I like you again
i like you again
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Kim Jungeun estaba pensativa una vez más. No había tocado su desayuno esa mañana, no sabía que debía hacer, su corazón no estaba haciéndole caso, no estaba haciendo lo que ella quería hacer y estaba decidiendo por si solo. Decidiendo una vez más gustar de la misma persona. No podía negar el sentir, y tampoco se sentía capaz de volver a alejar a la rubia como la primera vez que lo hizo, se arrepentía ahora un poco de esa decisión, tal vez eso le hubiese ayudado a olvidar, en vez de volver a recordar.
-—Ey~ Jungeun a la tierra, se va a enfriar tu desayuno.—La nombrada pareció volver a la realidad y miró hacia su plato para luego fruncir el ceño.
—Son cereales.—Refunfuñó.
—¿Qué te tiene así?¿Pasó algo?—Jung-Hee le preguntó comiendo de su desayuno.
—Mmh... no lo sé.—Su hermana le miró confundida.—No me gusta esto... lo de no poder mandar que sentir.
—¿Te gusta alguien otra vez?
Jungeun no quería volver a mentir, solo asintió, su hermana nunca iba a juzgarla.—O sea... no es otro alguien.—Murmuró.
Ella enarcó las cejas algo sorprendida.—¿Jinsol otra vez?
No tuvo más opción que asentir suspirando con leve frustración.—Unnie, ¿yo... que tengo que hacer?—Preguntó tapando su rostro con sus manos. En esos meses vió muchos videos para aprender a expresarse mejor, Jung-Hee ayudó mucho con eso también. Hablar se sentía mejor que guardar.
—¿Pasó... algo en su salida del otro día?
—No..., al menos nada que fuese p-para eso, ella me dió... un beso en la mejilla y... se sintió muy extraño, p-porque nunca, n-nadie lo había hecho y-
—Tranquila. Yo creo que debes ir lento, tal vez estás confundida, la estas volviendo a ver después de mucho y puede ser por eso. Piénsalo un poco más, y si... te sientes segura, sé valiente como la otra vez y díselo.—Animó.
De camino a la escuela sus pensamientos siguieron en lo mismo, las palabras de su hermana se repetían en su cabeza, y cada vez encontraba mejor la idea. Jinsol y ella habían vuelto a una "amistad" como la de antes, y no quería volver a arruinarlo con sus sentimientos, debía pensar mejor todo.
Hablando de ella, le había mandado el típico mensaje de buenos días, Jungeun le respondió con lo mismo comenzando la típica conversación que casi siempre tenían por las mañanas sobre sus clases y exámenes, que ahora iniciarían.
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Los exámenes para Jungeun eran una total pérdida de tiempo, le quitaba su tiempo para jugar, se sentía cansada y lo único que quería era que acabase la semana, y poder tener sus vacaciones de verano. Esa última semana se las había ingeniado para invitar a Jinsol a ver las flores de cerezo pero los exámenes de ambas, los proyectos de Jinsol y presentaciones la hicieron tristemente negarse diciendo que encontrarían entonces otro año para asistir. Las cosas no habian cambiado mucho esas dos semanas más que Jinsol y ella hablando por llamadas y verse ahora los fines de semana en la cancha, y no para jugar, solo conversar.
Jungeun sabía que sus sentimientos ya estaban aclarados, volvía a sentir lo mismo por Jinsol una vez más, pero esta vez se sentía más valiente, y menos triste hacia el rechazo, se había atrevido a besar la mejilla de Jinsol una vez como despedida al igual que lo había hecho antes, de tomar su brazo e incluso abrazarla en el corto periodo de tiempo que había pasado y sabía que le gustaba mucho.
Jinsol por otra parte se sentía perdida, le había mentido a Jungeun sobre una de sus exposiciones luego de saber sus planes sobre llevarla a ver los cerezos y de verdad que quería hasta que todos sus sentimientos y demás se juntaron haciéndola estar sumamente confundida, frustrada y nerviosa. No recordaba lo que era sentirse así y lloró por todo el lío de su cabeza. No se sentía lista para salir a una situación así con la pelirosa, donde vería a un montón de parejas jóvenes dándose cariño y jurando amor mientras ella tenía un enredo del que no podía salir y por un momento entendió lo que sintió la misma chica que ahora le estaba haciendo sentir lo mismo.
Se sentía extraña, no estaba acostumbrada a sentir algo asi por una chica y menos por Jungeun y no porque fuera algo malo sino que nunca se le había pasado por la cabeza el siquiera considerar a una chica atractiva.
—Jinsol, llevas llorando por horas y tu pobre almohada parecerá una esponja.—Su madre se le acercó acariciándole la espalda.—¿Quieres contarle a mamá que pasa?—La rubia levantó la cabeza de la almohada limpiando sus lagrimas.
—Es que ni yo lo sé.
—Si fue otro chico lo puedo ir a golpear.—Respondió sin duda lo que la hizo reír por lo bajo.—¿Por qué lloras?
—Me siento como una idiota.—Se lamentó volviendo a tapar su rostro.
Su madre le acarició la espalda.—¿Es la universidad?¿Un proyecto, un examen?
Negó con la cabeza volviendo a levantar su mirada sintiendo sus ojos volver a llenarse de lágrimas al ver a su madre preocupada mirándole.—J-jungeun...
—¿Por Jungeun? Ah~ ¿Qué ocurrió con ella?—Le hizo sentarse sobre la cama hipando mientras le daba palmadas en la espalda.—¿Es algo malo?¿Discutieron?
—Claro que no... E-es... que no sé que debo hacer. Pensé que estaba feliz de verla de n-nuevo porque éramos a-amigas antes pero... pero ahora no sé si quiero que se-seamos amigas.—Volvió a llorar.—Parezco una adolescente en su primer amor, me v-veo ridícula.
—¿Te gusta Jungeun-ie?—Jinsol primero negó pero luego sollozando asintió.—¿Y tú le gustas a ella?
—¿C-cómo lo sé?—Preguntó sorbiendo su nariz.
—¿No lo sientes? A veces puedes sentirlo. No está mal que te guste una chica, Jinsol-ah tú sabes que siempre te lo he dicho.-La rubia asintió.—No tienes que llorar por eso.
—Le mentí hoy, me había dicho que iríamos a ver los cerezos pero me puse tan nerviosa p-porque solo pensaba en si... si podríamos s-ser como las otras parejas, y ella me dijo que yo no le gustaba.
—Pero eso fue hace casi tres meses, ¿no?¿Y si cambió? Le gustaste una vez sin esfuerzo alguno, y ahora han tenido...ciertas salidas que pueden ser citas, ¿quién sabe? Nadie invita a ver los cerezos porque sí, ¿no crees?
—...¿me dejas ir a una fiesta hoy?—Preguntó cambiando de tema y haciendo bufar a su madre.
—Solo porque me das pena hoy, no llegues borracha.
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Jungeun estiró su mano a la mesita de noche cuando sintió su teléfono vibrar, tocó varias veces hasta encontrarlo y al ver la pantalla encendida cerró los ojos contestando la llamada sin ver quién era.
—¿Hola?—Dijo con la voz ronca. El bullicio en la llamada la hizo alejarse de su teléfono, como pudo vió la hora, 1:27 de la madrugada. Volvió a acercar el móvil a su oreja.—¿Ho-
—Jungeun-ah~—Escuchó la voz de Jinsol a través de la llamada lo que le hizo lentamente despertar.
—¿U-unnie?—Preguntó confundida viendo su teléfono para ver si no se había equivocado.—¿Jinsol unnie, está bien?
—Mmh, nop.—A pesar de la negativa contestación escuchó una risa.—Vine a beber y no est-as aqu-aquí.
—¿Eh?¿Unnie donde está?
—Te dije que vine a beber.—Le respondió en un lloriqueo.—Y no me has hablado en toda la noche.
—E-estaba...¿durmiendo?—Escuchó un sonido de varios vasos siendo chocados y más gritos.—¿Dónde está?—Dijo mientras comenzaba a levantarse buscando algo de ropa.
—En una silla, con mis amigos...Sooyoung, Minho y.... Ha-Haseul, s-son mis amigos.—Dijo riendo.
—¿Puede pasarle el teléfono a uno de ellos?—Pidió, casi rogó mientras se ponía unos pantalones de chándal con una sola mano. Escuchó el micrófono algo saturado con los gritos y por el aparato siendo pasado a otras manos.
—¿Mmh?—Fue lo que Escuchó.
—A-ah... Soy j-jungeun, a-amiga de Jinsol...unnie. ¿Podría decirme donde está ella ahora?
—¡Oh~! Así que tu eres la famosa Kim Jungeun.—La chica se rió.—Estamos en el bar de Dal-ssu. Jinsol bebió bastante, y no sé dónde es su casa exactamente.
—Mmh, i-iré para allá.
Colgó la llamada colocándose los zapatos, tendría que limpiar luego por usarlos dentro de casa aunque no le importó cuando salió y corrió hacia el bar, sabía dónde se encontraba, pues lo veía al venir del instituto y era nombrado en todo el distrito. Difícil no conocerlo.
Corrió al menos diez minutos. Se sentía morir con el aire frío quemándole la garganta, al ver las luces brillantes del bar dió su último esfuerzo hasta llegar tosiendo con la garganta seca antes de entrar. No tardó en reconocer donde estaba Jinsol y sus amigos, pues eran los más ruidosos y jóvenes que estaban en el lugar. Unos cantaban con botellas y cucharas, otros ya dormian sobre la mesa incluso uno lloraba. Una chica, la que supuso fue con la que habló era la que se veía sobria, estaba mirando su teléfono teniendo a una rubia durmiendo casi a su lado.
Se acercó colocándose la capucha por si acaso, ella no debía estar en estos lugares y menos a esas horas.
—Hola.—Saludó en voz baja llamando débilmente la atención de la chica.
—No soy la que está haciendo ruido, no puedo bajar el volumen.
—¡N-no! Soy...Jungeun. Hablé con usted por teléfono.
La chica dejó su teléfono y luego abrió la boca sorprendida.—Woah~ Jinsol te hace ver más tierna de lo que eres. Ella siempre está hablando de ti.—Jungeun se sonrojó hasta las orejas.—¿La llevarás a casa?
—S-sí...
—No paraba de decir tu nombre y de llorarle a su teléfono y te marqué, espero no haberte despertado.—Solo negó en respuesta. Se acercó hasta la rubia dando leves toques a su espalda.
—Unnie, debemos irnos.—Llamó. Jinsol levantó la cabeza con pesadez y cuando la vió sonrió.
—Sí viniste~
Ayudarla a levantarse y caminar con ella hasta afuera fue un verdadero lío, la rubia era liviana hasta estar borracha y probablemente media dormida lo que le hacía doble trabajo, además de que solo quería abrazarla y se quejaba cuando intentaba separarla.
—No puedo ir a casa.—Se quejó la más baja.
—¿Qué?¿P-por qué no?—Jungeun preguntó con pánico.
—Porque mi mamá dijo que...no llegara borracha, y aquí estoy.—Dijo extrañamente orgullosa.—Así que no puedo ir a casa o... no me verás nunca más.
y
Bueno, el plan no era exactamente ese, parecía mucho mejor en su cabeza. Vió a la rubia durmiendo en su cama usándola literalmente toda, no tuvo más opción que ir a la cama de su madre donde ella ya se encontraba. Ella se sobresaltó prendiendo de inmediato su lucecita en la mesa de noche.
—¿Qué pasó?
—Te contaré mañana.—Dijo queriendo convencerla. Su madre pronto asintió apagando de nuevo la luz.
En la mañana se levantó a penas salió el sol para asegurar que Jinsol siguiera en la cama, primero era para ver si seguía viva pero sintió que era demasiado dramático. Por suerte seguía viva, durmiendo como si nada. Cerró la puerta detrás suyo y saltó al ver a su madre.
—¿Qué escondes?
—Nada.—Respondió pero luego suspiró.—Salí... en la madrugada porque Jinsol unnie estaba borracha y la traje a casa...
—¿Está durmiendo?—Asintió.—Cuando despierte calienta algo de sopa picante para ella, le ayudará para la resaca.
—Mmh, gracias.
—No salgas de nuevo de noche, ¿entendido?
Asintió, su madre le dió un pequeño abrazo y minutos después salió de la casa para ir al trabajo. Al no tener sueño y ser día domingo no tenía nada más que ver televisión hasta que su hermana despertara y poder desayunar junto a ella. Puso una película extrañamente en la época era de navidad y la vió porque realmente no sabía dónde había dejado el control remoto y no estaba tan aburrida.
A eso de las ocho su hermana fue a la sala mirándola despierta.—¿Estás despierta tan temprano?—Le dijo junto a un bostezo.
—Mmh...Jinsol unnie está en mi habitación.
—Mm, que bien.-Su hermana iba a ir a la cocina pero luego se detuvo.—¿¡Qué Jinsol que!? ¿Está aquí?¿P-por qué? Dime que mamá lo sabe o tendrás que sacarla de aquí antes de que lo sepa.
—Lo sabe... tuve que dormir con ella. Jinsol unnie estaba borracha, dijo que no podía ir a casa...y la traje. Se veía m-mejor en mi mente, n-no lo pensé muy bien.—Dijo rascando su nuca comenzando a sentirse nerviosa de que la chica que le gustaba estaba ahora en su habitación y durmió allí toda la noche.
—Wow...eh, bien, supongo entonces que desayunará con nosotras.
—Mamá dijo algo de la sopa picante.
—Para la resaca.
Ayudó a su hermana a preparar el desayuno, calentaron comida que ya tenían guardada y con ello la sopa para Jinsol que se despertó debido al ruido. No recordaba mucho de la noche anterior pero sintió que el dolor de cabeza se le iba al no saber donde estaba. La habitación era algo extraña pero al ver algunas fotos en las paredes no dudó en acercarse para verlas. En algunas Jungeun estaba pequeña junto a su conocida hermana y algunas más antiguas y otras más nuevas. Al sentir el ruido afuera supuso que tendría que salir a pesar de toda su vergüenza. Respiró hondo y cuando iba a tomar el pomo la puerta se abrió dejando ver a una chica de su mismo tamaño, muy parecida a Jungeun.
—Oh, sí. Ya despertó.
Jinsol hizo una reverencia hacia la chica con vergüenza jugando con sus manos.—Buenos días.—Murmuró. Sintió los pasos de quien debía ser Jungeun que le miró con preocupación.
—¿Se siente bien, unnie?
Jung-Hee salió de la conversación volviendo a la cocina dejando a las menores solas.—Mmh, solo la resaca. N-no...no debías traerme a tu casa.
La pelirosa hizo una mueca.—Dijo que no podía ir a casa... y-y no tuve otra idea.
—Gracias.
—¡Vengan a comer, par de tórtolas!—Jinsol no pudo evitar sonrojarse y sentir su corazón acelerado siguiendo a las alta hasta la mesa. Ella le dijo donde sentarse y luego comenzaron a comer. Jung-Hee fue muy amable con ella en todo momento, podía entender el porqué Jungeun podía hablar de ella tanto tiempo más que nadie al igual que de su madre quien debía suponer, de ahí lo habían sacado sus dos hijas.
—Puedes tomar una ducha si quieres, mi ropa va a quedarte—Jung-Hee le dijo mientras levantaban la mesa.
—Mmh, no quiero molestar más.
—Nah, Jungeun hasta ordenó su habitación tal vez deberías venir más seguido, como... cada semana.—Ambas rieron.—No, pero ya en serio. Jungeun te trajo hasta aquí porque de verdad confía en ti, habla de ti bastante... ¿Crees que debo ser más directa? —La pregunta la desconcertó. Miró hacia su mayor con confusión.—Le gustas, no se calla cuando se trata de ti, de sus salidas, ni para ocasiones importantes se arregla tanto como cuando sale contigo.
—...¿De verdad?—Murmuró.
—¿Te gusta Jungeun?—Le preguntó esta vez sin rodeos, mirándola fijo.
—...Sí, pero no se como decirle.
JungHee suspiró.—No lo pienses tanto. Sabes que Jungeun prefiere que todo se lo digan directamente, y debes hacerlo así, ¿bien? Solo dile, me gustas y si ella se siente segura te lo dirá de inmediato.
—¿Y si no?
—No te rechazará.
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Aceptó la oferta de tomar una ducha luego, se vistió con ropa de Jung-Hee que le quedaba bien a su talla y luego fue a la habitación de la menor de las hermanas viendo a Jungeun ordenando su ropa.
—¿Estás ordenando?
La más alta se sobresaltó pero luego asintió.—Supongo... no durará mucho.
—Me iré a casa. Le dije a mamá que llegaría antes del almuerzo.—Jungeun asintió sintiéndose un poco triste de no estar con ella un poco más así que uso la misma excusa de siempre.
—Iré a dejarla a casa.—Habló inesperadamente fuerte sorprendiendo a la rubia.
—Es de día, no me pasará nada malo.
—D-de todos modos.—Habló nerviosa.
Jinsol le sonrió y tomando valor tomó las manos de la menor entre las suyas enredando sus dedos.—Aunque podrías hacerlo, ¿Quieres acompañarme?
Jungeun respiró nerviosa pero luego asintió torpemente sin poder dejar de mirar a Jinsol.—S-sí.
—Vamos entonces, tampoco debes almorzar muy tarde.
El camino fue silencioso, Jinsol y ella rozaban sus manos de vez en cuando, y no era para nada accidental. Las palabras de Jung-Hee corrian en su cabeza como si fuese una maratón de mil vueltas. Debido a tanto pensar no se dió ni cuenta cuando ya estaba frente a su casa. Jungeun le miró confundida ya que no parecía querer entrar todavía.
—Gracias p-por dejarme en... aquí. Y todo, de verdad.
—Mmh, no importa.—La pelirosa desvío la mirada con nerviosismo.
—Kim Jungeun.—Llamó cerrando los ojos.—Tú... Yo.—Titubeó. Las palabras se atascaban en su garganta. Abrió los ojos con lentitud y la sola mirada de la pelirosa le hizo sentir más tranquila cuando vió la preocupación en sus ojos.—Creo que... por fin te entiendo.—Jungeun sin entender ladeó su cabeza tal cual cachorro.—Mi corazón...no está en paz desde que volví a verte.—A pesar de que no quería liarse más solo habló.—En mi lista...los nombres están tachados menos el tuyo.—Recordó con una sonrisa.—Pasó... un largo tiempo, en el que te extrañé, en ese entonces no te miraba como algo más, pero me mostraste... todo. Te dije en secundaria que me enamoraría de ti si fueras un chico, pero no necesito que lo seas, no necesité que lo fueras.—Sonrió con lágrimas acumulándose en sus ojos.—Solo necesito que seas tú. Estoy diciendo demasiado, estoy nerviosa.—Se rió.—Me gustas, Kim Jungeun. Y sí, me gustas porque eres una chica, me gustas porque me quieres y me gustas... porque eres Kim Jungeun.
Las palabras de la contraria no llegaron y estaba a punto de echarse a llorar pensando que iba a rechazarla cuando sintió el abrazo casi ansioso de Jungeun rodearle haciéndola sentirse aliviada.
—En mi lista...sigue su nombre sin tachar.
Jinsol rió sintiendo las lágrimas cayendo por su rostro, nunca se había sentido tan aliviada hasta ese momento.
Después de un largo llanto y abrazos y más palabras cursis, Jungeun decidió quedarse a almorzar, a la madre de Jinsol le dió mucho gusto verla, tanto que olvidó el enojo por su hija y lo del día anterior y mucho más cuando vió las manos entrelazadas de ambas chicas y las grandes sonrisas que ninguna podía ocultar.
—Ah~ me alegro mucho por ustedes.—Dijo mientras ordenaba los platos de guarniciones en la mesita.—Siempre supe que terminarían juntas.
Jungeun se sonrojó comenzando a comer con una sonrisa tatuada en la cara.
—Mamá, deja de molestarla.—Jinsol se quejó.
—¿Quieres hablar del escándalo que hiciste ayer?—Su madre le miró con las cejas enarcadas. Jungeun miró curiosa a ambas y quiso quejarse cuando Jinsol rápidamente negó a la pregunta con terror.—Come doble racion, Jungeun-ie. Sigues muy delgada, como juegas basquetbol con tan poca energía, come, come.
Jungeun solo pudo sonreír y agradeció una vez más la comida. Nada le haría quitar la sonrisa que tenía ahora.
—Si vienes a comer seguido terminarás como una pelota rodando por la casa por mi mamá.—Jinsol molestó.
—Tienes que engordar esos bracitos, jugarás mejor.—Se excusó.
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El mes siguiente pasó muy rápido, su relación tomó estabilidad a penas comenzó, los exámenes habían terminado con ello las clases y por fin tenían más tiempo para ellas. No tenían que ir a un lugar especifico, solo podían salir e ir caminando del brazo por las calles a veces comprando cosas y a veces solo conversando. Jungeun se había soltado mucho más de lo que ya había logrado, Hyunjin y Heejin la habían apoyado en cada segundo de su relación y gritaron como adolescentes al escuchar la noticia de que por fin estaban saliendo. Su hermana no se quedó atrás casi ahogándola en un abrazo y su madre estuvo muy feliz por ella mandándole luego un mensaje a Jinsol de que querría conocerla la próxima vez que se quedara en casa que probablemente seria pronto y obvio lo fue.
Ese día Jungeun se había quedado hasta tarde jugando junto a Hyunjin en la cancha y eran más de las doce cuando su hermana la movió con dureza en la cama para hacerla despertar. Con los ojos casi cerrados se quejó siendo su manera de preguntar la razón.
—Jinsol lleva una hora hablando conmigo y mamá, levántate, es tu novia.
Jungeun despertó en un segundo al escucharla y pudo escuchar claramente la voz de la rubia. Se levantó resbalandose en el piso antes de ir al baño y darse la ducha más rápida de su vida, con toda la vergüenza que había sentido en toda su vida fue hasta la sala con el cabello húmedo.
—Hola.—Saludó a la rubia que le correspondió con un ademán invitándola a sentarse junto a ella cosa que no tardó en hacer.—No...recordaba que vendrías hoy.
—Uh, no iba a hacerlo, pero tu madre me invitó en la mañana y no tenía nada más que hacer.—Le dijo mientras tomaba su mano y entrelazaban sus dedos.
—Uhm, ya veo.—Su madre les sonrió. JungHee llegó luego con varios platos con pollo frito, arroz y guarniciones.
—Listo, tendrás almuerzo-desayuno. Eso te pasa por floja.
—Solo jugué hasta tarde.—Se excusó comenzando a comer. Jinsol hablaba relajadamente con su madre y eso le hacía sentir muy feliz.
Tomó su vaso de refresco para beber de él cuando oyó.—¿Y como besa Jungeun? Tengo curiosidad.—JungHee preguntó haciendo a la aludida ahogarse con su resfreco tosiendo con fuerza hacia un lado.
Respiró hondo cuando ya creyó que había pasado. Jinsol le miró preocupada y luego respondió.—No...nos hemos besado aún.
—¿¡Qué!?—Jung-Hee gritó con la boca llena.—Dime que es una broma, ya van a cumplir 50 días juntas.
Jungeun desvío la mirada incómoda de la conversación prefiriendo comer en silencio. Jinsol tenía razón, no se habían besado aún, y es que no habían tenido el momento y además se ponía muy nerviosa de solo pensarlo. Jinsol había tenido más besos que ella, más novios, más todo y ella no sabia nada de eso, eso le ponía más nerviosa e insegura. Sabía que la rubia ya había intentado hacerlo varias veces pero encontraba la forma de evadirlo o fingir que no se había dado cuenta, pero ahora sería mucho más notorio.
—Es lo más importante de una relación, ¿cómo no se han besado?
—No creo que sea lo más importante, yo... a mi no me molesta.—Jinsol dijo mirándole de reojo.—La pasamos bien de otras maneras.
—Mmh, supongo.
Hasta al menos las cinco se quedaron viendo películas en la sala, ambas abrazadas en el sofá, a pesar de que era la entrada al verano y que el calor comenzaba a ser sofocante no querían separarse. Jungeun podía ver cualquier película que estuviera en la tele pero Jinsol prefería siempre las románticas que eran las últimas en la lista de la más alta, pero aún así se divertían. Jinsol quería quedarse a cenar pero al día siguiente tenia varios mandados y debía volver temprano, Jungeun obviamente la acompañó.
Como pocas veces podían se dieron de la mano al notar que había muy poca gente en la calle, podían tomarse de las manos sin que les miraran extraño.
—Mi familia está planeando ir a una reserva en unas semanas, ¿por qué no nos acompañas?—Jinsol le dijo apegandose más a ella.
La pelirosa miró hacia su pareja para pensarlo y luego se encogió suavemente de hombros.—Tendré que pedir permiso.
El resto del camino fue cómodo y al llegar a casa de Jinsol esta soltó su mano para poder abrir la puerta.
—Unnie.—Llamó suavemente, ella le miró de inmediato esperando que continuara.—No...¿No le molesta que n-no nos hayamos besado..aún?—Preguntó con timidez.
—¿Mmh?... Oh. No me puede molestar algo así. Estamos yendo a nuestro ritmo, ¿verdad? si no te sientes lista aún puedo esperar.
—Es...que tengo miedo. Y-yo ni siquiera sé hacerlo.
Jinsol rió por lo bajo.—¿Crees que soy una experta en besar?
—Ha tenido más besos y novios... y su mamá dijo que también había tenido rel-
—¿¡Mi mamá te dijo eso!?—La rubia se cubrió la cara con extrema vergüenza.—Dios... eso no importa, eso no tiene nada que ver.
—¿Qué pasa si no le gusta? Si le dejo de gustar p-porque no beso bien.
La rubia hizo un pequeño puchero y se acercó a la más alta para abrazarla con fuerza recibiendo lo mismo de la contraria.—No me vas a dejar de gustar por eso, a mi me gusta todo de ti.—Dió un apretón y luego se separó de ella.—Ya voy a entrar.
—Espere.—Pidió una vez más.
Jinsol le miró con confusión. Tomó aire con los puños cerrados y ladeó su cabeza para juntar sus labios con los de la rubia. Fue un simple roce, la mayor no pudo evitar sonreír por lo inocente y tierno que había sido eso y luego Jungeun se enderezó con las mejillas más rojas que había visto nunca.
—Nunca cambies, ¿sí? Eres la mejor novia que puedo tener.—Jinsol se acercó esta vez a ella dejando un casto beso sobre los labios rosados de Jungeun.—Ve a casa.
—Bien...
—Te quiero.—Jungeun sonrió levemente levantando la mirada.
—Yo también, Jinsol unnie.
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End
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