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04: Starky no es un ángel, es un demonio

Capítulo 04:
Starky no es un ángel, es un demonio

—Al fin —suspiré aliviado.

—No te alegres tanto, sobrino. Tu papá está afuera esperándote y creo que tienen una importante charla.

Esperé impaciente al ver como intentaba con todo el juego de llaves para abrir la celda, al final encontró la correcta y abrió la puerta, casi salgo corriendo a besar los pies de mi padre, después de todo no había enloquecido tanto. Es cuestión de tiempo para que se acostumbrara a mi vida.
Algunos oficiales se despidieron al verme salir. Amigos de mi tío, personas que me conocen desde que no tenía dientes.
Al salir vi la camioneta de papá. Detuve mis instintos de salir corriendo hacia él, me había dejado casi todo el día aquí, en una fría celda como si de un criminal se tratara. Tenía que mostrarme duro, fuerte, inquebrantable.

—Papá —saludé, pero entonces noté la presencia del otro hombre.

Es el padre de la chica que casi me mata. De esa santita que casi me manda con Dios.

—Es el padre de Cleo —informó— el señor Denny Starky.

Mire al hombre que no me quitaba la mirada de encima, se veía molesto y calculador, como si en frente tuviera a su víctima, planeando en silencio como matarla.

—Tenemos que solucionar un par de cosas —comentó.

Miré a mi padre y entré a la camioneta. No estaba entendiendo nada de esto. ¿Que teníamos que solucionar?

—Su hijo se llevó a mi hija anoche —informó el— así que quiero que como hombre asuma su total responsabilidad. Mi hija es una buena chica, la he educado para ser una mujer de bien, pero veo que en el camino la han corrompido.

Y casi me tiro a reír, creía que se trataba de una broma. No es una broma.

—¿De que habla, señor? Lo que usted dice no es...

—Escúchame, chico —habló amenazante— mi hija no es cualquiera para venir a casa y llevártela o como sea que hayan sucedido la cosas, pero haré todo lo que sea necesario para limpiar la reputación de toda mi familia.

—Pues arregle su reputación sin involucrarme. No conozco a su hija, no fui por su hija o lo que sea que tenga en mente, no es como usted cree. Ella entró, por no decir que invadió nuestra casa. Y no bastó con entrar, también me maltrató, ¿ve esto? Casi me rompe la cabeza con un martillo. Así que, no veo conveniente esta conversación, está todo demás. Creo que es mejor que se marche sin armar algún alboroto y es mejor que cuide y eduque mejor a su hija porque no creo que necesite a alguien para corromperse sola.

El hombre estaba inmóvil. No se lo creía del todo.  Ni siquiera yo creía que fuera capaz de soltar todo eso.

—¡Como te atreves a hablarme así, chico insolente!

Papá intervino.

—Cálmense los dos —pidió.

El señor Starky me dio una última mirada antes de volver a sentarse correctamente en el asiento.

—En primer lugar —continuó mi padre— Señor Starky, si vamos a ser familia, quiero que le brinde todo el respeto necesario a mi hijo, sé que es un completo rebelde y que a veces no se lo merece, pero no es necesario que caiga a su nivel de locura.

Mire a mi padre sin entender totalmente lo que dijo.

—Espera, ¿qué dijiste?

Papá me miró.

—El señor Starky y yo hemos llegado a un acuerdo, hemos llegado a un trato —respondió— tú y su hija se comprometerán y se casarán este año.

—¿Que? —balbucee. 

Espere a que el señor Starky saliera del carro. Este arrancó cuando el hombre se metió a su casa, fue cuando mire a mi padre.

—Enloqueciste, no encuentro otra respuesta a todo esto... Deben estar bromeando.

—Si lo quieres ver de esta manera, pues si, enloquecí, pero por tu culpa, hijo. Sabes cuantas veces ya han llamado a casa para preguntar si es verdad que tuviste una aventura con la esposa del sacerdote, claro que no lo sabes porque estabas en la celda por tener a ese muchacho en el sótano.

—Esas personas deberían preocuparse por su propia vida y dejar de entrometerse en las de otros. Y el muchacho del sótano no es lo que ustedes piensan. Todo tiene una explicación.

—No puedo cambiar a la gente, pero si puedo moldearte a ti y mientras pueda hacerlo, lo haré. A ver si el matrimonio te devuelve al camino correcto.

—Basta. Estás haciendo una tormenta en un vaso de agua, que te sorprende, padre. ¿Qué me haya acostado con esa mujer o que te relacionen con esto?

Levantó el dedo índice.

—No me hables así, fue suficiente. Todo este tiempo he dejado que hicieras todo lo que te dio la gana, pero hasta hoy, hasta hoy ensucias mi apellido. Harás todo lo que te diga.

—¿Por qué? ¿Qué pasa si no obedezco, me quitarás el apellido?

—Lo haré si es necesario y créeme, también te quitaría todos los beneficios que está familia te ha dado.

En cuanto el carro se detuvo, salí chispeante. Entré a casa furioso.

—Cariño, ya has vuelto.

—Ahora no, mamá.

Me hice a un lado, esquivándola. Ignorándola a ella, y de hecho, a toda la familia. Subí directamente a mi habitación que estaba en el último piso. La habían remodelado.

—Vas a casarte, así que tú mamá se encargó de remodelar un poco esta habitación para que sea del agrado de tu futura esposa.

Miré a mi padre, que me había seguido.

—¿Que esperas de mí? ¿Qué es lo que quieres? ¿Crees que, casándome, atándome a una completa desconocida cambiaré? Realmente estás fuera de control, padre.

Él no dijo nada, simplemente salió de mi habitación.

—Mierda —suspiré.

Solo había estado en esa celda un día, un día y ya habían cambiado hasta mi habitación.
Estaba completamente molesto y hasta frustrado, así que me negué a bajar a cenar, no quería ver la cara de papá, mucho menos la de mamá, ella estaba permitiendo todo esto. Todos lo estaban permitiendo.

—¿Puedo pasar? —preguntó Denisse.

—Ya estás adentro.

—Pero que humor —aseguró riendo.

Se sentó a mi lado y puso su mano en mi hombro.

—He escuchado las buenas nuevas.

—¿Estas aquí para hablar de eso?

—No intentes echarme, no podrás —comentó riendo–. Parece que papá ha tomado fuertes medidas.

—Está equivocado. No voy a casarme, no con una chica que no conozco —dejé muy claro.

—Oye, pero si el matrimonio no es malo —dijo riendo— por lo contrario, te puede sorprender.

—No, no creas que porque funcionó contigo, también funcionará conmigo. No estoy para el matrimonio, mucho menos forzado. Es que parece que vivimos en el siglo XVIII.

Denisse se quedó en silencio, ofendida.

—Lo siento, no quise decirlo de esta forma —apresuré a aclarar.

No quería molestar a mi hermana, después de todo ella también había pasado por este momento y al igual que ella, no hice nada. A esto se le puede llamar karma.

—No, déjalo. Ya lo has dicho, pero es verdad. Papá soluciona todo con un matrimonio, tal vez a mí me ha funcionado, pero si sigues de esta manera no conseguirás nada bueno.

Levante la mirada y vi a Denisse completamente molesta. Bien, había lastimado a mi hermana.

—Si quieres mi opinión, tal vez si te muestras algo dócil frente a él, cambie de opinión...tal vez. Buenas noches.

Mi hermana salió de la habitación y me tiré a la cama. Tal vez tenía algo de razón.

Desperté antes que todos, hice ejercicio y ayudé a poner la mesa. Así fue como todos fueron bajando.

—Buenos días —saludé a mis padres.

Papá miró el reloj.

—Son las siete, ¿ya te vas a dormir?

—Aunque no te lo creas me he levantado temprano —aclaré.

Papá miro a mamá.

—Juzgas mis métodos, pero bien que funcionan.

—¿Hiciste todo esto, cariño? —preguntó mamá.

—No, pero ayude a poner todo aquí.

Y entonces empezó a reírse.

—Bueno, algo es algo —agregó mi padre—. Por cierto, a las 9 am pasarás por tu prometida.

Y toda felicidad se acabó dentro de mí, pero tenía que mostrarme dócil. Así que sonreí.

—Está bien. Pasaré por ella.

Y haré todo lo posible para que huya lejos de aquí, porque si no hay prometida, no hay boda.
Al terminar el desayuno todos tomaron sus propios rumbos. Inhalé y salí de casa.

—Abel, vamos a la casa de la chica.

Abel el chofer de casa, asintió y subió al carro, luego de cerrar mi puerta.
Revisé mi celular, mensajes de un par de chicas que no recordaba, sin embargo, no fue ningún impedimento para responderles. Querían más de este chico y yo estaba...

—Señor, hemos llegado —Abel me interrumpió.

El carro se aparcó a la orilla de la calle, frente a una casa antigua, daba la sensación de que no aguantaría con una tormenta. Ayer no me había fijado en la casa con lo molesto que estaba. Había flores y plantas por todos lados, le daba un bonito aspecto. La chica salió, esta vez no llevaba pijama, debía atribuirle que se veía diferente y bonita, a pesar de que no llevaba ninguna sonrisa en su rostro.
Abel abrió la puerta para ella.

—Hola, Ratita —saludé.

Ella abrió sus ojos con sorpresa.

—¿Eres así de irrespetuoso siempre? —preguntó.

Abel casi ríe, pero al ver mi cara se detuvo.

—No siempre, solo con las personas que me rompen la cabeza.

Ella entró al carro.

—Solo fue un golpecito del que evidentemente me arrepiento. Ni siquiera te acomodó el cerebro, por lo que veo.

Abel cerró la puerta y fue a su lugar. Lo vi reírse en silencio. Dios, que traidor. Me quedé en silencio y continúe con lo que estaba anteriormente en mi celular, no iba a permitir que esta chica me corrompiera el ánimo.
Llegamos a una heladería, por orden de mi padre. ¿Es que acaso no podía pensar en un lugar peor?

—¿Cuál es tu helado favorito? —pregunté.

—¿Te importa? —preguntó secamente

—No.

Pedí dos helados clásicos. Esto sería rápido.

—Escucha, sé que ha pasado mucho en poco tiempo, pero tal vez podrías, no lo sé, huir de este compromiso. Te daré dinero, el que quieras.

—No quiero tu dinero, de hecho, no quiero nada de ti y si pudiera estuviera a mil kilómetros de distancia —respondió.

—Entonces rompe con esta absurda idea.

—Rómpela tú, que eres el criminal, puedes con este tipo de cosas.

—Insolente —respondí ofendido— no soy ningún criminal, lo del sótano fue un caso especial y créeme no es lo que parece.

—Ah, pero si ya estás preparado para el matrimonio, ¿escucharé esa frase todos los días? No es lo que parece —y fingió la voz de un hombre, fingió mi voz.

Era buena para sacarme de mi casilla.

—Eres una malcriada y mi padre creyendo que eres un angelito de Dios.

—Mira, no te conozco, afortunadamente —habló— y tú a mí tampoco, así que creo que esto no va a funcionar, es que no me gustas ni un poquito, mira ese cabello parece de muñeca, ¿y esos ojos? No, pareces un ken de carne y hueso, nunca me gustó Ken, yo prefería a Max Steel —confesó.

Abrí mi boca, sorprendido tanto como ofendido.

—Escucha, cuando nos casemos te enseñaré a hablar debidamente —seguí— y también a que no te metas en casas ajenas. No, se me hace que todo esto fue una trampa tuya para enredarme, te ha salido todo genial, psicópata.

Los ojos de ellas estaban llenos de furia.

—Y agradece que no te denuncio por intento de homicidio, te iría muy mal en la cárcel, con esa carita de porcelana no durarías ni medio día.

Ella agarró su helado y me lo estampo en la cara. Quede con las manos arriba, como si fuera a arrestarme, sorprendido. Me quité el cono de helado y limpié mis ojos.

—No vuelvas a hablarme así, asesino.

Y entonces me dio la fabulosa idea. La agarré del brazo y la llevé al callejón de al lado. No había nadie.

—Si, ya sabes como soy, al menos un poco. ¿Recuerdas a ese chico? Pues si vuelve a pasar algo como esto —dije refiriéndome al helado estampado en mi cara— te irá mucho peor que a él. ¿Entendiste?

—Suéltame —exigió nerviosa.

—No hasta que respondas. ¿Entendiste o quieres que sea más gráfico? —pregunté.

No sé de dónde o como, pero terminó de estrellar un huevo en mi cabeza.

—Estás loco —exclamó al verse liberada de mi— ¡ESTAS COMPLETAMENTE LOCO!

—¡Si y vas a tener que casarte con este loco! —grité enfurecido.

Ella salió corriendo, tan rápido había desaparecido de mi vista que no me dio oportunidad a seguirla y dejarle claro que me vengaría. Cuando llegué a casa me encontré a Jack y a Sofia.

—Hermano, mira quien ha vuelto a casa —Sofía saltó a los brazos de Jack.

—Escuché sobre una boda —dijo divertido— pero ahora que te veo todo está mucho más divertido de lo que esperaba.

Fue cuando Sofía recayó en mi presencia.

—¿Que te ha pasado? —preguntó.

—¿Que me ha pasado? —repetí incrédulo— que mi padre está ciego, cree que mi prometida es una angel, cuando ¡evidentemente es el diablo vestido de mujer! No, a final de mes estaré muerto a causa de ella.

Subí las escaleras hecha una bestia, dejando atrás a mis hermanos, muy divertidos por mi estado. Idiotas.
Tenía el pelo tieso y olía horrible. Tuve que ponerme shampoo tres veces y aun así olía a huevo.

—Me vengaré, claro que sí, ya verás, Cleo, ya verás.

Y frente al espejo dejé una promesa, me vengaría de ella, claro que sí. No iba a permitir que una chica como ella viniera a intentar quebrantar mi orgullo, mi orgullo que estaba intacto, pero ahora herido.

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