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𖦹❀Parte única❀𖦹

La nostalgia de estos días se confundió con tristeza, coloreando todo a su paso de azules y grises. Quitándole el sentido a estar vivo, a respirar profundo un día de lluvia.

El anime era aburrido, las mandarinas no tenían sabor, y las paredes eran un tedio, todo en él sentía estar pedido, divagante, con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo. Miraba a cada esquina buscando su presencia, miraba a los demás, siguiendo con sus vidas. Le extrañaba demasiado, como había extrañado tantas cosas durante el año. Aunque, añoraba más al minino humano.

Le hacían mucha falta sus abrazos mientras estaba acostado, sus muecas cuando las mandarinas venían ácidas, su risa, su compañía y su respiración. Porque si, hechaba de menos verlo dormir en cualquier sitio que usara.

El escenario que ambos pisaban le parecía tan vacío, que solo veía el espacio inmenso, que no se llenaba con nada, ni con nadie. Sin embargo aún sonreía, podía hacerlo, sus ojos se iluminaban cada que recibía un mensaje de su parte. Aunque sólo fuere en el chat grupal, saber que estaba bien renovaba sus fuerzas.

Deseaba quitarle todo dolor, lo sentía como propio, instalado en su pecho cuando escucho que no mejoraba al ritmo anhelado. Aún así sonrio, por que él quería verlo sonreír y eso es lo que haría.

Puede decirse que no estaban muy lejos, pero el deber no dejaba fluir los deseos de verse, tenía que ser fuerte un poco más, solo un tiempo más.

Tae tomó el celular, aparato que se había negado a soltar en los últimos tiempos, encendió la pantalla y nada, esperando impaciente a que el reloj marque la hora. Justo cuando sus esperanzas se desvanecían vio lo que buscaba.

Taehyung-ah, estuvieron muy bien hoy, siempre son buenos 》

Su alma fue mimada con aquellas palabras, que no dudo en responder.

¿Me viste hyung? ¡Cuide tu espacio muy bien! Jiminnie también me ayudó 》

Sonrió rectangular, sin darse cuenta que nadie a su alrededor sabía el porqué, él estaba feliz, en su burbuja de mensajes.

Si te vi, lo hiciste muy bien, eres tan bueno

Una risilla escapó de sus labios como una brisa de aire fresco.

Lo amo hyung

Conocía de memoria este preludio, e imaginaba la cara de Yoongi, procesando como actuar ante sus palabras.

♡♡♡♡ gracias》

Río, se había acostumbrado a luchar por esas dos hermosas palabras.

Vamos, digalo de vuelta Yoongi hyung 》

En su mente pasaban imágenes de Min al rojo vivo, peleando con su corazón y su cerebro para que su mano derecha obedeciera.

《¿No tienes que irte?》

Taehyung negó, nunca se iba hasta que recibía sus mimos.

《Sabe que no me iré hasta que me lo diga》

Supuso que lo hizo reír.

Te amo Taehyung-ah》

Los papeles se invirtieron, Kim era un tomate, un enamorado y rojo tomate.

♡~

Los días se convirtieron en semanas y las semanas en un mes. No era novedad que se sentía diferente, todos echaban de menos al chico de Daegu. Tae pensaba en silencio, rogaba que todo se detuviera en un instante y pudiera abrazarlo.

Pasaron eventos de la misma manera, entre eventos y algo en lo que debía trabajar, perdía la noción del tiempo esperando su regreso, tal vez sucediera, quizás no, pero nunca perdió la fe.

Así, llegó el momento de celebrar, algo grande estaba sucediendo, aunque su corazón seguía quebrado en dos, una mitad estaba con su amor y la otra con su pasión.

Sin que tuviera idea alguna, fue convocado a la sala de prácticas, en su mente lo más probable era que solo practicaran, como siempre lo hacían. Ingreso a la sala con sus compañeros, todos se detuvieron incrédulos ante lo que sus ojos venían.

Uno de los chicos alzó la voz, otros avanzaron eufóricos hacia su hyung presente. Tae en cambio, quedó petrificado, con los ojos abiertos y las fosas nasales hablando por si solas. Trago saliva ¿A caso estaba viendo bien? Pues si lo estaba. Le costó un rato reaccionar, miles de emociones atravesaron su pecho, quería correr, saltar, reír y gritar.

Se acercó paso a paso, siendo bienvenido por una hermosa sonrisa de encinas rosáceas.

―¿Eres real? ―sus ojos brillaron al mirarlo.

―Lo soy, no necesitas un holograma ahora.

Ambos rieron, dándose el tiempo para disipar la añoranza, como si en esa sala solo estuvieran ellos dos.

―Hyung...lo extrañe mucho.

Taehyung acortó la distancia en su abrazo lleno de cuidado y ternura, protegiendo lo que para él era la cosa más frágil del mundo.

―También te extrañe, extraño todo ―río apenado.

―¿Viniste a quedarte? ―el lenguaje informal hizo acto de presencia.

―No por mucho Tete, no estaré aquí hasta dentro de un tiempo, así que vine de visita ― suspiró.

El más alto se sintió triste, pero era consciente de que no podía exigir que todo se arregle por arte de magia. Debía ser paciente.

―Seré paciente, ¿Si? La prioridad eres tú.

La yema de sus dedos se sintió en el cielo cuando acarició su mejilla, la piel era tan suave y tibia como recordaba. Miro los belfos rosados, entreabiertos que respiraban despacio como esperando por su boca, pero sus amigos les llamaron para la foto grupal, el toque de magia debía esperar.

Otros días pasaron de igual forma, Yoongi no pudo quedarse mucho tiempo, tal como se lo había hecho saber ese día. Los mensajes iban y venían, pero no se sentía igual, ya ni siquiera lo reconfortaban, aquel encuentro sorpresivo le dejó ansioso de más, soñando con su imagen hasta despierto. Rogando que él día esperado llegase pronto.

Avanzaron las horas y los días con ellas, un helado diez de diciembre salió a caminar, enamorado del etéreo paisaje invernal, el mismo blanco y frio que le traía recuerdos de su piel favorita. De camino a casa dibujo una sonrisa en un muñeco de nieve, preguntándose si al más bajo le gustaría hacer uno juntos el próximo año, el sabe bien que jamas le daría una negativa a lo que pidiera.

Sonrio y marcho de vuelta al departamento, extrañado por el calmo silencio que predominaba la entrada. Cauteloso, empujo la puerta con apenas un toque, suave y consiso. Arrastro los pies fríos hasta la sala de estar.

Las luces apagadas llamaron su atención, pero no tanto como lo que halló al encenderlas.

―Feliz navidad adelantada bonito.

El pálido esperaba por él, sentado en el sillón, con el brazo izquierdo en quietud. Taehyung sintió, saliendo por completo de su ensoñación, dando cuenta que aquel milagro de santa era real.

―¿Eres mi regalo de navidad? ―dejó su abrigo a un lado, temblando leve por el contraste de temperaturas.

―Santa no tenía otra cosa que darte ―bromeo.

―Eligió bien, porque eres lo único que quería ―sonrió.

Tomo asiento frente a su pequeño novio, observando cada detalle de su ser, las mejillas otra vez rellenas, su cuerpo, sus brazos, deseaba verlo todo.

―¿Es definitivo?

Tenia miedo de estar soñando otra vez.

―Lo es, no puedo hacer mucho, pero si puedo quedarme.

La sonrisa de encias le dio vida una vez más.

―Con tenerte aquí me basta.

Sus ojos viajaron a su hombro, el mayor vestía una blusa de pijama fácil de abotonar, ya no traía el yeso, por lo que su brazo se veía algo diferente a simple vista.

―Bebé...¿Puedo ver?

Señalo su hombro, moría por hacerle saber lo bonito que seguía siendo, y llenarle de amor cada cicatriz.

―Con cuidado.

Le dio confianza, utilizando su mano derecha para desabrochar los botones. Taehyung hizo el resto, tirando suave de la camisa, dejando el hombro al descubierto. Lo observo un momento, tenía tres puntos, ahora no tan marcados como la primera vez. Miro a su amado y beso cada punto, como si lo acariciara con sus labios. Ascendió a su clavícula, rozando el cuello, hundiendo la nariz en él, rompiendo por fin con la nostalgia de su aroma. Yoongi cerraba los ojos, relajándose ante cada caricia y mimo recibido.

Kim plasmó pequeños besos en el camino de su mandíbula, uno al lado del otro, cerrando por fin el camino en sus labios, tomándolos dulcemente con los propios, jugando lento, amando cada segundo en que se movían a la par.

―Nunca más me hagas extrañarte así.

―No lo haré, lo prometo.

Las risitas y los mimos gobernaron el ambiente, los tortolos disfrutaban el reencuentro tan ansiado, Taehyung atrayendo el cuerpo del contrario hacia el suyo, se recostó en el sillón y le ayudó a imitar su acción, apoyando el lado derecho sobre su cuerpo. Yoongi escondió la cabeza en el cuello de su menor, inhalando el aroma adictivo, queriendo embriagarse en él.

Al final, la navidad había llegado antes de tiempo.

FIN.

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Espero que les guste, muchas veces confundimos a la nostalgia con tristeza, aún sabiendo que si ella no existiera, tal vez no pudiéramos recordar o extrañar lo que ya no podemos alcanzar.

💜

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