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— Me niego a hacerlo. — Gojo no tuvo problemas en levantar la voz. Mirando amenazante al hombre frente a él por una fracción de segundos apenas salió de sus labios esa insinuación.

Desgraciadamente. Lo que correspondía a un obstáculo que tendrían enfrente. Claramente, tendrían que informar tarde o temprano al restó en sus clanes. Y claramente eso no traería una agradable discusión.

Al sacar al niño de aquel tétrico escenario, Satoru contacto con una vieja amiga en medio del camino como primera acción. Informándole que irían con ella junto a la situación que tenían. 

En palabras de Satoru era no solo porqué era una médica bastante capaz que sabría atenderlo a pesar de no ser una hechicera perse, tenía bastante conocimiento acerca del funcionamiento de la energía maldita. Si no también porque sabía que ella tendría más tacto con él una vez despertará. Para sorpresa de Toji eso fue buena idea, fue como si admitiera lo imprudente que podía ser al comunicarse. Siendo el caso de un niño que acaba de pasar por algo traumático, llamar a Shoko fue lo indicado.

Toji se lo entregó en manos una vez estuvieron frente a ella, dejándolos solos ya que tenía la intención de realizarle unos exámenes rápidos. Tanto médicos como paranormales. Mientras eso pasaba, ambos hombres conversaron acerca del <<¿Qué podemos hacer ahora?>>

>> No me importa quien lo diga. Me negaré a sacrificar un niño. — Volviendo a su porte más despreocupado hizo saber. Toji prosiguió.

— Los 2 sabemos que no serán los pocos en nuestros clanes que verán su sacrificio como un bien mayor. Los 2 vimos el poder del demonio que encerraron dentro de él, y los 2 sabemos que puede ser peligroso. Así que mantenerlo cerca para proteger el niño nos meterá en peligro.

— Me sorprende que parezcas de acuerdo, Papiguro. — Extendiendo su dedo acarició en círculos el lado izquierdo del pecho contrario. — Digo, sabemos muy bien que pudieron haberte sacrificado en tu clan, venderte o incluso peores para que en serio pretendas apoyar eso. — Toji sonrió de medio lado. Los lentes oscuros de Gojo quedaron bajo su rango, una vez Toji extendió el brazo para acorralarlo entre él y la pared.

Mirando fijamente esos ojos brillantes que relucían en azul. Los labios de Satoru se curvaron entre desafiante y coqueto.

— Nunca dije que esté a favor de eso, digo que habrá muchas consecuencias si tú intención es ayudarlo. Eres muy desgraciado para querer manipularme con eso, deberías de saber ya que los delirios de volver a la grandeza que perdieron hace siglos los Zennit nunca me afectaron. — Su voz fue ronca al hablar, mirando fijamente a ojos contrarios.

— Lamento mi falta de compresión entonces. — Tomó el pecho contrario, apartó a Toji a una cierta distancia de él. — ¿Y bien? ¿Qué dices entonces?

— Aprovechemos que es de noche, volvamos al templo donde estaba e investiguemos. Entre más información tengamos es más fácil hacerse cargo de él.

— Gracias por apoyarme.

— Creo que tengo pocas opciones.

— Tenemos. Más bien. — Rio por lo bajo. Llevando a Toji con sigo.

_________

— Él es Toji, fue uno de los responsables de hacerte ayudado. Toji, el paciente se llama Yuuji Itabori, tiene 10 años. — El serio hombre, inexpresivo y recto era suficiente para intimidar a Yuuji que tímido se acercaba a él, manteniendo silencio, detallando al mejor mientras la castaña los presentaba.

>> No tiene ningún problema de salud notable en este momento, más allá del posible estrés vivido. Luego les avisaré cómo ayudarlo con eso, sean cuidadosos al explicarle todo.

— ¿Qué tanto le pudiste explicar?

— Más que nada sobre el fallecimiento de sus padres, y sobre lo básico de los chamanes.

Asintiendo a sus palabras Shoko los dejo solo, deseándole suerte a Yuuji de ahora en adelante. De un momento a otro, Toji sé arrodilló, extendiendo las manos hacia Yuuji.

— Me alegra verte despierto. Mi compañero sé llama Satoru Gojo, ambos nos propusimos a no dejarte solo, te iremos explicando todo de la situación y cómo ayudarte.

— ¿Él dónde está?

— En este momento debe estar reclamando por ti. — Apoyando la cabeza en su mano comentó. Seguramente Satoru estaría envuelto entre gritos y amenazas, pero firme a sus decisiones.

>> Pocas personas tienen actualmente la habilidad de manipular energía maldita. Yo no la tengo, desgraciadamente. Pero las familias que quedan con esa habilidad se mantienen como clanes,  siendo 5 las que se encuentran por todo Japón. A veces terminamos tomando cierta responsabilidad en los problemas que genera. Así vimos por ti, llamó mucho la atención.  — Completando la información que le dió Shoko, Yuuji parecía entender rápido.

— Lo lamento… — Bajó la cabeza, el mayor acarició su cabello.

— Nada que disculpar. — Su rostro era serio pero sus gestos parecían querer brindarle protección. — ¿Quieres desayunar? — El menor asintió.

_____

Cuando entraron a la casa Yuuji se mantuvo algo cohibido.  Aunque estaba entre desconocidos, su situación no era la mejor. Tenía que hacerse la idea que lo vivido no fue una pesadilla, papá y mamá no estaban más, la figura que noto era una realidad, estaba dentro de él. Solo podía confiar en este hombre, le daba miedo hasta cierto punto.

— Yuuji, él es mi hijo, se llama Megumi. — Cuando Toji habló el menor levanto la miraba, un niño de su misma edad se paró frente a él. De cabello negro pero muy serio.

En eso se parecían.

>> Lamento que haya sido de última hora, pero ahora será tu hermano. Supongo que Satoru ya te informo.

— Si. Me dijo que iban a traer a otro chico, luego de ayudarlo con el problema de anoche.

— Veo que estás consciente.

— Es normal que desde temprana edad descubras tu energía maldita. — Toji hizo saber. — Traje comida para Yuuji, ¿Quieres comer tú también para que se conozcan? Ahora serán hermanos. — Ambos niños se miraron un segundo antes de asentir, Toji le dejó la comida a Megumi antes de dejarlos ir.

Fueron al cuarto de Megumi dónde ya había algo de ropa nueva para Yuuji. 

— ¿Cómo te sientes? — Su padre había traído un desayuno con arroz, pollo, pan, papas y unos dulces.

— Raro. — Megumi le tendió un plato con la comida. Tener a un chico de su edad lo hacía sentir más seguro para dejar esa defensiva seriedad en la que estaba, dejando salir a flote sus emociones.

>> Quiero creer que esto es una pesadilla. ¿Puedo confiar en tu padre y el señor Satoru?

— Claro que puedes. Mi padre no es un modelo a seguir y Satoru es muy extraño, pero puedes estar seguro. — Metiéndose un pedazo de pollo a la boca le dejo saber.

— Eres muy directo. — Temía tener problemas para acercarse a él.

— Tu tienes mucha fuerza de voluntad. Cualquier otro estaría llorando.

— Creeme que tengo ganas. Saber que un demonio uso mi cuerpo para matar… — Dejó de comer por un momento. — ¿Dónde está exactamente? ¿Cómo puedo sacarlo?

— Tengo poca información. — Con la boca llena le dejo saber, terminando tragando. — Intenta recordar todo lo que puedas cuando Satoru esté aquí. Es difícil, pero lo mejor es que te preocupes. — Dejando el plato a un lado, movió sus manos invocando de más sombras 2 pequeños perros. Haciéndole brillar los ojos a Yuuji.

>> Es mi habilidad.

— ¿Te encantan los animales?

— Más que muchas personas por lo menos. — Tomó el plato y volvió a comer. Ambos sabuesos se acercaron lentamente a Yuuji hasta dejarse acariciar.

— Son tan lindos. ¿Qué tipo de alma son?

— Shinigamis.

— ¿Puedo alimentarlos?

— No. Ya lo intente antes.

— Okey. Una última pregunta, ¿Cómo es el señor Satoru? ¿Qué tipo de relación tienen tu padre y el? ¿Son cercanos verdad? Lo han mencionado pero no lo he visto.

— Será mejor que lo veas por ti mismo. Vive con nosotros por lo que lo verás muy seguido. Es mi segundo padre, aunque normalmente no me guste decirle así.

Yuuji entendió, ambos niños siguieron conversando y jugando mientras afuera, Toji fumada como intento de mantenerse despierto mientras Gojo regresaba. Iba a ser una noche larga una vez su cabeza toque la almohada. Por mensaje, le había mandado el nombre de Yuuji esa mañana, suponía que estaba moviendo una adopción legal.

Hasta que la puerta se abrió. Viendo a un igual de cansado albino bostezando mientras regresaba.

— Aquí estás. — Y lo fue a residir. — Yuuji está con Megumi en este momento.

— Vaya. Bien, legalmente Yuuji es nuestro hijo. Tuve que mover unas cosas para hacer todo más rápido. — Bostezo.

— Lo bueno que te sobre dinero ¿Eh? Espero no le hayas causado problemas a nadie.

— Mejor llama a los niños. Hay cosas que explicarle a Yuuji. — Con un último bostezo paso a un lado del contrario.

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