Somos tú y yo, y un sinfín de posibilidades

Capítulo 5.

¿Cómo sabes cuándo es tiempo de dejar ir a alguien que amas? ¿Cuánto es suficiente y dónde termina lo que somos juntos? No ha pasado mucho desde la última carta que escribí, pero he estado pensando demasiado y no lograba encontrar la manera de acomodar todas esas ideas. La conclusión siempre es la misma, por más vueltas que le dé, la verdad es que no estoy lista para dejarte ir.

¿Cómo podría? Si todavía sueño con que vuelvas. Fantaseo con que cruces la puerta de mi casa y me digas que todo ha sido una confusión, poder sentirte envolviéndome entre tus brazos y tener la certeza de que mi hogar sigue intacto, que lo nuestro sigue con vida, que podemos retomarlo justo donde lo dejamos. O despertar un día y en lugar de sentirme miserable, darme cuenta de que todo eso fue una pesadilla, una de tantas, pero que carece de importancia porque en realidad sigues a mi lado, que nunca moriste y lo que ha pasado últimamente fue resultado de tanto drama en la televisión.

Pero eso es un engaño, Mase, es lo que hago para sentirme mejor, de alguna forma me reconforta. Tú y yo sabemos que odio los dramas de televisión. Ojalá hubiera una forma de hacerte saber lo mucho que te extraño, ojalá supieras cuánto te necesito, ojalá no tuviera que conformarme con escribirle a un difunto.

No quiero olvidarte, Mase, no quiero que desaparezcas de mi vida. Las fotos de mi teléfono, aunque la mayoría borrosas, entran como fragmentos de vidrio a mis ojos y lloro cada vez. No es diferente con los mensajes en nuestro chat, los destacados que aún no he borrado, las notificaciones de los recuerdos juntos, las publicaciones graciosas de chistes que solo tenían sentido para ti y para mí. Paso la mayor parte de mi día llorando por ti, porque te extraño y no puedo tenerte. No me gusta esta sensación pero contradictoriamente me la paso buscándola, sigo siendo un insecto y tú sigues siendo un faro de luz azul.

Leo me dijo que debería deshacerme de todo, tirar de una vez por todas esa estúpida caja de regalitos y basura romántica. Leo es un idiota. Leo nunca ha tenido una novia, él no sabe lo que es amar a alguien de la forma en la que te amo a ti. Las mujeres desfilan por su cama como carne en plancha de supermercado, su único fin es ser comidas por la noche y digeridas a la mañana siguiente. Me pregunto si él realmente estará cómodo relacionándose así, con carne barata y calidad cuestionable. Me pregunto si esas mujeres esperan que él las llame para una segunda cita, para conocer a sus padres u organizar una boda en la playa.

Yo nunca quise ser como una de esas mujeres, siempre esperando algo más, pero yendo tras los mismos idiotas una y otra vez, esperando tener un resultado diferente. Fui paciente. Mamá me dijo una vez que merecía todo lo bonito que el mundo podía ofrecerme. Cuando ella se fue, como tú, dejó en mí un vacío y un sinfín de dudas, si merecía cosas bonitas, ¿por qué me había dejado?

Cuando te conocí, supe a qué se refería. No podría existir algo más bonito en el mundo que coincidir contigo en él. Por eso estoy tan confundida, Mase. Tú y yo y todas esas noches... ¿Qué significó? ¿Qué significa ahora? ¿Deje de merecerte? ¿Qué fue lo que hice mal? No lo entiendo. Todo estaba bien entre nosotros, te amaba, me amabas, ¿qué salió mal? Son demasiados quizá y tal vez que nunca podré definir porque las respuestas las tienes tú, están en algún lugar del universo, infiltradas entre polvo de estrellas o en el polen de algún jardín.

Yo no quería ser como las mujeres de una sola noche, quería sentir que nos pertenecíamos el uno al otro a la mañana siguiente, pero mi inseguridad era demasiado grande para mantenerla sometida, más fuerte que las palabras y las acciones que me demostraban cada vez lo mucho que me amabas. Aun así, Mase, no era suficiente, quería saberlo todo, necesitaba ser dueña incluso de tus pensamientos, y por eso siempre preguntaba:

-Cuándo no estamos juntos, ¿Alguna vez piensas en mí?

Mase, siempre dabas justo en el clavo

-A veces me pregunto si podré dejar de pensar en ti

Mi alma se regocijaba y mi corazón se sentía cálido y seguro. Hoy existen muchas dudas, me pregunto si estabas pensando en mí durante ese último suspiro, en un instante atrás antes de irte por completo, y si fue así, ¿Pensaste en todas las posibilidades? Porque yo sí, Mase, todavía lo hago.