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Capítulo 27: Comenzando la Misión

Gohan

Estaba dispuesto a encontrar algún vendedor de hierba por ahí porque no quería llegar a tener que comprar hierba gatuna y fumármela. 

Yo sabía que no estábamos ahí para jugar o pasear, pero aún así, no creía que los doce días que estuviéramos ahí nos dedicáramos solo a espiar a Williams y su círculo.

Caminé por la calle hasta llegar frente a la playa, la que no estaba muy lejos y entonces me mantuve caminando paralelo a la playa.

De pronto, divisé a unos metros un grupo de jóvenes en la playa que estaban jugando con patinetas y algunos fumando.

Supuse que no estaban fumando cigarros, en especial porque actuaban como idiotas, pero eso podía ser porque eran adolescentes por lo que me seguí acercando hasta sentir ese particular olor a hierba.

—Hola —saludé cuando llegué junto a ellos.

Los cinco chicos me miraron algo despectivos y los que estaban sobre las patinetas jugando se detuvieron y las tomaron en sus manos.

—¿Qué quieres, anciano? —preguntó uno de mala gana.

¿Anciano? Pero si apenas había cumplido veintitrés en mayo.

Omití su apodo de mal gusto y fui al punto.

—¿De dónde sacaron la hierba?

Todos intercambiaron miradas.

—¿Por qué? —preguntó uno de los que tenía patineta.

—Porque yo también necesito —respondí sin vergüenza.

—No lo recuerdo, viejo, tendrás que seguir buscando —contestó.

Era obvio que me estaban mintiendo, por lo que rodé los ojos y cuando estaba por seguir mi camino, sentí como uno sacó mi billetera de mi bolsillo trasero.

Sin pensarlo me volteé bruscamente y le agarré el antebrazo al infeliz para quitarle mi billetera y darle un rodillazo en el abdomen.

Claramente, no había contemplado el hecho de que ellos eran cinco y yo uno, pero ellos tampoco contaban con que, a diferencia de ellos, yo estaba lúcido y era un experto en pelear a golpes.

Cuando uno se tiró sobre mí, no dude en tomar una de las patinetas que tiraron al suelo y la use para darles golpes.

Todos tenían pésimos reflejos, pero imaginaba que era gracias a la hierba.

Cuando todos quedaron en el suelo, noté una bolsa con una buena cantidad de marihuana en el suelo, por lo que la tomé y la metí en mi ropa interior, al mismo tiempo que una patrulla policial se acercaba.

«Ah, no, a mí nadie me va a arrestar».

Corrí hacia la acera de enfrente sin importarme que no tuviera la pasada y me metí por entre calles más pequeñas para perder a la policía.

No podía dejar que me arrestaran en Miami, debido a que Alie ya no era una actriz del momento y la familia Johnson no estaba ahí para sacarme de problemas.

Luego de esperar un rato metido en un callejón, salí con cuidado, mirando que no hubiera ninguna patrulla cerca y salí caminando con tranquilidad.

Cuando volví al pent-house, me encontré a Twinkle sin sus lentes durmiendo en el sofá, solo.

Supuse que los chicos estaban en la habitación que ocuparían, por lo que abrí la puerta y entonces me encontré con algo que no hubiera querido ver.

—¡Puaj!

Alaska estaba sentada en la cama mirándose a un espejo y apretándose un grano de la frente.

—¡Ay, ni que tú no tuvieras granos!

—Pues no me los reviento, eso te hace mal.

Fui a quitarle su mano de la frente y en eso, Ashton apareció sin camisa y comiendo helado directamente del pote.

—¿Recuperando energías? —le pregunté con una ceja alzada.

—Eso mismo —admitió sin pudor—. ¿A dónde fuiste?

Yo sonreí con aires de victoria y saqué de adentro de mis boxers la bolsa con hierba.

—Mira lo que conseguí.

Ashton y yo chocamos los cinco.

—Bien, cuando sea el momento, la vamos a utilizar.

Yo sabía que esa noche no podríamos fumar, pues al día siguiente tendríamos que empezar la misión.

[...]

El hotel Four Seasons Miami de cinco estrellas, ahí era donde estaba Williams y su equipo instalado.

Los tres nos habíamos metido en el hotel aprovechando que había mucha gente en la recepción para desviar la atención de nosotros.

El investigador solo nos había proporcionado el nombre del hotel en que se quedarían, pero no las habitaciones, por lo que debíamos hallarlas nosotros.

Los tres nos habíamos separado y quien los encontrara les informaría a los otros dos.

Justo cuando me estaba internado en uno de los pasillos, una puerta se abrió y Brian Baker salió de la habitación.

Retrocedí rápidamente y me oculté a la vuelta, asomando mi cabeza para mirar hacia dónde iba.

En el pasillo se encontró con una chica, la que había salido de otra habitación y suponía que era parte del elenco o de la producción.

Ambos fueron en la dirección contraria a la que yo estaba y, por lo tanto, los seguí con una distancia prudente.

Ambos bajaron al primer piso y se dirigieron a una de las mesas cerca de la piscina.

Yo me oculté detrás de unos arbustos que había cerca y encendí la grabadora de mi celular.

—¿Ya te dijeron a qué hora hay que ir? —preguntó la chica.

—En dos horas hay que estar en el lugar para el maquillaje —respondió Brian.

—Perfecto, ¿nos vamos juntos?

—Claro, no hay problema.

—Oye, ¿recuerdas cuál era la habitación de Williams? Necesito hablar con él —dijo la chica.

—Habitación doscientos tres —respondió Brian—. Aunque tendrás que hacerlo más tarde porque dijeron que está en una reunión con los demás.

—Sí, no es urgente.

«¡Bingo!».

Salí de entremedio de los arbustos y volví a entrar al edificio, mandándoles mensajes a mis otros dos amigos para que nos encontráramos en el vestíbulo.

Esperé unos minutos y entonces mis amigos aparecieron.

—Habitación doscientos tres —respondí.

—De todas maneras, necesitamos la llave electrónica —explicó Ashton—, y no tengo idea de cómo la sacaremos.

—Brian y su actriz irán al lugar de grabación en dos horas... podríamos seguirlos.

Ashton y Alaska intercambiaron miradas y asintieron.

Los tres fuimos por el auto de Marco que Ashton había estacionado a unas calles y entonces nos quedamos cerca de la salida de automóviles para esperar a ver el auto de Brian.

Por suerte, Brian seguía teniendo el mismo auto y no fue difícil verlo cuando salió una hora después de que comenzáramos a esperar.

Los tres nos pusimos lentes de sol y comenzamos a seguir a Brian, hasta que, a lo lejos, entró a un área que estaba restringida por cuerdas y guardias.

Ashton dobló en una calle distinta para estacionar y no levantar sospechas.

—¿Cómo vamos a acercarnos? —preguntó Alie—. Está lleno de personas.

No eran tantos guardias, pero sí había mucho personal entre los productores, el director, actores y otros.

—Debe haber un lado vulnerable y, además, con tanto trabajo, no creo que todos estén pendientes de quien anda por ahí —explicó Ashton.

Los tres bajamos del auto y fuimos caminado disimuladamente hacia el sector.

Estaban utilizando el muelle de Miami Beach, por lo que cerca había unos remolques para los actores y el equipo.

Los tres nos metimos por detrás de los grandes remolques, donde no había guardias y nos quedamos ahí un momento.

—Uno de estos debe ser de Williams —comentó Ashton.

—Sí, pero ¿cuál?

De pronto, la voz conocida de Mike Williams se oyó cerca. Estaba alegando por alguna cosa que no estaba saliendo bien y entonces, una puerta se cerró bastante fuerte, provocando que el remolque al que estábamos pegados temblara y, con eso, la voz de Williams se fue alejando.

—Es este —dijo Ashton con emoción—. Comienzo a creer que uno de nosotros es un amuleto de la suerte.

—Estoy segura de que es Gohan —dijo Alie.

Yo también porque sin suerte, yo ya hubiera muerto unas mil veces o más.

—Bien, voy a ver si puedo abrir una ventana. Ustedes vigilen.

Alie y yo fuimos a un extremo del vehículo y nos asomamos para ver si había alguien cerca.

La mayoría estaba en el muelle, cerca de uno de los yates, mientras había otros más cerca de donde estábamos, conversando, mientras veían unas pantallas.

Sentí como Ashton logró abrir una de las ventanas, la cual había forcejeado con una navaja.

Ash se puso unos guantes que tenía en el bolsillo del pantalón y entonces se impulsó con las manos hacia arriba para pasar la ventana.

Más le valía apresurarse porque sentía que me orinaría del miedo.

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