mundo zombie (especial de halloween parte 2)
La batalla entre Lincoln y Hulk se volvió cada vez más feroz. Cada golpe de Hulk resonaba como un trueno, y el suelo bajo sus pies temblaba con cada pisada del gigante verde. Lincoln, en su forma de Antivenom, esquivaba y contraatacaba con todas sus fuerzas, pero sabía que estaba frente a una bestia insaciable, un monstruo que había perdido todo rastro de humanidad.
“¡Hulk! ¡Detente!” gritó Lincoln, aunque sabía que sus palabras no llegarían a ningún lugar. Hulk no era más que una fuerza desatada, sus ojos inyectados en sangre y su rostro retorcido en una expresión de pura furia y hambre. Ya no quedaba nada de Bruce, ni de la inteligencia que solía controlar al gigante. Hulk era una bestia salvaje, un depredador con un apetito voraz.
Hulk soltó un rugido ensordecedor y lanzó un golpe brutal, uno que Lincoln apenas alcanzó a esquivar. “No puedo seguir así por mucho tiempo…” pensó Lincoln mientras saltaba hacia atrás, recuperando algo de espacio para intentar planear su siguiente movimiento. Pero Hulk no le daba ni un segundo de tregua; sus manos enormes y sus dientes rechinantes lo hacían parecer más una bestia que un héroe caído.
“Si esto sigue así, él terminará… devorándome también,” murmuró Lincoln, su respiración agitada. Cada vez que intentaba atacar, Hulk respondía con una furia desmedida, embistiéndolo sin parar. Lincoln podía sentir la presión de los golpes y la ferocidad de cada movimiento de Hulk. Su mente se tambaleaba entre la resistencia y el miedo.
En un intento desesperado, Lincoln lanzó una ráfaga de telarañas endurecidas para atrapar los brazos de Hulk y limitar sus movimientos. Sin embargo, el gigante verde rompió las ataduras como si fueran hilos delgados, sus gruñidos aumentaban mientras avanzaba hacia Lincoln. “No eres más que una presa para él ahora,” resonó una voz dentro de Antivenom, advirtiéndole de la gravedad de la situación.
“¡No voy a dejar que esto termine así!” gritó Lincoln, lanzándose hacia Hulk con todas sus fuerzas. Intentó golpearlo en el rostro, buscando puntos débiles, pero Hulk apenas lo sintió. Al contrario, el golpe solo hizo que Hulk rugiera con más furia, lanzando un contraataque que casi envió a Lincoln volando.
El cansancio comenzaba a pesar sobre Lincoln, y con cada segundo, Hulk parecía volverse más imparable. “No hay razonamiento, no hay diálogo… Solo hambre.” Lincoln pudo ver en sus ojos la oscuridad de una mente completamente perdida.
“¿Es esto todo lo que queda de Hulk? ¿De Bruce?” pensó, sintiendo una mezcla de tristeza y determinación. Pero no podía rendirse. Hulk avanzaba, sus gruñidos escalofriantes llenando el silencio mientras sus puños destrozaban el suelo y todo lo que encontraba a su paso.
En un último intento, Lincoln canalizó toda la energía de Antivenom, reforzando sus defensas y preparándose para una confrontación total. Esta era una lucha a muerte, y lo sabía. Hulk ya no era su amigo, sino una sombra de la bestia en la que se había convertido, y Lincoln tendría que hacer lo impensable si quería sobrevivir.
En otra parte del estadio, el equipo de amigos de Lincoln estaba en medio de un caos total, luchando contra los infectados con todas las fuerzas que tenían. Los gritos de los zombis resonaban en el aire, y la tensión era palpable mientras Dipper, Zach, Azula, Liam, Rusty, Dash, Clyde y Stella trataban de contener la marea de criaturas.
Dipper, con su mirada concentrada y su libreta en mano, analizaba la situación y gritaba instrucciones. "¡Liam, ayuda a Rusty a evacuar a los que están en las gradas! ¡Clyde, Dash, asegúrense de que no queden zombis en esa entrada!"
Azula, siempre valiente y determinada, lanzaba intensas ráfagas de fuego azul hacia los zombis que se acercaban. "¡Estos monstruos no son rivales para nosotros!", decía con determinación mientras avanzaba, cuidando de no agotar su energía. Stella estaba junto a ella, bloqueando con agilidad cualquier zombi que intentara rodearlas, aprovechando su velocidad y reflejos para proteger a sus amigos.
Rusty y Liam, aunque menos acostumbrados a este tipo de combate, trabajaban juntos para abrir paso hacia una salida segura. "¡No dejes que te atrapen, Rusty!", le decía Liam mientras ayudaban a una familia a salir del área.
Mientras tanto, Zach intentaba mantener la calma, usando las herramientas que llevaba consigo para construir barricadas improvisadas y tratar de retrasar a los zombis. "¡Esto es peor que cualquier cosa en la que me haya metido antes!", exclamaba, pero aun así se esforzaba por hacer su parte.
Dash y Clyde luchaban codo a codo, derribando a los zombis que se aproximaban sin descanso. Clyde, con el nerviosismo a flor de piel, miraba a Dash y decía, "¡Esto es una locura! ¿Cómo vamos a salir de aquí?"
"¡Mantén la calma, Clyde! ¡Lincoln confía en nosotros, y no vamos a fallarle!", respondió Dash, decidido a cumplir su papel.
Cada uno de ellos, con sus propias habilidades y coraje, estaba entregándolo todo para proteger a las personas inocentes y mantener la esperanza en medio de la pesadilla. La lucha era dura, pero juntos se sentían más fuertes, sabiendo que debían seguir adelante hasta el final.
Mientras Clyde y Dash peleaban con los zombis que los rodeaban, una figura colosal apareció entre las sombras. Era el Hombre Absorbente, quien ahora, transformado en una versión aún más aterradora de sí mismo, avanzaba con una hambre insaciable. Su piel rocosa, consecuencia de la infección, emitía un brillo extraño y perturbador, que mostraba cómo incluso su poderosa resistencia había sido corrompida.
Clyde se giró al escuchar los pesados pasos del Hombre Absorbente acercándose, y apenas tuvo tiempo de reaccionar. En un instante, la criatura le mordió el brazo, y Clyde sintió un dolor intenso que le atravesó. "¡No... no puede ser!" gritó, intentando apartarse, pero la infección ya había comenzado a invadir su cuerpo.
Dash vio el ataque y corrió hacia Clyde, tratando de ayudarlo. "¡Clyde! ¡Resiste, por favor!", le gritó mientras intentaba sacar a su amigo del alcance del monstruo. Pero el daño estaba hecho; la piel de Clyde, incluso transformada en roca, no había sido suficiente para protegerlo de la infección.
Clyde comenzó a temblar, sintiendo el avance de la infección, mientras sus amigos lo miraban con horror. "Chicos… no sé cuánto tiempo podré aguantar", dijo con voz temblorosa, mientras luchaba contra el veneno que se extendía por su cuerpo.
Azula y Stella, viendo la situación, se acercaron rápidamente. Azula miró a Clyde con seriedad y le dijo, "¡Tienes que resistir! ¡Vamos a buscar una solución, no te dejaremos atrás!"
Mientras tanto, Dipper intentaba desesperadamente idear un plan para contrarrestar la infección. "Tal vez… tal vez si logramos aislar la infección… ¡podemos contenerla!" pensó en voz alta, tratando de encontrar alguna solución.
La situación se volvía cada vez más sombría, y el grupo se daba cuenta de que, además de enfrentar a los zombis, ahora tendrían que hacer todo lo posible para salvar a su amigo Clyde, antes de que la infección lo consumiera por completo.
Mientras el grupo trataba de moverse con rapidez, el estado de Clyde se deterioraba a una velocidad alarmante. Cada segundo parecía absorber más de su energía y voluntad. Se sostenía el abdomen con una mano, tosiendo y escupiendo sangre que caía al suelo en oscuros charcos. Sus amigos lo rodeaban, observando con angustia cómo la infección se extendía; su piel comenzaba a perder color, y sus ojos se veían cada vez más opacos.
"Chicos... yo... ya no puedo más," dijo Clyde entre jadeos, su voz débil y quebrada. "Me duele... cada parte de mi cuerpo se siente... como si se estuviera rompiendo..."
Dipper, con el rostro pálido y lleno de horror, se acercó a él. "Clyde... no... no digas eso. Vamos a encontrar una forma de ayudarte. ¡No vamos a dejar que esto te consuma!"
Clyde trató de esbozar una sonrisa, pero sólo logró una mueca dolorosa. "Dipper, amigo... tú siempre tan optimista... pero yo sé lo que está pasando. No queda tiempo... y no quiero convertirme en uno de ellos." Su mirada temblaba mientras hablaba, y se podía ver el miedo en sus ojos.
Rusty y Zach intercambiaron miradas, ambos incapaces de contener las lágrimas. "¡Esto no puede estar pasando!" gritó Rusty, furioso, mientras azotaba el suelo con el puño. "No es justo… no después de todo lo que hemos pasado juntos."
Azula, quien observaba la situación en silencio, frunció el ceño. Sabía que no podían detener la infección; no tenían los recursos para revertir algo tan avanzado, y Clyde estaba sufriendo. Con voz firme y ojos decididos, dio un paso adelante. "Clyde… no mereces seguir sufriendo así. No voy a dejar que te conviertas en una de esas cosas."
Los demás se giraron hacia ella, horrorizados. "¿Azula... qué estás diciendo?" preguntó Stella, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Azula miró a Clyde con una mezcla de compasión y dureza. "Él merece una muerte digna... y si no hacemos algo ahora, perderemos a Clyde de la peor manera posible." Su voz tembló levemente, pero su resolución era firme.
Clyde asintió lentamente, con lágrimas en los ojos. "Azula... gracias. Prefiero que todo termine aquí, con ustedes... mis amigos." Su voz era apenas un susurro.
Azula levantó su mano, sus dedos ya rodeados de fuego azul, y se acercó a Clyde. Él cerró los ojos, una paz momentánea reflejada en su rostro. Azula respiró hondo, preparándose para el último acto de compasión que podía ofrecerle.
Dipper, Zach, Rusty y Stella no pudieron contener las lágrimas, sus manos temblando al ver a su amigo en ese estado. El silencio cayó entre ellos, roto sólo por el sonido de la respiración dificultosa de Clyde. Con un grito interno, Azula finalmente desató una ráfaga de fuego con toda su fuerza. El fuego iluminó sus rostros, y en un instante, el sufrimiento de Clyde llegó a su fin.
Sus amigos miraron la escena con dolor, sin poder contener las lágrimas, comprendiendo que habían perdido a uno de los suyos.
Justo cuando los amigos de Clyde intentaban procesar lo que acababa de suceder, un temblor resonó a su alrededor, y todos se giraron de inmediato. El Hombre Absorbente, quien se había convertido en una masa rocosa aún más intimidante, avanzaba hacia ellos con una sonrisa torcida, reflejando una mirada vacía y hambrienta. Cada paso suyo hacía vibrar el suelo, como si la tierra misma temblara ante su presencia.
Dipper levantó su hacha improvisada, sus manos aún temblorosas por la pérdida de Clyde. "¡Cuidado! Este tipo no va a detenerse hasta vernos igual que a Clyde."
Rusty tragó saliva, levantando un tubo metálico a modo de defensa. "No vamos a permitir que se salga con la suya. ¡Por Clyde… tenemos que hacerle pagar!"
Azula observó al Hombre Absorbente con una mezcla de ira y concentración, sus manos rodeadas de llamas azules listas para atacar. "No le daremos otra oportunidad. Él... él fue quien empezó todo esto, y no le vamos a dar tregua." Con una mirada feroz, lanzó una bola de fuego en su dirección, impactando directamente en el pecho del enemigo.
El Hombre Absorbente soltó un gruñido, retrocediendo por un momento antes de que su cuerpo absorbiera el impacto, haciendo que su piel se volviera incandescente. "¿Eso es todo lo que tienen, niños?" Su voz resonó con un tono burlón y sin vida, avanzando con más determinación.
Zach retrocedió, lanzando piedras hacia él, aunque sabía que no harían mucho. "¡Azula, ten cuidado! Cada vez que le lanzas algo, lo absorbe. Necesitamos otro plan."
Stella, sosteniendo una vara que había recogido, miraba a su alrededor en busca de alguna idea. "No es solo eso... parece que cada vez que absorbe algo, se vuelve más fuerte y más difícil de herir."
Dash asintió, apretando los dientes. "Tenemos que encontrar algo que no pueda absorber. Quizás si lo atacamos de varias maneras a la vez, logramos desestabilizarlo."
Azula miró a Dipper, quien asentía con una mirada decidida. "Bien, entonces lo haremos en equipo. Rusty, Zach, ustedes intenten distraerlo por la izquierda. Stella y Dash, ataquen por la derecha. Dipper y yo vamos a lanzarle todo lo que tenemos de frente."
Rusty y Zach corrieron hacia la izquierda, golpeando objetos metálicos y tirando escombros en su dirección para llamar su atención. El Hombre Absorbente rugió y giró hacia ellos, dejando su lado derecho expuesto.
"¡Ahora!" gritó Dipper, lanzándose hacia adelante con Azula. Ella liberó una ola de fuego que mantuvo al enemigo en su lugar, mientras Dipper usaba su hacha para atacar el suelo cerca de sus pies, haciendo que se tambaleara.
Sin embargo, el Hombre Absorbente era más rápido de lo que habían anticipado. Atrapó el hacha de Dipper con una mano, absorbiendo su material y fortaleciéndose aún más, mientras lanzaba a Dipper hacia atrás con un golpe brutal.
"Dipper, ¡cuidado!" gritó Stella, corriendo para ayudarlo. Pero antes de que pudiera llegar a él, el Hombre Absorbente extendió su brazo hacia ella, intentando atraparla también.
Azula, viendo que no tenían muchas opciones, gritó a todos: "¡Manténganse alejados! ¡No le den nada más que pueda absorber!"
La lucha continuó con una intensidad desesperante. Cada miembro del grupo hizo lo que pudo, lanzando escombros, usando técnicas improvisadas y hasta atacando con sus propias manos, pero el enemigo parecía imparable. Su piel había cambiado a una mezcla de rocas y metal, su fuerza era devastadora, y no mostraba señales de cansancio.
Finalmente, con una mirada de determinación, Azula lanzó una ráfaga de fuego directo a sus ojos, distrayéndolo lo suficiente como para que Stella lograra lanzarle un pesado escombro sobre su cabeza. El Hombre Absorbente se tambaleó por un instante, dándoles la apertura que necesitaban.
Dipper, recuperándose de su caída, gritó: "¡Ahora, todos juntos!" En ese momento, el equipo se lanzó en un último ataque coordinado, golpeando al Hombre Absorbente desde todos los ángulos.
Con un último rugido de frustración, el Hombre Absorbente cayó al suelo, su cuerpo ya no podía absorber más, quedando atrapado bajo los escombros. Aunque todos respiraban agitadamente y estaban agotados, la victoria les daba un momento de alivio en medio de la desesperación.
Mientras el grupo comenzaba a respirar con alivio, pensando que finalmente habían derrotado al Hombre Absorbente, un horror indescriptible se apoderó de la escena. Sin previo aviso, el villano se levantó de entre los escombros, mostrando una sonrisa macabra y los ojos llenos de hambre insaciable. En un abrir y cerrar de ojos, extendió sus brazos hacia Stella, atrapándola entre sus manos.
"¡Stella, no!" gritó Dipper, corriendo hacia ella, pero era demasiado tarde.
En un acto cruel y violento, el Hombre Absorbente aplicó una fuerza desmedida, y antes de que alguien pudiera reaccionar, ocurrió una escena desgarradora. En un instante, Stella fue partida en dos, su cuerpo cayendo sin vida ante la mirada atónita de sus amigos.
El aire se volvió denso y pesado, y un silencio mortal envolvió al grupo. Nadie se movía, nadie podía procesar lo que acababa de suceder. Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Rusty, incapaz de apartar la vista del lugar donde su amiga había caído.
"Esto… esto no puede estar pasando…" murmuró Zach, con la voz rota y las manos temblorosas.
Azula, que siempre había mantenido una expresión dura, se quedó paralizada, incapaz de controlar la ira y el dolor que hervían en su interior. Sus puños estaban tan apretados que sus uñas comenzaron a sangrar. "¡Maldito…!" Apenas podía hablar, su voz llena de rabia contenida.
Dash cayó de rodillas, susurrando el nombre de Stella entre lágrimas. No había manera de prepararse para algo así. Rusty y Dipper apenas podían mantenerse de pie, pero sabían que ahora, más que nunca, debían enfrentarse a este monstruo con todo lo que tenían, no solo por sobrevivir, sino por vengar a su amiga.
Azula, temblando de rabia, respiró profundamente, sintiendo el fuego arder dentro de ella como nunca antes. Su control habitual y su calma fría se evaporaron; solo quedaba una ira incontenible. Los últimos segundos seguían repitiéndose en su mente: Clyde, su amigo, y ahora Stella… ambos arrancados de su lado de una forma brutal y despiadada.
"¡Ya basta!" gritó Azula, sus ojos llenos de llamas mientras miraba al Hombre Absorbente, que aún tenía una sonrisa perturbadora en su rostro. "Te atreviste a lastimar a los míos… Ahora, pagarás por cada segundo que hicieron sufrir a mis amigos."
Azula elevó sus brazos y liberó una onda de fuego azul, tan intensa que el aire a su alrededor parecía vibrar. Dash y los demás retrocedieron, sintiendo el calor abrasador que emanaba de ella. Dipper intentó acercarse para detenerla, pero una explosión de llamas lo obligó a dar un paso atrás.
"No voy a detenerme hasta que no quede nada de ti", susurró Azula, aunque su voz estaba cargada de furia. Con un movimiento rápido, disparó un rayo de fuego concentrado directo al Hombre Absorbente, quien retrocedió por primera vez, claramente sorprendido por la fuerza de su ataque.
Las llamas envolvieron al villano, y por primera vez, Azula no dejó de atacar, liberando todo su poder sin descanso. Lanzaba ráfaga tras ráfaga de fuego azul, gritando, descargando su dolor y frustración en cada explosión de energía. "Esto es por Clyde... ¡y esto es por Stella!" gritó entre ataques, sus palabras resonando en el ambiente, llenas de un dolor que todos podían sentir.
Dipper, Zach y el resto del grupo miraban la escena en silencio, sintiendo una mezcla de horror y admiración ante el poder de Azula. Sabían que esta batalla estaba lejos de terminar, pero también comprendían que, en ese momento, nada ni nadie podía detener la furia de Azula.
Lincoln llegó a paso lento, con la respiración agitada y cubierto de sangre verde, que goteaba por su traje y brazos. Sus amigos, al verlo aparecer, quedaron en shock. Zach y Liam intercambiaron miradas confundidas, mientras Dipper se acercaba con cautela, notando el agotamiento en el rostro de Lincoln.
"¿Lincoln…? ¿Qué te pasó?" preguntó Dipper, preocupado. La extraña tonalidad de la sangre y el estado en que se encontraba no tenían sentido para ellos.
Lincoln los miró en silencio por un momento, con la mirada perdida, como si estuviera tratando de procesar lo que había vivido. "Me encontré con Abominación y... con Hulk. La infección los había convertido en... algo peor de lo que pueden imaginar." Sus palabras eran pausadas, con un peso evidente que les puso la piel de gallina a todos.
Dash se adelantó, observando la sangre verde y frunciendo el ceño. "¿Esa cosa… es su sangre?" preguntó, con una mezcla de incredulidad y asombro.
Lincoln asintió con la cabeza, limpiándose un poco el rostro con el dorso de su mano. "Sí, pero no fue suficiente para detenerlos. Incluso Hulk… estaba fuera de control. Ya no reaccionaba a nada, solo… rugía como una bestia desquiciada."
El grupo quedó en silencio al escuchar aquello. Pero entonces, Azula, aún ardiendo de ira, rompió el silencio con voz dura: "¿Y lo detuviste?"
Lincoln miró al suelo, con una expresión sombría. "No del todo… Lo neutralicé por ahora, pero no sé cuánto tiempo durará. Esto… está lejos de terminar."
Fue en ese instante cuando notó la ausencia de Clyde y Stella. Miró a sus amigos, tratando de encontrar alguna explicación en sus expresiones, pero solo encontró dolor y tristeza. "¿Dónde están Clyde y Stella?" preguntó, su voz apenas un susurro.
La mirada de Dipper se ensombreció, y Azula apretó los puños, apagando su fuego mientras volvía a experimentar el dolor reciente. "Lincoln… ellos…" Dipper comenzó, con la voz rota, y las lágrimas asomándose en sus ojos.
Dipper, aún temblando por lo que había ocurrido, se acercó a Lincoln y le explicó lo que sucedió, con la voz entrecortada. "Lincoln... Clyde fue mordido... no pudimos hacer nada por él. Y Stella..." Dipper tragó saliva, sintiendo la crudeza de las palabras. "El Hombre Absorbente... él... la partió en dos."
Lincoln se quedó congelado, sin decir nada, mientras cada palabra resonaba en su mente. La ira comenzó a apoderarse de él, una furia silenciosa que crecía como un fuego incontrolable. El dolor de perder a sus amigos se convirtió en un odio frío y cortante, hasta que sus puños se apretaron y sus ojos se volvieron hacia el Hombre Absorbente, quien seguía allí, con una expresión siniestra.
"Lincoln, espera..." intentó decir Zach, pero Lincoln ya no escuchaba. Todo lo que sentía era la necesidad de vengar a sus amigos, a Clyde y Stella. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia el Hombre Absorbente, gritando con una intensidad que hizo eco por todo el lugar.
Cada golpe de Lincoln era como un martillo cayendo, cada vez más fuerte, más rápido, descargando toda su rabia y dolor. El Hombre Absorbente intentó defenderse, pero Lincoln no le dio oportunidad. Cada golpe parecía romperle más y más, y la fuerza de Lincoln, amplificada por el simbionte, era implacable. Golpe tras golpe, el Hombre Absorbente comenzó a desmoronarse, quedando cada vez más débil.
Lincoln no se detenía. El suelo se teñía de sangre y pedazos del Hombre Absorbente que caían, mientras Lincoln continuaba golpeándolo sin piedad. Los gritos de sus amigos quedaron en silencio, sabiendo que, en ese momento, cualquier intento de detenerlo sería inútil.
Al final, cuando el Hombre Absorbente apenas era reconocible, Lincoln retrocedió, respirando agitado, con la ira aún en sus ojos. Había acabado con él, pero el vacío de la pérdida no había desaparecido.
Los amigos de Lincoln, que habían sido testigos de su furia devastadora, vieron cómo el semblante de su amigo cambiaba de repente. La rabia inquebrantable que había llenado cada golpe fue reemplazada por un dolor profundo y desgarrador. Lincoln se detuvo, y la dureza de su expresión se desmoronó; su cuerpo se estremeció, sus manos temblaron, y, finalmente, sin poder contenerse, cayó de rodillas.
Un llanto profundo y silencioso comenzó a escapar de él, un sonido lleno de pérdida y desesperanza. Los recuerdos de Clyde y Stella, su mejor amigo y su primera amiga, inundaban su mente, cada risa, cada momento compartido, cada palabra de aliento. Y ahora, ellos se habían ido, arrebatados de una forma brutal e injusta.
Azula, Dash, Dipper, y los demás lo miraron en silencio, sin saber qué decir ni cómo aliviar el dolor que sentían también. Para ellos, Stella y Clyde no eran solo compañeros; eran parte de su familia, amigos a quienes valoraban y querían. La tristeza que cubría el ambiente era tan pesada como la propia pérdida.
Dipper fue el primero en acercarse, poniendo una mano en el hombro de Lincoln. "Lo siento mucho, Lincoln... No pudimos hacer más. Intentamos... pero no fue suficiente." Su voz se quebraba con el peso de la culpa y el dolor.
Azula, aún con el fuego apagándose en sus ojos, también dio un paso adelante. "Lincoln, no estás solo en esto. Ellos eran nuestros amigos también, y no vamos a olvidar lo que hicieron por nosotros." Sus palabras sonaban duras, pero en su mirada había compasión.
Lincoln asintió, limpiándose las lágrimas que caían sin cesar por sus mejillas. "Lo sé… Es solo que… Clyde siempre estuvo ahí para mí, siempre… Y Stella…" Su voz se apagó mientras recordaba la sonrisa y la bondad de Stella, la primera amiga que creyó en él y lo aceptó tal como era. "No puedo creer que ya no estén."
Sus amigos se acercaron más, formando un círculo alrededor de él, compartiendo el mismo dolor y recordando a los que ya no estaban. Y, en ese silencio compartido, entendieron que, aunque habían perdido, debían seguir adelante, por Clyde, por Stella y por la promesa de proteger a quienes aún dependían de ellos.
Mientras Lincoln se aferraba a la idea de sus amigos perdidos, una chispa de determinación comenzó a encenderse en su interior. Sabía que no podían dejar que la muerte de Clyde y Stella fuera en vano. No podía permitir que más personas sufrieran el mismo destino. "Esto tiene que acabar... de una vez por todas," murmuró para sí mismo, sus ojos llenos de una resolución renovada.
Se puso de pie lentamente, la rabia ahora transformándose en un propósito claro. Miró a sus amigos, que lo observaban con preocupación y comprensión. “No podemos quedarnos aquí lamentándonos,” dijo, su voz resonando con firmeza. “Debemos acabar con el resto de esos zombies. Si no lo hacemos, habrá más víctimas, y no puedo permitir que eso pase.”
Azula, todavía con el fuego de su ira chispeando en sus ojos, asintió. “Tienes razón, Lincoln. Si no actuamos ahora, podrían atacar a más personas. No podemos dejar que el sacrificio de Clyde y Stella se olvide así.” Dipper y los demás intercambiaron miradas de aprobación, sabiendo que la única manera de honrar a sus amigos era combatir el mal que los había arrebatado.
“¿Cómo lo haremos?” preguntó Rusty, la preocupación y el miedo aún marcando su rostro. “No sabemos cuántos más hay, y ya hemos perdido a varios.”
Lincoln respiró hondo, centrando su mente. “No sé cuántos hay, pero juntos somos más fuertes. Si actuamos como equipo, podemos enfrentarlos. Azula, tu fuego es poderoso; necesitamos que protejas nuestras espaldas. Dipper, tú y Zach pueden crear distracciones. Liam y yo vamos a ir al frente, y el resto puede ayudarnos a limpiar el camino. Tenemos que ser rápidos y precisos.”
“Estoy listo para acabar con ellos,” dijo Liam, apretando los puños. “No dejaré que hagan más daño.”
“Entonces, ¡vamos!” Lincoln gritó, su voz resonando con fuerza, dejando atrás el llanto y la tristeza. Su equipo se preparó, la determinación brillando en sus ojos. Salieron del lugar donde habían estado, listos para enfrentar la marea de zombies que había devastado su mundo.
Cada paso que daban, cada movimiento, estaba impulsado por el recuerdo de sus amigos. Lincoln sabía que no podían cambiar lo que había pasado, pero podían luchar por un futuro en el que más personas no tuvieran que sufrir lo que ellos habían vivido. Con su fuerza renovada y su espíritu unido, se adentraron en la oscuridad, listos para enfrentar a los zombies y acabar con la pesadilla que los acechaba.
Antes de lanzarse a su misión, Lincoln se detuvo, mirando los cuerpos de Clyde y Stella, quienes habían sido sus amigos más cercanos, sus compañeros en tantas aventuras y desafíos. Sintió que no podía dejarlos ahí, en medio de la destrucción y el caos. Aunque el peligro aún acechaba, algo en su interior le dijo que debía darles un último momento de paz.
Sin decir palabra, se inclinó y cuidadosamente recogió el cuerpo de Clyde primero. El peso de la pérdida era aún más pesado que el propio cuerpo de su amigo, pero Lincoln se mantuvo firme. Azula, viendo su decisión, se acercó y, en silencio, le ayudó a levantar el cuerpo de Stella, que yacía sin vida.
"Vamos a darles el descanso que merecen," dijo Lincoln con la voz entrecortada, sus ojos nublados por las lágrimas, pero su propósito claro. Los demás asintieron solemnemente, entendiendo la importancia de ese momento.
Caminaron juntos hasta un pequeño claro, un lugar alejado del horror que los rodeaba. Lincoln y sus amigos cavaron dos tumbas improvisadas en silencio, el único sonido era el rasguido de la tierra bajo sus manos y herramientas improvisadas. Azula encendió una pequeña llama en señal de respeto, y Dipper se inclinó para murmurar una despedida.
“Descansen en paz,” dijo Lincoln finalmente, su voz quebrándose al mirar hacia las tumbas de sus amigos. “Nunca los olvidaremos. Gracias por ser mis amigos, por ser parte de esta lucha, y por enseñarme tanto. Prometo que su sacrificio no será en vano. Terminaremos con esto.”
Los demás se acercaron, cada uno ofreciendo unas palabras de despedida, sus rostros marcados por el dolor, pero también por la determinación de honrar el legado de Clyde y Stella. Al final, Lincoln colocó una piedra sobre cada tumba, una marca para recordar dónde descansaban sus amigos.
Finalmente, con una última mirada de despedida, se levantaron y se prepararon para continuar su misión. Sabían que el mejor tributo a sus amigos caídos sería luchar hasta el final, y Lincoln, sintiendo el peso de sus palabras y de su pérdida, estaba más decidido que nunca a acabar con el mal que había robado las vidas de quienes amaba.
En un rincón de la ciudad devastada, un torbellino de caos se desató mientras los Hermanos Máximos, Quicksilver y Wanda Maximoff, luchaban contra la horda de zombis que amenazaba a los supervivientes. La velocidad de Quicksilver era asombrosa; se movía como un rayo, deslizándose entre los zombis con facilidad. Con cada movimiento, los cuerpos de los no-muertos caían a su alrededor, hechos añicos por la fuerza de sus golpes rápidos y precisos.
“¡Vamos, vamos! ¡No hay tiempo para perder!” gritó Quicksilver mientras giraba y saltaba, dejando un rastro de zombis derrotados tras de sí. Su voz resonaba en el aire cargado de angustia y caos, pero había un aire de determinación en su tono.
Wanda, por su parte, se movía con una gracia sobrenatural, conjurando energía roja que chisporroteaba a su alrededor. Cada vez que apuntaba con la mano, una explosión de poder se desataba, desintegrando a los zombis en un destello de luz. “¡Hay que proteger a los sobrevivientes! ¡No podemos dejar que lleguen a ellos!” exclamó mientras lanzaba un proyectil de energía que enviaba a varios zombis volando, sus cuerpos destrozándose al impactar contra el suelo.
A medida que avanzaban, el ambiente se llenaba de gritos de terror y desesperación, pero también de esperanzas renacidas. Los Hermanos Máximos sabían que su misión era crítica: debían mantener a raya a los zombis para permitir la evacuación de las personas que aún estaban atrapadas en el caos.
Quicksilver se detuvo por un momento, viendo cómo un grupo de sobrevivientes intentaba escapar de un grupo de zombis. “¡Wanda, cubre a esa familia! ¡Voy a distraer a esos zombis!” Sin esperar respuesta, se lanzó hacia el grupo, corriendo a una velocidad increíble para atraer la atención de los no-muertos.
Mientras tanto, Wanda concentró su poder, creando una barrera de energía roja alrededor de la familia para protegerlos de los ataques de los zombis. “¡Estén cerca de mí! ¡No tengan miedo!” les dijo, su voz calmante contrastando con el horror que los rodeaba.
La pelea continuaba, y aunque había un aire de desesperanza, los Hermanos Máximos se negaban a rendirse. Con cada movimiento, sus acciones no solo destruían a los zombis, sino que también brindaban un destello de esperanza a los sobrevivientes que miraban con asombro. Sabían que mientras ellos estuvieran en pie, había una oportunidad de salir con vida de esta pesadilla.
"¡No se detengan! ¡Sigan adelante!" gritó Quicksilver, siempre un paso adelante, eliminando a los zombis que se atrevían a acercarse, manteniendo la línea de defensa para los que aún podían escapar. Wanda, a su lado, canalizaba su poder con un fervor renovado, sintiendo la urgencia de la situación y decidida a proteger a todos los que pudiera.
Mientras tanto, la batalla contra el tiempo continuaba, y en cada momento de lucha, tanto Quicksilver como Wanda se fortalecían, luchando no solo por su supervivencia, sino por la de todos aquellos que aún creían en la esperanza.
Mientras Wanda continuaba protegiendo a los civiles, su atención se centró en la lucha que se desataba a lo lejos. Los zombis caían a su alrededor, pero la sensación de urgencia se intensificó cuando un aterrador rugido resonó por toda la ciudad, helando la sangre de quienes lo escucharon.
Era Hulk, su grito resonante y lleno de rabia se expandía como un eco oscuro a través de las calles devastadas. Los civiles se congelaron en su lugar, sus ojos reflejando el terror al darse cuenta de que algo monstruoso había liberado su furia. “¡No puede ser!” gritó uno de ellos, su rostro pálido de miedo. “¿Qué le pasó a Hulk?”
Wanda, con el corazón latiendo con fuerza, sintió una oleada de preocupación. Sabía que Hulk era un héroe, pero ahora estaba atrapado en la locura de la infección. Sin embargo, no podía permitir que el pánico se apoderara de la multitud. Con determinación, levantó su mano, creando una barrera de energía roja alrededor de los civiles. “¡No tengan miedo! ¡Están a salvo aquí!” les dijo, tratando de infundirles un poco de confianza.
Pero el terror seguía acechando, y el rugido de Hulk no era el único sonido perturbador en el aire. A medida que los zombis caían bajo los golpes de Quicksilver, otros comenzaron a acercarse, atraídos por el eco de la furia de Hulk. Wanda sabía que no podía perder el control ahora. “Quicksilver, ¡necesitamos despejar esta área!” gritó, su voz firme, pero llena de ansiedad.
“¡Estoy en eso!” respondió Quicksilver, moviéndose rápidamente para enfrentar a los zombis que se acercaban, su velocidad creando un efecto de distracción en la horda. Mientras tanto, Wanda concentró su energía, asegurándose de que la barrera mantuviera a los civiles a salvo, pero también preparándose para intervenir en cualquier momento que fuera necesario.
De repente, un nuevo grito desgarrador resonó en la ciudad, esta vez, no solo de Hulk, sino de un grupo de zombis que habían comenzado a atacar a los civiles, guiados por la locura de la infección. Wanda sintió que su corazón se hundía; sabía que el tiempo se estaba acabando.
“¡No podemos permitir que esto continúe!” exclamó mientras liberaba su poder, lanzando un rayo de energía roja que destrozó a varios zombis que se acercaban. Con cada golpe, la determinación de proteger a los inocentes crecía dentro de ella, pero también la presión de lo que estaba por venir.
El eco del rugido de Hulk seguía resonando en sus oídos, recordándole que el verdadero peligro no era solo la horda de zombis, sino que su antiguo amigo, el gigante verde, también estaba al borde de la locura. La ciudad, una vez llena de vida, estaba siendo consumida por el caos, y Wanda sabía que, sin importar cuán poderoso fuera su hechizo, necesitarían más que solo magia para salir de esta pesadilla.
“¡Rápido, Quicksilver! ¡Debemos encontrar a vengadores y al resto!” gritó, sintiendo que la situación se volvía cada vez más crítica. “Si Hulk no puede ser detenido, ¡tendremos que ayudarlo a encontrar la razón antes de que sea demasiado tarde!”
Quicksilver asintió, sus ojos llenos de resolución. “¡Vamos! ¡No podemos permitir que más personas sufran!” En un abrir y cerrar de ojos, comenzó a correr, preparándose para encontrar a sus amigos y enfrentarse a la creciente amenaza que se cernía sobre la ciudad.
Mientras tanto, la batalla por la supervivencia continuaba, con Wanda manteniendo su concentración, lista para hacer lo que fuera necesario para proteger a los que quedaban. La sombra de Hulk y la invasión de zombis estaban a la vuelta de la esquina, y la lucha apenas comenzaba.
Hulk, desatando su furia, levantó su enorme brazo y, con un movimiento brutal, mandó a volar a Wanda. Ella fue arrojada a varios metros de distancia, aterrizando con un golpe sordo que la dejó aturdida por un momento. “¡Wanda!” gritó Quicksilver, viendo cómo su hermana luchaba por levantarse mientras se sacudía el polvo. Su corazón se hundió al ver a Hulk, una sombra de lo que alguna vez fue, lanzando su rabia sin razón ni piedad.
“¡No! ¡No puedes hacerle esto!” Wanda se levantó rápidamente, su rostro marcado por la preocupación. Con determinación, volvió a concentrar su energía, canalizando sus poderes. “¡Tienes que volver, Bruce!” gritó, dirigiéndose al gigante verde. Pero las palabras parecían perderse en el aire. Hulk, en su estado de zombificación, no respondía a la lógica ni al amor; solo era pura fuerza bruta.
Quicksilver, sintiendo que el tiempo se acababa, decidió que era hora de actuar. “¡No te preocupes, Wanda! ¡Voy a protegerte!” gritó, lanzándose hacia Hulk con una velocidad vertiginosa. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una forma de distraer al monstruo lo suficiente para darle a su hermana una oportunidad. Se lanzó hacia Hulk, dándole un puñetazo en la cara, pero el impacto apenas lo hizo tambalear. “¡Vamos, Bruce! ¡Despierta!” seguía gritando mientras se movía alrededor de él, intentando encontrar algún resquicio de la persona que alguna vez conoció.
Hulk giró su cabeza, enfurecido por la interrupción. “¡Grrr!” rugió, y con un movimiento brusco, lanzó su brazo hacia Quicksilver, quien apenas tuvo tiempo de esquivar. La fuerza del golpe hizo temblar el suelo y envió a Quicksilver rodando. “Esto es una locura…” murmuró mientras se levantaba, viendo a Wanda desde la distancia. Ella estaba comenzando a acumular energía en sus manos, pero sabía que no podría sostener el ataque por mucho tiempo.
Wanda, recuperándose, sintió el miedo invadiéndola. “¡Quicksilver, ten cuidado!” le advirtió, pero su hermano ya estaba en movimiento, atacando nuevamente. “¡Necesito que hagas lo que mejor sabes!” le gritó mientras corría hacia Hulk, haciendo lo posible por llamar su atención. “¡Despierta, Bruce! ¡No eres un monstruo!”
Hulk, en su locura, volvió a atacar a Quicksilver con una fuerza inhumana. Pero en ese momento, mientras su hermano se movía, Wanda reunió toda su energía. “Si puedo conectarme con él, tal vez…” pensó, enfocándose intensamente en la esencia de Bruce, intentando romper la oscuridad que lo envolvía.
Con un poderoso grito, lanzó un rayo de energía roja hacia Hulk, creando una especie de barrera que lo rodeó. “¡Bruce, escúchame! ¡No eres esto! ¡Recuerda quién eres!” rogó, sintiendo la tensión en el aire. Quicksilver continuaba atacando, pero era evidente que sus golpes no estaban teniendo el impacto esperado. “¡Esto no puede seguir así!” gritó mientras saltaba hacia un lado para esquivar otro golpe de Hulk.
Hulk, desprovisto de sentido, solo rugía. La combinación de sus ataques, aunque bien intencionados, solo parecía enfurecerlo más. “¡Maldición, Hulk! ¡Eres más fuerte que esto!” decía Quicksilver, cada vez más desesperado. La rabia de Hulk solo crecía, y él no mostraba señales de disminuir su furia.
Wanda, sin rendirse, decidió intensificar su magia. “¡Bruce! ¡Recuerda tu humanidad!” La energía comenzó a girar a su alrededor, formando un torbellino que intentaba alcanzar a Hulk. Quicksilver se movía con rapidez, atacando a Hulk desde diferentes ángulos, mientras que Wanda trataba de abrir una brecha en la oscuridad que lo mantenía prisionero.
El caos continuaba a su alrededor. La batalla seguía, y la esperanza de rescatar a Bruce se desvanecía rápidamente. “¡Hulk, por favor, vuelve a ser el héroe que conocemos!” gritó Quicksilver, su voz llena de determinación, mientras sentía la presión de la situación. La furia de Hulk era abrumadora, pero Quicksilver estaba decidido a no rendirse.
Mientras la lucha se intensificaba, Wanda y Quicksilver luchaban no solo contra Hulk, sino también contra el tiempo, con la esperanza de que, de alguna manera, pudieran traerlo de vuelta a la luz antes de que fuera demasiado tarde.
Wanda miraba desesperada mientras su hermano Quicksilver yacía fuera de combate, víctima de un brutal golpe de Hulk. La furia del gigante verde resonaba en el aire, y ella sabía que no podía enfrentarlo sola. El terror llenaba su corazón al ver cómo Hulk avanzaba hacia ella, imparable y lleno de rabia, su mente consumida por la infección.
“¡Bruce!” gritó Wanda, su voz resonando en el caos, pero no había respuesta. Solo el rugido ensordecedor de la bestia a la que una vez había conocido. En ese instante, la desesperación se apoderó de ella. Sabía que necesitaba ayuda, pero ¿quién podría detener a Hulk en este estado?
Fue entonces cuando un oscuro y amenazante objeto cayó del cielo. Era Lincoln, transformado en Antivenom, aterrizando con fuerza justo entre Wanda y Hulk. La criatura blanca y negra se alzó, su presencia imponente y decidida.
“¡Wanda!” gritó Lincoln, notando la desolación en su rostro. Su mirada se centró en Hulk, quien seguía avanzando, sin razón ni compasión. “¡Tú no estás sola! ¡Yo me encargaré de esto!”
Sin embargo, en el fondo de su ser, Lincoln sabía que no era el mismo Hulk que había conocido. La infección había tomado control, y la desesperanza se instalaba en su pecho. “Bruce…” murmuró, sintiendo una punzada de dolor. “Lo siento. Sé que ya es demasiado tarde.”
Hulk lanzó un golpe devastador hacia Lincoln, quien logró esquivarlo, utilizando sus habilidades de Antivenom para moverse rápidamente. “¡No tengo tiempo para ti!” gritó Lincoln, mientras se preparaba para contraatacar. Pero en su mente, el peso de la realidad se hacía cada vez más fuerte. Sabía que Hulk había cruzado un punto de no retorno.
A pesar de sus intentos por hacerle recordar su humanidad, Lincoln sintió que sus palabras caían en oídos sordos. “¡Bruce, por favor! ¡Lucha contra esto! ¡Eres más que un monstruo!” gritó, pero Hulk solo rugió, lanzando más ataques sin rumbo.
La pelea se volvió intensa. Lincoln esquivaba y contraatacaba, sus ataques eran rápidos y precisos, pero Hulk seguía avanzando como una fuerza de la naturaleza. Antivenom trató de sujetarlo con sus tentáculos, pero el gigante verde se liberaba con facilidad, su rabia alimentando su fuerza.
Wanda, viendo la desesperación en los ojos de Lincoln, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. “¡Lincoln!” gritó, acumulando energía mágica, “¡Necesito tu ayuda!”
“¡Estamos juntos en esto, Wanda!” respondió Lincoln, mientras lanzaba un ataque más, intentando desviar la atención de Hulk. “¡Pero Bruce ya no puede ser salvado!”
Wanda, sintiendo la verdad en las palabras de Lincoln, asintió con tristeza. “Lo sé… pero no puedo permitir que él siga lastimando a otros.”
“¡Exacto! ¡Tenemos que detenerlo, aunque sea difícil!” dijo Lincoln, su determinación creciendo. Se lanzó de nuevo contra Hulk, preparándose para el próximo ataque.
Pero antes de que pudiera golpear, Hulk lanzó un grito aterrador y golpeó el suelo con fuerza, provocando un temblor que desestabilizó a Lincoln. “¡Bruce, recuerda quién eres!” volvió a gritar, con la esperanza de alcanzar la chispa de humanidad que alguna vez habitó en su amigo.
Sin embargo, Hulk no respondía. En su lugar, solo había furia ciega y un hambre insaciable. Lincoln sentía cómo la tristeza y la impotencia lo invadían, pero no podía rendirse. Tenía que luchar por lo que quedaba de su amigo, incluso si sabía que el final podría ser inevitable.
“¡Vamos, Bruce! ¡Recuerda a tus amigos! ¡Recuerda por qué luchamos!” Lincoln sabía que el tiempo se agotaba y que debía actuar rápido. La lucha continuaba, y él estaba decidido a hacer todo lo posible por detener al monstruo que alguna vez fue un héroe.
Mientras tanto, Wanda se unía a él, lista para combinar sus poderes, sabiendo que tenían que enfrentar a Hulk juntos, incluso si eso significaba luchar contra la sombra de lo que alguna vez fue.
La batalla contra Hulk se había tornado en una fuerza descomunal e imparable. Lincoln y Wanda peleaban a su límite, coordinándose para mantener al gigante verde a raya. Wanda lanzaba ráfagas de energía roja para mantenerlo a distancia, mientras Lincoln, en su forma de Antivenom, golpeaba con toda la fuerza que le quedaba en cada embate. Pero Hulk seguía avanzando, imparable, ignorando cada ataque y cada intento de detenerlo.
Lincoln jadeaba, sintiendo el agotamiento en cada fibra de su ser. Ya había peleado contra decenas de zombies, derrotado a Abominación, y enfrentado a Hulk anteriormente. Cada músculo le dolía, y Antivenom comenzaba a perder su fuerza regenerativa. Pero no podía rendirse, no con Wanda y Quicksilver dependiendo de él.
“¡Wanda, esto no está funcionando!” gritó Lincoln mientras lanzaba otro ataque desesperado hacia Hulk, que apenas lograba hacer retroceder al gigante. “¡No podemos detenerlo así!”
Wanda, con el rostro cubierto de sudor y cansancio, lo miró con frustración. “¡Lo sé, Lincoln! ¡Pero si no lo detenemos aquí, arrasará con todo a su paso! ¡No hay lugar seguro mientras él esté suelto!”
Hulk rugió, avanzando hacia ellos con una ferocidad que hacía temblar el suelo bajo sus pies. Cada paso era como una sentencia, y ellos lo sabían. La mente de Lincoln buscaba una solución, pero el tiempo se agotaba.
"¡Si seguimos así, los tres terminaremos muertos!" gritó Lincoln, tratando de hacerle ver la gravedad de la situación. "¡No podemos hacerle frente ahora, no con el estado en el que estamos!"
Wanda apretó los puños, y una chispa de desesperación brilló en sus ojos. Sabía que Lincoln tenía razón, pero la idea de dejar a Hulk suelto le partía el corazón. “¡No quiero dejarlo así! ¡Es… es Bruce! ¡Tiene que haber una manera de salvarlo!”
Lincoln, sintiendo su propio dolor, se acercó un paso más hacia ella, mirándola con una mezcla de empatía y determinación. “Lo sé, Wanda. Pero ahora mismo, él no es Bruce. Esa infección… ya lo consumió. Si seguimos aquí, nosotros también…”
En ese momento, un rugido ensordecedor los hizo tambalear, y Hulk lanzó una piedra colosal en su dirección. Lincoln la esquivó apenas, sintiendo el impacto y la vibración resonando en su espalda. “¡Tenemos que salir de aquí ahora! ¡Ya no es una opción!”
Wanda asintió, con lágrimas contenidas en sus ojos. Quicksilver yacía herido, inconsciente y vulnerable. Lincoln rápidamente fue hacia él, levantándolo sobre su espalda. “Déjamelo a mí. Lo llevaré yo.”
Hulk dio un nuevo paso, y su rostro monstruoso reflejaba solo una cosa: una rabia interminable y una insaciable hambre destructiva. Sin perder un segundo más, Wanda lanzó un último hechizo para crear una barrera temporal, intentando ganar algo de tiempo para su retirada.
“¡Vamos, Lincoln!” gritó Wanda mientras corría junto a él. Los dos emprendieron una retirada apresurada, escuchando los brutales golpes de Hulk tratando de atravesar la barrera detrás de ellos.
Lincoln jadeaba bajo el peso de Quicksilver, cada paso un esfuerzo que le costaba cada gramo de energía que le quedaba. “No puedo… mantener este ritmo… mucho más tiempo…” dijo entre respiraciones pesadas, su cuerpo agotado después de todas las batallas.
“Solo un poco más, Lincoln, por favor,” rogó Wanda, apurando el paso. “¡Ya casi estamos fuera de su alcance!”
De repente, un golpe resonante rompió la barrera de Wanda, y Hulk volvió a aparecer detrás de ellos, sus ojos llenos de rabia ciega. Lincoln miró hacia atrás y sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. No había tiempo de descansar, solo de seguir adelante.
Con cada paso, el sonido de los pesados y brutales pisotones de Hulk se hacía más fuerte. Finalmente, encontraron un callejón donde pudieron detenerse un segundo. Lincoln dejó a Quicksilver con cuidado en el suelo, su pecho subiendo y bajando rápidamente, tratando de recuperar el aliento.
“Wanda…” susurró Lincoln, con la voz rota por la extenuación. “No podremos mantener este ritmo. Él nos alcanzará.”
Wanda le miró con una determinación renovada. “Ya llegaremos a un punto seguro. Bruce… no es invencible, ¿verdad? Pero tenemos que ser inteligentes. Encontraremos la manera de detenerlo. Por ahora… solo tenemos que sobrevivir.”
Lincoln asintió, a pesar del dolor y el cansancio, encontrando en sus palabras una chispa de esperanza. "Sí… sobrevivir primero. Luego… lucharemos por lo que queda de Bruce."
Juntos, apoyándose mutuamente, tomaron aire y siguieron su camino, con Hulk aún rugiendo detrás de ellos, pero con una nueva determinación en sus corazones. Sabían que la batalla no estaba ganada, pero aún no estaba perdida.
Mientras Thor se unía al equipo de Lincoln para ayudar en la batalla, su presencia imponente y poderosa era un alivio para todos en medio del caos. Con su martillo en alto y el rayo resonando a su alrededor, despejó rápidamente una multitud de zombies que se aproximaban al grupo.
Cuando la situación parecía bajo control, Thor miró a los jóvenes a su alrededor —Dipper, Azula, Dash, Liam, Zach y Rusty— y preguntó con un tono solemne y preocupado, “¿Dónde están los otros dos? ¿Stella y Clyde?”
La pregunta cayó como un peso sobre el grupo. Por un momento, todos se miraron entre ellos, con expresiones de tristeza y dolor grabadas en sus rostros. Azula bajó la mirada, apretando los puños con furia contenida, mientras Dipper tragaba en seco, intentando encontrar las palabras adecuadas. Los recuerdos de lo sucedido con Stella y Clyde parecían frescos y crudos, y era evidente que aún no habían superado el impacto de lo que habían presenciado.
Finalmente, Zach tomó una respiración profunda y respondió en un tono tembloroso. “Ellos… ya no están con nosotros, Thor.” Sus palabras eran casi un susurro, pero el peso de ellas era innegable.
Thor frunció el ceño, su expresión se oscureció al comprender la gravedad de lo que le estaban diciendo. “¿Caídos en batalla?” preguntó con solemnidad, sabiendo que en una guerra como esta, las pérdidas eran inevitables, aunque siempre dolorosas.
Azula, con los ojos brillando por una mezcla de furia y dolor, asintió. “Sí. El Hombre Absorbente… él fue quien… Clyde… y Stella…”
Dash, que había estado manteniendo la compostura hasta ese momento, finalmente rompió en lágrimas. “No pudimos hacer nada. Fue demasiado rápido… ni siquiera tuvimos oportunidad de salvarlos…”
Liam intentaba mantenerse firme, pero sus ojos mostraban el mismo dolor que sentían todos. “Lo vimos todo, y fuimos incapaces de ayudarlos…”
Thor asintió lentamente, procesando las palabras de los jóvenes. La pérdida de compañeros en combate era un dolor que él conocía bien, y ver ese pesar en los rostros de aquellos tan jóvenes le recordaba cuán dura y cruel podía ser la batalla.
Con un tono grave, pero lleno de respeto, Thor dijo, “Honraremos su sacrificio. Lucharon con valentía, y eso jamás será olvidado. Pero ahora, en su memoria, debemos seguir adelante… porque su sacrificio no será en vano.”
Las palabras de Thor, aunque duras, llenaron al grupo de una renovada determinación. Azula respiró hondo, con el fuego en sus ojos brillando aún más fuerte. “Tienes razón. No podemos detenernos ahora. Lucharemos por Clyde y Stella, y por todos los que hemos perdido.”
Dipper, Zach, Rusty, Liam y Dash asintieron solemnemente. Había dolor en sus corazones, pero también una nueva convicción: lucharían hasta el final, no solo por sobrevivir, sino por honrar a aquellos que ya no podían seguir luchando junto a ellos.
Thor avanzaba entre las calles devastadas, acompañado por el equipo de Lincoln, cuando de pronto percibió una presencia familiar pero inquietante. Frente a él, emergieron varias figuras de entre las sombras: los X-Men. Sin embargo, sus apariencias estaban lejos de la nobleza y el heroísmo que recordaba de ellos. Sus trajes rasgados y su piel mostraban un tono gris y pálido, sus ojos vacíos y carentes de humanidad. Eran claramente infectados, pero aún conservaban algo de sus poderes, lo que los hacía aún más peligrosos.
Thor se quedó helado al ver a sus viejos compañeros en ese estado. La figura de Wolverine avanzaba al frente, sus garras extendidas y cubiertas de una sustancia oscura que parecía mezclar sangre y tejido en descomposición. A su lado, Jean Grey y Cyclops miraban con ojos vacíos, emitiendo gruñidos mientras sus poderes comenzaban a activarse lentamente. Colossus, con su piel metálica, ahora corroída y desgarrada, parecía una sombra de la fortaleza que alguna vez fue.
“Por todos los dioses…” murmuró Thor, tratando de procesar la terrible visión. “Ellos también han caído.”
Azula dio un paso atrás, sus ojos abiertos de par en par. “¿Quiénes son ellos… o mejor dicho, qué eran?” preguntó en voz baja, sin apartar la mirada de los X-Men.
“Ellos eran héroes, guerreros que lucharon por el bien del mundo en muchas batallas,” respondió Thor, con una mezcla de tristeza y furia en su voz. “Pero ahora… no son más que instrumentos de destrucción.”
Wolverine soltó un rugido feroz, como un animal salvaje hambriento, y sus garras se alzaron en dirección a Thor y su equipo. Thor alzó su martillo, preparándose para defender a los jóvenes. “X-Men o no, no permitiremos que esta infección continúe propagándose.”
Los demás del equipo de Lincoln, aunque impactados, tomaron posición. Dipper y Azula encendieron sus habilidades, listos para lo que venía. La escena se volvía cada vez más oscura; enfrentarse a los X-Men infectados representaba una lucha tanto física como emocional, especialmente para Thor, quien en algún momento los había considerado aliados.
Sin más aviso, Cyclops lanzó un rayo de energía desde sus ojos infectados, que apenas esquivaron, y Jean levantó a Rusty en el aire con su telequinesis antes de que Thor interviniera con un golpe de su martillo, liberándolo.
“No son ellos, ¡solo son sus cuerpos!” gritó Thor, tratando de convencerse a sí mismo tanto como al grupo. “No duden… porque ellos ya no tienen nada de lo que alguna vez fueron.”
Con esas palabras como impulso, el equipo de Lincoln, junto a Thor, se preparó para lo que sería una pelea desgarradora contra los X-Men convertidos en zombies, decididos a darles paz final y proteger a todos los inocentes que quedaban.
La batalla se tornó feroz y desesperante en cuestión de segundos. Frente a ellos, los X-Men, sus antiguos héroes, ahora no eran más que sombras despiadadas de lo que alguna vez representaron. Cada movimiento que hacían estaba impulsado por una hambre insaciable y una fuerza brutal, lo cual hacía que incluso los miembros más valientes del equipo de Lincoln comenzaran a dudar si realmente podían salir de esta con vida.
Rusty fue el primero en caer. Cyclops, con sus ojos ahora brillando de un rojo más oscuro y sombrío que nunca, fijó su mirada en él y, sin piedad alguna, lanzó un rayo de energía directa hacia su dirección. Rusty apenas tuvo tiempo de intentar esquivarlo, pero el rayo lo alcanzó de lleno. El impacto fue tan potente que lanzó a Rusty por los aires, su cuerpo quedando inmóvil en el suelo tras un instante de silencio ensordecedor.
“¡Rusty!” gritó Dipper, en un intento de correr hacia su amigo caído. Pero la situación no le daba tregua. Colossus, transformado en un monstruo de metal corrompido y casi irreconocible, avanzó con pasos pesados hacia ellos. Su mirada era un vacío insaciable, y en un parpadeo, fijó su atención en Zach, quien intentaba cubrir a Azula y a los demás.
Zach levantó un escudo improvisado, tratando de resistir la embestida de Colossus, pero fue en vano. El monstruo metálico lo tomó entre sus manos, levantándolo sin esfuerzo, y con una fuerza inhumana, aplastó su cuerpo contra el suelo. El sonido era indescriptible, un eco de destrucción que resonó en el silencio que le siguió. Azula miraba con horror, con las manos temblorosas, sin poder apartar la mirada.
Thor, por su parte, intentaba contener a Wolverine y Cyclops al mismo tiempo, lanzando relámpagos y usando Mjolnir para apartarlos del resto del equipo, pero incluso él comenzaba a sentir el peso de la situación. Cada golpe de su martillo parecía apenas ralentizar a los infectados, quienes avanzaban de nuevo sin importar cuánto daño les causaran.
Y luego, llegó el turno de Liam. Jean Grey, una vez tan compasiva y amable, ahora era una sombra de su antigua vida, una criatura inhumana guiada solo por el instinto y el hambre. Usando su telequinesis, atrapó a Liam, quien luchaba por liberarse, pero era imposible. Jean lo levantó en el aire, sujetándolo como si fuera un simple muñeco, y antes de que alguien pudiera intervenir, lo arrastró hacia sí misma.
“¡No! ¡Liam!” gritó Azula, sus ojos llenos de lágrimas y desesperación. Trató de lanzar una llamarada hacia Jean, pero el tiempo parecía haberse ralentizado y sus intentos fueron en vano. Jean, sin un rastro de humanidad en su mirada, abrió sus fauces y devoró a Liam. El horror invadió a los pocos que quedaban en pie. La imagen de Liam desapareciendo, su expresión de miedo grabada en sus mentes, sería algo que nunca olvidarían.
Dipper, paralizado y casi en estado de shock, no podía apartar la mirada de sus amigos caídos. “Esto no puede estar pasando… ellos… todos…” murmuraba, con la voz rota y sin poder creer la magnitud de la pérdida.
Azula, en un arrebato de ira, dejó salir una explosión de fuego azulado, ardiendo con toda la fuerza que le quedaba. Sus llamas impactaron a los X-Men infectados, empujándolos hacia atrás por un instante. Pero ella misma sabía que era un esfuerzo inútil, ya que esos monstruos parecían indetenibles.
Thor, agotado y con el corazón pesado por el dolor de las pérdidas, miró a los pocos que quedaban en pie. “No podemos seguir aquí… Si continuamos, ellos no nos darán tregua… ¡Debemos retirarnos y reagruparnos!”
Azula respiraba entrecortadamente, sin querer apartarse, pero entendía que, si no se retiraban, todos perecerían. Asintió con un susurro lleno de odio y dolor, “Por nuestros amigos… esto no quedará así.”
Con lo que les quedaba de fuerzas, los sobrevivientes comenzaron a retroceder, mientras los infectados avanzaban lentamente, como si saborearan la idea de una cacería. La batalla había dejado cicatrices profundas en todos, tanto físicas como emocionales, y cada uno de ellos sabía que nada volvería a ser igual después de esa pérdida tan desgarradora.
En otra parte de la ciudad, Tony Stark llegó junto a Clint Barton (Hawkeye), la Mole (Ben Grimm), el Capitán América y otros miembros de los Vengadores. A medida que se acercaban, se encontraron con una escena desoladora: Lincoln, en su forma de Anti-Venom, estaba inclinado sobre el cuerpo inconsciente de Quicksilver, mientras Wanda se encontraba de pie, cubierta de polvo y con una expresión de agotamiento y preocupación.
Tony bajó su máscara y observó a su alrededor, sus ojos evaluando la situación rápidamente. “¿Qué pasó aquí?” preguntó, viendo la sangre verde y el cansancio en el rostro de Lincoln. Era evidente que acababan de sobrevivir a una dura pelea.
Lincoln, apenas logrando mantenerse en pie, levantó la mirada hacia los Vengadores. “Hulk… se ha vuelto incontrolable. Es imposible hacerle frente en el estado en el que está. Ya no queda nada de él, solo una bestia sedienta de destrucción. Nos vimos obligados a retirarnos; no podíamos detenerlo.”
El Capitán América frunció el ceño, su mandíbula apretada al escuchar las palabras de Lincoln. “Entonces estamos perdiendo aliados a medida que avanzan… No podemos seguir así.” Miró hacia el cuerpo inconsciente de Quicksilver y luego a Wanda, quien apenas se mantenía en pie. “Wanda, ¿estás bien?”
Ella asintió lentamente, pero el agotamiento era evidente. “Hicimos todo lo posible… pero Hulk no siente nada, no reacciona. Atacamos con todo, pero fue inútil. Cada vez que lo golpeábamos, él simplemente continuaba. No hay dolor, no hay razonamiento, solo un monstruo imparable.”
Clint miró a Tony y luego a los demás. “Si Hulk está fuera de control, ¿qué hacemos? No podemos enfrentarnos a todos y, mucho menos, perder más gente en el intento.”
La Mole, con sus puños apretados y una expresión sombría, agregó: “Lo que sea que esté infectando a nuestros amigos y aliados está convirtiéndolos en pesadillas ambulantes. Debemos encontrar la forma de detener esta infección antes de que acabe con todos nosotros.”
Tony miró a Lincoln, evaluando el sacrificio y la lucha que ya había dado. “Lincoln, te ves destrozado. Has hecho más de lo que se podía esperar de cualquiera. ¿Qué necesitas de nosotros?”
Lincoln respiró profundamente, tratando de mantenerse firme a pesar del cansancio. “Necesito que alguien cuide de Quicksilver y Wanda. Hay civiles todavía atrapados, y los infectados están por todas partes. Tenemos que protegerlos a como dé lugar y, al mismo tiempo… si encontramos una forma de contener a Hulk, debemos aprovecharla.”
El Capitán América asintió, colocando una mano firme en el hombro de Lincoln. “Cuentas con nosotros, Lincoln. Cuidaremos de los nuestros y evacuaremos a los que podamos. Tú has peleado con todo lo que tienes, y eso dice mucho de ti.”
Tony miró a su equipo y, con una determinación inquebrantable, habló en voz alta: “Todos, tenemos una misión. Evacuaremos a los civiles, protegeremos a nuestros amigos y haremos lo necesario para poner fin a esta pesadilla. No dejaremos que los infectados se cobren más vidas.”
Con un último vistazo hacia Lincoln, Wanda y Quicksilver, los Vengadores comenzaron a organizarse, cada uno con un propósito renovado. A pesar de la desesperación de la situación, el sacrificio y la valentía de Lincoln y su equipo había encendido una chispa de esperanza.
Continuara
Si habrá parte 3 y es será la última
Agregue a Wanda Dasher1275 como me dijiste
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