[10]
Color de ojos: (c/o)
Color de pelo: (c/p)
— Tiene algo... Interesante — contestó la chica de pelo (c/p)—. Tal vez la sensación que te da verla tan de cerca — rió mientras estaban ambos parados frente a la gran Torre Eiffel—. Como... Como si estuvieras en un estilo de... Otra dimensión más... — ella no sabía cómo explicar lo que sentía respecto a ver la Torre Eiffel, y no era la primera vez que la veía, pero había algo distinto en esa vez que estaba viéndola.
— ¿Más...? — Adrien esperaba la respuesta—. ¿Sabes, princess? Yo he logrado ver París, desde allá arriba — señaló hacia la punta con una sonrisa.
— ¿A sí? ¿Cuántas veces? — preguntó con atención—. ¿En tus peleas?
— Hasta ahora, algunas veces — se encogió de hombros—. A veces de noche...a veces de día — fingió desinterés—. Pero, si lograras ver la vista desde allá... De noche.
— Debe ser... Genial — los dos levantaron la vista hasta la mera punta, y ___ se preguntó qué caso tan difícil debió ser pelear allá arriba. Ella negó con la cabeza—. Si hubiera seguido con tu Miraculous, nunca me habría atrevido a subir.
— No caes tan fácilmente, ___ — él le regaló una sonrisa.
Hubo un pequeño silencio, cuando él miró al rededor.
— Tengo una idea — dijo con un tono lleno de emoción—. Vamos a la punta, de verdad tienes que verlo — continuó—. Plagg...
— ¿Sabes dónde está? — ella inclinó la cabeza mientras levantaba una ceja.
— Debe estar por aquí... — se alejó de ella con cuidado, rodeando su cuello con la bufanda roja, y buscando al rededor—. ¡Plagg! ¡Plagg! — iba de un lado al otro.
— No le diga a Adrien, ___ — escuchó una voz detrás, y la chica se giró para ver a Plagg riendo—. Es que la vista es divertida.
Volvió a ver al rubio, quien miraba de un lado al otro sin parar, y gritaba el nombre del kwami, un poco de humo blanco salía con cada grito.
Se veía algo tierno, la verdad.
___ rió junto con Plagg, y Adrien volteó, notando que el kwami estuvo junto a ellos todo el tiempo.
Caminó con los labios presionados, las mejillas enrojecidas de la vergüenza, y despeinando su cabello rubio, alzó su anillo hacia Plagg.
— ¡T-Transfórmame! — mencionó.
Plagg se fue hacia el anillo, y todo el proceso de transformación volvió a suceder.
La cola negra, las orejas, el traje, la máscara y el color verde resaltando en sus ojos.
___ miró al rededor, esperando que nadie más haya visto quién era Chat Noir en ese instante.
Él tomó su mano, y tocó suavemente su frente con esta, en ves de besarla. Una vez que volvió a su postura normal, bajando la mirada hacia la chica, el sonrió coquetamente.
— Purr-incess... — levantó ambas cejas sin dejar de sonreír.
— ¡¿Por qué siempre haces--?! — ella apartó la vista nerviosamente, nunca lograba soportar aquellas acciones cuando él se volvía Chat Noir, sentía su pecho latiendo con velocidad.
— Le mostraré lo mejor que he visto, o bueno — el la sostuvo de la cintura—. Lo mejor que he visto, por supuesto, después de usted.
— ¿Q-Qué estás...?
Él la levantó en sus brazos, y ella comprendió exactamente lo que iba a suceder.
Chat Noir la iba a llevar a la cima de la Torre Eiffel.
— ¡Vamos a morir, Chat!
— Sólo por qué mi poder sea de la mala suerte, no significa que me de mala suerte — rió despreocupado, dando un salto y comenzando a trepar.
— ¡NO VOY A VER NADA! — ella empezó a entrar en pánico, cerrando los ojos—. ¡SI ME SUELTAS TE JURO QUE TE--!
— Tranquila, eres mi dama, no voy a dejarte caer — habló mientras seguía subiendo.
— M-Más te vale, g-gato — murmuró aterrada.
— Confíe en mí — contestó—. Valdrá la pena.
El viento soplaba, y él seguida subiendo sin problema, ella se preguntaba cómo era capas de sostenerla y al mismo tiempo subir con tanta tranquilidad. Su brazo al rededor de su cintura la sostenía con fuerza y cuidado, y con su otra mano se impulsaba a subir más rápido.
Ella no sintió el tiempo pasar, cuando él volvió a hablar.
— ¡Llegamos a la meta final! — canturreó—. Puedes abrir los ojos, está bien — continuó. Él volvió a bajar los pies de la chica, y al sentir el suelo bajo estos, ella abrió los ojos con preocupación.
— ¿Qué tan alto estamos?
— ¿200 algo? ¿300? No estoy muy seguro.
— HAY DIOS, QUE — ella levantó la vista, para ver el cielo estrellado sobre ella, y sintió como se calmaba su miedo a las alturas lentamente.
— Puedes sentarte viendo el cielo, si quieres... Pero lo mejor está allá adelante — señaló hacia enfrente de él, y ella volteó hacia la misma dirección.
La ciudad de París se encontraba iluminada, y la gente se veía diminuta a la altura en la que estaban, al inicio, ella sintió el cambio de altura, y no se atrevió a acercarse a la orilla, pero se sentía encantada de lo que lograba ver desde donde estaba parada.
— Chat, tienes tanta suerte...
— Irónico, pero cierto — rió, dirigiendo a sentarse en él barandal.
— ¡No no no no! — ella corrió hacia él, sosteniéndolo de los brazos aterrorizada—. ¿¡Q-Qué rayos haces, te quieres matar!? — él la miró sorprendido por unos segundos, y se pasó junto a ella.
— ¿Por qué le tienes tanto miedo a las alturas?
— N-No lo sé — se abrazó a sí misma—. P-Pero, gato o no...
Ella bajó la mirada.
— Ya, es verdad, no puedes caerte — ella sonrió forzadamente, dándose un ligero golpe en la cabeza—. Tonta yo, entro mucho en pánico — repitió el ligero golpe.
Él detuvo su mano mirándola con cuidado.
— No lo eres — contestó seriamente—. No te hagas así — sonrió cálidamente hacia ella.
Ella bajó su mano.
— Ya... Voy a intentar acercarme, pero no me empujes, gato — habló, mirando hacia la distancia de nuevo, dando pasos lentos hacia la verdadera orilla, y recargando sus manos en el barandal con precaución.
Admiró la vista, y debía admitir que no importa cuánto miedo tenga, valía la pena, completamente.
— Es verdad, esta vista es increíble — sonrió, el viento voló su pelo suavemente.
Él la miró algo detrás, viendo como sonreía mientras admiraba las luces y la gente a la distancia, el cielo estrellado justo arriba de ellos, pero no podía separar sus ojos de la chica de pelo (c/p).
— Si... — contestó—. Es lo mejor que he visto en toda mi vida.
Él caminó a su lado, recargando sus codos en el barandal, sin dejar de verla durante todo el tiempo discretamente por arriba de su cabeza, al ser ella tan bajita.
Recargó su rostro en su mano, y suspiró parpadeando en silencio, pensando que realmente no había mejor vista que esa chica, junto con lo que ahora sería lo segundo mejor que había visto en su vida.
En el silencio que había entre los dos, el corazón del rubio empezó a latir con fuerza, y él al notarlo bajó la vista unos segundos, volviendo a verla tan concentrada en la distancia.
****
— ¿Crees que sea su novia? — la pelinegra no dejaba de sentirse mal durante todo el día.
Por eso uno no se mete con la mala suerte.
— Pues, dijo que era su amiga, a lo que recuerdo...¿no? — Alya se veía igualmente sorprendida, mientras caminaba junto a su mejor amiga que arrastraba los pies.
— Adrien... ¿Cómo las cosas siempre salen tan mal? — cerró sus ojos azules, y los apretó enfadada.
— Marinette... Tranquila...
La pelinegra relajó sus músculos.
— Lo sé... Lo siento, pero es que es frustrante como siempre llego a tartamudear si parar — la mira algo triste—. "Oye-- Uh, yo...tú, uh". Siempre es igual...
Alya sonrió.
— Ya, pero los amores difíciles son los que más valen la pena — se encogió de hombros—. A demás, ¿qué tal si Adrien no es de quien deberías de estar enamorada?
— ¿Eh?
— N-No lo mal interpretes, pero es que, tal vez la razón por la que no logras estar a gusto, es por realmente no es él con quien quieras realmente estar...
— No, no lo creo — negó—. Es una sensación distinta a la comodidad, pero sigue siendo buena...
— Pues, bueno. La verdad es que no lo sé...
****
— ¿Y qué pasó?
— ¡Desapareció! ¡De repente sólo se fue!
Adrien había vuelto a su ropa normal, no más Chat Noir, el gato de la mala suerte.
Aunque, obviamente bajaron de la torre antes de que su tiempo se acabara, ambos estaban caminando hacia la casa de ___, pues ya era tarde, y él debía ir a casa igualmente, después de dejarla.
— ¡No! ¡Estoy segura de que debe volver! — como antes habían descubierto que ambos tocaban un instrumento, ahora sabían que amaban el anime igualmente.
— Era broma — él rió—. En realidad, él siempre estuvo ahí...
Ella apretó el puño frente a sí misma, ya habían llegado a casa.
— Claro, por eso sonaba todo fuera de lugar.
— ¡¿E-Estás diciendo que soy malo inventando historias?!
Ella rió incomoda.
— T-Tal vez, solo un poquito — rascó su cabeza.
El rubio infló los cachetes ligeramente, mientras fruncía él ceño.
— Comienzo a dudar si quiero ser tu caballero — se cruzó de brazos.
— ¡Vamos, gatito! ¡Era una broma! — ella rió al saber que él solo estaba jugando.
— Me ha dolido tanto, que una de mis nueve vidas ya no existe — la miró—. Me has matado una vez.
Ella dejó de sonreír de repente.
— ¿Oíste eso? — le preguntó al chico, dándose media vuelta—. Venía de esa calle...
Una sombra pasó frente a ellos rápidamente, era pequeña y muy oscura.
Él guardó silencio unos segundos, y se acercó hacia el sonido más tranquilo.
— No era nada — habló, dando a la luz un pequeño gato negro—. Parece que solo era un familiar mío.
— Oh — ella volvió a sonreír—. Qué suerte...
La gatita negra se acercó al chico, sobando su cuerpo en su pierna, y él sonrió inclinándose a acariciarla.
— Tienes que guardar el secreto — le murmuró, señalándola con movimientos pequeños y suaves, para no asustarla.
La gata maulló, comenzando a ronronear al ser acariciada por él.
— Oye, es cierto... — la chica habló—. ¿Ronroneas al ser acariciado? — preguntó con curiosidad.
Él se detuvo de repente, mirándola con los ojos bien abiertos.
— ¿R-Ronronear? La verdad, no me había puesto a pensar en eso — rió algo tímido—. Pero supongo que no...
Ella se cruzó de brazos.
— Con razón, entonces eres un gatito un poco curioso... — murmuró para sí misma.
Él se separó de la gata negra que estaba pegada a él, caminando hacia la chica, bajando la vista mientras más se acercaba a ella. Una vez parados frente a frente él tomó su mano, y miró a los ojos color (c/o) de ___.
Él cerró los ojos, subiendo la mano hacia su cabeza con cuidado, mientras él se agachaba un poco y bajaba su cabeza ligeramente hacia ella.
— De verdad, es difícil de creer que sepas mi identidad — sonrió, dejando la mano de la chica colocada en su cabeza—. Y que llegues a saber de mí tan rápido... Hasta yo mismo me sorprendo...
Ella sintió una tentación por jugar con las puntas del pelo del chico, y comenzó a acariciar su cabeza en forma de juego.
— De alguna manera, si, lo es. Yo no sé cómo puedo llevarme tan bien contigo — rió—. Tal vez por qué sabes que fui heroína de París por dos peleas.
Los dos rieron al mismo tiempo.
— Te lo tomas como algo muy normal — soltó él sin abrir los ojos.
— Me he acostumbrado, entonces — contestó sin dejar de tocar su pelo.
Él comenzó a parecer adormilado, su respiración se volvió muy lenta.
— Me está dando sueño que hagas eso — admitió.
— Tal vez de verdad eres un gato — rió hacia él.
Cuando él abrió los ojos, ella dejó de reír. Él tomó su mano, e hizo una reverencia, para besarla como siempre lo hacía. Ella comenzaba a acostumbrarse, pero al oír las últimas palabras...
— Buenas noches, my Lady...
Definitivamente, algo iba a cambiar en la forma de pensar de ambos.
Y tal vez Plagg estaba en lo correcto, tal vez.
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