lo desordeno.— Eres un niño muy lindo, de seguro ya lo tienes embobado.
—E-eso no...
Tomioka iba a negar, no pensaba eso de si mismo para nada pero las palabras escritas en su cuaderno por el propio Obanai le dijeron lo contrario y no pudo rechazar el halago.
Rechazarlo significa que Iguro esta equivocado, Giyū no le quiere llevar la contraria.
—Él me dijo lindo.— Hablo quitándose la mano ajena de su cabeza, recostó más su cuerpo sobre el sillón y subió las piernas.
—En ese caso es más fácil todo, ¿no crees?— Miro sonriente a Tomioka.
—E-es que no estoy seguro si tengo oportunidad, ¿Y sí mal entiendo algo y piensa que soy raro después?
—No lo harás en el instante que lo veas, bobo.— Se burló.— Estás cosas necesitan tiempo, ¿qué le gusta?
Recordó la conversación de hace hace un par de días, agradeciendo siempre poner atención a todo lo que Iguro dice (a menos que sea química, ahí disocia sin querer).
—Me dijo que le gusta leer poesía.
—Regálale poemas.— Sugirió.— Sé que no eres el más creativo, ¿pero vale el esfuerzo, no? Estoy segura que le gustará mucho.
La forma en la que Tsukako le sonrió y paso su mano por su hombro hizo sentir a Giyū más confiando en si mismo.
Mi hermana es la mejor.
—¡A Iguro también le gusta cocinar!
—Mañana cuando terminen pueden hacer galletas de chocolate.
—A él no le gusta lo dulce.— Tomioka hizo una mueca, mirando mal a su hermana como si fuese algo muy obvio.
—Entonces galletas saladas.— Corrigió rodando los ojos, sorprendiendose de la manera en la que su hermano estaba al tanto de esos gustos.
—¡Buena idea! ¡Oh, cierto, cierto!— Tomioka se levantó del sofá, sin quitar los ojos de encima de Tsukako.— ¡Flores, a él le gustan las flores!
—¡Perfecto! ¿qué flor es su favorita?
Tomioka hizo una mala cara, nuevamente como si la respuesta fuese muy obvia.
—Tsukako, por favor, ¿piensas que lo sé todo?— Cruzo sus brazos fijándose en un punto muerto de la pared.— Pero sí sé que a Iguro le gustan los colores oscuros y olores fuertes.
—¿Cómo sabes eso?
—¿Por qué no lo sabría? Es obvio.
Tsukako prefirió no preguntar más, a veces le gustaría que Giyū fuese así de perspicaz e intenso con otras cosas un poco más importantes; la escuela, es un ejemplo.
—En ese caso puedes enamorarlo dandole flores y poemas, también galletas saladas.— Se tomó una pausa.— Iguro quedará encantado contigo en un dos por tres, hermanito.
—¿Tú crees que puedo gustarle?
—A mis ojos tú ya le gustas.— Aseguro Tsukako con el pecho inflado de orgullo y sabiduría. Tomioka se rió y giro los ojos llenos de vergüenza.— Bien, bien, por ahora solo le agradas, pero muy pronto estará loquito por tí, ¿Quien no lo estaría de mi hermanito?
—¡Tsukako, ya!— "Odiaba" cuando su hermana no paraba de halagarlo de estás maneras.
—Es la verdad.— Encogió sus hombros alzando las manos en inocencia, contenta del efecto en Giyū.
Tomioka sonrió, mirando aliviado y feliz de que su hermana esté activamente ayudando. No esperaba nada menos y aun así su corazón se sentía cálido al verla con él.
—Hermana.
—¿Sí?
De pronto Tomioka se acercó a ella, abrazando fuertemente a su hermana mayor con cariño, sorprendiendola en sobremedida por el acto tan repentino. Aunque de todas formas Tsukako no dudo en corresponder dandole un beso en la coronilla.
—Pensé que me odiarías.— Confesó con amor, manteniendo fuerte y afectuoso el abrazo.
—¿Eh? ¿Por qué lo haría?
—Es que...— El abrazo lo corto.—Temía que no te gustara que me guste otro chico.
Los ojos de ella se abrieron en desconcierto, aceptaba la idea de no esperarlo pero nunca de odiarlo. Tsukako jamás odiaría a su hermanito por más cosas que haga.
Su mano la llevo a la mejilla del menor, sobando mientras sonreía dulcemente teniendo en respuesta la misma sonrisa.
—Por supuesto que no, eres mi hermanito y te amo como sea.— Pellizco entre sus dedos la suave piel de las mejillas.— No tengas miedo a que te odie, nunca lo haría.
—¡Eso lo sé!— Los ojos de Giyū se volvieron un poco más cristalinos, bajando la mirada azul para después ver los ojos de su hermana.— ¿Qué hay de papá y mamá? ¿Ellos qué pensarían? ¿Me querrían aún así?
—Ellos te amarían, jamás dudes de eso.— Aseguro, llevando nuevamente al sofá al menor "obligándolo" a que se sentara más cerca de ella.— ¿Te acuerdas como papá enloquecía cuando alguno de mis amigos venía a casa?
Tomioka hizo un esfuerzo, no había pensado en esos momentos desde hace mucho. Siempre terminaba llorando por extrañarlos, pero ahora parece ser diferente.
—¡Sí! Hacia interrogatorios largos, no quería verte muy apegada con otro chico, te protegía mucho.— Se rió ante el recuerdo.
—Exacto, estoy segura que si estuviese aquí querría ser el primero en hablar con Iguro, y cuando él te visitara no los dejaría solos en ningún momento.
—Yo apuesto a que mamá lo dejaría entrar a mi habitación con la condición de tener la puerta abierta, solo para después olvidarlo y ella misma cerrarla después.
Tsukako se rió, muchas veces había sucedido eso y era divertido verla cuando se daba cuenta, siempre disculpándose y haciendo bebidas o bocadillos para los invitados.
Giyū miro a su hermana reír y el no pudo evitar hacerlo también, sintiendo una tristeza y a la vez felicidad extraña por los recuerdos que de a poco fueron invadiendo su mente.
¿Cómo era posible que intentara no recordar a sus padres? Ellos eran grandiosos, no importa el dolor de haberlos perdido si después de todo podría reír con su hermana recordando lo vivido.
Todo esto le hace saber que definitivamente lo amarían sin importar nada, Giyū aún después de tanto podía sentir su amor en los recuerdos compartidos.
No había duda de que los sentimientos, los recuerdos y las sensaciones vividas son lo único que puede durar para siempre.
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Dure mucho para actualizar fue porque escribí este capitulo y no me gustó, lo reescribí y tampoco fue de mi agradado, lo hice varias veces hasta sencillamente me rendí y solo corregí unas cosas.
Originalmente iba a tener un poco sobre la perspectiva de Iguro, pero Tsukako merece más protagonismo.
Espero que les haya gustado.
¡Muchas gracias por leer!
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