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Cuando nos vimos

Terminó su discurso y bajó del altar hasta volver a su sitio. Recodaba las ensoñaciones del ahora muerto de subir algún día a ese altar, pero no de la forma en que estaba ahora. Ahora Minho ansiaba que hubiera sido para casarse con él y no para despedirse el haber tenido que subir ahí arriba.

Changbin y Félix le dieron un fuerte abrazo por el que no pudo evitar llorar. Tenía que hacerlo. Tenía que superarle. Tenía que pasar página. Pero no podía. Su corazón dolía tanto. ¿Por qué no podía?

La ceremonia terminó y la gente se fue despidiendo del muerto y saliendo de la Iglesia hasta que solo quedaron Jeongin y Minho allí.

El menor se acercó a él lentamente y se sentó a su lado en el banco. Observó como la mirada de su amigo se perdía en la nada, con una capa cristalina de lágrimas sobre sus ojos. Estaba preocupado por él más que ninguno de sus otros amigos.

Jeongin siempre había sentido cierta atracción hacia Minho desde que se conocieron en el parque cuando apenas tenía 5 años. Habían sido muy amigos desde entonces. Así que cuando le presentó a Jisung no pudo evitar sentir celos que en un par de visitas más fueron transformados por simpatía y alegría de que su hyung hubiera encontrado la felicidad con un ser tan puro.

Quería aprender a superarle, pero le resultaba difícil hacerlo. Quería ayudarle, pero no sabía como. Tampoco había conocido suficiente y eso le hacía sentirse culpable.

- Hyung - le llamó sin recibir respuesta - Minho-hyung - sacudió su brazo para llamar su atención.

Al verle, el mayor sonrió. Jeongin para él era como un hermano pequeño que debía proteger, y eso hacia que no quisiera preocuparle.

- ¿Qué necesitas pequeño?

- Podría contarme... ¿Cómo conoció a Jisung-hyung?- no sabía que otra cosa decir.

La mirada del mayor se oscureció un poco más, pero volvió a sonreír y asintió.

Entré lentamente en la consulta del médico. Tenía miedo. Mucho miedo. Después de la anterior consulta temía que mi situación hubiera empeorado. Aún me estaba haciendo a la idea de la anterior noticia, pero era incapaz de aceptarlo. No quería morir, no aún.

Me senté frente al doctor en la silla. Mi pierna se movía en un tic nervioso mientras este miraba los papeles. De golpe, clavó su mirada en mí por encima de sus gafas.

- Lo siento mucho señorito Lee. En serio. No sé como ha podido pasar esto.

- ¿Él qué?

- Se confundieron los papeles. Tranquilo. Usted no está enfermo. No va a morir. Es más, su cuerpo esta en perfecto estado.

- ¿De... De verdad? - exclamé levantándome de la silla. Un gran alivio se instaló en mi corazón.

- Sí. En verdad es otro paciente el que está enfermo, pero debieron de cambiar los nombres al imprimirlo o algo. No lo sé.

De pronto, una súbita curiosidad acudió a mí. Vale, no soy yo quien esta enfermo. Genial. Bien. Pero entonces... ¿Quién es el que tiene cáncer de estómago?

- No puedo compartir información de otros pacientes, lo siento.

- Pero... Solo quiero... Bueno creo que sé como se debe sentir. Quiero ayudarle - no mentía. Hace un momento creía que me quedaba poco tiempo de vida. Pero ser consciente de que eso es lo que le está pasando a otra persona debe ser doloroso.

En ese instante alguien llamó a la puerta. El doctor dijo que se podía pasar y una enfermera entro algo alarmada.

- Es la señora Han. Nos esta volviendo locos a todos los enfermeros. No para de de ir que tiene que haber alguna manera de salvar a su hijo.

- ¿Ya terminó todas las pruebas?

- Y el resultado es el mismo doctor. Jisung tiene un cáncer de estómago muy avanzado. Como mucho le quedan cinco años. Pero lo más probable es que sea menos.

- Yo hablaré con ella. Lo siento, Minho - esta vez se dirigía a mí - Tengo que atender algunos problemas.

- No se preocupe, ya me voy - salí de allí recogiendo mis cosas. Aunque habían estado hablando en susurros pude escucharles. Ahora sabía quien era la persona con la que habían cambiado los resultados de mis análisis médicos. Han Jisung.

Aunque con su nombre tampoco es que pudiera hacer mucho.

Caminé por el pasillo hasta la cafetería. Necesitaba un café. Eran demasiadas emociones en solo unos minutos.

Me senté en una mesa y pedí a la camarera un americano con nata. Mientras esperaba mi pedido, vi en otra mesa a un chico más o menos de mi edad. Solo, con la mirada triste dirigida a la ventana. Creo que se dio cuenta de mi mirada porque giró a mirarme y me sonrió.

Aquella fue la primera vez que nuestros ojos se encontraron. Un instante en el que tomé la decisión que cambiaría toda mi vida. Después de que me trajeran mi pedido, decidí sentarme frente a él.

- Hola - dije según me sentaba.

- Buenas tardes amable caballero.

- ¡Wow! Me encontré con un chico excesivamente educado.

- Perdón solo intentaba guardar la etiqueta.

- En ese caso, déjeme que me presente. Mi nombre es Lee Minho.

- ¿Cómo el actor?

- Siempre que me presento me dicen lo mismo - reí.

- Pero es la verdad.

- ¿Usted como se llama, alegre señorito?

- Han. Han Jisung.

Me quedé de piedra, con el rostro serio. Sentí que el corazón se me paró un segundo. Entonces él comenzó a mover su mano de arriba para abajo delante de mis ojos. Parpadee varias veces y vi que me miraba extrañado. Era él.

- ¿Hola? Tierra llamando a Lee.

- Perdón. Estaba pensando en otra cosa.

- ¿Cuando estas conociendo a otra persona en un hospital? ¿Mi nombre te trajo recuerdos o algo así?

- Sí, algo así. ¿Conocerse en un hospital no es un mal augurio?

- Cuidado, nos van a echar una maldición - dijo con voz de fantasma.

- O a lo mejor un asesino en serie viene a por nosotros - susurré. Sabía como se debía sentir. Un poco de humor y alegría era lo que necesitaba. Además, que te traten teniendo en cuenta tu enfermedad solo te la recuerda más y te causa más dolor. Era mejor si fingía no saber.

- Tendremos que escondernos entonces, capitán. ¿Cuales son sus órdenes? - me respondió en el mismo tono de voz.

- De momento será mejor esperar y justo en el momento en que nos ataquen, sacar nuestras armas y atacar nosotros primero.

- Pero capitán... ¿Y si nos matan antes?

- Pues entonces... No hay nada que podamos hacer.

- Capitán - esta vez su tono de voz se volvió normal, pero apagado y triste - No quiero morir.

Me mordí el labio. Habíamos entrado en un sector delicado. ¿Cómo debía responder a aquello?

- Nadie quiere morir en verdad. Todos le tenemos miedo a eso porque no sabemos que hay después. Pero tarde o temprano, todos morimos. Creo que si nos quedamos pensando y obsesionándonos con que vamos a morir... Nos perderemos lo que nos queda de vida.

- Sí, tienes razón. Perdón por ponerme sentimental de repente - volvió a sonreír - Me estoy obsesionando con nada.

- No creo que sea nada. Todos tenemos nuestros problemas y cosas que nos preocupan.

- Si. Supongo que sí. Gracias - sonrió ampliamente. Me gustaba esa sonrisa. Por alguna razón, me hacía sentir mejor y no pude evitar correspondería.

- Oye. Podríamos quedar algún otro día en un lugar menos... ¿Fantasmagórico?

- Ni que estuviéramos en un cementerio. Pero sí. Me encantaría quedar con usted señor Lee.

- Tampoco soy tan mayor.

- Lo sé, pero es gracioso llamarle así.

- Entonces... ¿Me dará su numero de teléfono?

- ¿Intenta ligar conmigo?

- Tal vez.

- Mmmh... - sacó un bolígrafo de su bolsillo y en la mano con la que aún estaba sujetando la suya sin darme cuenta, escribió su número de teléfono - Ahí tiene Don Juan.

- Gracias doña Inés - le guiñé un ojo. Seguidamente  nos echamos a reír. No me imaginaba que mi primer encuentro con aquel chico fuera a ser así. Por unos días yo había estado en su piel, pero no me lo había tomado tan bien. ¿Cómo era capaz de hacerlo? ¿A caso se lo estaba guardando todo? Eso tampoco era bueno.

Una voz le llamó desde la puerta de la cafetería. Debía ser su madre. Le detuve cogiéndole del brazo antes de que se fuera. Nuestros ojos volvieron a encontrarse durante unos segundos en los que no dijimos nada.

- Oye... Se como te sientes así que si necesitas desahogarte o llorar en el hombro de alguien... Durante unos días pensé que tenía cáncer, así que puedo entenderte. Estoy aquí para apoyarte.

- Sabías porque estaba aquí y aún así... Te has acercado a mí para ser mi amigo y me has tratado como a alguien más.

- Sí, bueno... No es que seas un alienígena ahora ¿no?

- Gracias - volvió a sonreírme - Eres una persona increíble. Me alegra haberte conocido.

- Lo mismo digo.

No, no era yo quien tenía cáncer. Not. Pero si no era yo... ¿Quién era esa persona? Who? Eras tú. You. Pero, ¿Por qué de entre todas las personas del mundo tenías que ser tú, un ser lleno de luz y alegría? Why you? 

Mi luz en la oscuridad se apagó. Ojalá hubiera sido yo quien tenía ese cáncer. Ojalá no hubiera sido un error de impresión. Ojalá nos hubiéramos conocido de otra forma. Tal vez entonces podría haberte ayudado y no haber permitido que te saltaras las comidas y comieras tan mal. Si todo hubiera sido de forma diferente, no habrías enfermado y podríamos estar juntos.

Pero no fue así. Y ahora estás muerto. Supongo que mi corazón también.

Los días pasaron. Minho volvió a reunirse con los chicos e intentó divertirse. Todos podían notar que aún su mirada estaba oscurecida por la pérdida. A veces le pillaban abstraído en sus propios pensamientos, seguramente centrados en Jisung. Pero estaba mejor, mucho mejor.

Con el tiempo volvió a sonreír y ha hacer bromas. La boda de Changbin y Félix fue toda una fiesta en la que él también participó. Fue un momento de gran alegría para todos. Incluso para Jeongin, quien atrapó el ramo que había lanzado Félix.

Chan y Woojin no hicieron oficial su relación, ni se casaron, pero los dos vivían felizmente juntos y no necesitaban nada más. Hyunjin y Seungmin se pasaban el día en casa de Jeongin haciéndole enojar. Y Minho visitaba muy a menudo a la señora Han y a su marido. Retomaron sus vidas, a pesar de la perdida. Todos consiguieron seguir adelante, tal y como Jisung habría querido.

Pero Minho no fue capaz de volver a encontrar el amor. Por alguna razón, a pesar de haber tenido varias citas y haberlo intentado, era incapaz de amar a nadie de la forma en que había amado a Jisung. Poco a poco, su vida iba llegando a su fin. Su piel se arrugaba, las entradas aparecían en su cabello que le iba volviendo blanco, sus huesos y músculos dejaban de trabajar con la misma facilidad.

Entonces llegó el día. Estaba en la residencia de ancianos, observando la nieve caer desde la ventana de su habitación. Una enfermera pasó a darle las pastillas necesarias y él comenzó a contarla su historia. Por alguna razón sabía que aquel día sería su último día y quería contarle su historia a alguien. La mujer escuchó pacientemente, incluso cuando para finalizar el relato, comenzó a cantar una suave melodía.

La enfermera fue regañada por su superiora cuando la pilló, pues tenía más pacientes que atender. Dio un beso en la frente a Minho y se marchó corriendo. El anciano volvió a mirar por la ventana y cerró los ojos para no volverlos a abrir. Los versos de la canción que había cantado flotando en el aire.

El último día que nos vimos, ¿lo recuerdas?
Cuando sonreías cálidamente, esa sonrisa
Todavía permanece en mi corazón
Sigues dando vueltas por mi cabeza

[...]

Al final eres
Te extraño
No está bien
No puedo abrazarte, mi corazón duele
Es por eso que estoy buscándote
He estado esperando, estoy llorando
El único que amo, uh, eres tú

[...]

Así es, no puedo olvidarte.
He estado parado aquí de forma ausente
Tuve que mantener mi respiración que se encontraba atrapada
Este es nuestro destino¿sigues en ese lugar?¿todavía sigues ahí?

[...]

Al final eres
Te extraño
No está bien
No puedo abrazarte, mi corazón duele
Es por eso que estoy buscándote
He estado esperando, estoy llorando
El único que amo, uh, eres tú

¡Último capítulo :o! Espero que les halla gustado.

Algunas aclaraciones por sino entendieron:

Jisung cogió el cáncer de estómago por no llevar una buena dieta y saltarse comidas. Esto lo suelen hacer los adolescentes porque piensas que están gordos o no se ven bien a si mismos. Piensan que nadie va a gustar de ellos porque tienen algún kilo de más o porque no son como las chicas o los chicos de las revistas. Y pues eso está mal. Tienes que aprender a marte a ti mismo y a tu cuerpo porque vas a vivir con ellos toda tu vida, cambiarlos no es la solución. Eres perfecto tal y como eres.

La canción del final que canta Minho es Always You de Astro. Os la recomiendo y al grupo también porque son unos bebés hermosos.

Y pues ya estaría. Gracias por leer, votar y comentar. Se les quiere mucho.

Nos leemos en otra historia mis dropies!!!

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