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— Lamento no haber podido recibirte. Pero, tenía que atender bastante. Veo que ya conoces a Megumi y a Toji. — Gojo residió a Yuuji con una amplia sonrisa. El joven niño le prestó atención, empezando a conversar.
>> ¿Qué dudas tienes pequeño?
— ¿Cómo puedo volver a ser yo? Ví a esa cosa antes de despertar.
— Es difícil de responder. Normalmente un exorcismo funcionaria, pero en demonios más fuertes requiere otro procedimiento. ¿Recuerdas algo de ayer?
— Uhm… Ryomen Sukuna, es lo único que entendí antes que me metieran algo como un dedo en la boca. — Parecía que un balde de agua fría les cayó a los 2 mayores, seguido de un sentimiento de incertidumbre.
— Bueno. Estamos jodidos.
— Toji, ¿Que te dije del pesimismo? — Dejando de lado al mayor volvió al niño. — Sukuna fue conocido recientemente cuando una momia fue encontrada en un culto, jurando la leyenda del fin del mundo, tras llegar a las manos de mis abuelos se encontró con su historial, el rey de las maldiciones hace siglos. Parece que lo querían revivir, te querían como recipiente.
Tragando grueso Yuuji preguntó.
— ¿Por qué? Y si es así, ¿Porque aún soy yo?
— Eres un niño, por lo que eres más vulnerable, y a su vez, tiene un disfraz inocente. Si hicieron un ritual te forzaron a tener un contrato con él, del cuál no tenemos detalles, de momento mientras tengas voluntad firme creo que puedes tenerlo a raya. Tenemos formas de ayudar a eso.
— Comprendo. — Agacho la miraba, se sentía asustado.
— Tienes al chamán más fuerte y al humano más fuerte para ayudarte. Calma.
Obligándose a sonreír Yuuji asintió. Ambos adultos les vieron su espacio, tomando la atención de Megumi por el tiempo suficiente.
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<<Mi anterior vida ya no existe>>
Tras recibir las últimas explicaciones, hubo un momento en la tarde en la Yuuji no pudo sacarse la mano del pecho. Tanto Satoru como Toji le prometieron ayudarlo a seguir con su vida. Aceptándolo como un segundo hijo.
Sentía que no encajaba o que allí no debía estar, recordar la cara del demonio dentro de él provocaba un terror hasta la médula, aferrándose a una pequeña esperanza en su joven mente.
No fue hasta que fue interrumpido por Megumi, teniendo nuevamente a los 2 perros a su lado en busca de animarlo. Cómo él era de su misma edad lo hacía sentir menos solo y asustado.
— Puedes confiar en los 2, lamento escuchar lo que te paso. — En voz baja Megumi le hizo saber, mientras se sentaba a su lado.
— Solo quedan pocos clanes de hechicería ¿no? ¿Eso significa que tienen mucha información y armas a sus manos no? — En su inocencia gestionó, casi tomándolo como un pequeño camino de esperanza pará el.
— Supongo que bastante. Sukuna está en tu cuerpo, así que, energía maldita podrás controlar tarde o temprano.
— ¿Enserio?
— Creo. Una vez escuché a esos 2 hablando de eso. — Buscando sonreír Yuuji asintió, entreteniéndose con ambos Shinigamis.
Ambos adultos miraban a la distancia a los 2 niños, Gojo sonreía de ternura al verlos mientras Toji parecía mirar a la nada pensando. Por unos segundos, fue que bajó la vista e hizo lo mismo que Satoru.
— ¿Quieres dejarlos solos? — Cuestionó.
— Mejor no. Hay que darle un día tranquilo a estos niños. Mantener el ambiente más ameno posible ahora, Yuuji está solo, sin sus padres no tiene a más nadie, ahora somos sus padres suplentes.
— Te encariñaste muy rápido con él ¿Eh?
— ¿Tú no? — Le devolvió el gesto. El hombre frente a él, más que gesticular alguna objeción solo le miro, sonriendo de medio lado, curvando en el proceso la cicatriz en su labio.
Yuuji conversaba con tranquilidad junto a Megumi. De forma que pareciera que se les olvidó todo el tema antes mencionado.
Cuando la noche llegó. Una pequeña risa, que con el pasar de los minutos se hacía más fuerte, y con eso, más tétrica, desagradable, una voz profunda retumbaba en la cabeza de Yuuji a medida que, irónicamente, se quedaba dormido.
Al abrir los ojos, un rojo fuerte inundó la luz que percibía, viendo nuevamente a ese hombre. No. A ese demonio. Efectivamente su apariencia era como una versión adulta de él, con tatuajes y una larga túnica blanca, riendo a todo pulmón.
— ¡Pero qué mocoso tan afortunado! ¿Será obra del destino? ¡El portador de los 6 ojos y un portador de Shinigamis! Debes tener un ángel a tu lado para que te trajeran a esos 2 como nueva familia. — Parando de reír apoyó su cabeza en su mano, sonriendo ampliamente, con la vista fija en Yuuji.
>> Todo lo que tú vivas yo lo veré. Así que no intentes oponerte. — Sentenció. Yuuji estaba tirado en el suelo del susto.
>> No te resistas y dame tu cuerpo. Puedo asegurarte que no sufrirás. — Lentamente se acercó a Yuuji, el menor empezó a sollozar en silencio.
— ¡Alejate de mi! — El demonio arqueo las cejas sorprendido, no espero ese arrebato de valentía en él.
>> ¿¡Me necesitas vivo no!? De lo contrario ya hubiera muerto… — De un momento a otro ese arrebato de adrenalina desapareció, temiendo por su vida. Sukuna lo miró detenidamente antes de volver a reír, volviendo a su asiento.
>> Necesitas mi cuerpo… ¡Bajo ninguna circunstancia te dejaré matar más gente!
— ¿Y cómo pretendes hacerlo? ¿Con gritos?
— No me interesa como. Pero no lo haré.
— Madura entonces. — Y con eso dicho, chasqueó los dedos de forma que se abriera un hueco a sus pies, cayendo sin miramientos al vacío. Despertando en la vida real.
Megumi había invocado Shinigamis para vigilar a Yuuji, así que, tuvo la calidez de estos para consolarlo al despertar mientras se secaba las lágrimas. Nuevamente, sintiéndose como un desconocido, pero, tenía fé en sí mismo.
— No dejaré que la buena voluntad de los señores Satoru y Toji sea en vano. — Claramente, mucha presión en un niño de su edad, pero viendo sus circunstancias, así sea el simple deseo inocente de querer ayudar al resto del prójimo como un héroe, o un minuto de madurez en sí mismo, Yuuji varía de su parte.
No era una persona especial, de eso estaba seguro, si iba a sacar su culpa en esto, era solamente que tuvo mala suerte de nacer con los padres equivocados. Cómo dijo Sukuna, su suerte fue conocer a Satoru y Toji, que lo iban a ayudar pero tampoco sería una carga.
Al despertar y luego de desayunar, les dijo a ambos adultos sobre su sueño, dónde la frase "madura entonces" fue bastante chocante para ellos. Cómo si estuviera retando a Yuuji, solo el destino diría que podría pasar con este niño, pero mientras eso pasaba, la pareja de hombres lo prepararían. A él y a Megumi.
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