Capítulo 6: un impulso favorable
No me pregunten por qué aceptó, el hecho es que me siguió a casa y logré encerrarlo en mi cuarto antes de que mis padres o Xavier se despertaran; cerré las cortinas y me apresuré a ocupar el baño antes que Xavier. Ahora sí olía a muerto.
Al salir del baño me esperaba mi odioso y malhumorado hermano con los brazos perfectamente cruzados (como siempre, ya saben).
– ¿Sabes que debo ir a la universidad? Además ni siquiera sudas – segunda ventaja de estar muerta– ¿Por qué te bañas tan seguido? – añadió exasperado.
–Vivo con el constante presentimiento de que huelo a muerta. Para qué me esfuerzo en decírtelo. NO lo entenderías. –Y así habría comenzado la pelea del siglo, pero Xavier estaba retrasado y el muy puntual y perfecto hermano mayor no suele llegar tarde a ningún lado. Puso los ojos en blanco e hizo ademán de entrar al baño. Retrocedió. – Mamá y Papá estaban preocupados, recuerda despedirte antes de salir.
Y ahora me hacía sentir culpable. Y además ¿preocupados de qué? ¿A caso no entienden que estoy muerta? No existe nada peor que eso. Bueno, si obviamos la parte de ser descuartizada por Bobby. Recordaré no mencionar nuestro desafortunado encuentro de anoche.
Al abrir la puerta de mi habitación, vislumbré un rayo de luz. Se me escapó un grito tan agudo, que los vecinos podrían asegurar que volví a tener 5 años. Por surte alcancé a cerrar de golpe la puerta antes de que alcanzara a rozar mi piel.
Papá y mamá subieron desesperadamente las escaleras.
– ¿Sucede algo corazón? –preguntó en un hilo de voz, mientras él y mi madre recuperaban el aliento al ver que estaba en una pieza.
–Estoy bien, solo recordé que hoy es el cumpleaños de Zoe, y olvidé comprarle algo antes de volver a casa. Sé que sus padres no quieren que nos veamos, pero había pensado en que Xavier podría entregárselo. Pero ahora nada de eso importa. Lo olvidé por completo. Debo ser la peor amiga no viva de todos los tiempos– creo que viva jamás habría podido hablar tan rápido. Improvisar es lo mío. Correr no.
–Cariño pensamos que habías olvidado cerrar una cortina– aún sostenía su corazón como si fuera a salirse de su pecho.
–Lo siento mamá y papá. No volveré a asustarlos de esa manera. Que tengan un lindo día en el trabajo. – añadí mientras los abrazaba y besaba rápidamente.
Esperé a que bajaran las escaleras, y abrí lentamente la puerta esperando encontrar las cortinas cerradas. Y gracias al cielo así estaban.
Entré triunfante, esperando que el estruendoso grito no me haya hecho perder la autoridad de hace una hora. Estaba sentado en el suelo, entre mi cama y las cortinas; ya se había sacado la capucha. Su rostro tosco y curtido por los rayos del sol se dejaba envolver por mi mirada inquisitiva.
–No podré ayudarte si me matas, así que te agradecería que no jugaras con las cortinas– también me observaba fijamente. Aún estaba en bata. Me habría ruborizado, pero ya saben, más ventajas de estar muerta– Por favor quiero vestirme ¿podrías voltearte? – Y así lo hizo, mientras encontraba rápidamente algo que ponerme.
–¿Morirías si tu piel entra en contacto con el sol? –preguntó aún sin voltearse.
–Sí, mi vida está en tus manos, no vuelvas a abrir las cortinas– añadí cerciorándome de que no esté mirando.
– ¿Entonces estás vivo? – aún no podía convencerme de ello– ¿Pero por qué puedes verme? –pregunté ensimismada. Más hablándome a mí misma que a él.
–¡Pero tú también estás viva! –respondió exasperado, esta vez sí se volteó. Traté de taparme rápidamente y él se volteó nuevamente, casi igual de rápido
–NO ESTOY LISTA– arrastré cada palabra, tratando de controlarme y no gritar.
–Y no, no estoy completamente viva– añadí aún furiosa.
Luego de una larga pausa, necesaria para vestirme adecuadamente y volver a mi paz inicial, rodeé el espacio que estaba ocupando y me senté frente a él. Tomé una de sus manos y la apoyé en mi pecho.
–¿Qué sientes?
–No tienes pulso– añadió mientras trataba de colocarme dos dedos en el sector de la yugular. Repentinamente se acercó más y apoyó su cabeza en mi pecho. Demasiado atrevimiento. Me alejé un poco.
–Pásame tu cuchillo. – sin preguntar me lo tendió mientras calculaba cada uno de mis movimientos. Solo alcancé a descubrirme la muñeca, cuando me detuvo bruscamente.
–¿Qué haces? – Este tipo me exasperaba, había levantado mucho la voz.
–¿Con quién hablas? – sentí la voz de Xavier del otro lado de la puerta.
–Con Louis– me apresuré a decir. –Ya deja de espiarme, vas a llegar tarde.
No alcancé a oír su respuesta, pero regañé a ustedes saben quién con la mirada.
–Sé lo que hago– y antes de que pudiera protestar me hice un corte en la muñeca izquierda.
–¡Estas...– no alcanzó a terminar
– ¿Loca? No, muerta sí. – aún no podía apartar la mirada de mi muñeca cortada.
–Entiende– añadí mientras agarraba su barbilla y lo obligaba a verme a los ojos– Acá es diferente. No sé cómo serán las cosas en el lugar de dónde vengas, pero para las personas que habitamos Nimeria, estoy maldita.
– ¿Y tú, qué eres?
– También estoy maldito. – dijo sin pestañar, mirando fijamente algo mucho más profundo que mis pupilas.
Su nombre es Aaron, fue expulsado de su propio país, condenado a muerte por el Emperador. Sí, también me sorprendió en un comienzo, pensaba que solo las mujeres podían postular a ese cargo. Por lo menos así es en Nimeria.
Tuvimos una discusión sobre eso.
En cada pueblo o pequeña ciudad perteneciente a Nimeria, solo las mujeres pueden alcanzar los puestos de poder. De hecho son educadas para eso, las mejores estudiantes de cada escuela al finalizar su periodo escolar son reclutadas por la Emperatriz para que renuncien a sus obligaciones y comiencen los estudios en el Instituto central ubicado en La Capital. Ahí solo aceptan mujeres, quienes renuncian a casarse y a tener hijos, para luego ser llamadas líderes de algún servicio público, como jefa del departamento de policía, o directora de alguna escuela o jefa de algún centro comercial, o incluso consejera de la Emperatriz. Ese tipo de puestos solo los pueden ocupar las mujeres.
A Aaron le pareció curioso, en su país es todo lo contrario, solo los hombres son considerados para ocupar esos puestos, y no se diferencian por ser más inteligentes que los demás, solo se puede calificar para un puesto de poder según el número de personas a las que se alcanza a dominar; y tampoco importa la forma, a veces solo se eligen líderes por el poder que tienen para embaucar a los más indefensos.
Me pareció realmente injusto, pero según él es aún más cruel el castigo que impone la Emperatriz al "amor libre".
"Amor libre". La primera vez que lo dijo no pude para de reír. Gracias al cielo mis padres y Xavier ya se habían marchado.
En cambio, el señor "siempre estoy molesto", se retorció de la risa cuando le pregunté si había visto a algún médico por esa extraña fiebre que no se le quita.
En realidad, es solo una extraña mutación que sufren ciertos humanos de su tipo, a causa de la radiación química que emanan de las industrias. Su país experimentó con armas químicas para curar ciertas enfermedades y para crear nueva tecnología. Lamentablemente estas industrias contaminaron las agua y el aire. Finalmente solo sobrevivieron quienes lograron adaptarse a las condiciones del clima. De esta forma su extraña condición solo respondía a una barrera de defensa. No todos tenían las mismas habilidades.
La verdad, me confesó que era el único con estas características. De hecho, esa fue una de las razones que tomó el Emperador para exiliarlo. Al parecer su entorno estaba lleno de elementos altamente inflamables, y su presencia era considerada un peligro público, así que vivió aislado prácticamente toda su vida, hasta un pequeño incidente que provocó que lo expulsaran.
Creo que aún no existe tanta confianza, pero estoy segura que más adelante me lo dirá.
Le conté sobre Louis, sobre cómo me marginaron también de la sociedad, sobre cómo no pude volver a la escuela, sobre mis incontables trabajos comunitarios para pagar mi condena, etcétera.
Realmente necesitaba a alguien para desahogarme libremente sin que me estén juzgando todo el tiempo. En otras condiciones, posiblemente se lo presentaría a mi familia y lo invitaría a mudarse con nosotros. Pero bueno, solo estoy soñando.
Jamás me había sentido tan afortunada en la vida, fue el mejor hallazgo que he hecho hasta ahora. Me siento orgullosa.
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