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recuerdos

Lynn Sr., vestido con su traje de héroe, estaba rodeado de otros héroes, incluido Frozono, mientras se adentraban en las calles de la ciudad, que habían sido devastadas por la ola de simbiontes. La situación era crítica, y su corazón se llenaba de ansiedad al pensar en su hijo, Lincoln, que aún estaba en el centro del caos.

Lynn Sr. (con determinación): “No podemos detenernos. Debemos encontrar a Lincoln y detener a estos simbiontes de una vez por todas.”

Frozono asintió, manteniendo su vista alerta. El resto del grupo estaba igualmente comprometido, listos para enfrentar cualquier peligro que se interpusiera en su camino. Pero a medida que avanzaban, un grito de alerta resonó en el aire.

Uno de los héroes (gritando): “¡Miren allá!”

Lynn Sr. giró su mirada hacia el horizonte y, de repente, su corazón se detuvo. Allí, a lo lejos, vio a su hijo en el suelo, visiblemente aturdido y en un estado deplorable. La angustia lo invadió, y el aire se le escapó de los pulmones.

Lynn Sr. (en shock): “¡Lincoln!”

Sin pensarlo, corrió hacia él, el mundo a su alrededor desapareciendo mientras solo podía concentrarse en su hijo. Mientras se acercaba, los otros héroes lo siguieron, cada uno con una mezcla de preocupación y determinación.

Cuando Lynn llegó junto a Lincoln, lo encontró en el suelo, su rostro demacrado y su cuerpo cubierto de marcas oscuras que reflejaban el daño que había sufrido. La preocupación se transformó en desesperación.

Lynn Sr. (con voz temblorosa): “¿Qué te ha pasado, hijo?”

Lincoln, aunque aturdido, miró a su padre con ojos llenos de miedo y confusión.

Lincoln (con esfuerzo): “Papá… no sé… no sé qué pasó…”

Lynn Sr. se arrodilló junto a él, sintiendo una oleada de emociones mientras intentaba comprender la magnitud de la situación. Pero no había tiempo para cuestionar. Debía asegurarse de que su hijo estuviera a salvo.

Frozono (mirando a su alrededor): “Necesitamos moverlo. No podemos quedarnos aquí.”

Los otros héroes comenzaron a organizarse, formando una barrera protectora alrededor de Lynn y Lincoln, mientras que el caos continuaba a su alrededor. Lynn Sr. puso sus manos sobre los hombros de Lincoln, tratando de transmitirle su fuerza y apoyo.

Lynn Sr.: “Voy a cuidar de ti, Lincoln. Vamos a sacarte de aquí.”

Pero mientras se preparaban para llevar a Lincoln a un lugar seguro, una sombra oscura se cernió sobre ellos. Lynn sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aunque no podían ver a Carnage, la presencia del simbionte se sentía palpable, como si el mismo aire se hubiera vuelto más pesado.

Lynn Sr. (mirando a su alrededor, nervioso): “Debemos irnos… ahora.”

Justo en ese momento, un grito resonó desde la distancia. La lucha continuaba en las calles, y el peligro seguía acechando. Sin embargo, lo más importante era asegurar la seguridad de Lincoln.

Lynn Sr. (con voz firme): “No dejaré que nada te pase, hijo. ¡Vamos!”

Mientras los héroes ayudaban a Lincoln a levantarse, el miedo se apoderaba de Lynn Sr. Él sabía que, sin importar lo que hubiera pasado, debía proteger a su familia a toda costa. Juntos, comenzaron a moverse hacia la seguridad, con la esperanza de que podrían superar la tormenta que se cernía sobre ellos.

Lynn Sr. estaba en un callejón oscuro, respirando pesadamente mientras sostenía a Lincoln, que yacía en el suelo. Había una atmósfera de desesperación a su alrededor, el eco de la batalla aún resonaba en sus oídos. La lucha contra los simbiontes había sido intensa, y ahora se sentía abrumado por el peso de la responsabilidad de mantener a su hijo consciente y a salvo.

Lynn Sr.: "Lincoln, por favor... ¡Mantente despierto! Necesito que luches, hijo. ¡No te rindas ahora!"

Lincoln, aún en la forma de Anti-Venom, luchaba por abrir los ojos. Su cuerpo estaba débil, agotado por la transformación y el desgaste del combate. Sin embargo, a pesar de su esfuerzo, su visión se nublaba y su mente se volvía cada vez más confusa.

Lincoln (con voz temblorosa): "Papá... ¿Qué… qué está pasando?"

Lynn Sr. sintió una punzada de dolor al ver a su hijo en ese estado. Tenía que actuar rápido.

Lynn Sr.: "Los simbiontes están por todas partes, Lincoln. Tienes que seguir luchando. ¡Eres más fuerte de lo que crees!"

Pero Lincoln apenas podía concentrarse. La presión de la batalla lo había dejado aturdido. A pesar de los esfuerzos de su padre, la oscuridad se apoderaba de su mente y sus párpados se volvían pesados. En ese momento, el cansancio se volvió abrumador.

Lincoln (con dificultad): "Papá... no puedo…"

Lynn Sr. lo sostuvo con más fuerza, tratando de mantenerlo despierto.

Lynn Sr.: "¡No! ¡No puedes dejarme! Necesitamos salir de aquí. ¡Debes pelear! Recuerda lo que eres, Lincoln. ¡Eres un Loud!"

Pero incluso sus palabras alentadoras parecían no tener efecto. Con un último esfuerzo, Lincoln intentó concentrarse en su entorno, buscando la energía dentro de él, pero todo se volvía confuso. La voz de su padre se desvanecía, y en un instante, se sintió caer en un abismo de oscuridad.

Lincoln: "No... No, no puedo…"

Con un suspiro profundo, Lincoln se desmayó, su cuerpo perdiendo la lucha mientras Lynn Sr. lo sostenía con desesperación.

Lynn Sr. (en voz baja, angustiado): "Lincoln... ¿qué haré sin ti?"

Lynn Sr., con el corazón acelerado y la respiración pesada, miró a su alrededor, tratando de mantener la calma mientras sostenía el cuerpo inconsciente de Lincoln. No podía perder a su hijo, no ahora. Debía llevarlo a un lugar seguro y asegurarse de que recibiera ayuda. Miró a Frozono y los otros héroes que lo rodeaban.

Lynn Sr. (con voz urgente): "¡Tenemos que llevarlo a un refugio, ahora mismo! ¡No puedo dejar que algo más le pase!"

Frozono asintió rápidamente, usando su habilidad para crear un camino congelado que les permitiera moverse más rápido entre las ruinas de la ciudad devastada.

Frozono: "¡Sígueme, Lynn! Conozco un refugio cercano donde estará a salvo."

Lynn Sr., con Lincoln en brazos, siguió a Frozono a toda velocidad, con los otros héroes cubriéndolos. A medida que avanzaban, el miedo seguía apoderándose de él. No podía dejar de mirar a su hijo, que seguía inmóvil, su cuerpo marcado por la batalla y la presión de las transformaciones.

El grupo finalmente llegó a uno de los refugios subterráneos que habían sido habilitados para proteger a los civiles y héroes heridos. Al entrar, el aire se sentía más tranquilo, pero la ansiedad de Lynn Sr. no desaparecía.

Dentro del refugio, varios médicos y héroes heridos estaban descansando o recibiendo tratamiento. Frozono habló rápidamente con uno de los médicos, señalando a Lincoln.

Frozono: "Necesitamos ayuda aquí, rápido. Este joven ha estado peleando contra los simbiontes y ha sufrido bastante."

El médico asintió, acercándose rápidamente con un equipo de ayudantes. Lynn Sr. colocó a Lincoln en una camilla improvisada y se arrodilló a su lado, tomando su mano.

Lynn Sr. (con voz temblorosa): "Vamos, hijo. Tienes que resistir. Estás a salvo ahora."

Los médicos comenzaron a trabajar de inmediato, revisando los signos vitales de Lincoln y administrándole cuidados para estabilizarlo. Mientras tanto, Lynn Sr. permanecía a su lado, su mirada fija en el rostro de su hijo, buscando cualquier señal de que despertara.

Pasaron varios minutos en silencio, mientras los médicos hacían su trabajo con rapidez y precisión. Finalmente, uno de ellos se acercó a Lynn Sr. con una expresión calmada.

Médico: "Está estable por ahora, pero necesita descansar. Ha sufrido mucho estrés físico y mental. Parece que ha estado bajo un tipo de influencia simbiótica, pero hemos logrado estabilizar su condición."

Lynn Sr. soltó un suspiro de alivio, aunque la preocupación no desaparecía del todo.

Lynn Sr.: "¿Sabe cuándo despertará?"

Médico: "No lo sabemos con certeza, pero su cuerpo está respondiendo bien. Necesitamos monitorearlo de cerca, pero creemos que se recuperará. Solo necesita tiempo."

Lynn Sr. asintió, sintiendo una leve esperanza crecer dentro de él. Acarició el cabello de Lincoln, hablando en voz baja, casi para sí mismo.

Lynn Sr.: "Hijo, cuando despiertes... necesito que me digas quién te hizo esto. Voy a detenerlo."

Mientras los médicos continuaban monitoreando a Lincoln, Lynn Sr. se sentó junto a él, decidido a no dejarlo solo. Sabía que la batalla aún no había terminado, pero lo más importante para él en ese momento era la seguridad de su hijo.

Frozono, que había estado observando en silencio, se acercó a Lynn Sr. y le puso una mano en el hombro.

Frozono: "Hiciste lo correcto trayéndolo aquí. Ahora solo queda esperar."

Lynn Sr. asintió, agradecido por el apoyo de sus compañeros héroes, pero su mente seguía llena de preguntas. ¿Quién le había hecho esto a su hijo? ¿Y cómo podrían enfrentarse a una amenaza tan grande cuando incluso alguien tan fuerte como Lincoln había caído?

Lynn Sr. (en voz baja): "Lo encontraremos. Quien sea que esté detrás de esto... lo encontraremos."

Lynn Sr. estaba sentado al borde de la camilla, su rostro lleno de preocupación y culpa mientras observaba a su hijo inconsciente. Lincoln, su hijo, yacía allí con heridas visibles y una expresión que, incluso en su sueño forzado, mostraba dolor. El sonido de los monitores médicos era lo único que rompía el silencio tenso en la habitación.

Lynn Sr. respiraba con dificultad, como si cada segundo que pasaba junto a Lincoln le pesara más y más. Sabía que su hijo era fuerte, incluso con habilidades que superaban lo imaginable, pero ver a su pequeño en ese estado lo destrozaba por dentro. Con un suspiro profundo, sacó su teléfono, cuando vio que su esposa, Rita, estaba llamando. Sabía que ella estaba tan preocupada como él.

Rita (con una voz tensa y cargada de ansiedad):
"¿Lynn? ¿Lo encontraste? Por favor, dime que está bien..."

Lynn Sr. (traga saliva antes de responder, su voz temblando un poco):
"Sí... lo encontré, Rita, pero... no está bien. Lincoln está herido, muy mal."

El silencio del otro lado del teléfono era tan ensordecedor que Lynn Sr. podía sentir el impacto de sus palabras en su esposa. Rita tardó unos segundos en reaccionar, procesando lo que acababa de escuchar.

Rita (con un hilo de voz):
"¿Herido? ¿Qué le pasó? ¿Quién le hizo esto, Lynn? ¡¿Qué le pasó a nuestro hijo?!"

Lynn Sr. (cerrando los ojos, luchando por no quebrarse):
"Fue... fue algo terrible, Rita. No sé todos los detalles, pero alguien lo atacó... lo lastimaron gravemente. Está en la camilla ahora, los médicos están haciendo todo lo posible, pero... nunca lo había visto así."

La voz de Rita se quebró en el otro lado, y Lynn Sr. pudo escuchar cómo intentaba controlar las lágrimas. Él mismo estaba al borde de desmoronarse, pero necesitaba ser fuerte, por ella, por Lincoln, por toda su familia.

Rita (entre sollozos):
"¡No, no! Él... él es fuerte, Lynn, lo sabes. Tiene que salir de esto. Tiene que."

Lynn Sr. (con la voz temblorosa, tratando de encontrar consuelo en sus palabras):
"Lo sé, Rita. Lo sé. Pero... verlo así... alguien lo golpeó, alguien lo hizo sufrir, y yo no estaba allí para protegerlo. No lo vi venir."

Lynn Sr. miró de nuevo a su hijo, su rostro endureciéndose con la mezcla de tristeza y furia que sentía. No podía permitir que esto quedara impune. Quienquiera que le hubiera hecho esto a Lincoln pagaría el precio.

Lynn Sr. (apretando el puño):
"Voy a encontrar al responsable, Rita. No sé cómo, pero lo haré. Nadie toca a mi hijo y se sale con la suya."

Rita (tratando de mantenerse fuerte):
"Lynn... lo más importante ahora es que Lincoln esté bien. No pienses en venganza. Solo... solo asegúrate de que esté a salvo."

Lynn Sr. (respirando profundamente):
"Tienes razón. Necesitamos que se recupere primero. Pero cuando lo haga... no dejaré que esto quede sin consecuencias."

Después de un largo silencio, Rita asintió al otro lado de la línea, aunque no podía verla. Ambos sabían que lo único que podían hacer ahora era esperar y confiar en que su hijo se recuperara.

Rita (en un susurro):
"Cuídalo, Lynn. Cuídalo hasta que pueda volver a casa."

Lynn Sr. (con voz suave):
"Lo haré, Rita. No lo dejaré solo."

Colgó el teléfono y volvió a centrarse en Lincoln, esperando con todo su ser que su hijo volviera a abrir los ojos. Lo único que podía hacer ahora era estar allí para él, y en ese momento, nada más importaba.

Lynn Sr. estaba de pie junto a la camilla donde su hijo, Lincoln, yacía inmóvil. La habitación estaba en silencio, interrumpida solo por el suave pitido de las máquinas que monitorizaban los signos vitales de Lincoln. A pesar de las circunstancias, Lynn no podía dejar de mirar el rostro de su hijo, aquel joven que siempre había sido una fuente de orgullo y alegría para él. Pero en ese momento, la mezcla de preocupación, ira y dolor lo invadía completamente.

Lynn Sr. (pensando): "No importa lo que pase... no importa lo que haya hecho... sigue siendo mi hijo."

Mientras observaba el cuerpo sin vida de Lincoln, su mente no podía dejar de divagar hacia la venganza. Quien le había hecho esto a su hijo debía pagar. El solo pensamiento de que Lincoln había sido arrancado de sus brazos por la crueldad de un ser monstruoso lo llenaba de una furia silenciosa. No era su hijo de sangre, eso lo sabía, pero eso no significaba nada. Lincoln era su hijo, su niño, y siempre lo sería.

Entonces, los recuerdos comenzaron a llenar su mente. Se acordó de un día que parecía tan lejano ahora, un día en el que todo cambió para él y su esposa, Rita. Era una tarde normal, y ambos habían salido a tener una de sus típicas citas en la ciudad. Sus hijas, que en ese momento eran muy pequeñas, estaban siendo cuidadas por una niñera de confianza, lo que les daba la oportunidad de disfrutar de un tiempo juntos.

Lynn Sr. (recordando): "Era una tarde fría... el tipo de tarde en la que apenas podías sentir la punta de tus dedos..."

Rita y él caminaban por las calles, riendo y disfrutando del momento. Mientras charlaban sobre trivialidades, de repente, ambos se detuvieron en seco. Un sonido extraño, casi imperceptible al principio, llamó su atención. Un llanto. Un llanto de bebé, débil y solitario, provenía de un oscuro callejón cercano.

Rita (en el recuerdo): "¿Escuchaste eso, Lynn? Parece un bebé... ¡Dios mío, tenemos que ver qué está pasando!"

Ambos se miraron con preocupación antes de correr hacia el sonido. Lo que encontraron en ese oscuro y sucio callejón era algo que Lynn Sr. nunca olvidaría. Un contenedor de basura, abandonado entre escombros, era el origen de ese llanto desgarrador. Y dentro, envuelto en mantas sucias, había un bebé. Un pequeño que no tenía más de unos meses de vida.

Lynn Sr. (recordando con emoción): "No podía creer lo que estaba viendo... un niño, dejado en un lugar como ese, como si fuera un desecho."

Rita y él miraron al bebé, conmocionados. El pequeño lloraba, pero cuando Rita lo sostuvo en sus brazos, sus sollozos comenzaron a disminuir. Lynn podía ver la emoción y la ternura en los ojos de su esposa mientras miraba al niño.

Rita (en el recuerdo, con una voz suave): "Lynn... no podemos dejarlo aquí. Tenemos que llevarlo con nosotros."

Lynn Sr. se acordaba claramente de cómo había sentido esa mezcla de responsabilidad y amor en ese momento. No importaba cómo había llegado ese bebé allí; sabían que desde ese día, él sería suyo. Decidieron adoptarlo, y aunque el proceso fue largo, Lincoln se convirtió oficialmente en parte de su familia.

Lynn Sr. (pensando en el presente): "Lo encontramos en aquel callejón... y desde entonces, él nos ha pertenecido."

Volviendo al presente, la mirada de Lynn Sr. no se apartaba de Lincoln. Los recuerdos felices se mezclaban con el dolor de verlo en esa situación. Sabía que, aunque Lincoln no compartiera su sangre, no había nada en el mundo que lo hiciera amarlo menos. Pero ahora, debía tomar una decisión. Tenía que encontrar al monstruo que le había hecho esto a su hijo. Y aunque Rita lo había intentado convencer de quedarse, él sabía que no podía quedarse de brazos cruzados.

Lynn Sr. (con determinación, en voz baja): "Voy a encontrarte. Y cuando lo haga, vas a pagar por lo que le hiciste a mi hijo. No importa lo que cueste."

Con una última mirada hacia Lincoln, Lynn Sr. se dio la vuelta y salió de la habitación. Tenía una misión, una que cumpliría, sin importar los peligros que enfrentara. Lincoln no era solo su hijo por elección, era su hijo de corazón. Y nadie, ni siquiera un monstruo simbiótico, cambiaría eso.

Dentro de la mansión Loud, todo estaba en silencio. Las paredes gruesas y las puertas reforzadas mantenían el caos del exterior a raya, pero no podían detener la creciente angustia que se sentía en cada rincón de la casa. Las hermanas de Lincoln estaban inquietas, mirando constantemente hacia las ventanas, temiendo lo peor, pero sabiendo que debían permanecer a salvo.

Rita Loud, sin embargo, estaba en un estado diferente. Se había apartado de las demás, sentada en la sala, con la vista perdida en algún punto lejano. Su mente no estaba en el presente; en cambio, se encontraba atrapada en una tormenta de recuerdos que la envolvían. No podía evitarlo. Todo lo que ocurría a su alrededor solo la hacía pensar en su hijo.

Luna, quien había estado observando a su madre desde la entrada, se acercó con cuidado, sin querer asustarla. Pero Rita no reaccionó de inmediato. Estaba inmersa en pensamientos que parecían demasiado dolorosos como para compartir.

En su mente, Rita revivía momentos que una vez habían sido su mayor alegría. Los recuerdos de Lincoln, su hijo pequeño, corriendo por el jardín con una sonrisa inocente mientras jugaba a ser un héroe, llegaban a ella con tanta claridad que casi podía escuchar su risa. Recordaba cómo solía levantarse temprano para preparar el desayuno, asegurándose de que Lincoln siempre tuviera sus panqueques favoritos.

Rita (pensando): "Mi pequeño... siempre tan valiente, siempre queriendo proteger a los demás... ¿dónde estás ahora?"

Cerró los ojos, recordando cómo Lincoln solía sentarse en su regazo cuando era más joven, contándole historias de sus aventuras ficticias como si fueran reales. Ella solía reír, besándolo en la frente, asegurándole que siempre estaría allí para él. Pero ahora, sentía una distancia que nunca había anticipado.

Lori, la mayor de las hermanas, entró a la sala y observó a su madre, notando la tristeza en su rostro. Se acercó lentamente y se sentó junto a ella.

Lori: "Mamá... él va a estar bien. Lincoln siempre ha sabido cuidarse."

Rita (sacudiendo la cabeza): "No es solo eso, Lori. Siempre ha sido tan fuerte, pero ahora... hay cosas allá afuera que ninguna madre puede prever. Él es solo un niño..."

Lori (mirándola con empatía): "Ya no es tan pequeño, mamá. Lincoln ha crecido, y todos nosotros hemos cambiado. Pero sé que va a regresar. Él nunca nos dejaría."

Rita dejó escapar un suspiro tembloroso, tratando de mantener la compostura, pero los recuerdos seguían inundándola. Recordaba cuando Lincoln le confesó por primera vez sus miedos sobre el futuro, cuando le contó que a veces sentía que no era lo suficientemente fuerte para proteger a su familia. Ella lo había abrazado, asegurándole que no importaba lo que sucediera, siempre estarían juntos.

Rita (en voz baja): "Siempre supe que era especial, pero jamás imaginé que tendría que enfrentar algo como esto."

Leni, quien estaba escuchando desde el pasillo, entró para unirse a ellas, colocándose junto a su madre, envolviéndola en un abrazo.

Leni: "Mamá, Lincoln es fuerte. Si alguien puede enfrentarse a lo que sea que está allá afuera, es él."

Las palabras de sus hijas le traían consuelo, pero la preocupación seguía consumiéndola. Rita volvió a recordar el momento en que Lincoln, con tan solo seis años, había dicho que quería ser un héroe como en las historias que leía. Lo que en ese momento parecía una fantasía infantil, ahora se había convertido en una realidad aterradora.

Rita (con lágrimas en los ojos): "Solo quiero verlo una vez más... abrazarlo, decirle que estoy orgullosa de él."

Luna, quien había estado en silencio hasta entonces, decidió romper el silencio.

Luna: "Lo veremos, mamá. Lo sé. Lincoln siempre encuentra la forma de volver a casa. Siempre lo ha hecho."

Rita las abrazó, buscando fuerza en sus hijas, aunque su corazón estaba lleno de incertidumbre. En el fondo, sabía que Lincoln estaba enfrentando peligros que ninguna madre podía imaginar. Pero también sabía que su hijo tenía una fuerza interna que pocos poseían. Y aunque el miedo no desaparecía, había una pequeña chispa de esperanza que se mantenía viva en su corazón.

Rita (en voz baja): "Lincoln... sé fuerte, mi pequeño héroe. Estamos esperando por ti."

Mientras se aferraba a sus hijas, Rita sabía que, sin importar lo que sucediera, su amor por Lincoln era inquebrantable. Y ese amor, más que cualquier otra cosa, la mantendría en pie, esperando su regreso.

Fin del capítulo

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