Estoy lista para ir a casa ahora.

Comí, bailé y tuve la boda que había soñado desde que era niña.

Y con el chico que he amado.

Observo a Jamie en la pista de baile, sin el saco negro y la corbata, mientras sus amigos intentan bailar  break dance.

—Dios, espero que nadie se rompa el cuello.

De todos modos levanto el móvil y tomo la foto, una de muchas que enviaré a Liam por correspondencia.

Guardo el móvil en el bolso y giro a mi derecha para ver a mi mejor amiga y a mi cuñada Marcie charlar. Maddie y mis suegros ya se fueron, también los Kavanagh, y papá y mamá hace 20 minutos.

Solo mis hermanos tontos, nuestros mejores amigos y mi chico siguen celebrando.

—Yo digo que no debería ser importante. —Marcie toma otra cerveza—. ¿A quien le importa con cuántos te acostaste? Solo vive tu vida.

—Bueno, a mi me importa. —Jenny sorbe de la pajita de su limonada—. Soy virgen, quiero un anillo y una boda. Y la casa, los niños y un perro.

—Vaya... —eso capta mi atención—. Tienes todo un plan, ¿No?

—Si. Uno como el que tú hiciste con James. ¿Dónde encuentro a otro chico como él?

Las tres miramos hacia la pista y vemos a los cinco idiotas que bailan como si tuvieran calambres, todo risas y carcajadas gracias al alcohol.

—Bueno, Harry es un buen chico. —señalo a mi hermano menor, que es el único que sabe lo que hace—. Podría ser virgen, pero no voy a meter las manos al fuego por nadie.

Jenny arruga las cejas.

—Tiene como quince años, ¿No? Es un niño.

Marcie se ríe de las dos.

—La edad de Jamie cuando Phoebe le echó el ojo.

Estoy lista para defenderme pero Jason se acerca con la lengua de fuera, toma la jarra de la limonada y bebe directamente de ella.

Mi amiga hace una mueca de asco.

—Esta es mi última limonada. —se queja.

Jase se termina la limonada con un gran resoplido y la baja, limpiándose la boca con la manga de su camisa blanca.

—Marcie, nena, ¿Quieres bailar?

Mi cuñada sonríe.

—No, gracias. He bebido suficiente y ahora quiero ir a casa.

Oh, vaya. Debería pedirle un taxi y seguramente también para los demás.

Jamie se acerca y se detiene a mi lado.

—Nene, tu hermana se va, ¿Podrías conseguir un taxi?

—¡Yo la llevaré! —grita Jason.

—No, no lo harás. —gruñe mi esposo—. Siéntate hasta que se te baje el nivel de alcohol.

—O pueden quedarse. —sugiero—. Marcie puede tomar mi antigua habitación y Jase el sofá.

La pelirroja sacude la cabeza.

—No quiero molestar, gracias. Además, me gustaría dormir en mi propia cama.

Mi esposo entrecierra los ojos, luego asiente lentamente a su hermana. Toma el móvil del bolsillo y comienza a teclear cuando Reynolds se acerca.

Tiene el cabello negro revuelto y los ojos oscuros fijos en Marcie, pero logra caminar en línea recta. Se agacha justo cuando llega a su lado.

—Yo la llevaré. —usa el hombro para cargarla como un costal de papas—. Dejé de beber hace una hora.

—¡Oye! —Marcie chilla mitad sorprendida y mitad emocionada—. Uy, tu culo se ve bastante firme desde aquí.

Jamie pone los ojos en blanco y su amigo nalguea a mi cuñada, que no deja de reírse mientras la llevan de cabeza. Jason hace un puchero.

—Eso no es justo, Jamie. Yo quería llevarla.

Parece serio al decirlo, pero comienza a reírse como un loco, haciendo que Ted y Harry también se acerquen.

—¿Qué pasa? ¿A dónde van todos?

Señalo con el pulgar el camino por el que Mars y Reynolds desaparecieron.

—Ellos se fueron, nosotros nos vamos y Jenny también.

Jase vuelve a gritar.

—¡Yo la llevo!

Todos ponemos los ojos en blanco antes de que Teddy agregue:

—No puedes llevar a nadie, idiota. Yo la llevaré.

Jenny levanta la cabeza rápidamente y comienza a negar.

—No, no es necesario, estoy segura...

—Jennifer, dije que te llevaré. Si te hace sentir mejor, Jase también irá. Puedo manejar y me sentiré más tranquilo si sé que estás a salvo.

Le dedico una mirada de incredulidad a mi hermano por ese discurso tan heroico, que parece funcionar porque Jenny recoge su bolso.

—Bueno, gracias.

Ted ayuda a Jason a caminar mientras Jenny los sigue hasta el frente de la casa donde quedaron estacionados los autos. Harry suspira a mi lado.

—Supongo que soy el comité de despedida, así que adiós, me voy a dormir. —palmea el hombro de Jamie y camina hacia la casa.

Todo se queda en silencio el tiempo suficiente para que Jamie y yo nos miremos el uno al otro. Mi chico, mi esposo.

Al fin todo mío.

—Nene, ¿Qué opinas de llevar a tu esposa a casa y hacerle el amor durante los próximos dos días?

Jamie sonríe de oreja a oreja.

—Señora Sawyer, acaba usted de leer mi mente. Ahora ven aquí para que pueda llevarte.

Él también se inclina y me levanta justo como Reynolds se llevó a Marcie y lo único que puedo hacer es reír. Esperaba más delicadeza, pero aceptaré lo que mi hombre quiera darme.

—Phoebe, espero que no le tengas mucho cariño a ese vestido porque tiene demasiados malditos botones.

Me hace reír.

—Lo sé, nene. Pensé que te gustaría el detalle de desabotonar cada uno con mucha paciencia.

Jamie me carga hasta nuestro auto y me pone en el asiento, asegurando también el cinturón en su lugar.

—Al diablo con la paciencia, nena. Tengo un cuchillo de caza doble filo que cortará cada uno de esos hilos como mantequilla.

Salvaje.

Dejo de hablar y moverme para que Jamie nos lleve a salvo hasta nuestra nueva casa, más lejos que Escala pero con la privacidad de un residencia, la casa de ladrillo rojo es el hogar perfecto para nuestra familia.

Ambos bajamos del auto, mi esposo con las llaves en la mano para abrir la puerta y encender las luces. No entra, espera hasta que estoy a su lado para levantarme en sus brazos al estilo princesa.

—Se que ya hicimos esto pero, Señora Sawyer, Bienvenida a casa.

Al fin, dulce hogar.

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3/3

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