JeongHan y JiSoo vivieron con una promesa.

Una promesa hecha a través de un último aliento.

Si les preguntaras, si las circunstancias hubieran sido diferentes, habrían huido. Habrían escapado de este mundo en el que habían caído y se habrían creado una nueva vida. Una vida alejada de todo aquello con lo que estaban asociados.

JeongHan y JiSoo son los líderes de la organización clandestina más mortífera de Corea. En las descripciones modernas, eran una mafia. Aunque nunca les gustó que se refirieran a ellos como tal. Si bien es cierto que ocasionalmente incursionan en acuerdos comerciales y comercio, todos esos son solo los trampolines para completar su objetivo real: acabar con los jefes de esos sindicatos.

Sería más apropiado llamarlos asesinos a sueldo o sicarios.

En resumen, eran asesinos. Mataban gente, ese era su trabajo y disfrutaban haciéndolo. No importa cómo se mire al final del día, todavía eran criminales. Sin embargo, a JeongHan, JiSoo y al resto de sus miembros nunca les importó que los llamaran así. Es lo que eran. Pero asumir que matan a personas al azar por dinero, sería incorrecto.

Todas las personas que matan eran la escoria de la sociedad. Cárteles de droga, traficantes, funcionarios gubernamentales corruptos, asesinos en serie, violadores y todo lo demás. Fueron su propia forma de justicia, incluso si la forma en que la logran no es la ideal.

Tenían reglas en su organización, la mayor de las cuales era: nunca se dañará a inocentes. Eso era en lo que creía su líder original. Cuando aquellos cuyo trabajo es protegerte fracasan en su propósito, entonces depende de las personas mismas hacer lo que no pudieron.

Entonces su líder construyó un grupo, una organización llena de aquellos que compartían sus mismas creencias, de aquellos que fueron agraviados. Su líder le dio a esa gente un propósito. Les dio a JeongHan y JiSoo todo lo que tienen ahora. Así que hace años, cuando su líder yacía medio muerto en sus brazos, escucharon sus últimas palabras con mucha atención.

Les pidió que le prometieran dos cosas.

Uno: liderar la organización. Estar ahí para los miembros, los chicos que no tienen nada más que ellos mismos. Ser sus lideres y no olviden todo por lo que él había luchado, todo por lo que ellos habían luchado.

Dos: Encontrar a su hijo. Mantenerlo a salvo pero nunca, nunca, dejarle entrar en este mundo.

JeongHan y JiSoo se aferraron a esas promesas como un salvavidas y continuaron lo que su líder había comenzado.

-"¡Ey, gran jefe! ¡Tengo los papeles que pediste!"-. Gritó el rubio mientras irrumpía en la oficina.

JeongHan levantó la vista de su computadora portátil para mirar al otro sin sentirse impresionado. -"SoonYoung-ah, te dije que no me llamaras así"-.

SoonYoung dejó los papeles sobre el escritorio del hombre, sonriéndole a su líder incluso después de haber sido regañado por él. -"¿Prefieres que te llame por tu nombre en clave?"-. Bromeó, ganándose otra mirada molesta de JeongHan.

-"Ni siquiera te atrevas"-. Le gruñó al rubio, que solo se rió de él.

-"SoonYoung, te dije que le dieras los papeles a Hannie, no que te burles de él por su nombre"-. Otra voz reprendió en la puerta. Ambos hombres miraron para ver al segundo líder entrar. JeongHan miró la figura, frunciendo el ceño mientras se detenía frente a su escritorio.

-"Es irónico que tú lo digas, Perséfone"-. Gruñó JeongHan, el otro hombre solo sonrió ante su reacción.

-"A diferencia de ti, en realidad no me importa mi nombre en clave. Llevar el nombre de la diosa griega más ruda es un honor, ¿sabés? Quizás deberías estar más agradecido con tu nombre en clave"-. JeongHan puso los ojos en blanco, ignorando al otro y dirigió su atención a los papeles que habían sido colocados recientemente en su escritorio.

Han pasado años desde que JeongHan y JiSoo se hicieron cargo de la organización y les había encantado estar en el lugar en el que estaban ahora. No era algo que soñarías ser, pero mirándolo ahora, así era como preferían que fueran las cosas. Su propia banda de inadaptados, su versión de familia.

Pero por mucho que JeongHan amaba a esta organización, había una cosa por la que nunca perdonaría a su antiguo líder: sus nombres en clave. Hasta el día de hoy, nunca entendió el encaprichamiento de su líder por la mitología griega y su insistencia en usar a los dioses y diosas como sus nombres en clave. Si bien solo usó ciertos dioses y diosas para apegarse a su tema, ¿quién en el mundo querría ser llamado Hades?

Por lo tanto, preferiría ser llamado por su nombre real que por su nombre en clave. Sin embargo, a sus miembros les encantaba burlarse de él. Una tortura interminable que JeongHan tendrá que sufrir para siempre.

Escaneando los papeles frente a él, un cierto detalle llama su atención, mirando hacia arriba, su mirada se encontró con la de SoonYoung y la de JiSoo.

-"¿Son estos los números correctos?"-. Preguntó con cuidado.

-"Tenemos a los tres en el caso, ya sabes, cuando se trata de datos y números, nunca se equivocan"-. SoonYoung respondió.

JeongHan suspiró y dejó los papeles en su escritorio. Se encontró con los ojos de los otros hombres una vez más.

-"Bien. Vamos a matar a este hijo de puta, ¿de acuerdo?"-.

JiSoo miró atentamente la pantalla mientras retransmitía los eventos en vivo frente a él. Incluso después de las innumerables veces que había hecho esto y había visto a los demás hacer esto, todavía insiste en vigilarlos en cada misión. Parte de eso fue simplemente admirar las habilidades que cada uno de ellos perfeccionó a lo largo del año, y la otra, fue que él todavía tenía el atisbo de preocupación.

Ya no eran niños y sabía que cada uno era bueno en su trabajo. Realmente buenos. Aún así, no pudo evitar adorarlos.

-"Muy bien Nyx, todas las cámaras de seguridad han sido cortadas, tienes cinco minutos hasta que vuelvan a encenderse. Todos los guardias están en el segundo piso, el objetivo está en el tercer piso, en una habitación privada. Lachesis está en la parte de atrás con el auto de fuga"-.

-"Esta bien, lo tengo. Subiendo al tercer piso ahora. Nyx fuera"-.

Ahora, todos estaban tensos. Siempre lo están en la parte más crítica de la misión. Entrar es fácil, pasar por alto a los guardias es un juego de niños, el asesinato es todo o nada. Si no pueden matar al objetivo, tendrían que intentarlo de nuevo, pero hay una razón por la que a nadie le gusta el segundo intento.

Si el primer intento falla, el objetivo lo estará esperando para el próximo intento. Están conscientes y preparados. Eso significa que no tienes el elemento sorpresa.

Sin embargo, ellos en la base principal no podían hacer mucho. Depende de los miembros en el campo llevar a cabo la misión con éxito. Era un juego de espera para ellos. Esperando buenas o malas noticias.

-"¿Cuánto tiempo queda antes de que se enciendan las cámaras?"-. JeongHan preguntó después de un largo período de silencio.

-"Exactamente un minuto y diecisiete segundos. Todavía no ha habido nada de Nyx"-.

Es cierto que se preocuparon aún más por eso. Ninguno lo mostró pero todos lo estaban pensando. Pero confiaban el uno en el otro. Siempre que uno de ellos sale, siempre hay una regla tácita para ellos.

Volver vivo.

Han tenido un historial casi perfecto manteniendo esa regla.

-"Cincuenta y siete segundos"-.

Los dientes de JiSoo se apretaron.

-"Cuarenta segundos"-.

JeongHan podía sentir que la atmósfera se volvía pesada.

-"Treint-

-"Aquí Nyx. El objetivo ha caído, estamos fuera del edificio. Repito, el objetivo ha caído y estamos fuera del edificio"-.

Un suspiro colectivo se escuchó alrededor de la habitación.

JeongHan se acercó al intercomunicador. -"Está bien, vuelve aquí. Buen trabajo, chicos"-.

Los vítores sonaron en toda la base, como siempre lo hacían después de una misión exitosa. JiSoo se encontró con los ojos aliviados de JeongHan, ambos pensando lo mismo.

No es fácil. No es ideal, pero nunca lo cambiarían por nada del mundo. Esta era su familia, su hogar. Son asesinos, eso es lo que son. La organización más mortífera de Corea, compuesta por los asesinos más mortíferos de Corea.

Son Underworld.