Sonrisa dolorosa
—¿Qué dices? —mi hermano se para frente a mí y lo mira con atención.
—La verdad —el chico se acerca a la ventana y mira con tristeza—. En poco tiempo las ventanas se bloquearán y un gas empezará a llenar cada cuarto —su rostro decaído nos mira y empieza a cambiar—. Sentirán un ardor en los ojos —una sonrisa empieza a agrandarse conforme habla—, golpearán las paredes con desesperación —empieza a caminar hacia nosotros con unos ojos exaltados.
—¡Aléjate! —mi hermano le grita.
—Lo haré —nos da la espalda y camina, el piso cruje con cada paso—. Deberían pasar un rato agradable con los demás jóvenes—voltea a vernos y su rostro parece normal—. Les hará bien hablar con otros desafortunados como ustedes —se recarga en la puerta y mueve un ladrillo haciendo que la pared permita que se escabulla por un pasillo.
Nos quedamos paralizados.
—Parece que de verdad usan métodos fuertes para convencernos de hacer bien el examen —le digo a mi hermano en voz baja.
—No lo creo.
Alán me toma del brazo y salimos del cuarto, caminamos rápido y al ver unas escaleras subimos. Podemos escuchar algunos sollozos y en el pasillo del otro piso vemos a una chica recargada en la pared con la vista en el techo. Su piel se ve reseca y sus labios partidos.
—Si quieren morir pronto, la sala del quinto piso es donde el gas más concentrado aparecerá —dice sin mirarnos.
—¿Qué es este lugar? —mi hermano se acerca a ella—, ¿quiénes están aquí?
—Seguro son de la residencia esa de riquillos —nos mira sin ganas y suspira—. En este lugar están los futuros cadáveres que serán vendidos a escuelas de medicina —se levanta—. Aquí llegan huérfanos problemáticos o que se enteran de cosas que no deberían y son un peligro para las instituciones que cubren sus verdaderos monstruos con apariencias falsas —se acomoda el cabello en una coleta—. Dicen que como cadáveres serviremos más a la sociedad que estando vivos.
¿Qué sucede?, ¿esto es real? la forma en que habla hace que mis manos tiemblen y el ambiente no me ayuda a pensar con claridad.
—¿Hay alguna forma de salir de aquí? —Alán mira el alrededor con atención, parece serio, no muestra debilidad en su voz ni tiembla como yo.
—No, estamos condenados a morir aquí.
—¿Cómo sabes eso?
—Nos lo dijeron al llegar aquí —nos ignora y se va por el pasillo hasta otras escaleras.
Alán camina hasta llegar a la otra ventana, pasa su mano por la parte superior y se queja. Me acerco hasta él y miro la yema de su dedo cortada.
—Parece que es verdad lo de bloquear las ventanas —empieza a mirar el techo—. Ahí hay unas tuberías agujereadas —se asoma por la ventana—. Los perros ya rodean la casa —se recarga en la pared y me mira—. Estamos atrasados.
Me acerco para ver lo que dijo y parece verdad, también afuera los perros andan rodeando la casa y hasta parece que intentan entrar por las ventanas.
—Estamos todos arriba por si quieren venir —la chica de antes me ve y se acerca—. Lo sé, duele saber la realidad —me abraza—. Pero es lo último, la muerte es la salida a nuestro pasado y es algo inevitable.
La abrazo con fuerza y empiezo a llorar, me acaricia el cabello y no dice nada.
Nunca creí que esto pasaría, sólo fueron unas malas notas ... No, fui yo por confiar en Lorena al tratar de huir de Alejandro.
El sonido de metal bajando inunda el lugar, la luz va disminuyendo y las lámparas se tornan rojas. Además, se escuchan lamentos y gritos de desesperación por las tuberías.
—Que extraño, esto debía ser por la mañana —la chica se separa de mí y se aleja hasta la escalera.
Los sonidos de dolor desaparecen y son sustituidos por unos de risas escalofriantes.
—Maldición, nuestra muerte será lenta —la chica entra a un cuarto y nos empuja al interior.
—¿Qué sucede? —mi hermano mira alrededor y ve una silla que estrella contra la pared para aprovechar las patas.
—El gas puede provocar la muerte con un poco de dolor, pero si no es suficiente causa risas y alucinaciones junto a un comportamiento violento —pone cosas detrás de la puerta para evitar que la abran.
Nos apartamos hasta tocar con la pared, escuchamos como ríen y estrellan cosas contra la puerta.
Mi hermano empieza a palpar la pared con desesperación hasta que aparece una apertura en el piso. Parece un cuarto normal, se ve una cama.
La puerta cae y veo que hay chicos con los ojos rojos exaltados, riendo y mirándonos.
—El cuarto del guardia —dice la chica—. Escóndete —me empuja y caigo en la cama.
Alán no me sigue, solo me sonríe y me dice adiós con su mano.
El techo se cierra y ya no veo a Alán.
Las lágrimas no me dejan ver con claridad, muerdo mi brazo para no hacer ruido, el sonido del agua me alerta, alguien se baña en el cuarto de al lado.
Me levanto y estiro el cobertor para que no se note que caí y me apresuro a esconderme bajo la cama. Justo en ese momento la puerta se abre y veo al guardia en bata.
—¡Quieres comer algo! —la voz de una mujer se escucha desde otra parte.
—¡Sí! —le confirma y sigue secándose.
Dejó de mirar y vuelvo a morder mi brazo, las emociones están en mi garganta, el corazón late rápido, puedo escucharlo en mis oídos y las lágrimas escurren sin parar.
Alán... es en lo único que pienso. Sus ojos parecían cálidos y comprensivos. ¿Por qué no me siguió? Tengo la culpa de todo esto, yo lo convencí de confiar en Lorena.
—¿Qué es esto? —escucho al hombre decir y escucho sus pasos acercándose a la cama —¡Pero que! —dice al agacharse y verme.
Intento moverme, pero no puedo, solo lo veo fijamente. Sin embargo, él empieza a comprarse extraño: se lleva una mano al corazón y parece que le falta el aire. Sus ojos tiemblan y están fijos en los míos.
No puedo solo ver, parece que me pide ayuda. Salgo de mi escondite y abro una puerta.
—¡El hombre necesita ayuda! —grito lo más fuerte y me quito al ver a una mujer venir a mí.
—¡Le diste un susto de muerte! —la mujer me aparta.
Un hombre también vestido de guardia me sujeta del brazo y me lleva hasta una puerta asegurada. Quita los seguros y me empuja al exterior.
Caigo en el suelo, noto que los perros están ocupados con los chicos afectados, todos pelean por sobrevivir. La luna no es quien alumbra, son las lámparas que rodean la casa por fuera.
Una pared cae al lado de mi. Veo a una persona intentando levantarse.
—Alán —lo llamo en voz baja.
Me levanto y lo abrazo por la espalda. Pero me aparta con violencia y entonces al mirarlo entiendo la razón: fue afectado por el gas.
Me mira como si fuera una desconocida, se agacha para tomar un pedazo de madera y se acerca rápido.
Cierro los ojos, sé que no es consciente y que no hay a dónde correr, si muero por su mano está bien, después de todo estamos aquí por mi culpa.
El gruñido tras de mí me hace abrir los ojos tras no sentir el impacto. Veo que el golpe no era para mí, si no para el animal que se sacude para restablecerse.
Mi hermano trata de caminar, pero empieza a tambalearse, se derrumba poco a poco en el suelo y me mira. Extiende su mano y la tomo, está frío, algo muy extraño en él. Sus párpados se quieren cerrar, pero se esfuerza por mantenerse despierto.
—Te quiero —dice con dificultad.
Un silbido obliga a cubrirme los oídos.
—¡Capturen a los vivos! —hombres vestidos de negro y con esos odiosos pupilentes de colores entran en la propiedad.
No me dan tiempo de nada. Uno carga a mi hermano y otro a mí. Nos atan en sillas junto a otros chicos afectados.
—Son todos —informa uno tras traer a la chica de antes con una apariencia afectada.
—Preparen las armas —dice un señor alto.
Algunos hombres se apresuran y ponen balas a sus armas. Apuntan en nuestra dirección.
—¿Qué demonios? —dicen al ver que las luces se apagan.
Empiezan a escucharse balazos y los hombres responden igual. Unos se acercan a nosotros y empiezan a desatarnos y nos cargan para regresar a la casa.
—¡Síganlos! —el hombre nos señala al regresar las luces.
El que me lleva les dispara, pero ellos son más y una bala logra rozarme el brazo.
Al entrar a la casa se apresura por un pasillo, pero se detiene.
—No hay escapatoria —un hombre delante de nosotros impide seguir y dispara.
El hombre que me lleva se queja y derrumba. Me sostengo el brazo, miro como el sujeto se acerca a nosotros recargando su arma.
—¡Déjala! —alguien lo golpea y derriba—. Vamos, debes apresurarte —es el guardia que le estaba dando un ataque o algo. Me levanta y ayuda al otro a enderezarse—. Estamos a mano —me da una linterna, abre una puerta y nos empuja por ella.
—Vamos —la voz adolorida me llama para que camine.
El lugar es algo difícil de recorrer, peor para el sujeto que parece herido.
Con la linterna puedo distinguir el lugar, es un pasillo con piso y las paredes de piedra, hay algunos huecos por los que apenas cabría alguien arrastrándose, supongo es hogar de algunos animales.
El sujeto respira con dificultad, me acerco a él y lo rodeo con mi brazo, tal vez no le apoyo mucho, pero algo es algo y es lo mínimo que puedo hacer por él.
Caminamos por unos minutos hasta que Vi una luz al final.
—Al fin llegan —otro encapuchado se acerca a nosotros y carga al sujeto.
Me suben a una camioneta donde veo a mi hermano sentado con un tanque de oxígeno. Tiene los ojos cerrados y tiene algunas heridas en el rostro.
—Está bien, solo necesita descansar —me dice el encapuchado mientras sube atrás al chico que me cargaba.
Cierra las puertas y da la orden a su conductor de arrancar.
—Vamos, háblame —trata de que su amigo responda—. Alejandro, no hagas esto me debes algo.
Me giro a verlos al escuchar ese nombre.
—¡Alejandro! —le quita el pasamontaña y puedo ver su rostro agotado—. ¿Cuánto falta para el hospital? —le dice al conductor con pánico en sus ojos.
—Estamos cerca.
El chico abre su ropa en busca de la herida, revelando varias de bala.
—¡Maldición! —golpea el asiento y luego empieza a sacar cosas de una mochila para tratar las heridas.
—Alejandro —toco su mejilla.
Abre los ojos con dificultad y toma mi mano.
—Lo siento —dice con dificultad.
Su mirada empieza a congelarse en mis ojos. Mi vida cambió por culpa de él, desde entonces todo parecía empeorar, pero ahora que lo veo así no me siento bien, no quiero que muera.
—Aguanta un poco —aprisiono su mano y la pongo en mi mejilla, su temperatura me preocupa—. Si mueres no te perdonaré.
Él sonríe divertido, con algo de dolor, mientras su condición empeora con cada segundo.
Su amigo lucha por detener el sangrado, pero no parece ayudar mucho.
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¿Qué les pareció?
Gracias por tu tiempo :D
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