Derrama las lágrimas que necesites, permítete sentir el peso del dolor si así lo requieres, pero jamás te pierdas a ti mismo en el proceso. No renuncies a tus principios, a tu autenticidad, ni a tus sueños, por más difíciles que parezcan las circunstancias.

Aun cuando sientas que tu corazón ha sido destrozado en mil pedazos, no permitas que eso detenga tu avance. Has sobrevivido a días oscuros, a tempestades que parecían no tener fin, y a pesar de todo, sigues en pie. Es cierto que en ciertos momentos te has sentido apagado, pero recuerda que incluso las estrellas más brillantes pasan por momentos de oscuridad antes de volver a resplandecer con fuerza.

Cada lágrima derramada, cada desafío superado, te ha fortalecido y te ha preparado para enfrentar lo que vendrá. Aunque el camino haya sido difícil, cada paso te ha llevado más cerca de ti mismo, más cerca de la persona que estás destinado a ser. Entonces, no temas continuar, no temas seguir adelante, porque incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay una luz que guía el camino hacia la esperanza y la renovación.