Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10

Corregido

Dylan.

Me está besando.

Mi crush literario me está besando.

Ha sido un beso en escena. Un beso fugaz, pero lo suficientemente largo como para saber que no me he saciado de ella. Que quiero volver a saborear sus labios, que no me ha dado tiempo a descubrir a qué saben en realidad. Que son los mejores labios que he besado jamás. Y que, estoy dispuesto a que se conviertan en los últimos.

Daría lo que fuera por meterme en su cabeza, aunque fueran unos minutos. Necesito saber qué le ha parecido, si ha besado otros labios mejores, si ella está dispuesta a que los míos sean los últimos que bese. Son tantas las preguntas por formular que no sé por dónde empezar. Es ella la que rompe el hielo.

—Sabes a Coca-Cola.

Me quedo unos segundo en silencio.

—¡Agus! —chillo, sin responder—. ¡La escena ha salido jodidamente mal! ¡No estoy contento con mi interpretación! —hago el amago de darle una patada a la primera silla que veo, pero al instante me arrepiento y la dejo dónde estaba. El director me mira con una ceja arqueada. Fingir que me cae bien está siendo muy complicado, todo sea por Natalia—. ¿Podemos repetir la escena?

—No.

—¿Y eso por qué? Vaya director estás hecho... ¿Quién en su sano juicio se conforma con la primera toma? ¡Spielberg y Tarantino temen que algún día les quites el pódium! —ironizo, entre gritos.

Al girarme me topo con Gia, que sonríe al verme en pleno estado de frustración.

—Quieres volver a besarla ¿Eh? —me conoce demasiado—. ¿Por qué no se lo dices? Que te gusta, quiero decir.

—No le metas pájaros en la cabeza al chico, cielo —comenta el subnormal de su marido. La llama cielo porque si la llamara por su nombre tendría que tener cuidado para no confundirse y llamarla por el nombre de mi madre—. Natalia es una chica difícil. Dylan no se anda con complicaciones, además, no les conviene. Ni ella a él. Ni él a ella.

—¿Insinúas algo? —mi tono de voz resuena con dureza entre las paredes de su despacho. Con un gesto le indica a Gia que cierre la puerta—. ¿A qué coño ha venido esto último?

—¡Vamos, Dylan! Te conozco desde que eres un crío, nunca te han gustado los compromisos. No serías capaz de mantenerlo con ella y eso solo provocaría que le rompieras el corazón. Y créeme, ya ha sufrido suficiente para que ahora vengas tú a poner el broche final.

Me duele que él, a quién consideraba mi segundo padre, piense así de mí, pero en el fondo ya nada me sorprende, no después de saber que es cómplice del mayor asesinato que he presenciado en mi vida, el de mi inocencia. Mi corazón. El amor entre madre e hijo.

—Me he enterado de que habéis pasado unas cuantas noches juntos —mascullo.

Natalia y yo llevamos siete días viéndonos sin descanso. Noche tras noche, excusa tras excusa. Noche de películas, series, juegos de mesa... y mucha pero que mucha temperatura, porque cada vez que su mirada se clava en mis labios y mi mano se adueña de su mejilla, juro que le rezo al puto destino para que una ráfaga de viento nos haga chocar y sus labios me besen con pasión.

—¿Qué ocurre, Agus? ¿Nos viste desde la penumbra de una esquina, mientras esperabas que Gia se fuera a dormir para follarte a mi madre? Qué feo lo que has hecho... ya me he enterado que ha pedido el traslado de Nueva York a Vancouver —río, sarcástico—, te arrodillaste en frente de ella en medio de la comisaría para que aceptara. ¡Quién te ha visto y quién te ve! Eso sí que es amor del bueno ¿eh? —ironizo—. Recuérdame que nunca quiera así a nadie. La forma que tienes de querer a Gia no es buena, pero tampoco lo es la que empleas con esa mujer que dice haberme dado la vida.

Agus resopla mostrando su enfado y tira con desprecio un bolígrafo sobre la mesa.

—Cierra la boca y responde a mi pregunta. ¿Qué hacéis en esas noches?

—¿Dos amigos no pueden quedar para tomar algo?

—¿En una casa? ¿Solos? Es raro, Dylan —mientras se acaricia la barbilla, pienso en lo bien que le quedaría un papel de villano. Daría lo que fuera por ver al héroe hacerlo desaparecer—. Empiezo a pensar que me has utilizado.

—¿Perdona? —mi mandíbula roza el suelo y mi ceja, en lo alto, el cielo. Esto roza unos límites del surrealismo—. ¿Qué yo te he utilizado a ti? —me froto la cara, frustrado—. ¡Estás encantado con el proyecto! ¡Lo estabas hasta que nos has visto acercar posturas fuera de cámaras!

—Dylan, tengo sustituto para tu papel. No me hinches las pelotas.

—¿Sí? —no lo hagas, Dylan, no lo hagas—. ¡Pues que te jodan!

Salgo del despacho dándole la espalda y cierro la puerta de un portazo. El barullo que formamos llama la atención de mis compañeros, también de los técnicos de producción, imagen y sonido. Avanzo por el set de grabación acercándome a la salida ignorando los gritos de Agus que me pide que regrese al interior de la sala. Veo a Natalia correr detrás de mí, pero no me detengo. Gia me pone una mano en el pecho, justo a dos pasos de la salida.

—Dylan ¿Qué ha pasado?

—Lo sabes bien —le digo, con una falsa sonrisa—. ¡Se puede meter el proyecto por el culo, Gia! ¡Qué lo disfrute! Pero yo me voy... —y de repente, me rompo.

—Cariño...

Gia no quiere llorar, y yo tampoco quería, pero es justo lo que estoy haciendo. Y no puedo controlar mis lágrimas. Porque me siento aquel niño pequeño que pasó de tenerlo todo a no tener nada. Y me duele el pecho, mucho. Porque discutir con Agus no significa hacerlo con alguien cualquiera, sino con la extensión de mi madre. Sé que esta noche cuando le diga a Gia que se marcha al despacho para avanzar trabajo y acuda a casa con mi madre, le contará lo que ha pasado. Ella creerá saberlo todo sobre mí. Opinará y me juzgará. Le dará consejos sobre cómo tratarme y mañana hará como si nada. Pero estoy cansado de fingir que no me afecta la verdad de mi vida, y el día menos pensado voy a explotar como dinamita

—Quédate —me pide, poniendo su mano en mi mejilla—. Si no lo quieres hacer por él, por mí o por ti, hazlo por Natalia. Tú mejor que nadie sabes lo que es que jueguen con tu ilusión, no le hagas esto.

—Necesito tomar el aire. Déjame salir —me limito a decir.

—Prométeme que no dejarás el proyecto.

—¿Y decepcionar a otra persona más? —niego con la cabeza—. Lo haré lo mejor que pueda. No te aseguro que no vaya a tomar una decisión que lo ponga todo patas arriba.

Le doy un beso en la mejilla y le doy la espalda.

—¡Dylan espera! —grita Gia, pero su voz no detiene mis pasos.


Natalia

Irrumpo con fuerza en el despacho de Agus. Está sentado en su si­llón. Tiene un vaso de whisky en la mano y sus ojos recorren mi cuerpo de pies a cabeza. Su rostro carece por completo de emoción. No le ha removido nada por dentro ver a Dylan así, roto, sea lo que fuera que ha pasado minutos antes.

—¿Qué quieres, Natalia?

—Comunicarte algo.

—No vas a salir antes solo porque sea tu cumpleaños —se ade­lanta.

Niego con la cabeza. E incluso se dibuja una sonrisa en mi cara.

—Si Dylan se marcha, también lo haré yo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro