Respiro hondo y exhalo lentamente, pero no calma la furia que siento calentando mis entrañas.

Cuando Maddie apareció en el bar esta mañana, supe inmediatamente que algo grave había pasado porque ella nunca falta al trabajo. Nunca. La he visto ir con un horrible resfriado, con alergias y hasta con una lesión en el tobillo.

Sea lo que sea, mi hermana siempre es responsable. ¿Pero esto?

Solloza de nuevo con la cabeza apoyaba en el regazo de mamá mientras ella le acaricia el hombro. Mamá no dice nada, solo se queda ahí reconfortándola y haciéndola sentir acompañada, y yo tengo qué luchar contra el impulso asesino.

O tal vez no.

Levanto la mano que sostiene el cigarrillo para que mamá lo vea y señalo la puerta, ella me mira y asiente porque sabe que necesito salir a tranquilizarme.

Salgo de la oficina hacia la derecha y voy por el pasillo hasta la puerta trasera, empujándola para salir. Mi chico Rey está ahí inclinado contra la pared con un cigarrillo en sus labios.

—¿Llamita? ¿Está todo bien con tu hermana?

No me detengo, sigo caminando hacia mi camioneta pero eso no impide que responda.

—Ese maldito imbécil la engañó, ¿Puedes creerlo? —estiro la puerta del conductor y abro—. ¡Es la mejor de nosotras dos!

Me meto en el asiento del copiloto y veo la puerta del acompañante abrirse, luego Rey entra ya sin el cigarrillo.

—¿Estás en una misión de venganza? Porque nena, necesito algo de emoción. —su sonrisa deslumbrante normalmente haría que saltara sobre él como hace rato, cuando fuimos interrumpidos por Maddie.

Pero no en este momento, primero debo ajustar cuentas con el maldito bastardo infiel.

Enciendo el auto, piso el acelerador a fondo y conduzco hasta la escuela donde trabajan mi hermana y su ex novio. El silencio es tan agobiante que comienzo a hacer preguntas.

—¿Por qué dices que Jamie te dió el día libre? —suelto porque me parece raro que mi hermano haga eso teniendo una compañía en desarrollo.

Reynolds se encoge de hombros.

—Dijo que tenía qué arreglar unos asuntos en casa hasta tarde, pero asumí que era un código para sexo caliente y salvaje con su esposa.

Eww. Pensar en mi hermanito teniendo sexo todavía me revuelve el estómago. Le golpeo el pecho a Greg para que deje de reír.

—Pues no, idiota. Era código para hermana mayor en apuros. Dios... —Maddie no tuvo que decirlo, tenía los ojos rojos e hinchados de llorar toda la noche—. Aparentemente en ese rato que olvidé mi móvil en la sala es que pasó todo.

Luego voy a patear mi propio culo por ser tan descuidada con mi gemela por ir a tener sexo silencioso en la habitación de Greg.

Sigo conduciendo, haciendo giros rápidos y deslizando las llantas cuando me veo obligada a frenar y en pocos minutos estoy entrando en el estacionamiento de la primaria. Me detengo en medio de la entrada y lo apago.

—¿Quieres que vaya contigo? —pregunta Rey pero no respondo porque ya estoy bajando—. Mierda, debería ir contigo para evitar que te metas en problemas.

La puerta de la entrada está cerrada, así que comienzo a golpear y llamar al maldito infiel.

—¡Brian, hijo de puta, sal de ahí! —golpeo. Me alejo de la puerta y camino hacia la ventana de su oficina, también está cerrada pero veo al imbécil sentado frente al escritorio—. ¡Brian! ¡Ven aquí, imbécil!

Se sobresalta cuando me escucha golpear su maldita ventana, y luego se pone pálido cuando me reconoce. No soy la dulce hermana tranquila, soy la pateadora de culos de la familia. Sigo golpeando su ventana.

—¡Hijo de puta, ven a dar la cara! —se acerca a pasos lentos y temerosos—. ¿Tenías que engañar a la única persona buena e inocente que conozco?

Golpeo el vidrio de nuevo tratando de romperlo pero Reynolds me agarra los brazos y me hace retroceder.

—Nena, te vas a cortar las manos con el vidrio. Déjalo ir.

Jodidamente no.

Me aparto pero señalo a Brian.

—Ella no se merecía lo que hiciste, pedazo de mierda. Ahora tienes que pagar.

Gesticula un "lo siento" pero no es suficiente. Necesito que sufra. Miro hacia el estacionamiento y encuentro su estúpido audi deportivo, su posesión más preciada.  Una sonrisa se estira en mis labios.

—Lastimaste lo que más amo en el mundo, ahora yo lastimaré lo tuyo.

Su expresión se convierte en terror cuando nota mis intenciones y ahora es él quien comienza a golpear el vidrio de la ventana.

Nada me detiene. Corro hasta el auto y me subo sobre el capó, faltando con fuerza para que se abolle. Ya que estoy ahí, también subo al techo y hago lo mismo mientras Reynolds se ríe. El vidrio frontal se estrella cuando mi bota choca accidentalmente con él.

—¡Oops! —finjo sorpresa—. ¡Fue un accidente, Brian!

Bajo del auto y voy directo a la ventana donde ese imbécil sigue mirando.

—Ni siquiera te molestes en denunciar. Sabes que mi papá y todos mis tíos trabajan en la policía, lo que le hice a tu estúpido auto no es ni de cerca lo que papá te hará cuando se entere.

Greg asiente con una expresión seria.

—Si yo fuera tú, chico, pediría mi traslado a una ciudad remota. Luke Sawyer es... Mierda, todavía tengo miedo de volver a su casa después de lo que dije.

Me muerdo los labios para evitar reírme de la seriedad de Reynolds, porque Brian lo está comprando absolutamente todo. Empieza a negar repetidamente.

Aprovecho la pausa para acercarme a mi chico y tomo la navaja plegable de su bolsillo, luego la levanto en el aire para que Brian la vea.

—Toma ésto como mi único aviso sobre mantenerte alejado de mi hermana, no la mereces. —dicho eso, clavo la afilada hoja sobre el primer neumático, luego el segundo.

—¿Llamita? ¿Qué haces?

Apuñalo la tercera rueda.

—Espera, nene. Le enseño a Brian lo que podría pasar si se vuelve a acercar a mi hermana.

Pincho la última llanta del auto de Brian y Reynolds se acerca para recuperar su navaja, seguramente porque sabe que seguiré cortando cosas hasta que el enojo se me pase. Cuando la guarda de nuevo en su estuche, me sujeta las manos.

—Marcie, eso fue tan sexy. —me atrae para un beso sin soltarme las manos—. Y recordaré nunca jamás traicionarte.

—Más te vale, chico. —forcejeo para que me libere pero no lo hace, en cambio, me atrae más cerca de él—. ¿Qué?

Lo escucho suspirar profundamente.

—Sé mi novia.

—¿Qué? —repito—. ¿Por qué dices eso?

Su expresión parece molesta.

—¿Por qué? Hemos estado saliendo durante un tiempo, disfrutando de sexo y compañía, solo nosotros. ¿No es eso lo que los novios hacen?

Ay, Dios.

¿No era esta una relación de amigos con beneficios? Y por beneficios me refiero a mucho sexo caliente.

—Pero... —balbuceo—. Los novios tienen citas, y hablan sobre su futuro. Y sobre hijos. Ni siquiera sé si quiero tener hijos, Greg. Mierda.

Un noviazgo suena muy importante, como un ensayo para el matrimonio y yo no sé si quiero pasar por esa experiencia. No quiero tener que confiar en un hombre y que parte de mi vida dependa de él.

Por supuesto, papá es un hombre diferente pero solo porque George jodió las cosas en primer lugar. Y Brian solo es otro cabrón que lo reafirma. Y no puedo ser un desastre lloroso cuando mamá y Maddie dependen de mi.

No puedo derrumbarme como ella lo hizo después de lo que pasó con George.

Reynolds debe ver el pánico en mis ojos porque me suelta y me mira en silencio mientras vuelvo a mi camioneta. Luego sube en silencio y permanecemos así hasta que conduzco de regreso al bar de mamá.

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