Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

mundo zombie (especial de halloween parte 3 el final)

Con el paso de los días y luego semanas, la guerra contra la infección se volvió un sombrío recuento de pérdidas. Los héroes caían uno tras otro, y equipos enteros que una vez defendieron el mundo comenzaron a desmoronarse, incapaces de resistir la devastadora fuerza de sus propios aliados convertidos en zombis. Aquellos considerados los más fuertes, como la Liga de la Justicia, los Jóvenes Titanes y héroes de todas partes del mundo, se estaban quedando sin aliados. La pérdida de los más débiles en cada equipo dejaba a sus compañeros restantes desgastados y emocionalmente rotos.

En la Liga de la Justicia, héroes como Hawkman, Green Arrow y Black Canary fueron de los primeros en sucumbir. A pesar de su valor y sus habilidades, no lograron resistir los ataques implacables de sus compañeros infectados. Wonder Woman y Flash luchaban con ferocidad, tratando de mantener el equipo unido, pero sabían que estaban perdiendo. Aquaman y Cyborg habían dado sus vidas en combate, y Superman, con cada batalla, veía con horror cómo sus amigos caían sin remedio. En cada combate, la Liga de la Justicia se debilitaba más, y la esperanza de una victoria se desvanecía.

Los Jóvenes Titanes también enfrentaban una situación desgarradora. Beast Boy fue uno de los primeros en caer, atacado en un instante de distracción. Starfire y Raven trataron de proteger a los más jóvenes, pero pronto se vieron superadas. Cyborg, aunque perteneciente tanto a la Liga como a los Titanes, se esforzaba por mantener a ambos equipos conectados y en comunicación, pero fue desgarrador cuando finalmente sucumbió a la infección. Robin se vio obligado a ver cómo sus amigos y mentores caían uno tras otro, siendo de los últimos en mantenerse en pie. La Hermandad de los Titanes se estaba rompiendo, cada pérdida llenando de culpa y desesperación a los que aún luchaban.

En otro continente, héroes de distintas naciones intentaban proteger sus hogares, pero la infección no respetaba fronteras. Japón, por ejemplo, vio a muchos de sus héroes caer rápidamente. Los poderosos defensores de Tokio, héroes que una vez lucharon contra monstruos y amenazas sobrenaturales, se convirtieron en zombis, sumando sus propias habilidades al caos. En Europa, equipos de héroes que protegían sus ciudades y países sucumbían uno a uno. Los que quedaban en pie solo podían observar cómo el mundo, tan lleno de luchadores valientes, era devorado lentamente por la infección.

Mientras tanto, Lincoln, Wanda y otros héroes sobrevivientes observaban con horror cómo sus amigos y compañeros caían en una lista interminable de sacrificios. Se les hacía cada vez más difícil mantenerse firmes, sabiendo que cada minuto que pasaba era una oportunidad más para que otro amigo sucumbiera. La caída de tantos equipos completos dejaba el mundo vulnerable, y aquellos que aún resistían se veían abrumados por la tarea casi imposible de proteger a los pocos sobrevivientes.

A pesar de todo, los héroes que quedaban no se permitían rendirse. Las palabras de ánimo eran cada vez más escasas, y las miradas entre ellos transmitían la desesperación que se asentaba. Sabían que solo quedaban unos pocos, y aunque el peso de la pérdida era insoportable, cada uno se mantenía en pie por el recuerdo de los que ya no estaban.

En otra parte del mundo, los Big 6 estaban en una feroz batalla contra la ola de zombis infectados que amenazaba con consumir su país. Hiro, Baymax, Go Go, Wasabi, Honey Lemon y Fred habían enfrentado antes situaciones peligrosas, pero nada como esto. Sabían que la infección había tomado por sorpresa incluso a los héroes más poderosos, y que sus probabilidades de sobrevivir dependían no solo de su ingenio y habilidades, sino también de su unión como equipo.

Hiro lideraba al grupo desde su base improvisada en el centro de San Fransokyo, coordinando los ataques y rastreando la localización de las hordas de zombis. Él, a diferencia de sus compañeros, tenía que mantener la cabeza fría, buscar soluciones rápidas y tratar de encontrar una forma de erradicar la infección, sabiendo que cada segundo contaba. Baymax, siempre a su lado, estaba en “modo de batalla” defendiendo a Hiro con todas sus funciones activadas, dispuesto a protegerlo sin importar el costo.

Go Go enfrentaba con valentía a los infectados, usando su velocidad y habilidades para esquivar sus ataques mientras lanzaba golpes precisos. En cada zombi veía el reflejo de sus amigos caídos, y la ira y tristeza la impulsaban a ser aún más letal y rápida. Wasabi, por otro lado, trataba de contener su temor mientras usaba sus cuchillas láser para mantener a los zombis a raya, lanzando cortes certeros y tratando de mantener la línea de defensa en pie.

Honey Lemon, con sus habilidades científicas y su bolsa química, preparaba combinaciones de compuestos que lograban detener a algunos zombis temporalmente o, en el mejor de los casos, los desintegraban por completo. Cada vez que uno de sus compuestos funcionaba, sus ojos brillaban con esperanza, pero el agotamiento comenzaba a pasarle factura; la cantidad de zombis parecía interminable. Fred, por su parte, estaba peleando con todas sus fuerzas, disfrazado como “Fredzilla” e intentando mantener el ánimo de sus compañeros con bromas y gritos de guerra. Sin embargo, incluso él sabía que la situación era desesperada.

El equipo de Big 6 seguía batallando contra la horda de zombis en las calles de San Fransokyo cuando un estruendo se escuchó en el cielo. Baymax fue el primero en notarlo; sus sensores registraban niveles elevados de energía en el ambiente, pero no era simplemente una tormenta cualquiera. En el horizonte, oscuras nubes eléctricas se acumulaban a una velocidad alarmante, envolviendo la ciudad en una penumbra inquietante.

“¿Qué está pasando?” preguntó Hiro, mirando hacia el cielo. Go Go apretó los puños, nerviosa. Todos sintieron cómo el aire se volvía denso y cargado, y un escalofrío les recorrió el cuerpo. Entonces, se escuchó un grito desgarrador, un sonido aterrador que parecía retumbar en las mismas entrañas de la tierra.

“¡Es... ella! ¡Storm!”, murmuró Fred, sus ojos llenos de pánico. “¿Qué está haciendo aquí? ¿Acaso vino a ayudarnos?”

Pero algo estaba mal. A medida que Storm se acercaba, sus movimientos eran erráticos, y sus ojos, normalmente llenos de determinación y compasión, ahora reflejaban algo completamente diferente: una furia ciega y vacía. Storm había sido infectada. Su expresión, antes amable, se había transformado en un rostro desprovisto de razón y empatía, donde sólo quedaba una mirada inhumana.

“No... no puede ser”, susurró Wasabi, retrocediendo instintivamente. “¿Storm? ¡Storm, por favor, escúchanos! ¡No tienes que hacer esto!”

Pero Storm no respondió. En lugar de eso, levantó los brazos hacia el cielo y, como si fuera un dios implacable, desató una oleada de rayos que cayó en todas direcciones. Los edificios cercanos comenzaron a arder bajo el impacto de los rayos, mientras que los héroes intentaban esquivar las explosiones.

“¡Storm, escucha! ¡No tienes que hacer esto! ¡Somos tus aliados!” gritó Hiro, con la esperanza de que algo de la mutante que una vez fue aún estuviera dentro de esa persona frente a ellos. Pero era inútil. La infección había destrozado su mente, convirtiéndola en una fuerza imparable, liberando todo su poder sin control alguno.

Go Go lanzó una mirada a sus compañeros, su mente trabajando a toda velocidad. “¿Qué hacemos ahora? ¡No podemos enfrentarnos a una mutante de nivel Omega! ¡Su poder es inmenso!”

“Debemos pensar en una forma de detenerla antes de que destruya la ciudad”, dijo Hiro, sintiendo la desesperación crecer en él.

“¡No podemos simplemente rendirnos!”, exclamó Fred, aunque su voz temblaba. “Storm es una leyenda, pero si está infectada... ¡no tenemos opción!”

Baymax, siempre calmado y lógico, analizó la situación. “La probabilidad de sobrevivir a un ataque directo de Storm es inferior al 10% en nuestras actuales condiciones”, reportó. “No obstante, sugiero que intentemos aislarla y redirigir su energía para minimizar el daño.”

De repente, Storm dirigió una tormenta de vientos huracanados hacia ellos, levantando autos y escombros en el aire como si fueran juguetes. Los héroes se dispersaron, buscando refugio y luchando por mantener el equilibrio en medio del vendaval. Cada segundo que pasaba aumentaba su desesperación, y la sensación de impotencia era abrumadora.

Mientras esquivaban el ataque, Wasabi intentó captar la atención de Hiro. “¿Qué hacemos, Hiro? Si Storm sigue así, no quedará nada de la ciudad. ¡Ni siquiera estamos seguros si tenemos la fuerza para contenerla!”

Hiro respiró hondo, sabiendo que tenían pocas opciones. “Escuchen todos. Storm es nuestra amiga, pero ya no es la misma. Vamos a tener que detenerla aquí, de la manera que sea… antes de que su poder arrase con todos los civiles en esta zona”.

Con una última mirada de tristeza y resignación, el equipo de Big 6 se preparó para una pelea que sabían que podrían no ganar, conscientes de que enfrentarse a una mutante como Storm, bajo la influencia de una infección oscura, significaba enfrentarse a una tormenta de proporciones apocalípticas.

La escena oscurece completamente, y el silencio se extiende en la pantalla, dejando la incertidumbre sobre el destino de Big Hero 6. Sin respuesta sobre si San Fransokyo se mantendría o caería bajo el control de la infección, el silencio deja un eco de desesperación.

En otra parte del mundo, en una base secreta de los Vengadores, los héroes restantes se reunían en la sala de estrategias. Las luces eran tenues, proyectando sombras sobre sus rostros marcados por la fatiga y la pérdida. Los rostros de quienes alguna vez lideraron con valentía mostraban ahora señales de agotamiento y un peso inquebrantable en sus expresiones. Cada uno de ellos había perdido amigos, compañeros… y parte de sí mismos.

Tony Stark, con su traje ligeramente dañado y el rostro severo, dirigió la mirada al equipo de héroes que aún quedaba en pie. "Lo que estamos enfrentando aquí no es una simple infección o una amenaza cualquiera. Hemos perdido a Hulk… y no hay duda de que seguirán viniendo por nosotros. Ya no es solo una batalla por la ciudad o por el país… esto es una batalla por la supervivencia de todos.”

Capitán América, con su escudo a su lado y el rostro sombrío, asintió. “Estamos peleando contra nuestros propios amigos, Tony. Cada día que pasa, más héroes caen… y más se vuelven contra nosotros. ¿Pero qué podemos hacer? Necesitamos algo más que fuerza; necesitamos un plan que termine con esta amenaza de raíz.”

Mientras los Vengadores discutían, un poco más alejados, los amigos de Lincoln —Dipper, Azula, Dash y los demás— se mantenían en silencio, claramente fuera de su elemento en la conversación de alto nivel de los héroes. Cada uno intentaba procesar lo que había sucedido, especialmente con la pérdida de Clyde, Stella, Rusty, Zach y Liam. Era un peso que parecía insostenible para ellos.

Azula, siempre decidida, trataba de contener sus emociones, pero incluso ella sentía el vacío de quienes ya no estaban con ellos. Observaba a los Vengadores y sintió una chispa de frustración en su pecho. “Estamos aquí, esperando a que alguien más nos diga qué hacer, mientras hemos perdido a amigos en el proceso. Ya no sé si esta batalla tiene siquiera sentido...”

Dash, con la mirada perdida, murmuró: “Clyde, Stella… Liam… todos ellos… Nos dijeron que no miraríamos atrás, que continuaríamos, pero ¿cómo se supone que hagamos eso?”

En ese momento, la ausencia de Lincoln se hizo más notable. Dipper miró alrededor y notó que su amigo no estaba con ellos. “¿Dónde está Lincoln?”

Azula lo observó en silencio, antes de asentir hacia una puerta lateral de la base. “Lincoln… se alejó. Dijo que necesitaba estar solo un momento. Creo que… necesita procesar todo esto, a su manera.”

Apartado de la multitud, Lincoln se encontraba en un rincón solitario, abrazando sus propias rodillas. Su traje de Antivenom estaba cubierto de polvo, tierra y restos de las peleas que había enfrentado. La imagen de Clyde y Stella y el resto de sus amigos caídos en sus últimos momentos invadía sus pensamientos, y por primera vez, el peso de todo lo que había vivido cayó sobre él.

El dolor era casi insoportable. Sentía la presión en el pecho, un nudo en la garganta que apenas le permitía respirar. Recordó la primera vez que Clyde fue su amigo, la confianza que siempre compartieron, y el vacío que ahora quedaba sin él. Stella, su primera amiga… la primera que había creído en él en momentos difíciles. Ambos se habían ido, y él había sido incapaz de hacer algo para salvarlos.

“Clyde… Stella… lo siento…”, murmuró, apenas escuchando sus propias palabras. “Prometí que los protegería… pero no pude.” Una lágrima corrió por su mejilla, seguida de otra, y finalmente el llanto lo tomó por completo. Era un sollozo silencioso, uno que no quería que los demás escucharan, pero que representaba el desgarro en su alma.

Lejos de ahí, sus amigos y los Vengadores continuaban discutiendo el plan. Nadie parecía notar la ausencia de Lincoln excepto Azula, quien observaba la puerta con una mezcla de preocupación y respeto por darle su espacio. Pero sabía que, al final, tendrían que volver a unirse, a pesar de las pérdidas. Porque si no lo hacían, si no lograban unir sus fuerzas, las vidas perdidas habrían sido en vano.

Finalmente, Tony suspiró y concluyó, “Haremos lo que sea necesario. Y esta vez, no vamos a perder. Esta vez… pelearemos hasta el final.”

Lincoln, todavía sentado en silencio y rodeado de recuerdos dolorosos, miraba fijamente al suelo mientras pensamientos oscuros y pesados llenaban su mente. Una y otra vez, se repetía que no había hecho lo suficiente, que había fallado a quienes más le importaban.

"Todo esto… todo esto no debió pasar," murmuró en voz baja. "Ellos… Clyde, Stella… ellos no merecían esto. Si tan solo hubiera sido más fuerte, más rápido… tal vez seguirían aquí."

Pero entonces, en medio de su dolor, una voz firme y familiar resonó en su mente. Era Antivenom, hablándole desde el interior, casi como si fuera su propio reflejo.

"Lincoln," dijo la voz con una seriedad profunda, "este no es el momento de rendirte."

Lincoln levantó ligeramente la cabeza, sorprendido. "¿Antivenom…?"

"Sí," respondió el simbionte con un tono de comprensión, pero también con una firmeza que Lincoln no había sentido antes. "Sé que estás dolido. Sé que has perdido a gente importante para ti. Pero escucha, esto no es el fin. Piensa en lo que Clyde y Stella significaban para ti… ¿realmente crees que querrían verte así? ¿Consumido por la culpa?"

Lincoln permaneció en silencio, dejando que esas palabras penetraran en su corazón.

“Luchas por algo mucho más grande que tú mismo, Lincoln,” continuó Antivenom. “Esto no es solo una batalla; es la lucha por todo lo que valoras, por las personas que quedan. Aún tienes amigos, familia, y a tantos inocentes que dependen de ti y de los héroes que siguen en pie.”

Lincoln apretó los puños, sintiendo cómo el dolor poco a poco se transformaba en determinación.

“No puedo hacerlo solo… Soy solo un chico…”

“Eres más que eso,” insistió Antivenom, con una intensidad en su voz. “Has demostrado valentía, fuerza y resiliencia en cada momento difícil. Sí, has perdido, y no puedes cambiar el pasado… pero puedes honrar a Clyde, a Stella y a todos aquellos que han caído. Puedes luchar en su nombre y proteger a quienes aún están aquí. Porque ellos te dieron su confianza y su amistad, y tú puedes ser el héroe que siempre creyeron que serías.”

Lincoln respiró profundamente, dejando que el discurso de Antivenom lo llenara de una nueva fuerza. Era cierto; no podía cambiar lo sucedido, pero podía decidir cómo actuar ahora, cómo proteger a quienes seguían de pie a su lado.

“Por ellos…” murmuró Lincoln, sintiendo la resolución crecer dentro de él. “Voy a pelear por los que quedan. No voy a dejar que este sacrificio sea en vano.”

Antivenom asintió dentro de su mente. “Esa es la actitud que necesitamos. Ahora, levántate, Lincoln. Peleemos por los que siguen, por los que creen en ti… y por aquellos que ya no pueden luchar.”

Lincoln se levantó lentamente, limpiando las lágrimas de su rostro y sintiendo cómo la determinación inundaba cada parte de su ser. Había tomado una decisión: no descansaría hasta que esta pesadilla terminara. En honor a Clyde, a Stella y a todos aquellos que habían caído, seguiría luchando con cada fibra de su ser.

En la sala de reuniones improvisada, reinaba un silencio sepulcral mientras los héroes que aún quedaban se reunían en torno a una mesa. Rostros agotados, ojos hundidos y expresiones de desolación llenaban el ambiente. Tony Stark, a pesar de su característico temple, lucía más sombrío que nunca. Se frotaba el puente de la nariz, intentando procesar la magnitud de la situación, antes de romper el silencio.

“¿Qué pasó con los demás equipos?” preguntó Tony, su voz baja pero cargada de tensión. “La Liga, los Jóvenes Titanes, los X-Men, incluso… los Increíbles y los héroes de otras partes del mundo. ¿Qué sabemos de ellos?”

Avispa, quien había estado coordinando los reportes, exhaló con pesadez, sabiendo que no había una forma suave de darle las malas noticias. “Tony… la mayoría están… infectados. Los que no fueron infectados… fueron devorados.”

Las palabras de Avispa cayeron como una bomba en la sala. Todos los presentes sintieron el peso de la pérdida aún más intensamente. Thor, quien permanecía de pie con su martillo apoyado en el suelo, cerró los ojos, asimilando lo que acababa de escuchar. Era difícil imaginar que algunos de los héroes más poderosos y valientes de la Tierra ya no estuvieran.

“¿Cuántos… cuántos equipos nos quedan entonces?” preguntó Natasha, tratando de mantener la compostura, aunque su voz revelaba una mezcla de tristeza y preocupación.

“Pocos,” respondió Avispa con un tono que evidenciaba su dolor. “Quedan héroes aislados en algunas ciudades… y los Cuatro Fantásticos están prácticamente… partidos. Solo Johnny y Ben sobrevivieron.”

Tony frunció el ceño y apretó los puños. Sabía que estaban en una situación extrema, pero escuchar esas palabras lo hacía sentir como si el suelo se estuviera desmoronando bajo sus pies. Miró a sus compañeros de equipo, a los pocos que quedaban, intentando encontrar algo de esperanza en sus rostros. Pero la desesperanza parecía haberlos invadido a todos.

“¿Y los X-Men? ¿La mansión de Xavier?” preguntó Thor con una voz grave y temblorosa.

Avispa negó con la cabeza, apenada. “Thor… los X-Men fueron de los primeros en caer. De hecho… muchos de nosotros nos enfrentamos a ellos. Lincoln, tu equipo y tú… ya saben lo que pasó. Y luego… fue Storm. Una vez que se infectó, el poder de las tormentas cayó en el caos… desató una destrucción increíble en su propio equipo.”

Todos guardaron un momento de silencio, recordando las amistades y alianzas que alguna vez tuvieron con esos héroes. Aunque habían enfrentado amenazas devastadoras en el pasado, nunca habían sentido una desesperanza tan profunda como en este momento.

“Así que… solo quedamos nosotros,” murmuró Tony, alzando la vista hacia sus compañeros, con un rastro de determinación en sus ojos. “Héroes de otros países… ¿alguno de ellos logró resistir?”

Avispa asintió levemente. “Algunos héroes locales en países como Japón, Inglaterra y otros, están luchando como pueden. Pero… no tienen los recursos ni los aliados que solíamos tener. Muchos están en la misma situación que nosotros… intentando sobrevivir, intentando salvar a su gente, pero sin garantía de éxito.”

El Capitán América, que hasta entonces había escuchado en silencio, apoyó una mano en el hombro de Tony. “No podemos quedarnos aquí y esperar a que la marea nos alcance. Necesitamos hacer algo. Algún tipo de plan que nos dé una oportunidad. Los héroes cayeron luchando. Nosotros… no podemos hacer menos.”

Tony asintió, comprendiendo el peso de esas palabras. La situación era desalentadora, pero sabía que el legado de cada uno de esos héroes caídos dependía de ellos, de los que aún quedaban. Con una mirada de resolución, miró a sus compañeros y dejó claro que, aunque el camino sería difícil, no pensaban rendirse.

“Bien, entonces, ya sabemos lo que tenemos que hacer,” dijo, encendiendo sus manos repulsores en un gesto de decisión. “Por los que cayeron… y por los que aún podemos salvar.”

Los héroes asintieron, cada uno levantándose con renovada determinación, a pesar del dolor y el miedo que los embargaba. Sabían que esta batalla no solo se libraría con fuerza, sino con el espíritu de los héroes que ya no estaban con ellos.

Tony Stark observó al grupo de héroes que aún quedaban de pie en la sala de operaciones, conscientes de que la misión que tenían frente a ellos era de las más peligrosas y definitivas. Después de una pausa, con un tono grave, comenzó a hablar.

“Voy a salir en el jet para intentar contactar con los últimos equipos y analizar la situación en terreno… pero sólo puedo llevar a tres personas. Esto va a ser un viaje rápido y de alto riesgo, y no quiero poner en peligro a más de los necesarios,” dijo, su mirada recorriendo los rostros de cada uno.

Los héroes se tensaron. Todos sabían que la situación había escalado a niveles críticos, pero este momento definía quiénes iban a enfrentarse a un peligro extremo junto a Tony.

“Primero,” dijo Tony, con la mirada fija en el dios nórdico, “Thor. Necesito la fuerza de un dios y tu coraje, hermano. Esto no será fácil.”

Thor asintió solemnemente y con una leve inclinación de cabeza aceptó su lugar. Su martillo en mano era símbolo de su determinación, y aunque había perdido a muchos amigos en esta crisis, estaba listo para lo que fuera.

Tony continuó, mirando a Dipper. “Dipper, tú eres el segundo. Tienes esa inteligencia y capacidad para observar detalles que pueden salvarnos de un error mortal allá afuera.”

Dipper asintió, tragando saliva. Se sentía orgulloso y aterrorizado al mismo tiempo, consciente de que había sido elegido por algo más que su valentía; su mente analítica había demostrado ser invaluable en los momentos más oscuros.

Tony se detuvo, respirando profundamente. “Por último…” hizo una pausa, y su mirada se dirigió hacia Clint Barton, quien se encontraba junto a Lincoln, listo para aceptar su rol. Pero entonces, antes de que pudiera decir el nombre de Clint, Lincoln se adelantó un paso.

“Tony, yo… Yo quiero ir,” dijo Lincoln, con los ojos llenos de determinación.

Hubo un silencio incómodo. Clint arqueó una ceja, sorprendido, pero en lugar de protestar, asintió lentamente, reconociendo la fuerza en el joven. “Está bien, Tony. Si el chico quiere ir, yo me quedaré y aseguraré el lugar. Este lugar aún necesita protección, y creo que él tiene derecho a estar en esta misión.”

Todos miraron a Clint, impresionados por su reacción. Sin discutir ni intentar cambiar la decisión de Tony, Clint había decidido dar un paso al costado y permitir que Lincoln fuera quien ocupara ese último lugar.

Tony asintió con una mezcla de gratitud y seriedad. “Gracias, Clint.” Luego, volvió su mirada hacia Lincoln, buscando la resolución en sus ojos.

“Lincoln, esta no es una misión común. Si vas… no hay marcha atrás. Estaremos en el centro de esta pesadilla, y las probabilidades de que volvamos todos no son altas,” le advirtió Stark, serio.

Lincoln sostuvo la mirada de Tony y asintió. “Sé a lo que voy, Tony. He perdido a demasiados amigos… No quiero que nadie más pase por lo mismo. Si puedo ayudar, entonces quiero estar ahí.” Su voz temblaba ligeramente, pero el peso de sus palabras era evidente para todos.

Dipper le dio una palmada en el hombro. “Lincoln, estoy contigo. Sé que eres capaz, y sé que harás lo correcto. Juntos, podremos con esto.”

Thor le ofreció una sonrisa breve pero sincera. “Es un honor tenerte a mi lado, joven guerrero. Sé que tu valor es digno de los héroes que hemos perdido.”

Tony le dio una última mirada a Lincoln y le dedicó una pequeña sonrisa de aprobación. “Muy bien, Lincoln. Bienvenido al equipo.”

Mientras se dirigían hacia el jet, todos sentían la mezcla de esperanza y el peso de la misión que estaban a punto de emprender. Lincoln, en silencio, repasaba todas las pérdidas que había sufrido hasta el momento. La imagen de Clyde, de Stella, de sus amigos caídos, era un recordatorio constante de la razón por la que tenía que seguir adelante.

Subieron al jet y tomaron asiento en silencio, cada uno preparándose para lo que estaba por venir. Lincoln sentía una extraña mezcla de nervios y determinación. Sabía que esta era su oportunidad de marcar una diferencia, de honrar a los que ya no estaban, y aunque el miedo estaba ahí, también sentía que cada amigo caído lo acompañaba en espíritu, dándole fuerza para enfrentar lo que fuera.

El viaje en el jet había sido agotador y sombrío. Tony, Thor, Lincoln y Dipper habían volado de una ciudad a otra, intentando localizar a héroes restantes, aquellos que aún luchaban contra la invasión devastadora de infectados. Sin embargo, con cada parada en cada país, las esperanzas se desvanecían un poco más. La mayoría de los héroes ya no estaban, o habían caído ante la infección implacable, y solo unos pocos seguían en pie. Aun así, su misión los llevó finalmente a San Fransokyo, el último lugar que tenían en su lista.

Mientras el jet descendía, la vista era aterradora. Desde el aire, San Fransokyo se veía como una sombra de lo que alguna vez fue: humo negro elevándose desde edificios derrumbados, calles ennegrecidas por el fuego, y un silencio mortal que había reemplazado el bullicio usual de la ciudad. Tony miró a sus compañeros con una mezcla de tristeza y determinación en su rostro.

"Prepárense para lo peor", advirtió Tony mientras bajaban.

Al tocar tierra, el grupo comenzó a moverse con cautela por las ruinas. Todo lo que podían ver eran escombros y rastros de la batalla que evidentemente había arrasado con la ciudad. Thor avanzaba al frente, su martillo listo por si algo los sorprendía. Lincoln y Dipper seguían, tratando de mantener la calma, pero ambos notaban cómo sus corazones se encogían al ver la magnitud de la destrucción.

“¿Creen que… los Big Hero 6 lograron resistir?” preguntó Dipper con un hilo de voz, sin atreverse a mirar a sus compañeros.

"No lo sé," respondió Tony, tratando de esconder la tensión en su voz. "Pero sabemos que son héroes fuertes… o lo eran."

A medida que avanzaban, encontraron indicios de lo que había ocurrido. Pedazos de metal y fragmentos de ropa se esparcían por el suelo, muchos manchados de sangre seca. Thor se detuvo un momento al reconocer una pieza del traje rojo de Hiro, el joven prodigio líder de los Big Hero 6. Lincoln recogió una banda desgarrada, claramente parte del traje de Go Go, y su rostro se endureció al imaginar la batalla que debieron enfrentar.

De repente, Dipper se detuvo al escuchar un sonido mecánico. “¿Escucharon eso?” preguntó, señalando un callejón cercano.

Todos se acercaron con cautela y encontraron una figura apenas reconocible, inclinado en el suelo entre los escombros. Era Baymax, el enorme y amigable robot de atención médica que alguna vez había sido una fuerza protectora en San Fransokyo. Pero ahora estaba destrozado, su armadura estaba llena de grietas, cables colgaban de su cuerpo, y una luz débil parpadeaba en su núcleo.

"Baymax…" murmuró Lincoln con voz ahogada.

Tony se acercó rápidamente y comenzó a analizar el estado de Baymax. "Está… apenas funcionando. Pero no queda mucho tiempo. Quizás pueda decirnos qué ocurrió."

Baymax levantó lentamente la cabeza, y aunque sus ojos digitales mostraban un parpadeo tenue, logró procesar la presencia del grupo. “San… Fransokyo… invadido…” logró decir con voz entrecortada. "Hiro… Go Go… Honey Lemon… caídos."

Las palabras de Baymax hicieron que el silencio en el grupo fuera aún más pesado. Lincoln cerró los ojos un momento, apretando los puños mientras luchaba por procesar la noticia.

“Intentaron proteger a todos…” continuó Baymax, su voz debilitándose. "Pero… la infección… demasiado fuerte. Los infectados no… no tenían piedad."

Thor colocó una mano en el hombro de Baymax, reconociendo la valentía de aquellos que habían caído. “Lucharon con honor, y no serán olvidados.”

Pero Baymax no había terminado. Con un último esfuerzo, levantó su brazo y señaló hacia un rincón cercano, donde el equipo pudo ver los trajes rasgados de sus amigos y compañeros, cubiertos de manchas rojas y negras. Los restos de Honey Lemon, Go Go, Wasabi, y Fred. Incluso el traje de Hiro, aunque destrozado, aún conservaba la esencia de quien había sido un líder tan valiente.

Tony se arrodilló, sintiendo el peso de la pérdida de aquellos héroes jóvenes. “No podemos perder más gente. Tenemos que encontrar una forma de acabar con esto, antes de que más caigan.”

Lincoln, quien había estado en silencio todo el tiempo, tomó una respiración profunda y observó los restos de Baymax y los trajes. En sus ojos se reflejaba una mezcla de dolor y una resolución renovada.

“Por ellos,” murmuró Lincoln, más para sí mismo que para los demás. “Por Clyde, Stella, los Big Hero 6, y por todos los héroes que ya no están… esto tiene que terminar.”

Thor asintió solemnemente. “Sí, y nos aseguraremos de que su sacrificio no sea en vano.”

La luz de Baymax finalmente se desvaneció, y el grupo se quedó en silencio unos momentos, rindiendo tributo a los héroes caídos antes de girarse, con la determinación de continuar la misión.

Mientras el grupo se apartaba de los restos de Baymax y de los trajes rasgados de los Big Hero 6, Lincoln notó algo extraño entre los escombros. Se detuvo un momento, frunciendo el ceño al examinar el supuesto cuerpo de Go Go. Aunque los fragmentos de su traje estaban allí, algo no cuadraba. Observó más de cerca y se dio cuenta de que el cuerpo… no era de ella. Algo en su interior le dio una chispa de esperanza. ¿Podría ser que ella…?

Antes de que pudiera decir algo, un débil grito rompió el silencio. Era un sonido casi ahogado, pero sin duda era un grito de dolor. Los ojos de Lincoln se abrieron, y, sin perder tiempo, siguió el sonido, guiado por una mezcla de intuición y esperanza. Tony, Thor y Dipper intercambiaron miradas sorprendidas y decidieron seguirlo.

Corrieron entre los escombros y el humo, hasta llegar a una esquina donde, entre montones de concreto caído y metal retorcido, yacía una figura familiar. Go Go Tamago estaba allí, apenas consciente y en muy mal estado. Su traje estaba destrozado, su brazo izquierdo parecía roto, y había múltiples cortes y moretones en su rostro. Pero estaba viva.

“¡Go Go!” gritó Lincoln, corriendo hacia ella y arrodillándose a su lado.

Go Go alzó la cabeza apenas, sus ojos luchando por enfocarse en su entorno. Su respiración era débil, pero al reconocer a Lincoln, intentó forzar una sonrisa.

“L-Lincoln… Pensé que… ya no quedaba nadie…” murmuró con dificultad.

Tony se inclinó, examinándola rápidamente. “Aguanta, Go Go. Te sacaremos de aquí. No vamos a dejarte sola.”

Thor colocó una mano en el hombro de Lincoln y luego miró a Tony. “Ella necesita ayuda médica ahora. No podemos arriesgarnos a que pierda más sangre.”

Lincoln tomó la mano de Go Go con suavidad. “Tranquila. Estás a salvo ahora. Hemos venido para ayudar a los que quedan… y no vamos a dejarte aquí.” Había una mezcla de ternura y determinación en su voz que le dio a Go Go un momento de calma en medio del dolor.

Con esfuerzo, Go Go trató de sentarse un poco, aunque sus heridas hacían que cada movimiento fuera una tortura. “San Fransokyo… ya no queda nada,” dijo entre jadeos. “Intentamos proteger la ciudad, pero los infectados eran demasiados… Hiro, Honey, Wasabi… todos… cayeron. Y Baymax…”

Un profundo dolor atravesó la voz de Go Go al mencionar a sus amigos caídos. Lincoln le dio un apretón a su mano, mostrándole que no estaba sola en su tristeza. Dipper, también afectado, apartó la mirada un momento, tratando de contener sus propias emociones.

“Lucharon hasta el final,” dijo Tony en voz baja, aunque firme. “Y vamos a hacer que ese esfuerzo valga la pena. Ellos dieron todo por proteger a otros… y nosotros continuaremos esa misión.”

Go Go asintió débilmente. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero trató de contenerlas, manteniendo la fortaleza que la caracterizaba. “No puedo creer que… realmente se hayan ido…”

Lincoln, con el rostro lleno de determinación, le respondió, “Sé lo que se siente perder a personas importantes, y sé que duele, Go Go. Pero necesitas aferrarte a lo que queda de esperanza. Necesitamos héroes como tú, ahora más que nunca.”

Thor levantó su martillo, observando el horizonte con seriedad. “El sacrificio de tus amigos no será en vano. Es hora de que juntemos fuerzas y hagamos retroceder a esta plaga oscura.”

Dipper, todavía impresionado por la situación, añadió, “Go Go, eres una sobreviviente. Has aguantado todo esto sola… eso muestra cuán fuerte eres. No te vamos a dejar atrás.”

Go Go respiró hondo, recuperando un poco de esa chispa de determinación que siempre la había distinguido. “Si todos ustedes están aquí… entonces no voy a darme por vencida. Si mis amigos no pudieron, entonces voy a continuar lo que ellos empezaron.”

Con cuidado, el equipo ayudó a Go Go a ponerse de pie. Tony la miró con una mezcla de respeto y dolor. “Nos aseguraremos de que llegues a un lugar seguro y de que puedas curarte. Pero si estás lista para seguir peleando cuando te recuperes… te vamos a necesitar en la próxima batalla.”

Go Go asintió. Sus heridas eran graves, pero su espíritu permanecía fuerte. Miró a Lincoln, Tony, Thor y Dipper, y vio en ellos la misma determinación que había impulsado a su equipo a pelear hasta el final.

“Por Hiro, Honey, Wasabi, Fred… y Baymax,” susurró Go Go, con una llama renovada en sus ojos. “No pienso rendirme.”

Mientras el grupo caminaba hacia el jet, Go Go, recuperándose un poco después de recibir ayuda de sus compañeros, habló en voz baja, como si estuviera recordando algo que le causaba miedo.

"Antes de… antes de que todo se fuera al infierno aquí en San Fransokyo, tuvimos que enfrentarnos a alguien que reconocí de inmediato. Era Storm… la mutante," comenzó a explicar, con una mezcla de angustia y horror en su voz. “Pero algo en ella estaba mal… se veía… diferente. No era la misma Storm que yo había conocido.”

Tony, al escuchar esto, frunció el ceño. "¿Diferente cómo? ¿Infectada?" preguntó, ya anticipando la respuesta, pero esperando que hubiera algo más que pudiera entender de la situación.

Go Go asintió con tristeza. "Sí… y no solo eso. Sus ojos… sus movimientos… era como si ya no tuviera control sobre sí misma, pero aún usaba sus poderes con una fuerza y precisión aterradoras. Fue peor de lo que habíamos imaginado. Ella era una tormenta sin piedad, atacando sin descanso, arrasando con cualquiera que estuviera a su paso."

Lincoln, procesando sus palabras, comentó en voz baja, "Storm es un mutante de nivel Omega, alguien con poder suficiente para manipular el clima de maneras que casi ningún otro podría resistir. Si fue infectada, y está usando sus poderes sin control… eso debe haber sido una pesadilla."

Go Go apretó los puños, aún temblando un poco al recordar. "Lo fue. La vimos manipular tornados, rayos… incluso hizo que el aire a nuestro alrededor fuera casi irrespirable. Nos dispersó en cuestión de segundos. Baymax y yo intentamos detenerla, pero… simplemente no pudimos con ella."

Thor asintió con seriedad, entendiendo la gravedad de la situación. "Conozco bien el poder de controlar el clima. La furia de una tormenta en manos de alguien fuera de control puede ser devastadora. Storm, con su habilidad, es casi una fuerza de la naturaleza. Pelear contra ella, ya infectada, es enfrentar algo más allá de lo que un simple héroe podría manejar solo.”

Dipper miró a los demás, impactado. "Eso significa que esta infección no solo afecta a los héroes y los convierte en monstruos, sino que también conserva sus poderes… Incluso los potencia, si es el caso de alguien como Storm. Si ella puede causar semejante destrucción sin control, entonces cualquier ciudad donde aparezca… está en peligro inminente."

Go Go asintió lentamente. "Por eso San Fransokyo no tuvo una oportunidad. Ella barrió con todo, creando tormentas y relámpagos. La gente intentó correr, esconderse… pero era inútil. Estaba atrapada en su propia furia, y no podía, o no quería, detenerse. Después de un punto, supimos que ya no había forma de contenerla. Era como una furia desatada."

Tony suspiró, golpeado por la realidad de la situación. "Si Storm está infectada, entonces ya no solo estamos enfrentando una amenaza física; estamos enfrentando algo que podría destruir ciudades completas en cuestión de minutos. Necesitamos idear una forma de neutralizar a personas con poderes de ese nivel… antes de que acaben con el mundo entero.”

Go Go miró a Tony, sus ojos llenos de tristeza pero también de determinación. "Sé que será difícil. Pero si vamos a pelear… y vamos a intentar detener esto, no puedo quedarme atrás. Si Storm hizo lo que hizo aquí… no puedo permitir que esto continúe en otra ciudad."

Lincoln colocó una mano en el hombro de Go Go y le dio una mirada comprensiva. "Estamos en esto juntos. Sé que esta situación es de las más difíciles, pero pelearemos. No dejaremos que las vidas de tus amigos y de todos los héroes que hemos perdido se pierdan en vano."

Go Go asintió, tratando de contener las lágrimas. “Por ellos… y por todos los que aún quedan. Vamos a seguir adelante.”

En ese momento, un cambio repentino y brutal en el clima los rodeó. Los cielos, que hasta entonces se mantenían oscuros y nublados, se volvieron aún más densos y cargados, como si la misma atmósfera estuviera siendo manipulada con una intención feroz. El aire se volvió pesado, y una serie de truenos resonaron en la distancia, acercándose rápidamente. Una tensión palpable se apoderó del lugar, y un escalofrío recorrió a todos los presentes.

Go Go, sintiendo el cambio en el ambiente, dio un paso atrás, llena de temor, y murmuró con voz temblorosa, "Es… es ella. Está aquí."

Esa simple afirmación puso a todos en máxima alerta. Tony inmediatamente activó su armadura, con su visor desplegado y sus repulsores listos para disparar. Lincoln, a su lado, adoptó una postura defensiva, sus sentidos agudizándose mientras su forma de Antivenom se preparaba para enfrentar lo que fuera que se aproximaba. Thor, al escuchar el trueno, ajustó el agarre en su martillo Mjolnir, con una expresión de determinación en su rostro.

Dipper, aunque asustado, hizo todo lo posible por mantener la calma, observando el entorno en busca de alguna señal clara de su ubicación. "¿De dónde viene? ¿Podemos prepararnos o…?”

"No," interrumpió Go Go, el miedo evidente en su rostro mientras miraba hacia el cielo. "Si sigue infectada, estará completamente fuera de control. Usará el clima en su máxima intensidad para sembrar el caos… y puede que ni siquiera esté pensando como solía hacerlo."

Thor miró a Go Go y al resto del equipo. "Si Storm es quien ha traído esta tormenta, debemos estar preparados para enfrentarnos a uno de los seres más poderosos del

Tony, con su voz modulada a través de la armadura, se giró rápidamente hacia Lincoln y le dio una orden firme: "Lincoln, llévate a Go Go de aquí. Llévala al jet y asegúrate de que esté a salvo. Nosotros nos ocuparemos de Storm."

Lincoln, aunque quería quedarse y pelear junto a ellos, asintió al ver la gravedad en los ojos de Tony. Se acercó a Go Go, quien estaba visiblemente agotada y herida. "Vamos, Go Go. Te llevaré al jet. No te preocupes, estarás a salvo."

Go Go, aún tambaleante, lo miró con una mezcla de alivio y tristeza. "Gracias, Lincoln... pero, por favor, tengan cuidado. Esa cosa... esa Storm ya no es quien solía ser. Es... repugnante." Sus palabras reflejaban el horror que había experimentado enfrentándola antes, y su voz se quebraba mientras intentaba mantenerse fuerte.

Mientras Lincoln la ayudaba a caminar, miró hacia Storm, ahora claramente visible en la distancia. Su apariencia había cambiado drásticamente. Su piel mostraba signos de descomposición, con venas ennegrecidas que recorrían su cuerpo como raíces podridas. Sus ojos, antes intensos y llenos de vida, ahora eran dos orbes vacíos y oscuros, brillando con una luz que parecía provenir de algún lugar profundamente corrompido. Su cabello blanco, normalmente flotando con gracia, se veía desordenado y sucio, y alrededor de ella había una especie de aura maligna que distorsionaba el aire, haciéndolo más pesado y opresivo.

Mientras Lincoln y Go Go se alejaban, Thor dio un paso adelante, sosteniendo firmemente a Mjolnir. "Esta no es la Storm que conocimos. Esto es una abominación, una sombra de lo que fue. Y si debemos acabar con esta tormenta, que así sea."

Dipper, a su lado, tragó saliva y sacó un viejo amuleto que había traído para protección, con la esperanza de que sirviera de algo contra el poder de Storm. "Tony, ¿estás seguro de que podemos detenerla? Esto… esto es más grande de lo que pensábamos."

Tony observó a Storm con frialdad. "No tenemos otra opción, Dipper. Es detenerla aquí o poner en peligro al mundo entero. Haremos lo que sea necesario."

Mientras Lincoln y Go Go se acercaban al jet, el viento aullaba a su alrededor, y cada paso que daban parecía que el suelo mismo estaba retumbando bajo sus pies. Al llegar, Lincoln la ayudó a sentarse en el interior del jet, asegurándose de que tuviera un poco de agua y algo de primeros auxilios. "Quédate aquí, Go Go. Estás segura aquí. Ahora voy a volver para ayudar."

Go Go lo tomó del brazo antes de que pudiera salir. "Lincoln... prométeme que volverás. No... no podemos perder a más personas. No después de todo lo que hemos pasado."

Lincoln, con una determinación silenciosa en sus ojos, le sonrió débilmente. "Te lo prometo, Go Go. Esto aún no termina. Volveré... y Storm no va a ganar esta vez."

Con esas palabras, salió del jet, cerrando la puerta y preparándose para volver con Tony, Thor y Dipper.

Mientras Lincoln cargaba cuidadosamente a Go Go en sus brazos, en estilo princesa para mantenerla cómoda y evitar que sus heridas se agravaran, en la distancia se escuchaban los estruendos de la batalla que había comenzado entre el equipo y la aterradora versión de Storm.

Dipper, respirando profundamente y enfocando toda su energía, cerró los ojos y levantó las manos. A través de sus poderes psíquicos, intentó penetrar la mente de Storm, buscando debilitar sus defensas o al menos ralentizar sus movimientos. Sin embargo, al entrar en su mente, encontró un vacío oscuro y caótico, lleno de fragmentos de recuerdos y emociones distorsionadas, producto de la infección. La tormenta psíquica dentro de ella era tan intensa que, incluso para Dipper, resultaba casi insoportable.

“¡No... no hay rastro de la Storm que conocimos! Es como si su mente estuviera completamente... devastada,” gritó Dipper, apretando los dientes y esforzándose por mantener el enlace. Sin embargo, cada segundo dentro de la mente de Storm era una prueba, sintiendo como su energía mental era drenada a medida que luchaba contra su aura corrupta.

Thor no dudó un segundo y, alzando a Mjolnir, generó una explosión de rayos que atravesó el cielo y golpeó directamente a Storm, quien apenas parecía inmutarse, su cuerpo oscuro absorbiendo gran parte de la energía. La mutante infectada levantó las manos, invocando una ráfaga de viento y relámpagos que lanzaron a Thor hacia atrás, chocando contra una pared destrozada. Sin embargo, el dios del trueno se levantó rápidamente, su determinación inquebrantable.

“¡No te dejaremos ganar, criatura corrupta!” gritó Thor, volviendo a cargar hacia ella con el martillo envuelto en energía, mientras Tony lanzaba un rayo láser desde su armadura que impactó en el costado de Storm.

Mientras tanto, Lincoln intentaba llevar a Go Go al refugio más cercano. Aunque se esforzaba en mantener su atención en ella, cada explosión y rugido de la batalla le recordaba que sus amigos estaban arriesgando todo contra un enemigo casi imparable.

Go Go, consciente del esfuerzo de Lincoln, le susurró con voz entrecortada, “Lamento que te... haya arrastrado a esto. Storm es... algo que nunca debimos enfrentar. Pero sé que… tú y tus amigos… pueden lograrlo.”

Lincoln, sin dejar de correr, le sonrió con determinación. “Vamos a sobrevivir, Go Go. Lo prometo. Nadie más caerá mientras yo esté aquí.”

Al escuchar las palabras de Lincoln, Go Go no pudo evitar sentirse sorprendida. En medio de todo el dolor y el caos, aquellas palabras tan sinceras y llenas de determinación hicieron que su corazón latiera un poco más rápido. Un ligero rubor apareció en sus mejillas mientras lo miraba de reojo, notando una faceta de él que rara vez había visto: ese lado protector, valiente y tan decidido que casi parecía una versión de él mucho más madura.

Aunque su estado era delicado y el dolor era constante, Go Go se permitió un momento de vulnerabilidad. "Lincoln... No sabía que... tenías este lado tan... valiente," dijo, tratando de no parecer demasiado afectada, aunque sus palabras delataron cierta admiración.

Lincoln le lanzó una mirada rápida, con una mezcla de sorpresa y una pequeña sonrisa tímida. “Es algo que… sale cuando estoy con personas importantes para mí,” respondió, sin perder el paso. Sus palabras tenían un tono genuino, sin ninguna pretensión.

Go Go bajó un poco la mirada, intentando disimular lo que sentía en ese instante, pero el calor en sus mejillas seguía presente. A pesar del horror y la devastación a su alrededor, en ese momento, hubo una conexión silenciosa entre ambos, un entendimiento que no necesitaba más palabras. Ella podía sentir la sinceridad en cada paso que daba Lincoln para ponerla a salvo.

“Solo… prométeme que no harás algo estúpido allá afuera,” susurró Go Go, intentando sonar seria, pero su voz tenía un matiz suave.

Lincoln asintió, respondiendo con una calidez en la voz que parecía reconfortarla. "Prometido, Go Go. Esto no ha terminado, y haré todo lo posible para asegurarme de que todos regresen a salvo."

Ambos compartieron una última mirada antes de que él la acomodara cuidadosamente en el jet. Aún con el ruido de la batalla de fondo, ese pequeño instante entre ellos le dio a Lincoln una motivación renovada, una fuerza interna que sabía que necesitaría en los momentos que estaban por venir.

Dipper, Tony y Thor estaban concentrados en mantener a Storm bajo control. La batalla era feroz, y aunque sus esfuerzos habían logrado contener a la mutante, el aire estaba cargado de tensión. Storm había demostrado ser una oponente formidable, su poder de controlar las tormentas desatando relámpagos y vientos huracanados que casi les hacía difícil mantener la posición. Dipper utilizaba su poder psíquico para intentar controlar los movimientos de Storm, mientras Tony lanzaba ataques precisos con su traje de Iron Man, y Thor desataba su poderoso martillo, Mjolnir, para desviar los ataques más destructivos.

“¡No podemos dejar que se escape!” gritó Tony, intentando coordinar el esfuerzo. “¡Dipper, usa tus poderes para mantenerla quieta mientras Thor y yo atacamos!”

Dipper asintió, enfocando toda su energía en una esfera psíquica que envolvía a Storm. El esfuerzo era extenuante, y su frente se llenó de sudor mientras luchaba por mantenerla a raya. “¡La tengo! ¡No la dejen escapar!” dijo, su voz temblando por la tensión.

Thor, con su poderosa presencia, levantó su martillo. “Por Asgard y Midgard, no dejaré que esta criatura haga más daño,” declaró con determinación, lanzando un rayo hacia Storm que la golpeó de lleno. Sin embargo, en lugar de rendirse, Storm parecía enfurecerse aún más, sus ojos resplandecían con un poder oscuro y maligno.

De repente, un rugido ensordecedor resonó a través de la ciudad, haciendo que todos los que estaban en la batalla se detuvieran. Era un sonido aterrador, uno que helaba la sangre de cualquier héroe que lo escuchara. El rugido inconfundible de Hulk, pero no era el Hulk que todos conocían. Este era un monstruo descontrolado, una sombra de lo que alguna vez fue, y la mención de su nombre enviaba escalofríos a lo largo de sus espinas.

“¡No puede ser!” murmuró Tony, su voz llena de pánico. “¡Hulk está suelto!”

“¡Debemos actuar rápido! Si Hulk llega aquí, todos estamos perdidos,” dijo Dipper, su expresión mezclando determinación y temor. Sabía que no estaban listos para enfrentar a Hulk, especialmente no en su estado actual.

El sonido del caos se acercaba, y con cada segundo, el rugido se volvía más intenso, acompañado de estruendos que anunciaban su devastación. Los tres héroes intercambiaron miradas, conscientes de que la situación había escalado a niveles incontrolables.

“¡Concentraos! No podemos permitir que Storm se escape mientras Hulk se dirige aquí,” ordenó Thor, ajustando su agarre en Mjolnir. “Si conseguimos neutralizar a Storm, podremos dividir nuestras fuerzas para enfrentar a Hulk.”

Mientras Storm luchaba contra el control de Dipper, su rostro estaba distorsionado por el odio. “No saben con quién están tratando,” gritó, y en un instante, las nubes oscuras sobre ellos se intensificaron, llenándose de rayos que amenazaban con caer en cualquier momento.

Tony, incapaz de ignorar el rugido de Hulk, miró a sus compañeros y exclamó, “¡Esto no puede seguir así! Necesitamos una estrategia, y rápido. Si Hulk llega aquí, no habrá vuelta atrás.”

La situación se tornó más desesperada, y un escalofrío recorrió la espalda de Dipper. “Si logramos acabar con Storm, podríamos… podríamos tener una oportunidad. Pero debemos hacerlo rápido, antes de que Hulk llegue aquí y arrase con todo.”

Justo cuando estaban a punto de decidir su siguiente movimiento, un nuevo rugido resonó por la ciudad, más cerca esta vez. La tierra temblaba, y el sonido de pasos pesados se acercaba a medida que el monstruo verde avanzaba a través de la destrucción, dejando un rastro de caos a su paso.

“¿Estás listo para lo peor?” preguntó Tony, preparándose para lo inevitable.

“Siempre,” respondió Thor, levantando su martillo con determinación, mientras Dipper se concentraba intensamente en su poder, intentando mantener a Storm bajo control por un poco más.

La tensión se palpaba en el aire. Sabían que la llegada de Hulk marcaría el inicio de una batalla aún más intensa, y el tiempo se estaba acabando.

El aire estaba cargado de tensión cuando la figura colosal de Hulk emergió de entre las sombras, sus pasos resonando como truenos sobre el suelo. Todos los presentes se detuvieron, asombrados y aterrados a la vez. Aquella no era la imagen del héroe que habían conocido; era una manifestación de pura furia, con sus músculos tensos y su rostro contorsionado en una mueca de rabia.

Con un rugido que sacudió el ambiente, Hulk se lanzó hacia Storm, que apenas podía mantenerse en pie. El caos de la batalla se detuvo por un momento, y todos los presentes contuvieron la respiración. “¡Yo soy el único que puede comer aquí!” gritó Hulk, y con un movimiento feroz, lanzó un poderoso puñetazo hacia Storm.

El impacto fue devastador. Storm, atrapada en el aire de su propia tormenta, fue golpeada con tal fuerza que el sonido de su cuerpo chocando contra el suelo resonó como una explosión. El viento se detuvo, y un silencio sepulcral cayó sobre el lugar. Storm quedó inmóvil, sus ojos cerrados, y su cuerpo, antes lleno de poder, ahora yacía destrozado y derrotado. Una mezcla de polvo y escombros la cubría, y sus compañeros sintieron una punzada de horror al darse cuenta de que su amiga, una de las mutantes más poderosas, había caído.

Hulk se quedó mirando a Storm, su respiración pesada y su pecho subiendo y bajando, como si la energía de su furia todavía estuviera en plena ebullición. A medida que el silencio se instalaba, sus ojos verdes se volvieron hacia Dipper, Tony y Thor, llenos de una amenaza latente que hacía que cada uno de ellos se sintiera pequeño y vulnerable.

Con un rugido bajo, Hulk dejó escapar un aliento de desafío. “¿Quién es el siguiente?” Su voz retumbó en el aire, resonando con la fuerza de una tormenta. El significado de su declaración se cernía sobre el grupo como una sombra oscura. Había dejado claro que no tenía intención de detenerse ahí. Su furia, desatada y sin control, los colocaba a todos en la mira de su próxima víctima.

Dipper, aún tratando de procesar lo que acababa de suceder, sintió que su corazón latía a mil por hora. “Esto… esto no puede estar pasando,” murmuró, sin poder apartar la mirada de la escena aterradora. “Hulk… él… él no es el mismo.”

Tony, que había estado tratando de mantener la calma, se giró hacia Thor, buscando respuestas. “¿Qué hacemos ahora? No podemos dejar que esto continúe. Si no detenemos a Hulk, se volverá contra nosotros.”

“Debemos intentar hablar con él,” respondió Thor, su tono grave. “Quizás aún hay un rayo de razón en su interior. Tal vez podamos hacerlo volver a la normalidad.”

Pero Dipper sabía que era una tarea monumental. “¿Y si no podemos? ¿Y si Hulk nos ve como la siguiente amenaza?” Su mente corría a mil por hora, buscando una solución.

Hulk, al ver la incertidumbre en los ojos de sus amigos, pareció irritarse aún más. Con un rugido que resonó a través de la devastación, levantó un brazo, listo para lanzar otro ataque. La determinación y la locura en su mirada hacían que todos se sintieran impotentes.

“¡Detente, Hulk!” gritó Tony, levantando las manos en un gesto de rendición. “No somos tus enemigos. Necesitamos tu ayuda, ¡no que te conviertas en nuestro enemigo!”

Pero las palabras no alcanzaron a llegar a Hulk, cuya mente estaba nublada por la rabia. La idea de que pudiera haber una solución pacífica se desvanecía rápidamente.

“Debemos actuar rápido,” dijo Thor, mirando a Dipper con seriedad. “Si Hulk no responde, tendremos que intervenir. Tal vez haya algo en su mente que todavía reconozca a sus amigos. Tal vez haya un pequeño vestigio de Bruce que aún pueda salir a la superficie.”

Dipper sintió una oleada de determinación. “Voy a intentar usar mis poderes para llegar a él. Tal vez pueda tocar algo de su humanidad, algo que lo traiga de vuelta a la realidad.”

Tony asintió, confiando en su compañero. “Hazlo rápido. No tenemos mucho tiempo antes de que Hulk pierda por completo el control.”

Con un susurro de determinación, Dipper se concentró, su mente conectándose con las corrientes de energía que rodeaban a Hulk. A medida que su poder psíquico crecía, comenzó a tratar de abrir una vía de comunicación, buscando la humanidad que una vez había estado en el corazón de aquel monstruo.

“¡Hulk!” gritó, su voz resonando en el aire. “¡Escúchame! ¡Tú no eres un monstruo! ¡Recuerda quién eres! ¡Eres Bruce Banner, el héroe que todos conocemos y amamos!”

Las palabras de Dipper flotaron en el aire, y el efecto fue inmediato. Hulk se detuvo en seco, su cuerpo tembló y su mirada se nubló momentáneamente. Dipper pudo ver cómo la lucha interna comenzaba a manifestarse en el rostro del gigante. Un destello de confusión cruzó su mirada, y el rugido de rabia se convirtió en un gruñido de duda.

“Bruce…” murmuró Hulk, como si su nombre fuera un eco lejano en su mente. Dipper se aferró a esa oportunidad, usando su poder para intentar conectar más profundamente.

“¡Recuerda, Hulk! ¡Recuerda quién eres! No dejes que la rabia te consuma. Hay personas que te necesitan. ¡Tus amigos están aquí para ayudarte!”

Mientras la lucha interna continuaba, la atmósfera se tornó más densa. Dipper sabía que estaba a punto de alcanzar el punto de quiebre. ¿Podría salvar a Hulk antes de que la locura lo devorara por completo, o sería demasiado tarde?

El tiempo parecía detenerse mientras todos en la escena esperaban, llenos de esperanza y temor, esperando que el héroe que habían conocido una vez regresara a la luz. La batalla no había terminado, y el destino de todos pendía de un hilo.

El aire estaba impregnado de una tensión palpable mientras Dipper intentaba alcanzar la humanidad que aún quedaba en Hulk. Con cada palabra que pronunciaba, se aferraba a la esperanza de que el héroe que una vez conoció pudiera volver. Sin embargo, la transformación de Hulk era más profunda de lo que todos habían imaginado.

De repente, la mirada de Hulk cambió, y la confusión que había empezado a asomarse en sus ojos se desvaneció, dejando lugar a una rabia indescriptible. Como un rayo, se abalanzó sobre Dipper, que apenas tuvo tiempo de reaccionar. Las esperanzas de todos se desmoronaron en un instante.

“¡Dipper, cuidado!” gritó Tony, pero era demasiado tarde.

Hulk se acercó a Dipper con una velocidad impresionante, y en un abrir y cerrar de ojos, lo sometió con su gigantesca mano, agarrándolo con una fuerza que podría aplastar acero. Dipper sintió cómo la presión aumentaba, y el pánico se apoderó de él. Su mente apenas podía procesar lo que estaba sucediendo.

“¡Hulk, no! ¡Soy tu amigo!” intentó gritar Dipper, pero el sonido se quedó atrapado en su garganta.

Con un rugido ensordecedor, Hulk abrió su boca y mordió con ferocidad el hombro y el cuello de Dipper. El horror llenó los ojos de todos los presentes al ver cómo la carne era desgarrada, y un grito de dolor resonó en el aire, seguido del sonido escalofriante del metal de la armadura de Dipper desgarrándose bajo la fuerza bruta del monstruo.

“¡NO!” gritó Thor, furioso. “¡Suéltalo, Hulk!”

Tony estaba paralizado por el terror, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. “¡No, no, no!” murmuró, su voz quebrada mientras se movía para ayudar a su amigo.

Pero la escena era caótica; Dipper estaba en el suelo, atrapado en la fuerza imparable de Hulk, quien parecía completamente poseído por la rabia. La furia de Hulk lo había consumido por completo, dejando atrás cualquier rastro de la bondad que una vez existió en él.

Los gritos de horror resonaron entre los demás héroes, que no podían creer lo que sus ojos estaban presenciando. La desesperación se apoderó del grupo mientras veían cómo Dipper, un chico con tanto potencial y valentía, era herido de esa manera brutal.

“¡Hulk, escúchame! ¡No eres un monstruo!” gritó Tony, al borde de la desesperación. “Recuerda quién eres, Bruce. ¡Esto no es lo que quieres!”

Pero Hulk no parecía escuchar. La rabia lo había nublado por completo, y el terror en los ojos de Dipper no hizo más que alimentarla. Con cada mordida, la sangre manaba, y el horror de la situación se extendía como una sombra oscura sobre todos los que estaban allí.

“¡Thor, necesitamos detenerlo!” exclamó Tony, su voz llena de impotencia. “No podemos dejar que esto continúe. ¡Debemos hacer algo!”

Thor, aún sin poder procesar el horror que acababa de suceder, se armó de valor. “No tengo otra opción,” dijo, su mirada fija en Hulk. Con su poderoso martillo en mano, avanzó, dispuesto a enfrentarse al monstruo que había sido su amigo.

“¡HULK!” gritó Thor con toda la fuerza de su voz, tratando de romper la neblina de furia que envolvía al gigante. “¡Regresa a nosotros! ¡No dejes que la rabia te consuma!”

Pero Hulk estaba lejos de ser razonable. En su mente, solo había oscuridad y destrucción. Y mientras sus compañeros luchaban con la tristeza y el horror, sabían que debían actuar rápido, antes de que todo se perdiera para siempre. La lucha no solo era por Dipper, sino por la humanidad de Bruce, la esperanza que aún existía en lo profundo de su ser.

Antes de que Thor pudiera hacer un movimiento, una sombra oscura apareció de repente, un movimiento veloz que dejó a todos atónitos. Lincoln, transformado en Antivenom, llegó como un torbellino, su forma negra y blanca brillando con una intensidad amenazadora. Había estado observando la escena desde una distancia prudente, sintiendo la desesperación y el horror que envolvían el aire, y sabía que no podía permitir que Dipper sufriera más.

Con un rugido que resonó como un trueno, Lincoln se lanzó hacia Hulk, su cuerpo impulsado por una fuerza sobrenatural. “¡No! ¡Esto se acaba aquí!” gritó, con una voz distorsionada por su transformación. En su mente, ya había aceptado la verdad: lo que estaba delante de él no era el amigo que había conocido, sino un monstruo hambriento, dominado por la brutalidad.

Con agilidad felina, Antivenom atacó a Hulk, lanzando una serie de golpes devastadores. Cada golpe era un recordatorio de la lucha interna que tenía lugar en el corazón de Lincoln; el amigo que una vez conoció estaba perdido, y tenía que enfrentarse a la criatura que había tomado su lugar. Con cada golpe, la furia de Lincoln crecía, canalizando su propia tristeza y desesperación en ataques que buscaban liberar a Dipper de la horrible situación en la que se encontraba.

Hulk, sorprendido por el repentino ataque, giró su cabeza hacia Lincoln, sus ojos llenos de una confusión de rabia y hambre. En ese instante, la mirada de Hulk se tornó en una mezcla de furia y sorpresa. “¡Suel...ta...!” fue lo único que pudo balbucear, su mente agitada entre las sombras.

Lincoln no se detuvo. Con una serie de movimientos rápidos, comenzó a golpear a Hulk, aprovechando su agilidad y fuerza. Su forma de Antivenom le otorgaba una resistencia excepcional, y con cada golpe, el monstruo retrocedía, incapaz de contener la fuerza combinada de la rabia de Lincoln y la desesperación de la situación.

“¡No eres él! ¡Eres solo un monstruo ahora!” gritó Lincoln, su voz resonando con una mezcla de dolor y determinación. Sabía que no podía volver a ser el Bruce que conocía, que había cambiado irrevocablemente. No había tiempo para las palabras suaves; el tiempo para el duelo había pasado. Tenía que actuar.

A medida que la pelea se intensificaba, Lincoln comenzó a lanzar una serie de ataques que buscaban debilitar a Hulk, sin olvidar que su objetivo principal era liberar a Dipper de su feroz agarre. “¡Dipper, resiste! ¡Voy a sacarte de aquí!” le gritó, aunque sabía que el tiempo corría en su contra.

Hulk, enfurecido, trató de recuperar el control, pero cada golpe de Lincoln era un recordatorio de su nueva realidad. Era un ser imparable, un monstruo devorador de carne, y en su mente solo había lugar para el hambre. Sin embargo, Lincoln se negaba a rendirse. Con cada golpe, cada ataque, estaba buscando no solo salvar a Dipper, sino también recuperar la humanidad que se había perdido.

Finalmente, después de un intercambio de golpes salvajes, Lincoln logró golpear a Hulk con una fuerza descomunal, empujándolo hacia atrás, justo lo suficiente como para liberar a Dipper de su agarre mortal. El joven cayó al suelo, dolorido pero vivo, mientras el impacto del ataque de Lincoln hizo tambalear a Hulk.

“¡Dipper, ven aquí!” ordenó Lincoln, su voz resonando con urgencia. A pesar del caos, había un destello de determinación en sus ojos. Sabía que debían actuar rápidamente, antes de que Hulk pudiera recuperarse. “¡Necesitamos salir de aquí, ahora!”

Mientras Lincoln se enfrentaba a la bestia, el resto del equipo se reagruparía rápidamente, cada uno consciente de que tenían que dejar atrás lo que alguna vez fue y concentrarse en la lucha por el futuro. En ese momento, la batalla no era solo por sus vidas, sino también por el recuerdo de quienes habían caído, y por los que aún luchaban por mantener su humanidad en medio del horror.

La atmósfera estaba cargada de tensión, el aire temblando con la inminente confrontación. Después de que Lincoln lograra liberar a Dipper de las garras de Hulk, Thor se lanzó hacia el monstruo con una determinación renovada. Con el rayo acumulándose en su martillo, Mjolnir brillaba intensamente mientras el dios del trueno preparaba su ataque.

“¡Hulk, escucha!” gritó Thor, su voz resonando con fuerza, “¡No eres un monstruo! ¡Eres un héroe!” Pero la única respuesta que recibió fue un rugido ensordecedor de Hulk, que continuaba sumido en su furia. Thor no podía esperar más.

Con un movimiento rápido, Thor arrojó Mjolnir hacia Hulk, el martillo volando como un proyectil iluminado por la tormenta. El impacto fue brutal; Mjolnir chocó contra la cabeza de Hulk, haciéndolo tambalear, aunque no lo suficiente como para detener su ataque. Sin embargo, ese momento de distracción fue todo lo que Lincoln necesitaba para seguir atacando.

“¡Dipper, mantente cerca!” le dijo Tony Stark mientras se acercaba a su amigo, quien aún estaba lidiando con el horror de lo que había presenciado. “¡Necesitas recuperarte! Vamos, tienes que levantarte.” Con una mano en su hombro, Tony activó la armadura que le proporcionaba apoyo.

Dipper miró a Tony, sus ojos aún llenos de temor, pero la voz de su amigo lo ayudó a enfocarse. “¿Qué... qué está pasando?” Dipper murmuró, tratando de reunir sus pensamientos. La lucha interna en su mente comenzaba a disiparse, al menos un poco.

“Es Hulk,” respondió Tony, observando cómo Thor y Lincoln intentaban contener al monstruo. “Ha perdido el control. Debemos encontrar una manera de detenerlo, o va a causar más destrucción.”

Con su energía recuperada, Dipper se puso de pie. “No puedo dejar que esto continúe,” declaró, el miedo en sus ojos reemplazado por determinación. “Hulk era uno de los nuestros.”

Mientras tanto, la pelea entre Thor y Hulk se intensificaba. Thor se movía ágilmente, esquivando los poderosos golpes de Hulk, mientras lanzaba ataques de relámpagos que iluminaban la escena. “¡Esto es por ti, Bruce! ¡Vuelve a nosotros!” exclamó Thor mientras lanzaba un puñetazo cargado de electricidad hacia el abdomen de Hulk, quien apenas retrocedió.

Hulk, cada vez más frenético, respondió con un grito ensordecedor y un golpe devastador que hizo temblar el suelo. Lincoln, al ver esto, se lanzó al ataque nuevamente, utilizando su velocidad y agilidad para rodear a Hulk y confundirlo. “¡Sigue así, Thor! ¡Debemos encontrar una manera de sacarlo de esta!” gritó Lincoln, mientras se preparaba para un nuevo asalto.

Dipper, ahora recuperado, decidió unirse a la pelea. “Voy a ayudar,” dijo mientras se enfocaba en Hulk. Utilizando su poder psíquico, extendió su mano, intentando controlar a la bestia. Un destello de energía azul emanó de su cuerpo, buscando penetrar en la mente de Hulk y encontrar el resto del Bruce Banner que conocían.

“¡Bruce, por favor, lucha contra esto! ¡Recuerda quién eres!” Dipper gritó, concentrando todo su poder. Pero Hulk, desbordando de rabia y hambre, no escuchaba. Cada golpe que Thor lanzaba parecía solo avivar más la furia del monstruo.

Con un rugido, Hulk se giró de repente, enfocándose en Dipper, quien había intentado entrar en su mente. “¡No! ¡No te acerques!” gritó Lincoln mientras se lanzaba hacia Dipper, bloqueando la trayectoria de Hulk.

“¡Es ahora o nunca!” dijo Tony, activando la armadura para ofrecer apoyo a su equipo. Juntos, necesitaban encontrar una manera de devolver a Bruce a su forma original, y con cada segundo que pasaba, la situación se hacía más crítica. Mientras los tres se preparaban para enfrentar la furia de Hulk, la batalla apenas comenzaba, y con ella, la esperanza de recuperar al amigo que habían perdido.

La tensión en el aire era palpable mientras la batalla se intensificaba. Thor, sintiendo que la única opción era acabar con la amenaza que representaba Hulk, concentró toda su energía en Mjolnir. Con un rugido que resonó por todo el campo de batalla, levantó su martillo, llamando a la tormenta, que comenzó a oscurecer el cielo.

“¡Esto es por todos los que han caído!” gritó Thor, canalizando su poder en un solo golpe devastador. “¡No hay vuelta atrás!”

Dipper, consciente de la gravedad de la situación, continuó aplicando su poder psíquico para mantener a Hulk contenido. “¡Lincoln, ahora!” ordenó Dipper, mientras la presión sobre Hulk aumentaba. Lincoln asintió, decidido a actuar.

El gigante verde luchaba contra la energía que lo mantenía prisionero, sus músculos tensándose en un esfuerzo por liberarse. Pero la furia en su interior era demasiado poderosa. “¡Bruce, no te rindas!” gritó Lincoln, pero sabía que esto era una batalla que no podían ganar sin tomar medidas drásticas.

Con un movimiento preciso, Thor lanzó Mjolnir directamente hacia Hulk. El impacto fue brutal, y el trueno resonó mientras la energía del rayo atravesaba el aire. Hulk fue alcanzado con una fuerza devastadora, una explosión de energía que sacudió el suelo.

Dipper sintió la ola de energía, pero no retrocedió. Se esforzó al máximo para mantener su poder, asegurándose de que Hulk no pudiera levantarse. “¡No podemos permitir que esto termine de otra manera!” exclamó, sintiendo el sudor caer de su frente.

El rayo impactó, y con ello, la furia que había consumido a Hulk se desvaneció. El gigante cayó de rodillas, el suelo temblando a su alrededor. Sin embargo, en ese momento, la luz que emanaba de Mjolnir se intensificó. Thor sintió que el poder del trueno atravesaba su cuerpo, y en un instante, la tormenta se convirtió en una explosión de energía que envolvió a Hulk por completo.

“¡No, Bruce!” gritó Lincoln, pero ya era demasiado tarde. La energía liberada por Thor lo arrastró, y la transformación era irreversible. En medio del caos, Hulk fue finalmente eliminado, un grito desgarrador resonando en el aire, mientras la energía de Mjolnir lo consumía.

La pantalla se oscureció momentáneamente, y el eco del último grito de Hulk resonó en sus oídos. Dipper dejó escapar un suspiro de alivio mezclado con tristeza. Habían logrado lo que se proponían, pero a un alto precio.

Thor, exhausto y lleno de remordimientos, bajó el martillo. “Lo siento, amigo,” murmuró, sintiendo el peso de la decisión. Lincoln se quedó parado, el vacío en su corazón amplificado por la pérdida.

“¿Lo hicimos bien?” preguntó dipper, su voz quebrada, mirando a Lincoln y a Thor. “¿Realmente era la única forma?”

“Era necesario,” afirmó Lincoln, pero las dudas lo asaltaron. “No teníamos otra opción. Era él o todos nosotros.”

En ese momento, la carga de la decisión cayó sobre ellos. Habían salvado a muchos, pero a un costo que nadie podría olvidar. El eco de sus gritos y la devastación que dejaron atrás marcarían sus recuerdos para siempre.

Dipper se encontraba en el suelo, su cuerpo temblando incontrolablemente, la sangre brotando de su boca como un oscuro presagio de lo que estaba por venir. Los ojos de Lincoln se llenaron de horror al darse cuenta de que su amigo estaba sufriendo, luchando contra una infección que parecía imbatible.

“¡Dipper, por favor!” gritó Lincoln, acercándose a su amigo con desesperación. “No te rindas. ¡Estoy aquí contigo!”

Dipper levantó la mirada, sus ojos llenos de tristeza y miedo. “Lincoln… no puedo. Ya es demasiado tarde para mí. La infección me ha alcanzado. No quiero hacerte daño… ni a nadie más.”

“No, Dipper. No hables así,” dijo Lincoln, intentando mantener la voz firme. “Vamos a encontrar una manera de curarte. Juntos, como siempre.”

“Siempre he sido un luchador,” respondió Dipper, su voz temblorosa. “Pero esto… esto es diferente. No puedo dejar que esto se apodere de mí. No puedo dejar que lastime a los demás.” Con una resolución desgarradora, Dipper levantó su mano, concentrando su poder en su interior. “Si hay algo que puedo hacer, es detener esto aquí y ahora.”

“¡No! ¡No lo hagas!” gritó Lincoln, sintiendo cómo su corazón se rompía al ver a su amigo en ese estado. Pero Dipper ya había tomado su decisión. Un destello de energía brilló a su alrededor mientras sus ojos se llenaban de determinación. Sabía que su sacrificio podría ser la clave para salvar a los que aún quedaban.

“¡Lo siento, Lincoln!” exclamó Dipper, mientras liberaba su energía contra sí mismo. Una explosión de luz y sombras envolvió el campo de batalla, y en un instante, Dipper desapareció, dejando solo un eco de su valentía.

Lincoln se quedó paralizado, el horror y la tristeza apoderándose de él. “¡Dipper!” gritó, su voz resonando en el vacío que había dejado su amigo. “¡No, no, no!”

El silencio se apoderó del lugar. Todos los héroes, incluidos Thor y Tony, miraban atónitos, sintiendo el impacto de lo que acababa de suceder. El sacrificio de Dipper resonó como un trueno en el corazón de cada uno de ellos, y la desesperanza comenzaba a instalarse en sus mentes.

El narrador, desde las sombras de la narración, planteó una pregunta que resonaba en el aire: “En un mundo sumido en el caos, donde la infección había tomado el control, ¿había alguna forma de que todo volviera a la normalidad?”

Las calles estaban cubiertas de escombros y la devastación de las batallas se podía ver en cada rincón. La amenaza de los infectados seguía presente, mientras los héroes se aferraban a la memoria de sus caídos. El destino de la humanidad colgaba en un hilo, y en sus corazones, la esperanza comenzaba a desvanecerse. Pero en el fondo, la lucha por recuperar lo que se había perdido había apenas comenzado.

Fin del especial

Que les pareció las tres parte y la historia de este especial de halloween

Dejen a qui sus opiniones y ya sin más que decir hasta la próxima

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro