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Capítulo 8: no confíes


La oscuridad volvía a envolverme en cuerpo y alma. Al salir de casa me dirigí instintivamente a lo de Molly, mientras Aaron se encaminaba a la central.

Como siempre su recibimiento fue tosco y desagradable, pero no tenía tiempo para dedicarle pensamientos de odio. Ahora debía pensar en nuestro plan. En un comienzo pensamos en tomar prestada la moto de Xavier, pero era muy ruidosa, además quedaría descartado el elemento sorpresa. Así que decidimos hacer el recorrido a pie. Ambos debíamos concentrarnos en hacer que cada falla en el sistema se viera de la forma más natural posible, lo que nos obligaba a tomar caminos separados.

Aaron se concentraría en la central, causaría el incendio, haría explotar unos cuantos fusibles y observaría la acción de los polis y de los firefighter. Sin olvidar, que debía mantenerse alerta para advertirme de cualquier cambio de planes.

En cambio yo, debía completar mi rutina diaria para evitar sospechas. Mi turno terminaba a las 1am, luego de eso me dirigiría a casa de Louis. Su padre era poli y desde que lo conozco sé que toma los turnos nocturnos; la madre es voluntaria en la cárcel y adicta a las píldoras para dormir. Así que solo me queda Lou y su despreciable hermana; Juliette tiene una completa aversión a las pastillas, pero a pesar de ser la persona más calculadora y perversa que conozco, sé que es muy asustadiza.

Mi antigua yo estaría dispuesta a perdonar, pero definitivamente esta nueva versión de mí no cree estar lista para dar ese paso. Así que declaro abiertamente que la fase número uno: asustar a la sanguijuela está en marcha. Paso número uno: llamarla reiteradas veces desde un número desconocido. Paso número dos: recordarle a través de mensajes de texto pequeños extractos de su perversa influencia en mi vida, para que esté consciente de que no la he olvidado. Paso número tres: esperar a que los lea y borrarlos. Paso número cuatro: volver a repetirlos incesantemente hasta que apague el móvil.

Sabremos si la fase dio resultado si ha tomado una pastilla para dormir. Pero no se preocupen por su seguridad, he decidido que no me interesa verla morir. Así que tomé mis precauciones, la fase asustar a la sanguijuela era puesta en marcha desde su propio patio trasero. Evidentemente, todo estaba fríamente calculado así que solo habría una píldora sobre la mesa de la cocina. Lamentablemente para ella, nunca ha sido una persona muy perspicaz, así que la tomará sin pensarlo dos veces.

Luego de cerciorarme de que haya dado resultado, viene la fase número dos: llamar a la tía favorita. Sussan, al no tener hijos, ha dedicado toda su vida a complacer los deseos de sus sobrinos.

Así que mientras me instalo en el patio trasero de la casa de tía Sussan (afortunadamente solo quedaba a un par de calles de distancia de la casa de Lou), decido poner en marcha el plan. Paso número uno: llamarla de forma intermitente desde el móvil de su sobrina favorita, solo para que despierte. Paso número dos enviar un mensaje de alerta. Juliette se asusta con facilidad y al no tener a sus padres cerca lo más probable es que llame a su tía. Su tía se saltará el toque de queda, solo por el intenso amor que siente por sus sobrinos. Por eso el amor es "peligroso", a pesar de que estando vivos nuestras mentes están limitadas, nuestras emociones pueden torcer un poco esas normas que rigen nuestra existencia.

Evidentemente, Sussan no puede negarse a una llamada de ese tipo, trata de devolverle el llamado, pero ya apagué el móvil. Llama a Louis para que le cuente qué está sucediendo, Lou va a ver a su hermana y luego de un corto instante, le advierte que Juliette está profundamente dormida producto de haber tomado una de las famosas pastillas de su madre. Sussan la conoce a la perfección, entonces comprende que debió estar muy asustada para tomar esa decisión. No lo piensa tan bien y sale por la puerta delantera. A pesar de que la casa de su hermana menor está solo a un par de calles toma el auto. La oscuridad atemoriza a los ciudadanos más que cualquier otra cosa.

Sin esperar más doy comienzo a la fase número tres: robar la identificación de Sussan. Su casa representa el orden y la pulcritud en toda su esencia, así que no es difícil encontrar lo que estoy buscando. Definitivamente, todo parece muy simple. Pero ahora viene la etapa caótica de todo este plan. Solo espero que no se le salga de las manos a nuestro forajido incandescente.

Fase número cuatro: entrar al hospital. Me dirijo lo más rápido posible a las instalaciones. En un comienzo la idea era que Aaron entrara conmigo, pero optamos que era mucho más práctico si se quedaba cerca de la central. Con la identificación podría entrar por unas de las entradas traseras, pero había una complicación. Si abro la puerta del área de maternidad, se desactivará el seguro, pero inmediatamente enviará una señal al encargado de las cámaras, y al no verme en las grabaciones decidirá inspeccionar el área; por esta razón es fundamental que estemos coordinados. La primera explosión debe suceder justo en el momento en que abro las puertas, de esta forma el apagón me hará pasar desapercibida.

Otra falla en nuestra perfecta civilización es que en el último curso de la escuela recibimos visitas guiadas a todas las instalaciones que nos rodean. Tiene sentido si esperas que los estudiantes sientan un atisbo de libertad, al poder escoger en qué área quieren especializarse, para posteriormente trabajar en uno de los servicios que ofrece nuestra perfecta Entrapta. Obviamente, nadie espera que estos conocimientos sean usados en su contra.

Entro con facilidad a las instalaciones y le envío un mensaje a Aaron cuando estoy frente a la mampara de vidrio, que da paso al área en cuestión. Espero su señal, y la abro justo en el momento que se escucha una fuerte explosión a lo lejos; tranco la puerta, me instalo una pequeña linterna sujeta a un cintillo que envuelve mi cabeza y comienzo a buscar. Es un espacio amplio y pulcro, con mesas dispuestas como islas en el centro y paredes repletas de casilleros y estantes con cajoneras. Empiezo a buscar, tengo cinco minutos antes que el guardia note algo extraño en esta área. La mayor parte de los casilleros contiene fichas de pacientes e informes médicos. Me dirijo rápidamente a unos estantes de vidrio situados prácticamente al final de la sala. El primero contiene varias muestras extrañas, de sangre y de otras sustancias. El segundo parece ser un banco de células madres. Por último, el tercero contiene los chips, hay de diversos tipos y colores, cojo dos al azar. Les saco una foto y se las envío a Aaron.

Listo.

Ahora debo salir. Veo mi reloj. Tengo apenas un minuto. Trato de dejar todo como estaba y cierro la puerta detrás de mí.

Al salir del hospital noto que las casas de alrededor vuelven a tener luz. Llamo inmediatamente de Lou.

– ¿Asustado? – escucho su pesada respiración del otro lado de la línea.

– ¿¡Kyra estás demente!? ¿Sabes que son las 2am?

–Supuse que estarían todos asustados por el apagón. Sabes que la sanguijuela puede llegar a ser muy asustadiza.

– ¿Disfrutas de esto?

–Solo un poco– Lou siempre supo del odio profundo que tenía su hermana hacia mí, pero era su gemela, jamás podría dejar de protegerla.

–Estaba dormida. Ni se enteró de lo que acaba de pasar.­­ Mi tía Sussan llegó a visitarnos antes de la explosión, cree que Julie le envió un mensaje porque estaba asustada, pero no encontramos su móvil.

–Juliette siempre causando problemas. No sabía que tu tía Sussan fuera capaz de romper las reglas– añadí con ironía.

–¿Querías saber cómo estoy o qué? – estaba molesto. No lo culpo

–Tienes razón, debería dejar de llamarte­­– corté y me encaminé nuevamente a casa de tía Sussan. Nadie debía enterarse del robo, así que para cuando volviera a su casa, la famosa tarjetilla debía estar en su lugar.

Solo se escuchaban sirenas, la luz había vuelto, pero el caos parecía aumentar. Aún sin noticias de Aaron. El cielo cubierto de humo no me tranquilizaba.

Moraleja: no confíes en extraños para hacer el trabajo sucio. 

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