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Capítulo 74. Phoebe Grey

Tengo qué admitir que papá y mamá tenían razón al advertirme sobre el sexo porque es simplemente fantástico, y me habria metido en muchos problemas si tuviera qué mantener las manos lejos de Jamie.

La lista que hice sobre todos los lugares donde me gustaría hacerlo con mi chico ya tiene varias casillas tachadas porque ha sido una semana intensa. Por suerte para mí, es viernes y puedo concentrarme en mi prometido y planear nuestra próxima boda.

El ascensor se abre en el piso del ático de nuestro nuevo apartamento y lo primero que veo es a Jamie sobre una escalera, instalando lo que parece ser un panel táctil junto a la puerta.

—Hola, nene.

Mi chico sonríe y sus ojos azules se iluminan. Dios, se ve tan guapo con esos pantalones cargo negros y botas de combate.

—Hola, nena. ¿Cómo estuvo la escuela?

—No tan emocionante como tú. —me acerco a él y me cuelgo de su cuello para besarlo, pero el ruido en la sala me detiene.

Giro la cabeza esperando encontrar a Reynolds ahí, pero es mi hermano idiota y su compañero de patrulla.

—¿Ted? ¿Qué estás haciendo aquí?

Mi hermano arruga la nariz en una mueca de desagrado.

—Es viernes de videojuegos, vine a pasar tiempo con mi mejor amigo.

Jase también sonríe.

—Aunque técnicamente él está allá y nosotros jugando.

Dios, es cierto. Tienen el xbox conectado a la pantalla sobre la chimenea y al menos dos cajas de pizza están en mi nueva mesa de café.

Reynolds elige ese momento para acercarse, viniendo del estudio con una tablet en la mano.

—Configurado y en línea. —levanta la barbilla a modo de saludo—. Señora Sawyer.

Uy, me encanta como suena eso.

Teddy hace un ruido como si tuviera arcadas.

—Esto es como en los viejos tiempos. —su vista sigue clavada en la pantalla—. Pero por favor, vayan a besuquearse a dónde no podamos verlos.

Es mi turno de torcer los labios en un gesto de molestia.

—Te recuerdo que estás en mi casa, eres libre se irte o sacarte los ojos. Lo que sea que funcione para ti.

Jase y Reynolds se ríen, el segundo se sienta en el sofá para alcanzar un pedazo de pizza de la caja.

Mi chico deja lo que estaba haciendo para poner sus manos sobre mi culo y levantarme.

—Bien dicho, nena. Estos cabrones pueden acostumbrarse o irse a la mierda.

La puerta del ascensor timbra y todos miramos expectantes mientras papá y mamá salen del ascensor. Los ojos de ambos se dirigen a las manos de Jamie en mi culo.

—Oh, bueno. Parece que llegamos en mal momento. —mamá luce ligeramente apenada.

Papá no tanto.

—¿Así será todo el tiempo? ¿Me descuido un puto segundo y ya estás manoseando a mi hija?

Las manos de Jamie se quedan pegadas ahí, luego ambos compartimos una mirada antes de decir al unísono Si.

El timbre del ascensor suena de nuevo y mi chico frunce las cejas hacia Reynolds.

—¿De qué carajos sirve que cambies el código si se lo das a todo el mundo? —pero el enojo le dura poco porque son sus padres los que salen del ascensor.

—Hola a todos. —la señora sawyer nos mira con una pequeña sonrisa—. No sabía que sería una reunión familiar.

Rayos, eso parece. Le dije a mamá que podíamos hablar sobre la boda y ver algunos colores y arreglos de flores, sobre todo porque establecimos la fecha para el próximo mes.

Mi mamá ignora el silencio incómodo y la tensión dirigiendo la conversación hacia Jamie.

—¿Y cómo van los negocios?

Solo entonces parece recordar el lugar donde descansan sus manos y las sube lentamente hasta mi cintura.

—Lentas, pero se mueven. —nuestros padres nos rodean para escucharlo—. Ofrecimos seguridad gratuita a los inquilinos del edificio a cambio de recomendaciones.

—Oh, eso es tan inteligente. —mamá sigue hablando—. Estoy segura de que si me das algunas tarjetas, puedo entregarlas por ti.

—Eso sería fantástico. —Greg se acerca con una gran sonrisa en el rostro que hace que papá frunza las cejas—. Ahora veo por qué Phoebe es tan lista.

Por la mirada de papá, está a punto de brincar sobre la yugular de Reynolds, pero como siempre, el señor Luke viene al rescate.

—¡Oye! ¿no sería genial que trabajaras para la policía? Como un consultor externo o equipo especial, estoy seguro que podrías iniciar una división.

Papá pone los ojos en blanco pero mamá aprovecha el momento para tomar el brazo de la señora Becca y ambas caminan hacia la cocina.

—Dejemos a los chicos con sus discusiones de juguetes y vayamos a la cocina por una copa de vino. —me mira por encima del hombro con una ceja arqueada—. Tienes una botella de vino, ¿verdad?

Rayos.

Anotación mental: tener alcohol ya que parece que mi familia pasará mucho tiempo aquí.

La señora Sawyer hace una seña con la mano.

—Llamaré a Marcie y le diré que traiga algunas botellas, así iniciamos una buena reserva.

¿Qué? Esto no puede estar pasando. Quiero pedirles a todos que se vayan para que pueda colgarme de mi hombre como un mono, pero el ascensor timbra de nuevo y la puerta se abre.

Por instinto giro y veo a la tía Leila entrar con los ojos rojos de llanto, el tío Ethan la abraza contra su pecho para sostenerla.

—Phoebe... —viene directo a mi—. Habla con él, ¡dile que es una locura! Es mi bebé.

Mis cejas se arquean porque no estoy entendiendo nada. El tío Ethan señala con su cabeza rubia.

—Liam está abajo y quiere hablar contigo.

¿Liam? ¿Por qué no sube? Todos parecen estar teniendo una fiesta de la que no me informaron, él debería estar aquí también.

Le lanzo un vistazo a Jamie para que sepa que voy a bajar, luego entro en el ascensor y presiono el botón del vestíbulo.

No está ahí cuando salgo, sino en la acera con una enorme mochila en su espalda.

—¿Li? ¿Qué pasa? ¿Por qué no estás arriba con los demás?

La expresión de mi mejor amigo es una mezcla de tristeza y furia que nunca antes había visto.

—Me voy, Phoebe.

—¿Por qué? Estoy segura de que todos se alegrarán de verte.

—No me refiero a eso. Estoy diciendo que me voy, me enlisté para ir a la fuerza aérea.

¿Qué? La expresión llorosa de mi tía Leila viene a mi mente. Se va.

—¿Por qué? Liam, tu mamá está destrozada, ¿Por qué estás haciendo eso?

—Resultó bien para Jamie, ¿No?

El tono en su voz me ofende.

—Esto no es por Jamie y lo sabes. Así que sé sincero como el amigo que siempre has sido y déjate de estupideces. —su expresión cae y solo entonces me doy cuenta que no he sabido nada de él desde que Jamie llegó. Desde el día del desayuno—. Esto es por Maddie, ¿Verdad?

Le toma largos segundos responder.

—Si. —suspira—. Alejarme un tiempo me va a ayudar a superarla, y con suerte, tampoco estaré aquí para verla llegar al altar.

—¿Estás seguro?

Aprieta con más fuerza la correa de su mochila y asiente.

—Muy seguro. Despídeme de todos, Phoebs... Te veré en tres años.

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