Capítulo 20: Consiguiendo Trabajo
Gohan
Conseguir trabajo no me causaba una gran emoción, en especial porque me quedaba muy poco para sacar mi título y había vivido años acostumbrado a mantenerme con el dinero que me daba mi mamá y los regalos extras de Ashton.
Aun así, quería ver si era capaz de hacer algún trabajo simple de medio tiempo para comenzar a adaptarme al trabajo.
«Ah... la vida adulta. Nada más horrible que eso».
Si tenía que elegir entre la asquerosa adolescencia y la deprimente adultez, prefería la adolescencia.
Aun cuando a los quince años era dependiente de mi madre y debía seguir algunas reglas, no podía decir que había sido un hijo sobreprotegido al que no le permitían hacer nada divertido... ni siquiera Ashton había sido así.
Sí bien, los señores Johnson habían puesto mucha atención en Ashton cuando comenzó su etapa de rebeldía, en unos meses ya se habían rendido y lo habían dejado hacer lo que le daba la gana.
En conclusión, prefería mil veces tener desordenes hormonales típicos de la adolescencia y vivir sin responsabilidades, a ser una persona más estable emocionalmente con responsabilidades características de la adultez.
Iba pasando por frente de un café, cuando noté que buscaban personal de medio tiempo.
Entré al café abriendo la puerta de cristal y sintiendo de golpe un olor dulce y, por supuesto, a granos de café.
De inmediato pude notar que la chica de la caja estaba muy complicada con las ordenes, pues no había nadie más en el mostrador. Por eso, decidí esperar en una mesa a que la fila frente a la caja terminara para hablar con ella.
Cuando la última persona de la fila tuvo su café y muffins en la mano, yo me acerqué a la caja.
—Hola, bienvenido a Café Romano. ¿Qué desea ordenar? —me preguntó la chica.
La muchacha tenía el cabello castaño, amarrado en un tomate, además de tenerlo cubierto con una gorra color café, igual que su delantal. Sus ojos eran de color café oscuro y su piel clara y bronceada, parecida a la mía.
—En realidad, vengo por el anuncio de que buscan personal, ¿con quién debo hablar?
La chica pareció aliviada con eso.
—Bueno, con la gerente.
—¿Y quién es?
—Yo —contestó con una sonrisa divertida—. Ven, sígueme.
La chica me abrió una pequeña puerta para que pasara detrás del mostrador con postres y me llevó hacia una habitación trasera donde parecían guardar mercancía y otros insumos.
—Hace dos semanas, la chica que se ocupaba de la caja renunció y dos días después, renunció el que preparaba los cafés —comentó—. ¿Sabes hacer algo de esos?
—Bueno, de cafés no sé nada..., pero soy bueno con las cuentas —contesté—. Estudio una carrera científica y tuve tres ramos de cálculo y dos de estadística, creo que puedo con una caja.
La chica quedó boquiabierta y luego suspiró aliviada.
—Estoy segura de que sí —aseguró—. Ahora, déjame buscar el contrato... —dijo hurgando en una caja que estaba en el suelo.
Cuando encontró el papel, me lo entregó y yo revisé los detalles del contrato y el suelo.
—Se ve bien.
—Entonces estas contratado. En cuanto a tu horario definitivo, lo conversaremos después de cerrar.
Yo la miré confundido.
—¿No quieres ver mi currículo o entrevistarme un poco más?
—No, no hay tiempo... ¿tú tienes alguna duda?
—¿Quién es el dueño del café?
—Mi mamá —respondió—. Ella hace los pasteles conmigo.
—Se ven buenos —confesé.
—Si comienzas hoy te daré el que quieras como forma de agradecimiento —me ofreció.
Yo me encogí de hombros. Hubiera empezado ese día sin necesidad de que me ofreciera algo.
—¿Dónde está mi delantal y gorra?
La chica pareció muy contenta y corrió a buscar lo que suponía que era mi uniforme.
Sinceramente, ser su empleado se veía bastante bien. No me podía imaginar a esa chica siendo una jefa tirana y desagradable.
Cuando volvió junto a mí, me entregó las cosas.
—Ah, y, por cierto, me llamó Noah, ¿y tú?
—Gohan —respondí, teniéndole la mano.
[...]
Cuando llegué a casa ya eran las diez de la noche.
El café cerraba a las nueve, pero me había quedado con Noah planificando mi horario en base a mi horario de la universidad.
Debido a que todos los días empezaba temprano y terminaba antes de las tres, trabajaría de cuatro a nueve y los sábados trabajaría en el horario de la mañana. En cuanto a los domingos, ese sería mi día libre.
A penas unos segundos después de entrar a mi cuarto, Ashton apareció ahí.
—¿Por qué llegaste tan tarde? —me preguntó preocupado.
—Te dije por mensaje que había conseguido trabajo.
Ashton me dio una mirada incrédula.
—Ay, sí claro —dijo irónico.
—Te digo la verdad —aseguré—. Soy el nuevo cajero de un café familiar llamado Café Romano... y mi jefa se llama Noah Caruso. Hace unos pasteles muy buenos, me regaló uno para los tres. Lo dejé en la cocina.
Ashton alzó una ceja con una sonrisa algo traviesa, lo que yo sabía que sugería.
—No me mires así —le pedí—. Es muy bonita, pero ¿no has oído eso de no mezclar el trabajo con el amor?... o como sea.
—Es un trabajo momentáneo, Gohan —argumentó Ashton—. ¿No crees que podría pasar algo después de terminar?
Yo me senté en el borde de la cama y Ashton se sentó a mi lado.
—No —respondí con seguridad—. Tú sabes que yo no sirvo para la vida en pareja. Voy a morir solo, muerto y espero que millonario... si no, pues espero que tú sigas siendo millonario y jamás te separes de mí.
Ashton soltó una risa y puso su mano sobre mí muslo para apretarlo.
—¿Realmente no te imaginas con una pareja? —preguntó más serio—. ¿Jamás?
Yo negué con la cabeza.
—¿Y cuando yo tenga hijos y una familia?
—Pues yo seré el tío mal criador porque tus hermanos y tus papás serán de lo más aburridos —aseguré.
Ashton me dio una de sus adorables sonrisas y me dio un apretado abrazo.
—En ese caso te quedarás conmigo... y Alie, si es que no terminamos.
En eso Alie apareció en la habitación.
—Hola —saludó—, ¿dónde estabas?
—Trabajando —respondí.
Alie abrió más sus ojos y pestañeó varias veces.
—Luego te contaré bien —le dije—. ¿Cuándo tengas hijos con Ashton vas a querer que siga viviendo aquí?
Alie pareció en un trance con la pregunta y Ashton se separó de mí algo incomodo.
—¿Hijos? —preguntó Alie—. Ah...
—¿No crees que es muy pronto? —me preguntó Ashton—. Ni siquiera sabes si Alie quiere tener hijos... ni siquiera yo lo sé.
—Me gustaría —aclaró Alie—, pero primero quiero sentirme realizada como persona —dijo, sentándose a mi otro lado.
—Pues, así como vamos, la menopausia llegará primero —comenté.
Alie me miró con el ceño fruncido.
—Oye... no tenías que ser tan directo.
—No sé qué te sorprende, ya me conoces.
Yo no me había destacado, ni me destacaba, ni me destacaría jamás por ser alguien que tuviera un filtro a la hora de hablar.
Alie sonrió y asintió.
—Sí, ya lo sé —aseguró Alaska—. Además, tal vez tienes algo de razón. Cumplo veinticinco en unos días y ni siquiera he participado en otro proyecto de cine... o de televisión.
Yo sabía que Alaska prefería las películas de Hollywood antes de que las series de televisión, pero en ese momento, incluso doblar la voz de algún personaje animado en una serie para niños de cinco años parecía una buena oportunidad.
—Solo son veinticinco años —dijo Ashton restándole importancia—. Eres muy joven aún.
—Estoy a punto de estar más cerca de los treinta que de los veinte —dijo Alaska, poniéndose de pie y comenzando a caminar de lado a lado—. Mike Williams tiene cuarenta años y tiene controlada a media ciudad de Los Ángeles...
—Pues para él fue más fácil —dije yo—. Sus padres eran empresarios millonarios, así, hasta yo me convertiría en productor.
—Gohan tiene razón —me apoyó Ash—. Yo también podría ser productor de cine si quisiera, pero elegí el camino de los nerds y entré a una carrera científica llena de números, ecología y reacciones químicas.
—No olvides las células —le dije—. Las maravillosas células procariontes y eucariontes.
—¿Y qué sería de las células sin su fuente de energía?... Las maravillosas mitocondrias.
—Antes de que sigan con sus ñoñeces, ¿vamos a comer?
Yo asentí emocionado.
—Tenemos que probar el pastel —dije yo—. Vamos.
Tomé a Alaska y Ashton de sus muñecas y los guíe hacia afuera para ir abajo.
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