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Epílogo. Parte 1

POV. Christian Grey.

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Jamás pensé que viviría para ver el día en que Theodore se casara. Si, tenía la esperanza de que lo hiciera y se convirtiera en el hombre que eduqué, pero verlo se siente completamente diferente... Y familiar.

—¿Y el catering? ¿Están preparando todo? —grita mientras su madre intenta ajustar su corbata.

—Si, se están acomodando en la cocina, cariño. —Ana termina de hacer el moño y alisa las arrugas de sus hombros.

—¿Y la música? ¿Le dijeron cuál es la canción que Jenny quiere para nuestro primer baile?

—Si. —Phoebe gruñe desde el rincón de la sala—. Por Dios, Ted. Si voy ahí otra vez, el hombre podría mearse en los pantalones.

Mi hijo frunce sus cejas idénticas a las mías, pero se obliga a relajarse cuando Jamie Sawyer asiente. Juro que parecemos un maldito escuadrón mientras Ted se dedica a dar órdenes de cosas que ya verificó el mismo hace dos días.

—¿Los padres de Jenny llegaron? El doctor y la señora Lindwood ya deberían estar aquí, ¿No?

Ana sostiene su mano y le da un apretón tranquilizador.

—Estarán aquí, te lo aseguro, no se van a perder el día más importante de la vida de su hija.

A menos que estén protestando por el matrimonio, lo que podrían hacer después de enterarse que Ted estuvo saliendo con su hija mayor. Me pregunto cómo será esa reunión y si voy a tener que arrestar a alguien.

El timbre de la casa suena y, antes de que cualquiera pueda alcanzar la puerta, ésta se abre de golpe y una mujer pisotea todo el camino hasta nosotros.

—¡Dije que estoy bien! —la cabeza pelirroja de la hija mayor de Luke aparece en la entrada de la sala—. Estoy embarazada, no inutilizada para caminar.

El hombre despeinado y ojeroso detrás de ella que parece una versión más estresada de Reynolds sacude la cabeza.

—Dije que fueras más despacio, llamita. No que te iba a cargar todo el camino. —suspira rodeando el abultado vientre de ella con las manos—. Buenos días a todos.

Las expresiones de todos los demás en la sala son de confusión.

—¿Qué carajos te pasó? —Teddy pregunta lo que todos queremos saber.

Reynolds sonríe con una mirada soñadora.

—Achaques del embarazo y hormonas lujuriosas, amigo.

—Ay, carajo. —Jamie se levanta del sillón como si tuviera un resorte—. Me niego a escuchar esto, estaré afuera.

Sale de la sala hacia el pasillo del comedor con Phoebe detrás de él. Y bueno, no puedo culparlo por querer evitar los detalles. Mierda, tal vez yo también necesite aire fresco.

Ana mantiene la sonrisa para aligerar el ambiente.

—Como sea, que bueno que están aquí. Estamos casi listos para comenzar.

—Genial. —la pelirroja se dirige al sofá que acaba de dejar su hermano—. Rey, ¿Me traerías algunos bocadillos de la cocina? Estoy segura de que la señora G tiene algunos escondidos en el refrigerador.

—¡Oh, los tengo! —mi esposa gira sobre sus pies—. Los hice en caso de que tu padre necesite un incentivo para cerrar la boca porque Dios sabe que hoy no es el día para su boca imprudente.

Ted gime de frustración mientras la chica Sawyer se ríe.

—Bien pensado, señora G., pero necesito algo de esa dulzura para este bebé.

Cómo cada vez que se menciona a un bebé, mi esposa se derrite de emoción y sale de la sala para traer esos bocadillos. Todos los demás solo miramos.

—Entonces... —intento mantenerlos enfocados a todos en la boda—. ¿Por qué no van al patio a buscar un asiento mientras yo ayudo a Ted?

La chica Sawyer y Reynolds asienten y se dirigen al pasillo, seguramente queriendo alcanzar los bocadillos de la cocina para salir. Eso me da algunos minutos con mi hijo mayor.

Mierda, ni siquiera sé cómo comenzar.

—Theodore, hijo. —su atención se mueve completamente hacia mi—. Quiero decir que estoy muy orgulloso de ti, no solo por elegir a una buena mujer, sino por ser el hombre que ella merece.

Los hombros de Ted caen ligeramente ante mis palabras.

—Gracias, papá. No tienes qué decirlo...

—Pero quiero. —lo interrumpo—. Dios sabe que pasé la mayor parte de tu adolescencia castigándote y preguntándome si sería así el resto de tu vida. Y afortunadamente no lo fue. —le dedico una pequeña sonrisa—. A veces solo hace falta la mujer correcta para orientarte.

Él me devuelve el gesto.

—Lo hace. ¿Así fue para ti? ¿Mamá influyó en ti?

Bueno, carajo. Ahora que lo pienso, mi vida perfectamente controlada se volvió un caos cuando Ana decidió que me quería y entró en mi vida a la fuerza. No estoy seguro de que sea lo que mi hijo quiere escuchar.

—Si, bueno, una mujer fuerte siempre te impulsará a ser mejor o te sacará del camino. Sé un buen esposo para tu chica y no le des a nadie el acceso directo a tu casa.

Sobre todo si están en el sofá desnudos.

Ted frunce las cejas.

—¿Hablas del ático? Jenny y yo decidimos quedarnos ahí hasta que pueda conseguir una casa cerca de sus padres.

—¿Seguro? —por lo que sé, no son solo Ted y Jenny, también Reynolds y su pelirroja y Kavanagh con la suya. Debe ser caótico—. Si necesitas aprenderlo a tu manera, adelante.

Mi hijo abre la boca para decir algo pero se queda callado cuando la puerta principal se abre con un chirrido característico y dos personas elegantes entran. Si los recuerdo correctamente, son el señor y la señora Lindwood.

—Doctor, señora Lindwood... —Ted se apresura a estrechar sus manos soltando un suspiro de alivio—. Que bueno que están aquí.

—Si. —el hombre hace un gesto con la boca—. No podíamos faltar a la promesa que hicimos.

Bueno, mierda. La mujer mira a su esposo con el ceño fruncido antes de acercarse a mi para un saludo.

—Detective Grey, un gusto volver a verlo. —sus mejillas se colorean y rápidamente retiro mi mano.

—Es un gran día. —estrecho la mano de su esposo—. Si me disculpan, debo ayudar a mi esposa en la cocina.

No espero una respuesta, salgo de ahí lo más rápido que puedo sintiendo la mirada de Teddy sobre mi porque seguramente su suegro tiene algunas palabras para él.

No es mi asunto.

Ana está en la cocina acomodando bocadillos en un plato mientras el resto de la compañía de catering organiza bandejas y sartenes en la estufa, levanta la cabeza cuando entro y sonríe.

—¿Teddy ya se siente mejor? Está tan nervioso que me recuerda a mi en nuestra boda.

—¿A ti? —arqueo las cejas—. Parecías tan tranquila ese día.

Ella hace un gesto con la mano para restarle importancia.

—Solo porque tu madre estaba ahí para poner todo en orden, parecía más ansiosa que yo por la boda. —se ríe—. Y dijo algo sobre que no podía creer que fuera una chica.

Bueno, mierda. El recuerdo de una llamada incómoda con Grace viene a mi mente, pero no quiero ir ahí así que cambio el tema.

—Nena, ¿Crees que deberíamos preocuparnos por Ted?

Ana levanta el plato antes de responder.

—No, estoy segura de que estará bien porque ama demasiado a esa chica como para arruinarlo. Y porque me recuerda a ti.

—¿A mí?

Dios sabe que ese chico me sacó jodidas canas verdes en su adolescencia por ser tan imprudente e impulsivo. Que se parezca a mi ahora significa que maduró.

—Si, ya sabes, todo neurótico y controlador. —suelta una risita inocente—. Voy al patio a llevar esto, ¿Vienes?

—Si.

Ni siquiera tengo qué pensarlo, necesito un trago o algo que me ayude a soportar esta reunión. Por fortuna puedo tomar dos vasos de whisky antes que el resto de los invitados y el oficial de la boda lleguen.

Las sillas están dispuestas junto al corredor por el cual Jennifer va a caminar, la música suena bajo en los parlantes y todos comienzan a tomar sus lugares para comenzar. Y ya que Ana caminará con Ted, debo llevar a la señora Lindwood conmigo.

—Es usted tan atento, Christian. —su mano se envuelve en mi brazo y sonríe—. Mi esposo siempre es tan serio y formal.

Eso parece. Y por la forma en que mira, pareciera que tiene algo qué decir al respecto. Lástima que su hija mayor tome la delantera.

—¡Mamá, basta! Deja de avergonzarnos. —la mujer rubia sostiene a un niño pequeño en sus brazos—. A Jenny no le va a gustar que seas tan confianzuda con su suegro.

La señora ignora a su hija, batiendo sus pestañas de esa forma tan forzada que tienen las mujeres para hacerte saber su interés.

—No estoy haciendo nada malo, Patty. Solo quiero disculparme con el detective Grey por todo el lío que ustedes chicas causaron.

—¿Nosotras? —se señala, cambiando al niño de un brazo al otro—. La culpa es de Ted por ser tan encantador.

Intento con todas mis fuerzas ignorar la conversación de estás mujeres y en cambio, busco con la mirada a mi esposa. Ella podría estar ahí conversando con el doctor Lindwood, pero la conozco, su atención está sobre lo que ocurre aquí.

—¿Cómo? —finjo que me habla—. ¿Ya es hora? —tiro del brazo de la madre de Jennifer—. Será mejor que nos acerquemos al cortejo.

No le queda más remedio que dejar de discutir y acercarse a dónde están los demás, Phoebe y Jamie encabezando el asunto como la dama y el padrino que son. Entre las sillas de los invitados veo a Jason Abernathy dirigiendo al resto de los Sawyer y los Kavanagh a sus asientos.

Y con todos en posición, la ceremonia comienza.

El primero en avanzar es Ted con Ana de su brazo, luego la señora Lindwood y yo los seguimos de cerca. Phoebe y Jamie vienen detrás de nosotros y finalmente giramos para mirar al doctor Lindwood estirar la mano hacia las sombras del pasillo.

La delicada mano enguantada de su hija se detiene en su brazo y sale al pasillo con una gran sonrisa y ojos húmedos de lágrimas.

—Carajo, —susurra Teddy no demasiado bajo—. Se ve preciosa.

La chica prácticamente tira de su padre con ella para llegar a dónde Ted la espera, yo asegurándome de estar en mi asiento junto a mi esposa. Cuando recibimos la indicación nos sentamos para escuchar las palabras del oficiante.

—Creo que todo está saliendo perfecto, cariño. —Ana susurra en mi oído.

—Lo sé, ¿No es maravilloso? Solo una preocupación más y habremos terminado, Cerecita.

Ella se ríe.

—Nene, deja de hablar de nuestros chicos como si fueran molestias, y estoy segura de que Harry será el hueso más duro de roer.

—Mierda, nena. No puedes solo dejarme disfrutarlo, ¿Verdad?

Me golpea el hombro con su mano libre y suelta una risita. Luego volvemos los dos nuestra atención al frente. Vemos a Ted y a Jennifer intercambiar anillos, decir sus votos y besarse en medio de los vítores de la familia. La enorme familia que hemos construido con los años: Luke suelta silbidos ruidosos, Leila algunos hurras y Ethan se encarga de las fotos mientras los más jóvenes continúan aplaudiendo.

Nos ponemos de pie para los abrazos obligados y las felicitaciones, aliviados de que la ceremonia haya concluido sin contratiempos de cualquier tipo. Ahora solo resta la comida y el brindis con un buen vino.

Cuando todos se acercan a los toldos con las mesas improvisadas en nuestro jardín, Ana y yo nos acercamos a Teddy y a su esposa.

—Mi niño, felicidades. —mi mujer es la primera en abrazarlos—. Estoy tan feliz por ustedes.

Se limpia las lágrimas y se aparta para que yo los estreche en un abrazo.

—Si, lo que tu madre dijo. —le doy un apretón y otro a su esposa—. Estoy orgulloso de ti, Ted. Sé que no lo digo con frecuencia pero es la verdad.

Sus cejas vuelan en su frente.

—Te refieres a nunca, ¿verdad?

Antes de que pueda dedicarle una palabra graciosa, se escucha el ruidoso sonido de un micrófono y un carraspeo de una voz idiota.

—Si, ¿Hola? ¿Esto está encendido? —Luke agita el micrófono en su mano—. Quiero dedicarle unas palabras a la feliz pareja porque, de un ex mujeriego a otro, hay muchas cosas que Teddy Grey y yo tenemos en común.

Escucho un chillido aterrado de Jennifer, un gruñido de Ted y algo exasperado de mi esposa mientras miramos las expresiones pálidas de los Lindwood, el jodido Luke señalando hacia ellos.

—Tengo algunas anécdotas de Ted metiéndose en problemas por las chicas y arrastrando a mi Jamie con él.

Teddy estira el brazo y me palmea el hombro.

—¡Papá, lo va a arruinar todo! ¡Deténlo!

El imbécil abre la boca para seguir contando sobre las escapadas de Ted, lo que no me deja más remedio que cargar hacia él lo más rápido que puedo y lo tacleo golpeando mi hombro contra su abdomen.

Chilla mientras rodamos en el césped de mi patio y luego numerosos gritos.

—¡Christian! ¡Mi traje! —me empuja y rodamos otro poco.

—¡Cierra la maldita boca, imbécil! Asustas a mis invitados.

—¡Yo soy un invitado y acabas de golpearme como si fuera un costal de papas!

Ni siquiera quiero mirar en dirección a los suegros de Ted, pero sé que es malo cuando escucho la voz de Ana:

—Por favor, ignórenlos. Es una vieja tradición del departamento de detectives. —el tono de su voz sugiere amabilidad forzada.

La voz de Ethan es tan calmada como siempre.

—Una muy mala si me lo preguntan.

Leila parece ser la única inmune a nuestras estupideces.

—La comida de hoy está deliciosa, ¿Les sirvo una copa? Por favor...

Mierda.

Creí que las cosas cambiarían cuando nuestros hijos fueran mayores y maduros, pero nunca conté con que nosotros fuéramos los mismos. Eso me hace reír y dejo ir el cuello de la camisa de Luke.

—Solo cierra la maldita boca y toma un trago conmigo, Luke. Estoy demasiado viejo para seguir haciendo esto.

El puto Sawyer se ríe también.

—Y yo tengo hambre por el estrés de sobrevivir a tus jodidas rabietas, Christian. Ahora cállate y ayudame a levantarme.

Los dos nos quedamos ahí de espaldas contra el piso hasta que la cabeza rubia de Ethan se asoma por encima.

—¿Terminaron de jugar?

Luke y yo compartimos una mirada divertida.

—No. —tomamos las manos de Ethan y lo hacemos rodar a un lado, cayendo entre nosotros que lo esquivamos por jodidos escasos centímetros.

Luke se ríe a carcajadas y Ethan parece estupefacto. Luego sonríe.

—Si, supongo que es así como debía acabar la cosa. Esta es la tradición.

Todos los demás parecen divertidos y confundidos, pero al menos ya no recuerdan por qué comenzó la discusión y para mí eso es suficiente.

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¡Feliz año nuevo!

Los fines de año me ponen nostálgica porque es el momento de hacer una evaluación de todo lo que hemos logrado. ¡Ánimo! Mejores cosas vendrán en nuestro 2025.

Les deseo un próspero nuevo año y muchas bendiciones ❤️

1220sarai y lalika18 hermosas, el capítulo que les debía por sus cumpleaños. ¡Tarde pero seguro! Saben que les deseo todo lo mejor este año y todos los años ✨💐 Reciban un fuerte abrazo.

Blue 💙

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