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[6]

Color de ojos: (c/o)
Color de pelo: (c/p)
Dónde vives: (d/v)

Adrien pareció bajar su temperatura con el tiempo que descansó, pero la madre de ___ insistió con que un medicamento no sería mala idea, pues hasta ahora se sentía mejor por estar dentro de la casa.

— Y bueno, el Camembert huele muy mal... — habló con la taza vacía en sus manos—. Pero parece que a Plagg le encanta, sino... Luego comienza a irse a todos lados, no importa que tenga que convertirme — alzó las cejas.

— Bueno, Plagg es difícil de controlar — concordó ___—. ¡Pero nadie se le escapa a ___! — levantó un puño retadoramente—. Oh...bueno tal vez una que otra vez — continuó, recordando cómo Plagg comió del queso sin que el vendedor lo supiera.

— ¿Te gustó ser Chat, cierto? — preguntó el rubio, sin insinuar nada malo, simplemente quería saber—. Podía ver en tu rostro que comenzabas a disfrutar de salvar París.

— ¿Mi cara? ¿En qué momento me... — dejó de hablar, pensando si lo vio en alguna pelea—. ¿Me viste pelear?

— Pues, te estaba buscando — sonrió nervioso, enderezando su postura y rascando su nuca—. M-Más bien, el Miraculous... Lo buscaba. Estaba preocupado de que estuviera en malas manos — ___ miro hacia la salida de la sala. Ella se había vuelto a sentar en el sillón frente al que usaba Adrien.

— La verdad, ser Chat Noir fue... Mágico.

Ambos guardaron silencio, profundizándose en sus pensamientos más escondidos, y ___ notó que ella en cierta forma, no quería dejar ir a Chat Noir, o tal vez peor.

Ella no quería dejar todo lo que Chat Noir y el accidente le había traído de manera desprevenida.

Miró el anillo en su dedo, y ella esperaba a que él dijera algo, que le mencionará que debería devolverlo, mientras que tenía una chispa de esperanza en que no.

Negó con la cabeza.

— Lo es — susurró de vuelta.

La noche comenzaba a caer con lentitud, Elliot se había unido a la conversación, preguntando múltiples cosas, sobre sus gustos, sus talentos, sobre cómo llegó a conocer a su "querida" prima de (d/v), a lo que tuvo que inventarse una historia sobre cómo ella chocó con él, y terminaron por conocerse.

Lo cual, de alguna forma no era muy distinta a la verdad.

Y cuando las estrellas se vieron salpicadas en el cielo profundo y oscuro, Adrien supo que debía irse antes de que su padre o quien cuidaba de él lo terminaran metiendo en problemas menores.

— ¿E-Estas mejor ahora, cariño? — preguntó Rosalie, revisando el rostro del chico—. Te veías realmente mal cuando te trajo ___.

— Muchas gracias — accedió con una sonrisa amable y formal—. Me siento mejor, no tenía planeado terminar así al final del día, pero no está tan mal... — habló mirando a ___, quien estaba parada junto a su tía, sin mirarlo a la cara.

Debía darle su Miraculous.

Al abrir la puerta, ___ suspiró algo preocupada de que él se fuera como había llegado. Los copos de nieve caían en multitud.

— Buenas noches — sonrió, dándose media vuelta, y la tía sólo accedió para cerrar la puerta cuando él se alejara.

Cuando cerró, ___ esperó unos segundos, a que su tía se alejara de la entrada, para correr a la sala y tomar su bufanda roja, amarrándola en su cuello y dirigiéndose a la puerta principal, para abrir rápidamente, esperando que nadie la viera salir.

Expulsó aire frío, sacando una pequeña nube que se desvaneció en el ambiente, y buscó al chico al rededor, para ver que no estaba muy lejos.

— ¡A-Adrien! — lo llamó, caminando hacia él rápidamente, sus pies estaban en pantuflas, al igual que él—. ¡Adrien! — volvió a llamarlo, y él dejó de caminar a la distancia.

Mientras ella seguía corriendo, exhalando e inhalando fuertemente, vio la figura del chico girarse confundido, para dar la vuelta hacia ella completamente.

Dio varios pasos más, hasta estar a unos metros de distancia, extendiendo su mano había él.

— ¡Tu Miraculous! — habló con la voz cortada.

Él se quedó en silencio, mirándola respirar, parpadeó, para sonreír en satisfacción, dando pasos pausados hacia ella, disminuyendo la distancia entre ellos, con cada pasó ___ sentía que se alentaba el tiempo, y que la nieve dejaba de caer.

Una vez cerca de ella, pudo ver su cabello rubio, con nieve recién caída del cielo, y sus hombros igualmente con un poco de nieve algo derretida al estar más cerca a su cuello.

Él tomó la mano de la chica, volviendo a la actitud que tomaba al ser Chat Noir, acercando su mano con delicadeza a sus labios, besando el anillo en su dedo anular, cerrando los ojos.

— ¿E-Eh...? — ella no supo como reaccionar, no estando segura de que decir.

Él abrió los ojos, y en su color verde se pudo ver reflejada la nieve que caía al rededor de ellos, y se dio cuenta de lo lúcidos que se veían aquellos ojos frente a ella.

— No se preocupe, princess... — sonrió—. Usted me agradó mucho, y espero que pueda cuidar bien del anillo — murmuró quitándoselo del dedo, para mirarla de nuevo—. ¿Acepta? — sonrió grandemente.

— ¡No puedo quedarme tu Miraculous! — abrió los ojos mirando al anillo y a su rostro—. ¿Qué vas a hacer cuando tengas que salvar a París?

— Supongo que acudiré a ti — se encogió de hombros.

— No, no no no — empujó el Miraculous hacia su pecho—. Gato tramposo, no no no... — negó—. Tú eres quien debe tenerlo, es muy, muy peligroso que me quede con el — frunció el ceño.

Él levantó una ceja, y soltó una carcajada.

— Querida princess, no me refería a eso — sonrió cerrando los ojos.

Ella tragó confundida.

— No entiendo.

— Espera — levantó su dedo, colocándose a sí mismo el anillo, y metiendo su mano a su bolsillo, sacando su celular—. Sonría.

— ¿Khé? — escuchó como la cámara del celular le tomó una foto—. ¡Oye!

— Listo, ¿tienes tu número? — sonrió—. Me gustaría tenerte de contacto, en mi celular... O más bien, me gustaría que tuvieras contacto con my heart.

— De verdad — murmuró sintiendo su cuerpo temblar—. E-Escucha bien.

— Soy todo orejas, princess — accedió.

Ella le dio su numero de celular.

— E-Ese es... — frunció el ceño, cruzándose de brazos—. Y sigo sin entender a qué te refieres con cuidar del anillo.

— Ya entenderás — río—. Hasta luego, princess ___.

— Oh, cierto — lo tomó de la manga, antes de que se de la vuelta, él la miró sorprendido al girarse hacia ella de nuevo, viendo como ella se quitaba esa bufanda roja que usó en la mañana, y colocándolo al rededor del cuello del chico suavemente.

— ¿Por qué?

— Hace mucho frío, si te enfermas voy a matarte, que me tome todo el día c-cuidando de... Ti — se hizo pequeña mirando hacia otro lado—. E-El caso es que... Evita enfermarte de nuevo.

El parpadeó de nuevo, para luego colocar sus manos en sus caderas con una sonrisa de oreja a oreja.

— Usted es muy amable, muchas gracias, otra vez — dijo haciendo una reverencia frente a ella—. Cuidaré bien de la bufanda, espero verla pronto, que seguro será — le guiñó un ojo coquetamente.

— ¡Hng! ¿¡Q-Qué!? — ___ se cubrió el rostro con las manos, al no poder soportar tanto coqueteo de parte del chico.

Él sonrió de nuevo.

— Buenas noches, ____ — habló una vez que se enderezó, bajando la mirada hacia ella.

— S-Seh... — bajó la vista—. Adrien.

— Procure necesitar que la salve más seguido, y tal vez considere perder mi anillo de vez en cuando — bromeó.

— Ni se te ocurra, ¡g-gato!

Él rió de nuevo, para luego comenzar a caminar a pasos tranquilos, desapareciendo en la distancia y la nieve.

Ella camino regresando a casa, mirándolo desde la puerta, y cerrando la puerta con una sonrisa.

Qué buena visita hubo ese día, que buen tiempo fue aquel.

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