Capítulo 8: Fiesta Sin Permiso
Ashton
Por fin era viernes y aunque ya había terminado con la universidad, me había ofrecido para ir a buscar a Alaska al set donde grabaría el nuevo comercial para el que la habían contratado.
Por más que había preguntado, Alaska no me había querido decir que producto sería el que promocionaría y no imaginaba la razón, ¿qué podía ser peor que promocionar una salsa de tomate vestida de una salsa de tomate?
Estacioné mi motocicleta frente al edificio correspondiente y en menos de tres minutos, me encontré con Alaska.
Mi novia no tenía cara de estar contenta, tampoco triste... más bien parecía avergonzada de algo.
Cuando llegó junto a mí, me incliné para darle un pequeño beso y le entregué un casco.
—¿Cómo te fue, amor?
Alie vaciló.
—Bien, sí —terminó por decir, mientras se ponía el casco.
Rápidamente se subió detrás de mí y se afirmó de mi cintura con fuerza.
Yo me acomodé el casco nuevamente y bajé la pantalla para ponerme en marcha.
El viaje no fue muy largo y, cuando llegamos a casa, noté algo diferente.
Estacioné la moto afuera de la cochera y me saqué el casco, igual que Alaska.
—¿Qué demonios pasa aquí? —preguntó Alaska.
Yo reconocí de inmediato las clásicas fiestas que Gohan era capaz de sacar de la nada y miré a Alaska con una sonrisa nerviosa.
—¿Es producto de tu imaginación?
Alaska frunció el ceño.
—Reconozco una fiesta cuando la veo —dijo—. Es solo que Gohan no avisó nada.
Yo estaba acostumbrado a encontrarme de la nada con una fiesta en mi hogar, pero desde que Alaska vivía con nosotros, era la primera vez que Gohan hacia algo así sin avisar o preguntar antes.
Antes de que yo pudiera decir algo, Alaska comenzó a caminar hacia la casa para entrar por la puerta abierta.
Una vez adentro, los invitados comenzaron a saludarme. La mayoría me conocían, pues éramos compañeros de carrera o de la universidad.
Debido a los saludos, perdí la pista de Alie por un momento, hasta que la volví a encontrar mirando una escena particular.
Gohan estaba haciendo la invertida sobre la isla de la cocina, afirmado por dos tipos de cada pierda, a la vez que alguien le sostenía una pipa pegada a la boca para que él fumara.
—¿Está fumando de cabeza? —pregunté.
—Si crees que esto es loco es porque no lo has visto fumando en patines mientras está amarrado con una cuerda a una motocicleta en movimiento —dije.
Alaska me miró con una ceja enarcada.
—Déjame adivinar, ¿la moto era tuya y tú la conducías?
—En mi defensa, estaba sobrio. Te dije que no volví a conducir ebrio después de destruir el patio de la vecina.
—Me lo imagino, ustedes no tienen que estar drogados o borrachos para hacer estupideces —hubo un silencio de unos segundos—. Bueno, ya que es viernes y no tengo trabajo, fumar o beber algo no sería tan malo.
Yo le di una sonrisa complacida.
—Te apoyo.
[...]
Eran las cuatro de la madrugada cuando Gohan, Alie y yo estábamos sin ropa metidos en el jacuzzi de mi baño, mientras fumábamos hierba y bebíamos alcohol.
La fiesta aún seguía en todas partes de la casa, menos en las habitaciones, y antes de estar lo suficientemente drogado, me había dedicado a ocultar las cosas de mayor valor en la oficina, para que nadie las rompiera o las robara.
Gohan había tirado al menos cinco bombas de baño naturales con color dentro del jacuzzi solo porque lo hacían reír y a Alie y a mí, nos causaba gracia su risa.
De pronto, entre las risas, Alie cambió drásticamente su ánimo y comenzó a soltar lágrimas como si alguien se hubiera muerto.
Gohan y yo la miramos preocupados.
—¿Qué pasó? —preguntó Gohan—. Son sólo bombas de baño, su destino es morir en el agua, no debes llorar.
—No es eso —dijo Alie intentando aguantarse las lágrimas, aunque no funcionaba realmente—. Es que... es que seré la burla de Hollywood.
—¿Por qué? —pregunté yo—. Cualquiera puede salir en un comercial de televisión y no es razón de burla. Es un trabajo digno.
—Sí —confirmó Gohan—, deberías valorar que no estas en la calle pidiendo limosna y que alcanzaste a agarrar a un hombre con dinero y con un amigo simpático como yo. Lo tienes todo.
Alie pareció más tranquila con eso, pero sólo le duró unos diez segundos y luego de eso, comenzó a llorar como desquiciada nuevamente y está vez, con hipo incluido.
—Es que... esta vez... es muy... muy malo —dijo hipando entremedio.
Luego de eso, siguió balbuceando, por lo que mi amigo y yo no entendimos nada de lo que dijo.
Gohan rodó los ojos, fastidiado, y de pronto, le lanzó agua del jacuzzi a Alie en la cara.
Alie abrió la boca sorprendida y luego le dio una mirada de furia a Gohan.
De alguna manera, los tres terminamos en una guerra de agua, la cual tenía un extraño sabor gracias a la esencia de las bombas de baño.
Cuando nos cansamos, Gohan y yo miramos a Alie para ver si seguía con hipo y durante dos segundos, había parecido que no, pero entonces, dio un salto.
—Ay, ya basta y termina de decir lo que querías decir —pidió Gohan.
—Actúe en un comercial... de televisión pagada...
Gohan y yo la miramos con seriedad, para asegurarnos de que no estaba bromeando.
—¿De los "llame ya"? —pregunté yo.
Alie asintió y luego dio un salto.
Gohan y yo comenzamos a reír sin control, mientras Alie volvió a soltar lágrimas.
—¿Y que era? ¿Una sartén? —pregunté yo.
—No, una caminadora.
—No, ya sé, una rebanadora de verduras.
—No... —negó Alie a la vez que movía su cabeza de lado a lado—, es el eliminador... de durezas —susurró.
—¿El qué? —pregunté, pues debido a su tono de voz bajo no la había oído.
—¡El eliminador de durezas! —gritó, ya sin hipo—. ¡Mis pies descalzos estarán en televisión abierta!
Gohan y yo volvimos a reír a carcajadas y cuando nos detuvimos, Gohan habló:
—Oye, ¿sabes cuanto pagan las personas por fotos de pies? Podrías ser rica mostrando tus pies descalzos.
—¿Qué? —preguntó Alie espantada.
—Sí, los fetichistas son un buen público.
Alie pareció procesar lo que Gohan había comentado y luego, agarró la pipa de agua para dar una calada. Seguramente, quería olvidar por esa noche que había actuado para un comercial lleno de pies.
[...]
Desperté en la mañana debido a al frío.
Intenté buscar con los ojos cerrados mis sábanas, pero al palpar el lugar en el que me encontraba, me di cuenta de que no estaba en mi cama.
Al sentir el pasto mojado por el rocío mañanero entre mis dedos, me enderecé rápidamente y me agarré la cabeza, la cual no dejaba de punzar.
De alguna manera estaba durmiendo en el patio, entremedio de Alie y Gohan. Los tres estábamos en ropa interior, mientras ellos dos dormían plácidamente.
Gohan tenía su pierna sobre mí, por lo que la saqué, despertándolo de paso.
De pronto, unos recuerdos llegaron a mi cabeza, por lo que tomé mi celular y revisé una cosa.
Eso a Alie no le gustaría.
—¿Cómo demonios terminamos aquí? —preguntó Gohan con tono de voz más grave, probablemente porque estaba recién despertando.
—Ni puta idea —contesté, comenzando a remover a Alie—. Alaska, despierta.
Alie emitió un quejido y comenzó a removerse.
—Alie —insistí.
—¿Ah? —preguntó apenas entendible.
—Hay algo que vas a querer recordar... o tal vez no..., pero no te va a quedar de otra.
Alie abrió los ojos y se quedó despabilando un momento, entonces, se sentó de golpe con terror en el rostro.
—¡Vendimos fotos de mis pies en Internet! —exclamó horrorizada.
Al oír eso, Gohan pareció recordar el asunto también y comenzó a reír.
—Ganamos ciento veinte dólares en menos de una noche —festejó Gohan—. Amo a los tipos que aman los pies de Alie.
Alie emitió repetidos quejidos.
—Ahora no sólo están en televisión abierta, sino que también en Internet...
—Pero lo hiciste con dignidad, si los mostraras gratis sería patético —dije yo, intentando buscar el lado positivo.
—¿Y qué hacemos dormidos en el patio?
Todos intentamos recordar lo que había pasado, pero realmente ninguno recordaba la razón exacta por la que habíamos terminado dormidos en el pasto.
Los tres nos levantamos y cuando fui a abrir el ventanal, me encontré con que este estaba cerrado.
Intenté forcejear con él, pero no pasó nada, seguía tan cerrado como antes. Intenté ir por los otros ventanales, la puerta y ventanas, pero ninguno estaba abierto.
Gohan, ya harto de estar afuera en el frío semidesnudo, agarró el primer objeto que vio tirado en el pasto, rompió el vidrio de un ventanal para quitar el seguro y lo abrió para que los tres entráramos.
Esa había parecido la mejor idea, hasta que la alarma comenzó a sonar y las máquinas de humo se activaron.
—Maldición —me quejé yo.
Por un momento había olvidado que habíamos instalado el sistema de seguridad y debido a la cantidad de humo excesiva, ninguno de los tres veía nada.
Por más que buscamos la salida, no la hallamos y nos rendimos en el momento en que se oyeron las sirenas policiales afuera.
¡Holis!
¿Cómo ha ido su día? ¿Les está gustando la historia?
Prometo que más adelante se vienen algunas cosas que les van a gustar 😉
Espero que tengan un lindo día. Yo estoy algo enferma, pero eso me pasa por comer una mezcla de cosas. Ya se me pasará djdjdjs
¡Besitos!
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