Pómulo abierto.
Tanto Jungkook como Jimin no se vieron en ese fin de semana. Decidieron aprovechar el tiempo con sus respectivos hijos, y ellos con sus padres. Aunque, claramente los mayores intercambiaban mensajes en el transcurso del día, y dormían tarde por estar en chat uno con otro.
Ya entre semana y con sus hijos en la universidad, pudieron volver a su rutina que llevaban con normalidad a escondidas de sus hijos, una a la que tan pronto como inició la semana, Jungkook le enviaba un mensaje a Jimin para recogerlo fuera del edificio donde debía presentarse a trabajar lunes y jueves.
Lo esperaba en el auto, con sus dedos tamborileándose sobre el volante del auto, música en volumen bajo y las pequeñas gotas que golpeaban contra los cristales, esa era su compañía en la espera de Jimin. Su estómago tenía un vacío debido a la emoción de volverlo a ver después de dos agonizantes días sin él. Ansiaba por besarlo y repetirle lo mucho que le encantaba estar a su lado.
Una sonrisa emergió de sus labios cuando la silueta de un confundido Jimin apareció en la puerta del edificio. Un rizado con los ojos entrecerrados, girando su cabeza en todas las direcciones, buscando el auto estacionado de Jungkook. Su celular en la mano. Jungkook miró como el rizado tecleaba con rapidez, y su celular sonó.
Bastó con bajar la ventana de su auto, para alzar la voz y llamar su atención.
—¡Rulitos! —llamó con un grito, sonriendo al ver como Jimin volteaba hacia él y rodaba sus ojos con una sonrisa.
Jimin corrió hasta el auto de Jungkook, cerrando la puerta con un movimiento ágil, siendo sorprendido por la repentina cercanía de los labios de Jungkook sobre los suyos. Un beso corto, pero lento. El rizado cerró sus ojos, dejándose llevar por la calidez de sus labios.
—Hola —sonrió Jungkook al separarse de él, con la misma sonrisa.
—Hola, Kook —copió la misma acción, sintiendo el remolino en su interior.
Podría decirse que todos sus sentimientos del pasado, volvieron a revivir con mayor intensidad. Tal vez no estaba del todo mal lo que hacía, estaba bien dejarse llevar de poco en poco, y Jungkook le hacía confiar en él a medida que más pasaban el tiempo juntos. Ya no eran los mismos adolescentes desconfiados e inseguros que años atrás. Sabían lo que hacían, y a su vez, las consecuencias de cada uno de sus actos.
Jungkook dio marcha a su auto, con una mano encima del muslo de Jimin, un gesto el cual no le disgustaba al rizado.
—Estaba pensando mientras te esperaba... —Jimin podía distraerse en la forma que Jungkook tomaba y giraba el volante—. Deberíamos ir a cenar a algún lado, después podemos ir a mi casa a pasar la noche.
—O podemos pedirlo para llevar y comer en tu casa —sugirió, desviando su mirada de donde Jungkook tenía sus manos puestas.
El castaño asintió.
—¿De dónde quieres que vayamos a pedirlo? Hoy estoy de buen humor como para complacer todos tus caprichos.
Jimin soltó una pequeña risa.
—¿Por qué tan de buen humor?
—Porque te extrañé en todo este fin, y ahora te estoy viendo.
Jimin se hizo pequeño en su lugar. Había perdido la costumbre de lo que era sentirse amado por alguien y recibir ese tipo de comentarios en cualquier parte del día, y que su inconsciente los aceptara al punto de sonrojarlo y acelerar su pulso. Era algo que le encantaba escuchar, y una de las armas maestras de Jungkook.
—Yo también te extrañé —mordió sus labios—. Por eso recompensaremos el tiempo perdido en toda la semana —sonrió, obteniendo una mirada de reojo—. ¿Qué te parece ir por comida al restaurante donde fuimos con Jongsuk y Jarin la vez pasada? Era muy buena su comida.
—Allí iremos, entonces.
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Llegando al restaurante y después de hacer sus pedidos. Ambos esperaban en una mesa, bebiendo un poco de vino. Riendo por lo que se compartían y se perdieron el fin de semana, además, Jungkook tenía una plática pendiente con Jimin, respecto a lo que le dijo Jongsuk.
Había besos y caricias de por medio, los cuales fueron interrumpidos por una voz que cambió la cara de ambos. Y es que, ya no recordaban que conocieron a Taeyong en ese lugar.
Un gesto serio, sus labios en una línea recta, una ceja enarcada y evidente enojo combinado con confusión. Jimin chasqueó sus labios, recibiendo la bolsa con su comida para llevar. Ninguna palabra fue emitida por ninguno, hasta que se pusieron de pie, dispuestos a salir del restaurante, fue la voz de Taeyong que hizo a Jimin girar su cabeza sobre su hombro.
—Con que fue con él con quien me engañaste —furioso alzó la voz—. ¿Ya lo sabe tu hija?
Jungkook podía ver como Jimin se mordía sus mejillas, nervioso por el último comentario.
—Taeyong...
Iba a hablar, pero fue interrumpido por él.
—No me quiero imaginar la cara que pondría ella al enterarse que su papá se fue de fácil con el papá de su novio —una risa con careza de diversión salió de su garganta.
Tal comentario fue lo que provocó a Jungkook responder. Estaba de acuerdo que habían hecho mal al engañarlo, pero no tenía el derecho de referirse a Jimin de la forma en que lo hizo. Nadie podía hablarle así a él, mucho menos estando Jungkook presente.
—¿Qué mierda dijiste, imbécil? —alzó su voz, soltando la mano de Jimin, dando un paso al frente.
Taeyong no pareció temerle, pues igual dio un paso al frente, quedando a menos de un metro de distancia.
Jungkook ya tenía sus manos hechas puños, a sus costados. Su mandíbula marcada y la sangre hirviéndole por dentro.
—Jungkook, no vale la pena —Jimin trataba de alejarlo, intentando tirar de su brazo, pero el castaño no se permitía tocar.
—No, amor —no pensó al momento, tan sólo salió el apodo de sus labios—. Que repita lo que dijo, y va a aprender que no puede llamarte así.
—¡Y ya con apodos! —Taeyong se burló—. ¿La clave para eso era tener sexo contigo? Yo no entiendo porqué siempre te hiciste el difícil conmigo para hacerlo, cuando bastó una noche para que fueras de arrastrado con este para que te cogiera.
Jimin no tuvo tiempo de alejar a Jungkook, pues el primer golpe salió directo al pómulo de Taeyong, haciéndolo girar su cabeza a otro lado, llevando después su mano al área afectada. Quejándose.
—¿¡Qué te pasa imbécil!?
—En tu puta vida te vuelves a referir a Jimin de esa forma. No tienes el derecho de hacerlo, mucho menos cuando fuiste el primero en engañarlo, ¿entendiste? —Taeyong negó apretando sus dientes. Jungkook formó un fingido puchero—. Oh, cierto. Tuviste que engañarlo porque sabías que Jimin no te quería de la forma que tú decías quererlo, sabías que no te deseaba si quiera. ¿Celoso de que yo sea su tipo y tú no? —Taeyong tragó con fuerza, pues Jungkook le estaba dando golpes bajos—. Dime, ¿qué tan patética es tu vida como para que tengas que ofender así a alguien por el simple hecho de que estás dolido porque nunca te vio como algo más? Es la primera y última vez que le hablas así a él, y si me vuelvo a enterar que le dijiste algo, vuelvo a venir y me encargo de ponerte en tu lugar de nuevo, porque quieras o no, Jimin tiene quien lo defienda.
Jungkook sintió el apretón de la mano del rizado sobre su hombro. Una mueca era lo que vio, Jeon sonrió de lado, tomó la mano de Jimin dejó un beso en su sien y dio media vuelta para salir de ahí
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Todo el camino de vuelta a casa de Jungkook transcurrió en completo silencio. Con miradas de reojo, veía a Jimin, quien pasaba sus manos por encima de sus propios muslos, esquivando los ojos de Jungkook.
El castaño se sintió mal por ello, pensando que la forma en que pensó era la correcta, había causado incomodidad por parte de Jimin.
Hasta que aparcó el auto, fue cuando pensó era el momento de hablar con Jimin, y disculparse por la actitud agresiva que tuvo, pero era un acto reflejo suyo si le hablaban e insultaban de tal forma a la persona que ama.
Ayudó a Jimin abriendo la puerta de su lugar del auto, Jimin agachó la cabeza en cuanto estuvo afuera hasta que entró a la casa, detrás de Jungkook.
El castaño acomodó su cabello y se deshizo de su chaqueta. Pasó su lengua por sus labios, y dio una mirada de Jimin que parecía nervioso.
—Jimin, si yo llegué a incomodarte por alguna cosa que hice, discúlpame, yo no podía dejar que ese estúpido hablara así de ti —apoyó sus manos en sus brazos—. Sé que puedes defenderte tú sólo igual pero...
Fue callado por el repentino y agresivo beso que Jimin se encargó de dejar en sus labios. Moviéndolos con urgencia y deseo, sacando un gruñido de sorpresa de su garganta. El rizado lo empujó hasta que su espalda estuviera contra la puerta principal. Jungkook se dejaba llevar por sus movimientos, totalmente sumiso a sus labios y toques, lo único que hacía era tener sus manos en la cintura de Jimin, mientras que este lo tomaba de la nuca con fuerza, y con su mano libre revolvía su cabello.
Tuvieron que separarse por falta de oxígeno. Los ojos de Jungkook abiertos de par en par, y Jimin con una sonrisa tímida en sus labios rojos y ligeramente hinchados.
—Pensé que te habías enojado y sentido mal por lo que hice, estabas muy tranquilo en el camino —carraspeó su garganta después.
Jimin sonrió y mordió sus labios. Acarició el cuello de Jungkook, hasta llegar a su hombro.
—Estaba tratando de contenerme —su tono de voz bajó—. Me gustó lo que hiciste con Taeyong, gracias por defenderme. Merecía ese golpe en la mejilla.
Jungkook enarcó una ceja, metió su mano por debajo de la camiseta de Jimin, tocando su piel caliente con la yema de sus dedos.
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